lunes, mayo 04, 2015

CAPÍTULO I: MOMENTO HISTÓRICO DEL PERÚ EN QUE SE FUNDA LA UNIVERSIDAD (Libro del Dr. Vladimir Cerrón Rojas)


Aspecto nacional

La década de 1920 se caracterizó por un debate ideológico necesario entre José Carlos Mariátegui La Chira y Víctor Raúl Haya de la Torre, con amplias grietas sobre la interpretación y conceptualización de la realidad peruana, y la década de 1930 está enfrascada por el desencadenamiento de la lucha política de los sectores reivindicativos contra la oligarquía peruana.

Las diferentes clases sociales se hallaban representadas por sus partidos y sus respectivos líderes. Aquí los más representativos: la oligarquía y la burguesía por Augusto B. Leguía; Movimiento Democrático Pradista con Manuel Prado Ugarteche; la Unión Nacional Odríista con Manuel Odría; la pequeño burguesía por el Apra con Víctor Raúl Haya de la Torre y los obreros y campesinos por  el Partido Socialista con José Carlos Mariátegui.

Después del derrocamiento de Leguía, el presidente entrante Sánchez Cerro se enfrentó a una lucha abierta contra el Apra (partido que proclamaba una ideología antioligárquica y antiimperialista), su principal fuerza política opositora, y la oligarquía nacional. La represión al aprismo fue más dura que en época del propio Leguía, la cual, por el contrario, terminó legitimando a este partido, dándole un tinte popular revolucionario, conduciéndolo a lograr más simpatía y por consiguiente, más adeptos en el seno de las organizaciones, sindicatos, gremios, universidades y pueblos, sobre todo los norteños.

Situación y posición de clase del Apra

A decir de Jaime Cerrón Palomino (Historia de las Ideas en el Perú Contemporáneo, 1989): “La proeza pequeño-burguesa más encandilada se registra en 1928, cuando Haya de la Torre decide fundar el Partido Nacionalista Libertador Peruano, al modo del Kou Min Tang chino o el Partido Laboralista Inglés, que más tarde se conocerá como PAP (Partido Aprista Peruano). El desarrollo de esta agrupación política es la más conocida en los medios sindicales, universitarios, profesionales, políticos y académicos, por cuanto abraza décadas de existencia pletórica en sus primeros años de acciones heroicas, con secuelas de exilio, muertes, cruentas represiones; pero al mismo tiempo, en la otra cara de la medalla, nos mostrará la faz de sus veleidades y claudicación de sus primigenios principios, primeramente con su acercamiento a los plutócratas de la república oligárquica supérstite y luego su entendimiento con el imperialismo norteamericano. De allí el carácter proimperialista de este movimiento, que generó en sus propias filas un descontento radical, determinando que parte de sus jóvenes en más de una vez intentaran retomar los originales postulados o decidieran como Luis de la Puente Uceda a levantarse en armas. Desde el punto de vista del materialismo histórico lo acontecido con el partido aprista no es un fenómeno singular. Es el curso más o menos regular que le depara a todo partido pequeño-burgués, no pudiendo acentuarse su radicalización frente al imperialismo, lo que le quedaba era insertarse dentro del radio de los intereses del capitalismo monopólico”(413).




El falso socialismo, la violencia y la traición ideológica

La doctrina aprista, inicialmente anarquista, luego marxista y hasta leninista (416), es realmente una suma de ingredientes extranjeros que evidencian su no originalidad nacional como proclama. Podemos citar algunos ejemplos para sustentar lo planteado: su fundación extranjera en México (1924); su himno La Marsellesa de Francia; su lema Igualdad, Fraternidad y Libertad de la masonería francesa; sus programas semejantes al del Partido Laboralista Inglés y del Kou Min Tang chino; su bandera americana, entre otras. También debe analizarse su organización internacional en Latinoamérica, pues según el historiador Dr. Gilberto Torpoco Túpac Yupanqui, confirman esta tesis su mismo nombre de Alianza Popular Revolucionaria Americana puesto que en sus inicios era un partido que planteaba grandes transformaciones y tuvo representantes como Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Suazo en Bolivia; Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez en Venezuela; José Vasconcelos Calderón en México; Gustavo Rojas Pinilla en Colombia y José Velasco Ibarra en Ecuador. De ahí el peligro mayor que engendra dicha organización (363). Es imprescindible el conocimiento de sus orígenes y de su doctrina porque según la ley dialéctica de la negación de la negación, quien estudia una doctrina encuentra dentro de ella, el mismo germen de su destrucción.

Haya de la Torre manifestaba en su obra cumbre El Antiimperialismo y el Apra: “Como el problema es común a todos los países latinoamericanos en los que las clases gobernantes son aliadas del imperialismo y explotan unidos a nuestras clases trabajadoras, no se trata pues de una aislada cuestión nacional”; “la nacionalización de la tierra y de la industria y la organización de nuestra economía sobre las bases socialistas de la producción es nuestra única alternativa”; “el Apra representa, consecuentemente, una organización política en lucha contra el imperialismo y en lucha contra las clases gobernantes” (414), un supuesto acercamiento a la doctrina socialista, pero en la práctica el verdadero accionar de Haya consistió en ofrecer el envío de cinco mil apristas a Corea para aplastar su revolución socialista, no pronunciarse en contra de la invasión a la socialista Viet Nam, incentivar a Kennedy el derecho a una segunda invasión sobre la Cuba socialista, apoyar el golpe de Estado a Jacobo Arbenz por su intento de desarrollar el socialismo en Guatemala, mantener reuniones secretas con el embajador norteamericano Fred Morris Dearing en 1931, etc.  (404). Es imprescindible hacer esta pequeña reseña del carácter veleidoso del aprismo, por lo mismo que fue duramente reprimido y su líder demostró un “comportamiento variante de matiz, en su afán de trepar a posiciones más expectantes, por su condición económica cercana a la mediana burguesía, capituló dando crédito a la propaganda de ésta y en su intimidad empezó a desconfiar de la revolución que su séquito esperaba; por ello, Haya finaliza desairando a Barreto en Trujillo, a los marineros en el Callao, a Jiménez en Ancash (acciones que lo evidencian como partidario de la violencia); por esta misma razón, cuando De la Puente, Malpica, Valle Riestra y De las Casas le increpan por la dilación de las acciones revolucionarias, se incomoda y concluye decretando la expulsión; aprueba el trabajo de bisagra que entabla Prialé, Townsend, Sánchez o Villanueva del Campo con Beltrán, Prado u Odría; así se sentirá más seguro” (312).

Así, los pactos realizados por el Apra no responden siquiera a una estrategia con fines de beneficiar al pueblo peruano, sino al beneficio de sus dirigentes como demostraremos más adelante, y al haber defraudado doctrinaria y políticamente a su partido, como dice el Dr. Manrique, no les quedó mejor alternativa que fomentar el culto a la personalidad de Haya, orientarse a crear una imagen religiosa del líder, crear un ejército de creyentes en la devoción y no en las ideas ni la convicción, es decir, una transición de la ideología al afecto, la misma que hoy prevalece y le ha dado resultado.

De la traición a la negociación con el enemigo

El gobierno de Sánchez Cerro había declarado al aprismo fuera de la ley. Pero, José Bustamante y Rivero devolvió al Apra la oficialidad política, mediante una alianza que le permitió ganar la presidencia. El 3 de octubre de 1848, el Apra propició la rebelión de la marina en el puerto del Callao con resultados catastróficos y frente a este suceso, el 27 de octubre de 1948, el general Manuel Odría, férreo opositor aprista, dio un golpe de Estado a Bustamante y Rivero por no haber declarado proscrito al Apra, reprimió duramente al Apra y encarceló a sus principales líderes. El Apra había vuelto a la clandestinidad.
Pasado cinco años de gobierno odriísta, el Apra en su intento de volver a la legalidad, entró en negociación con Manuel Prado Ugarteche (su antiguo perseguidor), quien había fundado el Movimiento Democrático Pradista, que luego adoptó el nombre de Movimiento Democrático Peruano, con el que llegó al poder por segunda vez (1956-1962). Esta última victoria fue posible gracias al  apoyo del aprismo, época donde compusieron una coalición, conocida popularmente como el “gobierno de la convivencia”, la misma que permitió el retorno del Apra a la legalidad dentro del orden interno del país. Así el Apra, que siempre dijo ser un partido de izquierda, en la práctica era aliado de un partido derechista defensor de la oligarquía. La farsa mantenida por Haya y sus seguidores de ser un partido de izquierda democrática fue abatida por Alan García cuando éste manifestó que el Apra es conservador y neoliberal (417). Esta última afirmación es histórica, según el Dr. Nelson Manrique, si consideramos que por primera vez el Apra dice lo que hace.
Es importante conocer estos aspectos porque la fundación de la Universidad Comunal del Perú y su posterior nacionalización, se dieron durante el gobierno de la convivencia. Al respecto, atinada la interrogante que plantea Ayala y Orellana (402): ¿qué tiene que ver la historia política del Apra con la creación de la Universidad Comunal del Perú? Su respuesta será atendida en los capítulos siguientes.

El papel de la personalidad y el partido

Ramiro Prialé Prialé era el personaje del Apra con más influencia nacional, dicho por el Dr. Nelson Manrique, era una especie de superministro durante la convivencia a pesar de no ostentar ningún cargo público (404). Se sabe que fue el artífice de la cogobernabilidad con Prado, fue cinco veces senador por el departamento de Junín y se convirtió en un consultor político obligado, si había que fundar una universidad, crear una Facultad, crear una provincia o un distrito, un colegio, etc., había que contar con la aprobación de Prialé. Su poder aumentó cuando se da la famosa ley 14700 que le genera ingentes ingresos a Huancayo, acrecentando su poder político, social y económico. Tuvo además, la habilidad de ganarse la admiración no solamente de sus partidarios, sino de otras personas que no eran de su línea política.

En el departamento de Junín, paralelamente al Apra se tenía la representación de Acción Popular (fundado en 1956), cuyos representantes eran los senadores Mariano Serrano y Jorge Diéguez Napurí y como diputado Víctor Alfaro de la Peña (363). Las fuerzas de la izquierda no tenían peso, no contaban con líderes representantes en el Parlamento. Sus máximos representantes regionales pueden resumirse en las personalidades de Saúl Muñoz Menacho y Fernando Romero Villanes, ambos pertenecientes a la Federación de Empleados Bancarios (FEB), gremio que tenía un gran peso sindical en la zona. Otro líder, aunque con menos peso, que contaba la izquierda era Mateo Cornejo Monteagudo, quien representaba a la Secretaria General del Partido Comunista del Perú (PCP) en la región centro, dirigía también la Federación Regional de Trabajadores de Junín, base de la CGTP, llegó a ser trabajador no docente en la UNCP (363) y presidente de la Casa de la Amistad con el pueblo de Cuba. Aunque no tenían líderes en el gobierno, tenían la inspiración ideológica de la Revolución Cubana como una corriente a favor de ellos y en contra del aprismo, pero no era suficiente, es decir, mientras que el Apra tenía líderes con representación nacional parlamentaria, la izquierda como siempre y hasta ahora, contaba con amplia base social, pero sin líder ni representación oficial.

Dinámica económica social regional del valle del Mantaro

La idea de crear una universidad en el valle del Mantaro responde a las condiciones económicas y sociales de la época y a las necesidades de atender la influencia cultural que generaba Huancayo sobre los demás pueblos de la región central del país. Así podemos describir lo mencionado por Alberti y Sánchez (415): “Los procesos medulares de su organización son: 1. La vertiginosa urbanización, representada tanto por la concentración de la población en centros urbanos como por la difusión del patrón cultural de procedencia urbana. 2. La multiplicidad del intercambio económico con la costa, los centros mineros de la sierra central, los departamentos del sur y la selva”. Samalvides (416) precisa: “El 24 de septiembre de 1908 llegó el ferrocarril a la cálida y dinámica ciudad de Huancayo en un ambiente de fiesta porque se sabía que este medio de comunicación iba a ser un auxiliar muy valioso del desarrollo y progreso de aquella emergente ciudad incontrastable”, y con ello, como diría Rodolfo Vizcardo, nuevas formas de trabajo. Ayala y Orellana (402) agregan la importancia de la agricultura al trasladar sus productos a los centros mineros y a la ciudad capital; la llegada de los vehículos; el traslado de la capital del departamento de Junín de Cerro de Pasco a Huancayo (15 de enero de 1931); la construcción del campo de aterrizaje en Huancayo cuyo gestor fue el Paul Ledigr (en 1931); la inauguración de la fábrica de tejido Los Andes, del trasmisor de telégrafos automáticos, cinema, servicio telefónico a larga distancia, estadio Edilberto Chávez (Cuarto Centenario); construcción del campo de aterrizaje en Yauris (en 1932); establecimiento del Banco Popular del Perú (en 1935); funcionamiento de la emisora Radio Huancayo (6 de enero de 1936); en 1939 el establecimiento del Banco Italiano (Banco de Crédito); instalación de agua y desagüe domiciliario (en 1940); la inauguración de la Escuela Normal Teodoro Peñaloza de Chupaca (en 1941) y la Escuela de Agricultura de Sicaya (en 1943); en 1945 el Ing. Santiago Antúnez de Manolo sustentó el aprovechamiento de las aguas del río Mantaro para generar una hidroeléctrica de gran envergadura; en 1950 la Empresa Nacional de Telégrafos inició la instalación de red subterránea. El mantenimiento de estos logros demandaba la formación permanente de profesionales de la zona y la necesidad del campesinado en educar a sus hijos en esa dirección.

En los albores de la fundación de la universidad, el nivel académico máximo que otorgaba el departamento de Junín era el de profesor normalista, pero mayoritariamente el egresado de la educación secundaria común y técnica, “era como concluir la universidad”. Así la presión ejercida por los colegios nacionales del valle del Mantaro, como la Gran Unidad Escolar Santa Isabel de Huancayo, San José de Jauja y el Colegio Politécnico Regional del Centro coadyuvaron a concienciar la necesidad de crear una universidad. Aunque existía el Colegio Particular Salesianos Santa Rosa y la mayoría de sus egresados migraban a Lima por sus posibilidades económicas, la otra parte que hacía grandes esfuerzos para concluir la secundaria, truncaba sus esperanzas de continuar la educación superior.

Los colegios nacionales, sobre todo la Gran Unidad Escolar Santa Isabel, estaban llenos de logros y honores nacionales, y muchas de estas distinciones no tenían una continuidad en el tiempo por sus autores, al no tener acceso a la universidad peruana.Muchos de los campesinos, no sabían a dónde enviar a sus hijos una vez egresados; algunas familias que contaban con posibilidades económicas optaron por los estudios en las universidades de Lima, de otros departamentos, o en vecinos países como Argentina, Bolivia, Brasil y Chile, pero quienes no tenían esa posibilidad quedaban desclasados de ese anhelo. En resumen, esto había generado una necesidad apremiante.

En el año de 1919 se plantea la primera idea de la necesidad de creación de una universidad en la región central, pero recién en 1928, se compone la primera Comisión Pro Universidad, cuyo logro principal fue generar condiciones subjetivas en el valle del Mantaro de la necesidad de un centro superior de estudios, pero los acontecimientos políticos descritos no la favorecieron para que se avanzara más en este proyecto, quedando trunca hasta 1942, pues los gobiernos de aquel entonces ya enfrentaban muchos problemas con las universidades públicas. El 16 de agosto de 1944, el presidente Manuel Prado visitó Huancayo y el Dr. Félix Cosío, presidente del nuevo Comité Pro Universidad, le entregó un memorial solicitando la creación de ese centro de estudios en esta ciudad. Luego, en 1959 se recompuso dicho comité, fecha en que hacen su aparición los “intermediarios” para facilitar su fundación y posterior usurpación. En estas condiciones el Apra aparece dirigiendo la Comisión Pro Universidad integrada por líderes de la talla de Prialé.


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