martes, mayo 05, 2015

CAPÍTULO IX: LA MAESTRÍA DE EFRAÍN MOROTE BEST (Libro del Dr. Vladimir Cerrón Rojas)


Reseña biográfica
Efraín Morote Best nació en Huamanga, el 8 de julio de 1921. Su lengua materna fue el quechua y al respecto mencionaba: “esos campesinos fueron mis primeros maestros”. Estudió Derecho en la Universidad Nacional San Antonio de Abad del Cuzco y obtuvo su título profesional en la Universidad Nacional de La Libertad de Trujillo. Luego continuó estudios de doctorado en Literatura e Historia, obteniendo sus grados académicos en la Universidad Nacional San Antonio de Abad del Cuzco y la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa, respectivamente.
Su estadía en el Cuzco fue muy importante en la forja de su ideología progresista, la misma que se puede deducir de las siguientes declaraciones: “La porción más sólida de mi amistad y camaradería fue la que cultivé con obreros y campesinos, con humildes gentes de los barrios y los pequeños pueblos. Mi relación con otras personas de clase social distinta de la de ellos sólo vengo a juzgarla complementaria, a pesar de lo afectuosa” (319).
Discípulo de su maestro el Dr. Víctor Navarro del Águila, integró el grupo de estudios Guamán Poma de Ayala. Fue profesor de Folklore de la Universidad Nacional San Antonio de Abad del Cuzco, director de la revista Tradición, ejerció importantes cargos como presidente de la Sociedad Peruana de Folklore, coordinador de las Escuelas Bilingües del Ministerio de Educación, personero del Consejo Inter Universitario, delegado del CONUP para la reorganización de la UNCP, rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga de Ayacucho y decano del Colegio de Abogados de Ayacucho.
Está considerado como uno de los precursores de la antropología peruana por lo que la UNSCH le entregó el título de Profesor Emérito. Infatigable investigador del folklore y de rescate de las tradiciones populares en muchos puntos del Perú, legando un valioso registro de publicaciones y trabajos de recolección y análisis. Sus trabajos fueron sustentados desde una visión internacional, nacional, regional y local. Esta visión holística lo obligó a realizar investigaciones acerca del folklore en países de América Latina (Bolivia), Europa (Islas Canarias) y Asia (China Popular), donde le concedieron múltiples distinciones, entre ellas, la de Doctor Honoris Causa en Literatura, de la Academia Internacional (Vancouver, Canadá).

Sus obras
1.       Rimas Infantiles (1949).
2.       Elementos de Folklore (1950).
3.       Guía para la recolección de Material Folklórico (1952).
4.       Aldeas Sumergidas (1988).
5.       Pueblo y Universidad (1990).
Es importante destacar que la vida de Morote, fuera de mitos y temores, significó una intensa labor académica, profesional, administrativa y política en las diferentes universidades del país. Si consideramos que estudió Derecho, Letras y Humanidades en la Universidad Nacional San Antonio de Abad del Cuzco, coadyuvando conjuntamente a otros intelectuales de renombre, a forjar el Círculo de Estudios Guamán Poma de Ayala (semillero progresista que hasta hoy existe); que obtuvo sus títulos en las universidades nacionales de Arequipa y Trujillo; forjara la creación del Centro de Investigación del Folklore en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (la misma que hoy lleva su nombre); representara a la universidad peruana como personero del CIU y luego delegado del CONUP; presidiera la reorganización de la Universidad Nacional del Centro del Perú en dos ocasiones (1964 y 1970); integrara el Comité Pro Apertura de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, del cual posteriormente fue su rector, entre otros méritos; es comprensible que toda esta vasta experiencia le haya podido brindar una visión clara de la problemática universitaria nacional, convirtiéndose en una personalidad, cuyos planteamientos acerca del tema le permitieron darse la autoridad de ser un crítico intransigente de la corrupción que imperaba e impera aún, en gran medida, en nuestra patria. Estoy seguro de que Morote debió llegar a la conclusión que la lucha anticorrupción incluye en la vida la adopción de una determinada concepción del mundo, la misma que lo indujo a fundar en él e influenciar en su entorno, ciertas conductas de vida social. Tal aseveración podemos sustentar de lo referido por su amigo Mario Arenas Rodríguez: “Cierta vez Morote me dijo: “¡Mario! ¡Los hombres públicos no tenemos derecho a la vida privada! Toda ella debe ser pública y transparente!”. También consideramos el testimonio de Enrique González Carré: “Hombre apasionado y vibrante en cada uno de sus actos, hizo de la honradez una práctica cotidiana. Buscador incesante de la verdad. Generoso y fraterno con quienes trataba y conocía. De frases lapidarias y sentenciosas para calificar conductas incorrectas. Entusiasta de fino humor. Músico, poeta, y escritor. Hombre de espíritu indoblegable, pero tierno y sentimental. Conductor y trabajador incansable.” (437).
Morote fue sorprendido por la muerte un viernes 7 de abril 1989, víctima de una hemorragia cerebral de causa hipertensiva, cuando ejercía el cargo de decano del Colegio de Abogados de Ayacucho.

La universidad de Huamanga

La UNSCH llegó a ser una institución líder en el Perú en las décadas de 1960 y 1970, lo cual justifica su influencia nacional. Había sido fundada por el Obispo Cristóbal de Castilla y Zamora en 1677, tuvo la aprobación de Carlos II y la bula respectiva del Papa Inocencio XI en 1682. Sin embargo, por oposición de la Universidad de San Marcos, sólo pudo entrar en funcionamiento en 1704 y desempeñó sus actividades normalmente hasta 1876, fecha en que se decretó su receso al no ser mencionada en el Reglamento de Instrucción Pública. En 1884 vuelve a entrar en funciones debido a la importancia que adquirió Ayacucho durante la guerra con Chile, al convertirse prácticamente en la capital del país, pero fue clausurada nuevamente en 1886 durante el gobierno del presidente ayacuchano Andrés Avelino Cáceres Dorregaray (201, 361). En 1957, el senador Luis Galván, mediante un proyecto de ley, solicita la reapertura de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga y el 19 de febrero de 1957, el Congreso de la República aprobó dicho anhelo.

En el año 1958, el ministro Jorge Basadre y Luis Valcárcel inauguraron su reapertura y la UNSCH comenzó sus actividades académicas ordinarias en 1959, siendo su rector el Dr. Fernando Romero Pintado (1959-1963) y sucedido por el Dr. Efraín Morote Best (1964-1967). Esta reapertura significó una reivindicación, sobre todo, para los sectores intelectuales conservadores, hijos de antiguos hacendados (361) y para la clase media, si consideramos que entre los que integraban el Comité Pro Reapertura de la UNSCH, se encontraban familias reconocidas como los Capelleti, Romero, Morote, entre otros.

Pese a ser reaperturada por sectores conservadores, la universidad tuvo una orientación progresista, dispuesta a reivindicar a los sectores populares. La UNSCH creció enormemente, sobre todo porque en sus claustros albergó mayormente a los sectores campesinos y a la clase media provinciana inmigrante. Así, para 1968, contaba con 1078 alumnos, 132 profesores y 13 empleados y estaba considerada como una de las universidades más serias y que mejor venía trabajando en el país (2001).

Desde el momento en que el Dr. Morote asumió el rectorado, con el apoyo del FER, enfrentó grandes problemas por defender la supervivencia de la universidad que era atacada por dos frentes. El primer frente integrado por el mismo Estado que le asignaba magros presupuestos, la permanente satanización de la prensa oficialista y la iglesia católica. El segundo frente lo integraron los grupos de poder local que no fueron reclutados para desempeñar las funciones de docentes o para cubrir puestos administrativos. Estos dos enemigos utilizaron siempre, como en toda la historia de la universidad peruana de carácter progresista, la calumnia del comunismo y del anticristo.

El rectorado de Morote tuvo que enfrentar, a mi entender, el problema de la sobrevivencia de una universidad amenazada por grandes poderes y pese a ello llegó a ser un ícono en la cultura peruana. Algunos testimonios dan fe del trabajo de Morote en la UNSCH: “Puso vida y pasión, energía, voluntad y talento en la tarea de construir y desarrollar la Universidad de Huamanga, alcanzando las metas que se había propuesto y convirtiendo dicha institución en un ejemplo no repetido en el Perú en lo referente a educación superior universitaria. En esta tarea no estuvo solo, fue acompañado por un brillante conjunto de profesionales e intelectuales que destacaran en sus especialidades a nivel nacional y en el extranjero. En la Universidad de Huamanga, durante el rectorado de Morote Best, concurrieron especialistas nacionales y extranjeros de la más alta calificación, que fueron motivados e incorporados a compartir y plasmar un ideal universitario gracias a la orientación, personalidad, entusiasmo, dedicación y ejemplo vivo que fue, como maestro universitario, Efraín Morote Best”. Para Ranulfo Cavero Carrasco: “Fernando Romero Pintado y Efraín Morote Best fueron los rectores probos y honestos de la reapertura, podría decirse que con ellos se dio el despegue de la Universidad. Morote Best tuvo como vicerrector al Ing. Luis Gonzáles Carré, que luego le sucedió en el cargo por consenso” (361).

En el año 1982 Morote recibió un homenaje en vida por la UNSCH, como gratitud a sus aportes científicos en la Antropología y la honestidad con que había conducido la universidad en tiempos difíciles. En efecto, Morote le había dado un giro de timón a la forma como se realizaba la investigación haciéndola más sólida, corrigiendo el empirismo y dotándola de métodos científicos. Fue el período en que la UNSCH investigó más.

Universidad Pontificia de Ayacucho

La UNSCH  sufre su primera conspiración clerical al creársele una universidad paralela en su ámbito, cuyo cometido principal era detener su avance ideológico progresista. Es así que, en 1967, se creó la Universidad Pontificia de Ayacucho (UPA), con la especial misión de: “detener el avance del comunismo en la UNSCH”.

Los sectores conservadores vieron, esperanzados, en la UPA, un apoyo institucional que garantice su vigencia e influencia en la sociedad ayacuchana, pero en realidad la UPA no tenía otro fin que el político, a tal punto que algunos intelectuales como Iván de Degregori, la calificaran de caricatura de universidad.

Al respecto, el Dr. Guillermo Rejas, uno de los fundadores de Patria Roja (1968), en aquel entonces estudiante de la UPA, manifiesta: “Es cierto que inicialmente en la Universidad había “cucufatos”, pero luego fue penetrada por el FER, que aún mantenía su unidad a nivel nacional”. Rejas desarrolló intensa actividad política en la UPA, tal es así, que durante su estadía en Huamanga y Cuzco durante 15 años, le permitieron mantener contacto con las federaciones estudiantiles de las respectivas universidades estatales. Considera además, error político del entonces presidente Morales Bermúdez, haber clausurado la UPA en 1977 “al no cumplir sus fines para los que había sido creada”, pero no calculó que tal iniciativa coadyuvó al fortalecimiento y posterior hegemonía de la naciente organización de Sendero Luminoso, al no encontrar adversarios dentro de la misma izquierda en el ámbito universitario ayacuchano (329).
  
Personero del CIU

El delegado del CIU, Dr. Efraín Morote Best, entonces rector de la UNSCH, llegó a la Universidad Nacional del Centro del Perú el mes de mayo de 1964, en condiciones no gratas para la vida universitaria en el país. El 7 de mayo de ese mismo año había renunciado el rector de la UNCP, Manuel Carranza Márquez y la FEUNCP había conseguido que la universidad sea intervenida por el entonces máximo organismo de la universidad peruana, el CIU, que posteriormente se convertiría en el Consejo Nacional de Universidad Peruana (CONUP) y éste a la vez, en la Asamblea Nacional de Rectores (ANR).

La comisión reorganizadora instalada, como producto de esta intervención, estaba integrada por tres instituciones mandantes, el Consejo Universitario de la UNCP, el CIU y la FEP, las mismas que convirtieron al delegado del CIU en presidente del Consejo Coordinador de la Reorganización de la UNCP el 27 de mayo de 1964. Así lo menciona el Acta de Instalación de la Comisión Reorganizadora de la UNCP (149,260): “El Consejo considera que la tarea coordinadora de la reorganización de la Universidad Nacional del Centro del Perú, que se le ha encomendado, es altamente delicada, tanto por su propia naturaleza como porque debe ejecutarse por un organismo depositario de la confianza de tres instituciones mandantes: El Consejo Universitario de la Universidad Nacional del Centro del Perú, el Consejo Inter Universitario y la Federación de Estudiantes del Perú, que esperan se establezca de esta Casa de Estudios Superiores un clima de armonía institucional propicio de los altos fines de la Universidad Peruana. El Consejo reafirma su más profundo respeto y acatamiento a la Autonomía Universitaria y aclara que ejecutará el trabajo que le ha sido encomendado, sólo por haber provenido el encargo del máximo organismo de gobierno de la Universidad Nacional del Centro del Perú y en lo que toca a los miembros respectivos, por haberse agregado a tal encargo la aceptación del mismo por el Consejo Inter Universitario y la Federación de Estudiantes del Perú. El Consejo considera que no podrá cumplir adecuadamente su misión si ella no se inspira en una ética depurada y si los componentes de todo el cuerpo institucional de la Universidad Nacional del Centro del Perú no sobreponen el interés estrictamente institucional a todo otro interés individual o de grupo. El Consejo considera que las medidas a dictarse para conseguir la reorganización deben contemplar con claro espíritu de justicia y equidad todas las situaciones en las que personas individuales u organismos corporativos universitarios puedan verse afectados por ellas, y sin embargo, prevé que en ciertos casos, demandará de tales organismos o personas cierto tipo de sacrificios en pro de la salud institucional. El Consejo considera que por múltiples razones históricas, geográficas, sociales, culturales y económicas, la Universidad Nacional del Centro del Perú debe constituirse en un Centro Superior de Estudios serio, laborioso, pacífico, ágil, moderno, de las más alta jerarquía; en una entidad orientadora de los anhelos nacionales de transformación, en un poderoso catalizador de las energías humanas de su zona de influencia y, por tal convencimiento, declara que está dispuesta a dedicar al cumplimiento de su misión lo mejor de sus esfuerzos libre de toda influencia venida de fuera o surgido de dentro, y ajena a toda presión, por poderosa que fuere. Finalmente el Consejo declara, de modo enfático que suspenderá inmediatamente su trabajo, informando a sus mandantes si encuentra que su labor se ve perturbada por factores internos en medida tal que haga peligrar el buen éxito que la Universidad Nacional del Centro del Perú, el Consejo Inter Universitario, la Federación de Estudiantes del Perú y el país entero tienen derecho de esperar. BASES: El Consejo Universitario de la Universidad Nacional del Centro del Perú en sesiones efectuadas el 9 y 27 de mayo de 1964, acordó proceder a la reorganización de este Centro de Estudios y otorgó, por unanimidad de votos de sus miembros, facultades especiales a una Comisión Coordinadora de la reorganización, la misma que queda instalada, el día de hoy 27 de mayo de 1964. De la lectura de los documentos existentes y del cambio de ideas efectuado entre los miembros del Consejo Coordinador concluye que las facultades a las que se alude en el párrafo precedente son las enumeradas a continuación: 1. Facultad de Iniciativa Estatutaria, en cuanto el citado Consejo debe elaborar un proyecto modificatorio del Estatuto en vigencia para someterlo en momento oportuno, a consideración de la Asamblea Universitaria constituida de acuerdo a Ley. 2. Facultad Reestructuradora de la Vida Académica, en cuanto debe fiscalizar los proyectos de Reorganización, elaborados por las Facultades y determinar las características académicas futuras de la Institución en coordinación con las mismas. 3. Facultad Reordenadora de la Administración, en cuanto debe señalar la fisonomía administrativa futura de la Universidad teniendo en cuenta la reestructuración académica, y cautelar la buena aplicación de las pautas que se dicte. 4. Facultad Planificadora de la Actividad Económica, en cuanto debe hacer la remodelación presupuestaria en función de la nueva estructura integral que se adopte. 5. Facultad Normativa, en cuanto debe elaborar los Reglamentos de Base que hagan viable la Reorganización de la Universidad y el adecuado tránsito de las actuales estructuras a las nuevas. 6. Facultad Calificadora, en cuanto debe revisar los expedientes organizados por los miembros del personal docente y administrativo en actual ejercicio, examinar la validez de los mismos a la luz de las disposiciones legales vigentes y calificar los expedientes de postulación, organizados para proveer cargos docentes y administrativos nuevos. PROCEDIMIENTOS: Luego de haber aprobado por unanimidad de votos de sus miembros, las anteriores declaraciones y pautas, el Consejo acordó los siguientes procedimientos: 1. Llevar un Libro de Actas de las sesiones, incluyendo como la primera de ellas el presente Acuerdo. 2. Designar un Secretario de su propio seno. 3. Editar un Boletín Oficial, en un periódico de la localidad, afirmando, en principio que toda información diferente de la proporcionada por este medio es de responsabilidad exclusiva de sus  autores y que no representa el sentir de los miembros de dicho Consejo ni el resultado de sus deliberaciones. 4. Hechas las convocatorias a sesión, por el Presidente del Consejo será obligatoria la asistencia de los miembros del mismo. Sin embargo, en caso de inasistencia de alguno de ellos, serán válidos los acuerdos que fueren adoptados por la mayoría. La presencia del Presidente es indispensable para tal validez. Efraín Morote Best, Presidente, Juan Julio Quiñe Navarro, Secretario. Asistieron a esta sesión de instalación los señores Presidente, Secretario, Nilo Arroba Niño, Encargado del Rectorado de la Universidad del Centro, Sebastián Sánchez, Delegado Docente, y Fernando Romero Villanes, Delegado Estudiantil” (260).

Con motivo de instalar la comisión, las clases se reiniciaron el primero de julio de 1964. Así lo declaró el 2 de junio de 1964, el Dr. Morote Best, presidente de la Comisión Reorganizadora de la UNCP (52). Morote contó con el apoyo decidido e incondicional de la FEUNCP y del Centro Federado de la Facultad de Educación, con Fernando Romero y Jaime Cerrón, respectivamente y ambos eran representantes del FER. Contrariamente, no contaría con el apoyo del profesorado, puesto que la mayoría eran militantes del Apra o condicionados por este partido, razón principal que lo condujera a su renuncia.

Renuncia de Efraín Morote a la Comisión Reorganizadora de la UNCP

El Apra consigue su objetivo, logra obstruir la investigación y la reorganización de la universidad. El Dr. Efraín Morote renuncia a la Presidencia del Consejo Coordinador de la Reorganización de la UNCP y deja un claro testimonio acerca de las causales que generaron su dimisión, dirigiendo una carta a Nilo Arroba Niño, en los términos siguientes: “Sr. Prof. Dn. Nilo Arroba Niño, Encargado de la Rectoría de la Universidad Nacional del Centro del Perú. CIUDAD. Señor Profesor: La sesión del Consejo Coordinador de la Reorganización de la Universidad Nacional del Centro del Perú, efectuada el día, de ayer, ha servido para demostrar la necesidad urgente de un examen, por somero que fuere, de la posición en la que este organismo se encuentra. El mencionado Consejo fue creado por Acuerdo unánime del Consejo Universitario, de fecha 9 de mayo de 1964, para conseguir “la completa reorganización” de la Universidad del Centro, “en sus aspectos académicos y administrativo. El propio Consejo Universitario precisó, en otro Acuerdo unánime de fecha posterior (27 de mayo) las múltiples atribuciones que le eran asignadas: De iniciativa estatutaria, de reestructuración de la vida académica, de reordenación administrativa, de planificación de la vida económica, de reglamentación de todos los aspectos universitarios y de calificación de la docencia. En cumplimiento de tales facultades iniciamos nuestro trabajo, el mismo que duró días y noches, por prolongado tiempo e incluyó extensos viajes sufragados por nosotros mismos. Los frutos fueron múltiples: se planificó cuidadosamente la vida académica y administrativa futura, fueron elaborados los primeros reglamentos de 1964, con la correspondiente Exposición de Motivos, se hizo los Organogramas de transición y definitivos, se examinó los primeros expedientes de los señores profesores, etc., pero por encima de todo esto, se sentó algunos principios doctrinarios sobre los cuales reposaría, realmente, la “completa reorganización” académica, económica y administrativa de la Universidad. Hoy, a través de los informes dados por Ud. de la lectura de documentos oficiales que me fueron entregados y del cambio de ideas con miembros de la docencia y del alumnado se deduce que el Consejo Coordinador trabajó inútilmente. Aun cuando las pruebas de la ineficacia de este esfuerzo son múltiples, me bastará recordar, por hoy, las que señalé en la sesión de ayer o en conversaciones posteriores con Ud. El Consejo Coordinador aprobó un calendario de Días Lectivos, por unanimidad de votos de sus miembros, y dispuso que las clases se prolongaran (por razones obvias) hasta el 20 de febrero de 1965, pero el Consejo Universitario revocó este acuerdo, por causas que Ud. juzga hoy presupuestales, y disminuyó el período de clases de cerca de sesenta días, con grave perjuicio para los intereses de los estudiantes, aun cuando fuere para dar comodidad a los señores miembros de la Docencia. El Consejo Coordinador formuló el proyecto de Presupuesto de 1964, con un Pliego de Egresos que alcanzaba la suma de S/. 22646827.00 Soles Oro, destinando tres y medio  millones de soles para construcciones de edificios mediante un Departamento de la propia Universidad, pero el Consejo Universitario reestructuró el mencionado Proyecto, aumentó los egresos hasta la suma de S/ 24342457.00 Soles Oro, hizo desaparecer las partidas para construcciones para dar unidad física y moral a la entidad universitaria, y destinó tales partidas al incremento de sueldos y bonificaciones de docencia. El Consejo Coordinador sentó al principio de la Consolidación de las Facultades, para que estas lograran mayor cohesión y funcionalidad, sin sacrificio de los justos intereses de las antiguas Facultades, pero el Consejo Universitario creó, más bien, una décima Facultad (en vez de las cinco aconsejadas), no solo en profunda discordancia con los principios enunciados, sino en contravención de lo dispuesto por el último párrafo del Art. 23 de la Ley 13417 y con una actitud que resulta incursa en las responsabilidades a las que se refiere el Art. 63 de la Ley Orgánica del Presupuesto Funcional No. 14816. El Consejo Coordinador dispuso la centralización de servicios, la presentación del Balance General al 31 de marzo de 1964, el Proyecto de Presupuesto de 1965 sobre la base de la nueva organización académica y administrativa que la Universidad tomaría a partir de dicho año, etc., etc. Todas las disposiciones fueron inútiles. El Consejo Universitario o las autoridades ejecutivas del mismo vieron que convenía desestimar todas las sugerencias o simplemente resolvieron no dar curso a las previsiones. Frente a esta situación, no tenemos sino que recurrir a una Declaración que el Consejo hizo por unanimidad de votos: “Finalmente -dijo- el Consejo declara de modo enfático que suspenderá inmediatamente su trabajo, informando a sus mandantes, si encuentra que su labor se ve perturbada por factores internos, en medida tal que haga peligrar el éxito que la Universidad Nacional del Centro del Perú, el Consejo Inter-Universitario, la Federación de Estudiantes del Perú y el país entero tiene el derecho de esperar”. Hemos encontrado que nuestra labor es no solo perturbada, sino anulada por completo. Hemos comprobado que, de seguir actuando como hasta hoy, no hacemos sino prolongar una situación que debiera arreglarse de otra manera, para no traicionar los intereses de la juventud universitaria del país y de la Universidad Peruana en general. En consecuencia, cumplo con anunciarle que, el día de hoy suspendo mi trabajo, luego de la entrega que hice del proyecto de Declaración de Principios de la Universidad Nacional del Centro del Perú, cuerpo inicial del Estatuto de la misma Casa, y regreso al lugar de mis trabajos habituales para invertir mi tiempo en algo que resulte más fructífero para la educación superior del País. Debo anunciarle, Señor Profesor, que tendré ocasión de enviarle desde Ayacucho un análisis más detallado de los hechos actuales, con el propósito de agregar un nuevo elemento de juicio a la penosa experiencia universitaria de nuestro País. Atentamente, EFRAÍN MOROTE BEST, Presidente del Consejo Coordinador” (249).

Intervención de la UNSCH en la UNCP y la respuesta histórica de Morote

Ante estos sucesos, el 9 de junio de 1965, Rodolfo Vilca Abanto, presidente de la FEUNCP, solicitó una nueva y tercera reorganización de la UNCP, al mantenerse la misma cúpula corrupta, declarando al respecto: “Que el C.P. Nilo Arroba Niño, encargado de la rectoría, es el autor intelectual para que se haya frustrado la reorganización de la Universidad, el año pasado. Su actitud obligó a renunciar al Dr. Morote Best, Presidente de la Comisión” (82).

Pese a su renuncia, los ataques calumniosos al Dr. Efraín Morote continuaron y se extendieron a nivel nacional, con ayuda de la prensa cómplice y calumniosa como arma para ocultar la corrupción, motivo por lo que el 19 de junio de 1965, se ve obligado a dirigir una carta pública al Ing. Mario Samamé Boggie, presidente del CIU (Lima), acerca de la Intervención de la Universidad de Huamanga en Huancayo: “Tengo a honra a dirigirme a Ud., por mandato expreso del H. Consejo Universitario de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, para manifestarle lo que sigue. En el curso de los últimos días han aparecido decenas de publicaciones en diarios de Lima y Huancayo, en torno a la deplorable situación de la Universidad Nacional del Centro. Permita su autoridad citar tres fragmentos de tales publicaciones:

  1. Del Diario “La Prensa”, Lima, lunes 14 de junio de 1965, sección provincias: “120 alumnos de la Universidad huanca llegaron anoche a la Oroya. 270 hacen “Marcha de Sacrifico a Lima”.
  2. Del Diario “Correo”, Huancayo, jueves 10 de junio de 1965, página 10: “Universidad Nacional del Centro del Perú – Secretaría General – Huancayo – Consejo Universitario. Acuerdos tomados en sesión de fecha 9 de junio de 1965: “Condenar la ilegal intervención del Dr. Efraín Morote Best, Rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, en los asuntos internos de la UNCP, violando de esta manera los artículos 10 y 11 de la Ley 13417. Denunciar este hecho ante el Consejo Inter Universitario, y pedir su separación de este organismo”.
  3. Del Diario “La Tribuna”, Lima, martes 15 de junio de 1965, página 2: “Universidad de Huancayo reinicia labores: comunistas derrotados se vienen a Lima. Rector de la Universidad de Huamanga, Dr. Morote, se trasladó a Huancayo para dirigir acción antiuniversitaria que repudian la juventud y el pueblo. Es sabido en Huancayo que el supremo consejero, animador de estos desórdenes, es nada menos que el Rector de la Universidad de Huamanga. Este Dr. Morote, comunista conocido, recibió hace más de un año algún encargo del Consejo Interrectoral de las Universidades. Cumplió malamente su tarea y ahora nada tiene que hacer con Huancayo y su Universidad autónoma. Si Morote ha convertido la Universidad de Huamanga en un foco dominado por el comunismo, la Universidad Huanca, sabe que debe defenderse mejor”.

El más leve análisis del caos actual en que se debate la Universidad del Centro, a través de estas y otras fuentes que alcanzaron notoria difusión, demuestra, entre muchas cosas, lo siguiente:

Que se ha reiniciado, en la forma que era de prever, la acción de los estudiantes (cerca de 3000) para cambiar un orden de cosas que juzgan contrario a las mejores tradiciones legales, académicas y morales de la Universidad peruana. Que las armas utilizadas en la lucha son, en buena parte, las mismas que se emplearon antes de 1965: Huelga indefinida, huelgas de hambre, marchas de sacrificio, etc. Que el orden de cosas que anhelan y propugnan sea cambiado tiene profundas raíces en la propia vida institucional y arranca de muy lejos. Que, los causantes de la actual crisis, que tanto daño hace al país, a la Universidad peruana y, específicamente, a los pueblos de Junín, a las esperanzas de éstos encarnadas en su juventud, están claramente señalados. Que esos causantes, por razones fáciles de comprender, tratan de eludir su responsabilidad, transfiriéndola maliciosamente, al Sr. Rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. En efecto, los conflictos en la Universidad de Huancayo comienzan desde la fundación de ésta, cuando nace como parte del patrimonio económico hereditario de un grupo de ciudadanos; continúan cuando los estudiantes y el pueblo solicitan la nacionalización y se agigantan, hasta comprender a todas las Universidades del Perú, cuando esa nacionalización había sido consumada sin ajustarse a los principios de una Institución de su jerarquía. Los jóvenes universitarios aducen, como principales argumentos de la lucha, que fuera de la ley 13417 la Universidad de Huancayo no posee normas seguras que guíen su vida institucional (ni estatutos aprobados en conformidad con la Ley Universitaria, ni reglamentos, ni directivas de índole alguna, ni archivos, ni cuentas saneadas, ni metas ciertas, ni rumbos seguros). Aducen que tienen autoridades anárquicamente constituidas so pretexto de “autonomía universitaria”. Afirman que quien ejerce la Rectoría no reúne los requisitos de ley ni justifica sus cargos con norma orgánica alguna; que muchos de los Decanos tienen un situación similar, amparada en el mismo argumento de la “autonomía” y conseguida mediante el voto y la influencia de los mismos docentes que ofician, casi siempre sin dictar asignatura alguna, como “profesores principales” de las diez Facultades  de la Universidad, con derecho a voz y voto en todas ellas. Aseguran también que muchos docentes, alumnos y empleados alcanzaron su situación en condiciones que no pueden ser válidamente explicadas. Tienen por cierto que la Universidad ha sido convertida en una agencia política partidaria, contra expresas disposiciones de la ley. Afirman que toda esta situación fue conservada deliberadamente y alentada con mayor énfasis desde el momento en que se frustraron los esfuerzos de la “Comisión Reorganizadora” nombrada en 1964, atendiendo el pedido unánime de la propia Universidad del Centro y que fue presidida por el Sr. Rector de Huamanga, quien no participó en el asunto por derecho propio o propia iniciativa, sino por designación del Consejo Inter Universitario. Aseguran, por fin, que este caos no puede salvarse ni con la triplicación de las rentas en el curso de un solo año, cosa que se ha conseguido; ni con el donativo de propiedades por parte del Estado, cosa que se ha hecho; ni con la propaganda verbal o escrita que tan dispendiosamente se hace; ni con la represión más o menos violenta que se impone. El sector dominante en el Consejo Universitario de la Universidad Nacional del Centro condena “la ilegal intervención del Dr. Efraín Morote Best, Rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, en los asuntos internos de la UNCP”, y el diario “La Tribuna”, su vocero asegura que “el Rector de la Universidad de Huamanga, Dr. Morote, se trasladó a Huancayo para dirigir acción antiuniversitaria que repudian la juventud y el pueblo”. El Rector de Huamanga no dejó la ciudad de Ayacucho un solo instante, desde el 18 de febrero de 1965, fecha en la cual ese sector dominante aludido decía haber encontrado un remanso definitivo de paz, y no estuvo en Huancayo desde el 15 de noviembre de 1965, día en el que renunció al cargo de Presidente de la Comisión Reorganizadora que el Consejo Inter Universitario le había encomendado por unanimidad de votos de sus miembros (incluyendo el del representante de la propia Universidad del Centro, Nilo Arroba). Es penosa, pues la falsedad que se propala; penosa, porque se la difunde irresponsablemente tomando el nombre de una Universidad. El asunto, entonces, no merecía, dados la calidad de su origen y el derrotero de su intención, ningún comentario de parte de la Universidad de Huamanga. Por tanto, no se habría escrito línea alguna a no ser por el respeto que ella tiene a la verdad, a los pueblos de Junín y al Consejo Inter Universitario, organismo este último, al que sin rubor ni ponderación se dirige el sector dominante. Es cierto que la Universidad de Huamanga intervino en los asuntos internos de la Universidad de Huancayo. Intervino porque lo pidió esa misma Universidad y retiró los servicios de su Rector tras haber comprobado que nada útil podía seguir haciéndose en una institución en las que fuerzas oscuras y oscuros apetitos impedían todo cambio positivo. Pero no solo intervino así. Intervino también con el ejemplo de su vida institucional; con ese ejemplo en el que los alumnos y los pueblos de Junín, como muchos otros pueblos y estudiantes del Perú, han encontrado motivo de inspiración. Intervino, y seguirá interviniendo, pese a todas las acusaciones y calumnias porque, para mal de muchos, entregó a los jóvenes, como un mensaje y una proyección de su propia vida, una Declaración de Principios que marca rumbos y el Proyecto de un Estatuto que hoy se convierte en arquetipo porque traza los caminos que deben ser seguidos para alcanzar una Universidad honesta, libre de influencias políticas, seria, laboriosa, limpia, enmarcada dentro de la ley, incapaz de confundir autonomía con impunidad; consagrada íntegramente  al porvenir de la patria y consciente de su misión redentora. El Rector de la Universidad de Huamanga se alejó físicamente de Huancayo, pero dejó el espíritu de su institución en la Universidad del Centro. Ese espíritu, materializado hace pocos días por el miedo, seguirá iluminando hasta cuando las aspiraciones del pueblo peruano con respecto a las Universidades, cuyo bienestar sostiene con su pobreza, sean totalmente satisfechas. Somos gentes de Universidad. Somos gentes que comprendemos con toda justeza la dimensión de nuestras responsabilidades y, por tal causa, no podemos menos que invocar al sector dominante del Consejo Universitario de Huancayo para que examine las acusaciones de sus alumnos, que no las hemos creado en Huamanga, y para que mediten en su deber frente a las expectativas de los estudiantes y a los anhelos del pueblo, en lugar de dedicar sus afanes a cometer errores e inventar culpables. De no obrar así, como ya se le dijo otra vez, solo habrá conseguido el nombre de la Universidad, los dineros del pueblo y la severa condenación de la historia. Señor Presidente: esta es la opinión de la Universidad de Huamanga: Ante el drama que vive la Universidad del Centro y ante las acusaciones de la que es objeto la primera autoridad, legítimamente constituida de aquella. Atentamente, Efraín Morote Best – RECTOR” (248).
  
Delegado del CONUP y construcción de Ciudad Universitaria

La lucha emprendida por la FEUNCP no claudicó en sus objetivos de lograr la moralización y reorganización integral de la universidad. Con tales fines, para octubre de 1970 y facilitado por el gobierno de Velasco Alvarado, había logrado que el CONUP enviara nuevamente al Dr. Efraín Morote Best como su delegado, facultándolo a la reorganización de la UNCP, puesto que el intento anterior había resultado frustrado.

En el año 1961 la universidad había adquirido en compra del Arzobispado de Huancayo un terreno de 10 hectáreas en el sector denominado Yauris, valorizado en medio millón de soles, pero nunca se llegó a construir nada pese a haberse colocado la primera piedra por el rector y la misma se acondicionó para un centro de experimentación que hasta hoy subsiste. En 1965, la UNCP recibió en ceremonia especial la entrega de la Escritura Pública de donación de los terrenos para la construcción de la Ciudad Universitaria por la Compañía Cerro de Pasco Corporation, por intermedio del presidente de su directorio, Ing. Alberto Benavides de la Quintana. Demagógicamente se inauguraron las obras en dicho terreno apadrinado por el presidente de la Cámara de Senadores y senador por el departamento de Junín, Ramiro Prialé y Prialé (263). Pero la realidad fue otra, la verdadera primera piedra fue puesta cinco años más tarde por gestión de Efraín Morote Best como Delegado del CONUP y otros personajes.

La Compañía Cerro de Pasco Corporation, luego de haber donado el terreno para la universidad, hizo lo posible por retrasar la expropiación de sus haciendas en los departamentos de Junín y Pasco, hasta lograr introducir, en complicidad con la Coalición APRA-UNO, en la Ley de Promoción Agraria, algunos artículos que los favorecieran, para que sus haciendas no fueran comprendidas dentro de la Ley de Reforma Agraria. De no introducirse esa modificación, se dice, la Compañía Cerro de Pasco Corporation demoraría el recorte de los eucaliptos en el área que había donado a la universidad, haciendo imposible la construcción de la Ciudad Universitaria (383).

La Minka: verdadera primera piedra

Frente a este chantaje, la UNCP organizó una Minka, dirigido por el delegado del CONUP e integrado por toda la comunidad universitaria, decidiendo talar los eucaliptos, retirar sus raíces y comenzar a excavar los primeros cimientos de la actual Ciudad Universitaria, acto que el pueblo debe conocer y recordar con gratitud. Testimonia el hecho un diario local de fecha 22 de octubre de 1970, recogiendo una fotografía histórica cavando los cimientos donde se construiría la actual UNCP: “El ancestral peruanismo sistema de la Minka servirá para poner los cimientos de la futura Ciudad Universitaria. Directivos, académicos, personal administrativo y estudiantado en general darán su esfuerzo para hacer realidad la estructura física de nuestro Primer Centro Superior de Estudios. Uniendo la acción a la palabra ayer sudaron como verdaderos peones los doctores Adriel Osorio, rector interino de la UNCP y Efraín Morote Best, Delegado del CONUP. Consistió en la extracción de eucaliptos talados hace poco. Los trabajos se cumplieron en la zona que va a ser utilizada de inmediato para el pabellón de las aulas comunes. De esta manera se hizo una limpieza de las pistas de acceso a construirse. Los estudios y elaboración de planos de la Ciudad Universitaria están encomendados al Departamento Técnico de Diseño y Construcción del Programa de Arquitectura. Un equipo de jóvenes profesionales bajo la dirección de arquitecto Carlos Urdánegui son los responsables de la delicada labor” (189).

De tal hazaña, una vez emprendida la acción, el 29 de noviembre de 1970, se expuso por vez primera, la maqueta de la futura Ciudad Universitaria cuya descripción del proyecto fue hecha por el Arq. Carlos Urdánegui Mesía, exalumno del Arq. Agurto Calvo, quien apadrinó la ceremonia (226).

Las dos universidades: UNSCH y la UNCP

La comparación de ambos centros de estudios superiores, que a continuación describimos, nos permitirá comprender las diferencias cuantitativas y cualitativas que guiaron el desarrollo o atraso de cada una de ellas, cuyo factor principal, considero, fue el componente ideológico y político de la dirección.

La UNSCH es la segunda universidad creada en el Perú, de fundación colonial y a pesar de haber sido recesada en varias ocasiones, mantiene su presencia clásica en la cultura peruana. Por el contrario, la UNCP tiene fundación reciente, fue particular y aún no logra insertarse excelentemente en la conciencia cultural peruana.

La UNSCH fue reaperturada en 1957 por los sectores conservadores de la sociedad huamanguina, comenzó a funcionar ordinariamente en 1959, pero su dirección sería capturada, más adelante, por sectores progresistas. En la UNCP ocurriría lo contrario, fue creada en 1959 por las luchas de los sectores campesinos, sindicales y gremiales del departamento de Junín, es decir, por sectores progresistas, sin embargo, desde su funcionamiento, la dirección fue capturada por un partido servil a las clases conservadoras del Perú, el Apra.

La UNSCH es una de las pocas universidades que escapó al control del Apra, si consideramos que en aquellas décadas el aprismo controlaba los principales centros de educación superior como la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Universidad Nacional de La Libertad de Trujillo, Universidad Nacional Federico Villarreal, Universidad Nacional Faustino Sánchez Carrión, además de cogobernar con las universidades católicas. La Universidad Nacional del Centro del Perú no escapó de este control.

Los rectorados del Dr. Fernando Romero Pintado, Dr. Efraín Morote Best y el Ing. Luis Alberto Gonzáles Carré, hicieron en poco tiempo que la UNSCH tenga un prestigio nacional e internacional, debido a la dignidad, integridad y autonomía con que se gobernó la institución. Por el contrario, el rectorado del Dr. Javier Pulgar Vidal, Ing. Manuel Carranza y del CPC. Nilo Arroba Niño, sentaron a la UNCP en la peor crisis moral, académica y administrativa de su historia, al estar condicionados a los designios del Apra, los dos primeros renunciaron a sus cargos y el tercero fue encarcelado. Así, los constantes problemas conllevaron a que la UNCP sea intervenida, en esa década,  en dos ocasiones, por el CIU y el CONUP, presididas por Efraín Morote Best, rector de la UNSCH.
La UNSCH contó con profesores de renombre como Luis Guillermo Lumbreras, César Guardia Mayorga, Efraín Morote Best, José Matos Mar, Julio Ramón Ribeyro, Jorge Oswaldo Reynoso Díaz, Carlos Ivan Degregori, Antonio Cisneros, etc., además de profesores extranjeros. La UNCP tuvo como cúspide intelectual a Javier Pulgar Vidal, Félix Huamán Cabrera, Carlos Villanes Cairo, Jaime Cerrón Palomino. El gobierno de Adriel Osorio se caracterizó por haber logrado convocar a docentes de la talla de Waldemar Espinoza Soriano, Ramiro Matos Mendieta, Juan Ortiz Saybay, Bernardo Rea Ravello, Manuel Baquerizo Baldeón, Juan Julio Quiñe y Sybila Arredondo de Arguedas (402). No se reportan profesores extranjeros de relevancia.

La UNSCH, por iniciativa de sus autoridades, abrió sus puertas al campesinado y artesanos, los incorporó a la institución, e hicieron suyos los problemas sociales de su entorno, logrando tener una población étnica particular a su región. Según Luis Guillermo Lumbreras: “hizo conocer a los ayacuchanos que era posible otra forma de mirar las cosas” por lo cual fue acusada de comunista. Por el contrario, en la UNCP, sus fundadores-propietarios, le despojaron toda representatividad campesina, ignorando inclusive hasta en las cláusulas de su fundación a Elías Tácunan Cahuana, propulsor indiscutible de la fundación de la Universidad Comunal. La UNCP logró ser fuente de cultura gracias a la acción decidida de sus egresados y no de sus autoridades, y por tal motivo, también fue acusada de comunista, sufriendo la represión más cruenta en Latinoamérica.

El primer rector de la UNSCH fue el Dr. Fernando Romero Pintado, exmarino, ferviente admirador de la escuela universitaria norteamericana y sin mayores méritos intelectuales; sin embargo, supo adecuar la universidad a la realidad de su área de influencia, creando la Facultad de Ingeniería Rural. El primer rector de la UNCP fue un intelectual de renombre mundial, el Dr. Javier Pulgar Vidal, quien había fundado universidades hasta en el extranjero, pero en la práctica no tuvo mayor compromiso con las aspiraciones del campesinado del departamento de Junín.

El gobierno rectoral de Efraín Morote Best creó la Escuela de Aplicación Guamán Poma de Ayala como dependencia de la UNSCH y actualmente sigue manteniendo un control estricto sobre ella para garantizar sus fines académicos. La UNCP creó un sinnúmero de escuelas de aplicación en Junín, sin embargo, todas escaparon a su control, debido a la pérdida de capacidad moral y administrativa de sus autoridades para regentarlas, y en el extremo, la Escuela de Aplicación de la UNCP, fue desaparecida.

La UNSCH tuvo una institucionalidad más sólida, siempre tuvo rectorados elegidos en Asamblea Universitaria, excepto el primero que fue designado, respaldados por normas orgánicas vigentes, y en ausencia del titular, el primer sustituto asumía la función acorde a la ley universitaria. La UNCP tuvo una institucionalidad muy frágil, sus tres primeros rectores fueron impuestos desde las más altas esferas del gobierno, el Congreso de la República, dos de ellos procedían de la Universidad de Trujillo, para no perder el control de la institución se llegó a inventar el cargo de Encargado de la Rectoría, luego fue intervenida y llegó a tener más de media década de comisiones de gobierno sin rectorado.

El FER de la UNSCH fortaleció junto a sus autoridades universitarias su institucionalidad, no fueron antagónicos en su propósito. El FER de la UNCP tuvo que enfrentar constantemente a sus autoridades por la crisis moral, administrativa, económica, etc., emprendiendo las heroicas marchas de sacrificio, producto del cual la universidad se logró nacionalizar y reorganizar.

La UNSCH luchó decididamente por su supervivencia ante el recorte de las rentas por el gobierno belaundista y armó una estrategia en la cual, la participación del pueblo fue esencial, llegando a conformar el primer Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho, único en su género y constituyendo en la actualidad un legado al pueblo peruano. La UNCP una vez fundada no se involucró con las demandas sociales de Junín, no se plegó, ni fomentó la creación de organizaciones sociales populares, como lo lideró en Ayacucho la UNSCH.

La UNSCH comprendió el postulado mariateguista que los problemas de la educación universitaria no podían ser ajenos a los problemas de la educación secundaria y primaria, por lo que entendieron la necesidad de formar un sindicato único de profesores en la educación, creándose el SUTE-UNSCH, al igual que en la Universidad La Cantuta, el SUTE-UNE. En la UNCP, desde su existencia, aún se vive el divorcio entre el profesorado universitario y demás sectores del magisterio.

En el proceso de categorización de las universidades (1969-1970), fomentado por el gobierno militar, la UNSCH logró la categoría A, por el nivel de sus docentes, las facultades funcionales a su región y por su residencia estudiantil, pese a no tener una infraestructura moderna. La UNCP calificó como categoría D, la más baja, pese a tener mejor infraestructura. Esto demostró la superioridad dialéctica de lo cualitativo sobre lo cuantitativo. Luego ambas universidades se involucraron luchando por la abolición del decreto, al considerarlo discriminatorio.
La UNSCH se hizo funcional a su región, creó facultades acorde a su realidad socioeconómica, como Ingeniería Rural y Antropología, y por acuerdo de su Consejo Universitario había decretado el ingreso libre en 1969, concediéndose este derecho solamente a los colegios secundarios de la zona de influencia de la universidad, es decir, a los departamentos de Huancavelica, Apurímac y Ayacucho y que luego se extendería en los últimos años para los estudiantes que concluyeran estudios en otros colegios nacionales. En la década del 70 ingresaron más de 2000 alumnos (216). En la UNCP el ingreso era, de alguna manera, restringido y condicionado a ser militante o simpatizante aprista.

El área de influencia académica de la UNSCH incluía al departamento de Junín, sin embargo, el área de influencia de la UNCP no retribuía de manera equitativa al departamento de Ayacucho, pues los factores que posibilitaron esta realidad fueron la vivienda universitaria, la Facultad de Derecho y la dirección política rectoral de la UNSCH, y como efecto de ello es la presencia de magistrados y abogados de graduación huamanguina que ejercen su carrera en Huancayo, habiendo llegado a neutralizar el poder judicial donde el Apra enquistó su militancia. Por el contrario, la UNCP no fue enteramente funcional a su región, una prueba de esta deficiencia es la iniciativa que tomaron otras universidades frente a esta deficiencia, la instalación de una sede de la UNE La Cantuta en la Comunidad Industrial de Muquiyauyo (Jauja), el 16 de diciembre de 1969, acerca de lo cual el profesor y expresidente de la FEUNCP Fernando Romero Villanes escribió: “La Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga en sus mejores épocas, y hoy la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle rompen la nefasta tradición y se irradian cultural y científicamente. Ya no se espera que el pueblo venga a la Universidad en busca de cultura y ciencia, sino es ella la que se acerca al pueblo brindando todo lo positivo que posee” (115). La UNCP solamente se proyectó socialmente a las comunidades en la educación secundaria.

Se debe también a los abogados egresados de la UNSCH, en gran parte, la creación y avances de la nueva Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la particular Universidad Peruana Los Andes en Huancayo. En la UNCP, pese a que tres de sus cuatro propietarios-fundadores eran abogados, aún está vetada la creación de esta Facultad, por el temor a que se forjen abogados de tinte progresista y puedan dotar de un soporte profesional a las clases marginadas, que podría ser perjudicial a los intereses de los sectores conservadores.

La UNSCH no tenía filiales y por tanto, no desmerecía esfuerzos que habitualmente se dedicaban a ellas. La UNCP mantuvo cuatro filiales creadas por motivaciones políticas y económicas, las mismas que después de sus contradicciones con su Alma Mater se independizaron. A la filial de Lima se le reconoció inmediatamente como universidad, se le dieron todas las prerrogativas dotándoseles facultades como Derecho, Medicina, entre otras y en el extremo se le crearon condiciones para que el Apra lo regente como su patrimonio hasta la actualidad.

Tanto la UNSCH y la UNCP recibían financiamiento y donaciones procedentes del extranjero. La UNSCH supo invertir sus donaciones en requerimientos académicos invitando docentes del extranjero y becando a los suyos. La UNCP malversó los fondos en agasajos, financiamiento de campañas, compra de una emisora local, etc., para los principales líderes apristas.

Ambas universidades, la UNSCH y la UNCP, ante el avance y orientación progresista del alumnado y sus egresados, fueron amenazadas ideológicamente por el clero, en complicidad con el rector sanmarquino Luis Alberto Sánchez, quien patrocinó la fundación de la Universidad Pontificia de Ayacucho (1967) y la Universidad Católica de Huancayo (1968), creándoseles un paralelismo con claros fines políticos, pero las realidades socioeconómicas de estos pueblos hicieron sucumbir las pretensiones clericales, siendo aquellos centros absorbidos por las universidades nacionales y extinguidas hasta la actualidad. Pero la UNSCH tuvo un enemigo acérrimo en el plano político que fue la iglesia católica, en la persona de Juan Luis Cipriani Thorne, quien obligó al gobierno rectoral del Ing. Pedro Villena Hidalgo a nombrarlo Profesor Honorario y avalar su nombramiento como Arzobispo de Ayacucho, tras la renuncia del titular Monseñor Federico Richter Prada.

La UNSCH no fue intervenida ni sometida a procesos de reorganización administrativa o académica y en las décadas convulsas de la violencia política interna nunca fue intervenida oficialmente por el gobierno. La UNCP fue sometida a varios procesos de reorganización académica y administrativa, dirigida, en ocasiones, por dos federaciones estudiantiles y dos rectores. En épocas de la violencia política interna, la UNCP fue intervenida en numerosas ocasiones, sus docentes y alumnos fueron “fichados” por el ejército y finalmente, en el gobierno fujimorista, fue ocupada con una base militar en su interior.

Tanto la UNSCH y la UNCP, fueron víctimas del fuego cruzado entre la subversión (Sendero Luminoso y el MRTA) y el terrorismo de Estado (FFAA, FFPP, Comando Paramilitar MATA, Rodrigo Franco, Escorpio y Colina). La UNSCH se politizó mucho más que la UNCP, pero ésta última fue más duramente reprimida.

Según el Dr. Ranulfo Cavero, en la UNSCH las ejecuciones extrajudiciales no fueron masivas, pero sí selectivas, a diferencia de la UNCP. Contradecimos este punto al mencionado antropólogo puesto que en la UNCP los asesinatos fueron tan selectivos que lograron casi destruir facultades involucradas con las ciencias sociales, al eliminar a la mayoría de sus docentes y haber deserción de los restantes, y los alumnos, la FEUNCP, fueron sistemáticamente desaparecidos y asesinados.

La represión universitaria llegó hasta las más altas autoridades. En 1983, el general Clemente Noel denunció por terrorismo al Dr. Efraín Morote Best, Ing. Enrique Moya Bendezú y al Ing. José Díaz León, exrectores de la UNSCH. En la UNCP en 1990 se secuestró, torturó y asesinó al vicerrector académico Prof. Jaime Cerrón Palomino. Estos actos conllevaron un mensaje claro a la comunidad universitaria nacional, si pueden terminar con las autoridades universitarias, más fácil les era con cualquier otro miembro.

Los docentes asesinados selectivamente en la UNSCH fueron el biólogo Ciro Aramburú Villanueva, Prof. Francisco Solier, Prof. Leonor Zamora y Fernando Colonio (361). En la UNCP fueron asesinados Herminio Parra Rivera, Luis Aguilar Romaní, Jaime Cerrón Palomino y Roberto Aguirre Palomino. La totalidad de estos docentes tenían ideas progresistas comulgantes con la izquierda.

La presencia de algunos senderistas en el comedor universitario, en la administración y en la docencia, con responsabilidad individual, fue aprovechado por los medios de comunicación local y nacional para crear los famosos “senderólogos” que finalmente conllevaron a la satanización de estas dos casas superiores de estudios (439). Tanto los huamanguinos, procedentes de la UNSCH y los huancaínos, procedentes de la UNCP, fueron estigmatizados de subversivos, difundiéndose este apelativo rápidamente a nivel nacional.

La UNSCH sufrió cuantiosos daños materiales infringidos a sus bienes, centros experimentales e infraestructura, inducidos por la represión y la subversión, en la época de la violencia política, afectando seriamente la producción técnica, científica y profesional (439). En la UNCP se dio el mismo fenómeno.

La UNCP pese a ser una universidad relativamente nueva frente a la UNSCH, creó en 1990, en un gobierno rectoral de izquierda, la Escuela de Post Grado y la Facultad de Medicina, que le dieron un rumbo distinto en cuanto a su crecimiento académico. La UNSCH recién en 1995 creó su Escuela de Post Grado, aún no tiene Facultad de Medicina, pero desde hace tiempo cuenta con Facultad de Derecho, con la que aún no cuenta la UNCP.

Ambas universidades fueron sometidas a presiones del Gobierno para que las asignaturas de Ciencias Sociales y Filosofía tuvieran sus horarios reducidos, valieran menores créditos y tengan el futuro inexorable a su desaparición con la finalidad de formar técnicos y no profesionales conscientes con proyección social. En la UNCP el gobierno rectoral del Antrop. Rodolfo Vizcardo Arce a finales de su mandato, en 1994, fue eliminando los cursos de Ciencias Sociales y oficialmente fue instaurado en el gobierno del Ing. Esaú Caro Meza, pese a que la UNCP adopta como slogan ser una institución humanística. En la UNSCH, en 1996, se daba el mismo fenómeno.

La UNSCH tiene un historial de renuncias rectorales, muchas por amenazas. El Ing. Enrique Moya Bendezú renunció a su cargo en 1982, faltando un año para culminar su mandato. El Ing. José Castañeda Bazán dejó inconcluso su gobierno. El Prof. Virgilio Galdo Gutiérrez renunció sorpresivamente a su cargo en 1990. Por el contrario, en la UNCP, los gobiernos rectorales se aferraron al cargo y fueron expulsados por la fuerza estudiantil, las mismas que concluyeron con los gobiernos del Ing. Manuel Carranza, del CPC. Nilo Arroba Niño y del Ing. Esaú Caro Meza, todos por delitos de alta corrupción.

Tanto en la UNSCH como en la UNCP, las tres últimas generaciones transitaron las etapas académica, clasista y postclasista del que han hecho referencia algunos autores (434). La académica era la sedienta de conocimientos y del reencuentro con su propia identidad y cultura. La clasista era la generación que luchaba por una ideología liberadora al servicio del país. En esta etapa ambas universidades perdieron su liderazgo regional, los egresados eran vistos, equivocadamente, como posibles infiltrados subversivos. La actual postclasista solo está interesada en el beneficio individual y profesional, en el mundo neoliberal de la llamada competitividad.

Entrega no recuerdos, sino esperanzas

El gobierno rectoral de Efraín Morote en la UNSCH, concluyó el 3 de julio de 1967, motivo por el que pronunciara un discurso: “Los que ya cumplimos nuestro deber; es la razón que volvamos al seno de nosotros mismos, para retomar, después de tantas horas, al puesto que perdimos por la urgencia de servir; para alcanzar el tiempo que nos ganó; para, desde un nuevo sitio, luchar, en nueva forma, por los ideales auténticos de la Universidad peruana, es decir, por la felicidad de los pobres del mundo, por el advenimiento de una era de paz, justicia y libertad; por el destierro perpetuo de la explotación, de la opresión, de la ignorancia, de la miseria. Dura tarea deben cumplir quienes llegan. No tendrán día sin sombra, ni noche sin reposo. Olvidarán, por largo tiempo, el concepto de descanso, las ternuras del hogar, los sencillos deleites que obsequia la quieta contemplación de las cosas. Todo lo que no sea Universidad quedará lejano, callado, vacío. Necesitarán fuerzas. Las necesitarán todos los días. Las necesitarán para defender la Institución cotidianamente amenazada por la brutalidad. Las necesitarán para sofocar sus sentimientos, sus emociones, sus preferencias, sus impulsos. Las necesitarán para seguir erguidos cuando desfallezca el cuerpo; para seguir impasibles cuando los golpee la incomprensión, los apetitos, las voracidades, la ingratitud. Será insensato pedirles tanta fortaleza en la soledad. Le ruego señor Rector. Don Luis Alberto Gonzáles Carré, ocupar el sitio que ocupé desde 1962 y, desde allí, con la rectitud, la honradez y la eficacia que puso en sus actos durante estos años, dirigir esta sesión solemne en la que una época que termina entrega no recuerdos, sino esperanzas a la que empieza” (327).

Misión de la educación

En el prólogo del libro “Educación, Criterio de Desarrollo Económico”, Morote manifiesta acerca de la educación y el desarrollo, algo que la universidad peruana debe llevar bien claro a cada instante que interactúe con la sociedad: “Los graves problemas educativos actuales se mantendrán inalterables, e irán hacia su empeoramiento, mientras el país sea lo que es: un infausto emporio de miseria y del temor, en cuyo seno florecen la opulencia de una minoría oligárquica nativa y el poder insolente del capital monopolista internacional, aliados y protegidos, ambos, por una formidable – aunque, por ventura fugaz – maquinaria forjada de falsedades, de chauvinismo y de violencia. La educación orientada en el sentido de los verdaderos intereses del Hombre es, aunque a muchos costará trabajo admitirlo, un subproducto del desarrollo económico; y el desarrollo económico genuino no puede ser, como algunos predican, el incremento de las fortunas privadas, de ningún modo bien habidas, sino la sabia aplicación de una real justicia distributiva, en el seno de una sociedad entera, sobre la riqueza que solo es posible acumular por el trabajo social” (326). Finalmente, como una tarea para los hombres de universidad, Morote consideró: “… Construir una Casa sin sitio para los apetitos de poder, para las ansias de fortuna personal, para los compromisos subrepticios, para las componendas ventajosas, para las compras y las ventas de los hombres” (439).

Para concretar estas aspiraciones Morote sabía que era imprescindible el concurso del pueblo, así, en una de sus últimas entrevistas, compromete al pueblo a la misión que le corresponde como principal protagonista del cambio: “Hacer al Pueblo cada vez más consciente de lo que con él, y en él, sucede, es una tarea de honor que debe cumplirse, olvidando los peligros que trae consigo para los que la emprenden” (438).




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