lunes, mayo 04, 2015

CAPÍTULO V: LAS HISTÓRICAS MARCHAS DE SACRIFICIO (Libro del Dr. Vladimir Cerrón Rojas)


Las marchas de sacrificio significaron una forma de protesta agudizada en el país, máxima expresión de la lucha estudiantil en aquel entonces. Quienes las realizaban eran conscientes de sus consecuencias represivas, agotamiento físico, exposición climática (insolaciones), etc., pero también conscientes de que era el único medio de reclamo apropiado en esas condiciones.

Las marchas realizadas por los estudiantes se orientan, en primer plano, a la nacionalización, a la lucha pro rentas y finalmente, a la reorganización integral de la universidad. Los estudiantes militantes y simpatizantes del Apra, salvo honrosas excepciones, jamás participaron en estas luchas, por el contrario y conforme lo demostraremos, constituyeron los primeros enemigos de esta gesta redentora del pueblo. Éstas son las razones que me permiten sustentar con base la idea, que toda lucha desatada en esta universidad no ha sido más que la lucha contra el aprismo.

Marcha al Congreso en 1961
La denominada Marcha al Congreso, hazaña realizada por los estudiantes de la entonces Universidad Comunal del Centro del Perú, tuvo el objetivo de lograr la nacionalización, en claro apoyo de la fuerza estudiantil progresista a las acciones legales iniciadas por el diputado Dr. Alfredo Sarmiento Espejo y otros parlamentarios. El 18 de noviembre de 1961 la FEUC decidió en asamblea, apoyar las acciones legales por la nacionalización y organizó la Marcha al Congreso. Así testifica un reporte periodístico: “Los alumnos de la Facultad de Educación acordaron adherirse a la Marcha al Congreso para pedir la inmediata nacionalización de la Universidad Comunal del Centro del Perú" (289). Esta y las otras jornadas fueron marchas de verdad, de a pie. “Al final de quienes marchaban, había una camioneta que pertenecía a un alumno de apellido Zárate Lazo y estaba encargada de repartir naranjas y agua. Varias tiendas políticas participaron de la marcha, se podían encontrar algunos apristas (FUR), demócratas cristianos (DC) y algunos populistas (AP), pero lo abanderó el FER”, relata un testigo

En esos instantes la universidad atravesaba una transición de poderes estudiantiles y administrativos. Lo primero por un curso natural y lo segundo por la crisis moral en que  estaba sumida la institución. La  FEUC estaba liderada por Fernando Romero Villanes y una semana más tarde sería relevado por Julio Seminario Wensel, ambos miembros del FER. En plena crisis universitaria se produce la renuncia del rector Dr. Javier Pulgar Vidal (7 de noviembre de 1961) al haber perdido el apoyo partidario aprista ante su posición con respecto a la reorganización y nacionalización. Pulgar fue reemplazado por Manuel Carranza Márquez quien gozaba del apoyo partidario que manejaba la universidad.

La Marcha al Congreso fue decisiva para que el gobierno de Manuel Prado, debido a las presiones estudiantiles y populares, nacionalizara la universidad.

Marcha de Sacrificio en 1963

Una vez nacionalizada la universidad, la juventud universitaria continúa escribiendo las páginas heroicas por lograr la reorganización integral de la UNCP, pues tenía mejor coyuntura y más probabilidades de materializarla. Para tal causa se realizaron las marchas de sacrificio en busca de la defensa de las rentas, pero fundamentalmente por la moralización y reorganización de la universidad. El gobierno de Fernando Belaúnde no tenía mayoría en el Congreso de la República, el mismo que era manejado por el aprismo. Para tener una idea, la coalición APRA-UNO le interpeló a Belaúnde varios de sus ministros, llegando éste a nombrar 178 ministros en sus cinco años de gobierno, es decir, predominaba el poder legislativo sobre el ejecutivo, el poder del Apra sobre Belaúnde (312). Por esa razón Belaúnde aceptaba firmar y no vetar leyes como la Ley Sánchez o la Ley Arroba, dadas en su gobierno en 1967, prefirió sacrificar a las universidades antes de meterse en problemas con el Apra.

Otro incidente importante a destacar es el boicot que sufrió la Comisión Reorganizadora enviada por el CIU y presidida por el Dr. Efraín Morote Best, rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Dicha comisión en una de sus conclusiones confirmó una malversación de fondos de 700 mil soles (229). Morote fue blanco de muchos ataques y calumnias, no contó con el apoyo de las autoridades universitarias como era de esperarse, motivo por el que renunció a la presidencia de la comisión interventora, frustrándose el primer intento serio de construir universidad.

Tal fue la corrupción, los fracasos de las comisiones auditoras y reorganizadoras, y el desentendimiento de las autoridades universitarias, que la FEUNCP decidió iniciar una nueva forma de lucha, aunque anteriormente había tenido una experiencia previa con la Marcha al Congreso. Rodolfo Vilca Abanto era el entonces presidente de la FEUNCP y la marcha a Lima se inició el 11 de diciembre con 270 alumnos, mientras que otros debían iniciar la huelga de hambre en Huancayo el mismo día. Del número inicial de alumnos, por diversos motivos atravesaron los Andes solamente 103, acerca de este acontecimiento un diario de la capital refiere el 20 de diciembre de 1963: “La marcha sobre Lima se realiza por 103 esforzados. El gesto de los jóvenes del Centro es admirable. Es una hazaña física y moral impresionante. En verdad, trágica y sólo entendible, por el ostentoso derroche de promesas las que al país se lo ha alucinado desde la mayoría de las tiendas políticas” (113). El 23 de diciembre los estudiantes llegaron a Lima y lograron entrar en contacto con el Parlamento (68), habían caminado doce días.

Simultáneamente en la universidad, el partido aprista mediante su organización estudiantil la UEU liderada por Ricardo Bohórquez, hacía lo imposible para desprestigiar la marcha y quebrar la huelga que se había iniciado en Huancayo, haciendo sendos llamados para el reinicio de las clases dentro de dos días (5) y el 20 de marzo de 1964 el dirigente aprista Américo Bonnett culpó al alumno Fernando Romero de haber recibido del rector Manuel Carranza la suma de 30 mil soles para solventar la Marcha de Sacrificio y que no había rendido cuentas (66).

Contra todos los pronósticos, la victoria de tales marchas significó el arribo de diversas comisiones reorganizadoras que trajeron como consecuencia la renuncia del rector Manuel Carranza Márquez antes de ser condenado, pero en el fondo, solo habían logrado un cambio de fenómeno porque en la esencia de la problemática, el Apra seguía gobernando y los intentos de moralización continuaban fracasando, lo que conllevó a emprender nuevas jornadas de lucha.


Marcha de Sacrificio en 1965

Pese a la renuncia de Manuel Carranza, cinco meses después de iniciada la Marcha de Sacrificio (iniciada en 1963 y concluida en enero de 1964), los actos de corrupción continuaban y es más, eran peores, ahora se delinquía con mayor impunidad. Ésto condujo a que el mes de junio del año 1965 se dé inicio a una tercera marcha de sacrificio convocada por el presidente de la FEUNCP Rodolfo Vilca, puesto que las elecciones estudiantiles no se llegaron a realizar en la fecha prevista (mayo, 1965), debido a la convulsión causada por la renuncia del rector y la ausencia de la totalidad del alumnado que debía votar, los mismos que se encontraban en Lima en la vanguardia. De lo mencionado respalda el comentario de la prensa nacional del 14 de junio de 1965: “108 estudiantes universitarios reinician marcha a Lima para dar alcance a un contingente que ya se encuentra en La Oroya” (72).

Como en la jornada anterior la estrategia consistió en que los estudiantes más consecuentes y con mejores posibilidades físicas emprendieran la marcha y quienes se quedaban en Huancayo inicien la huelga de hambre indefinida.

El entonces alumno Gilberto Torpoco recuerda que se aprestaba a distribuir naranjas a quienes se encontraban en el local universitario tomado (calle Cuzco) y fue visto por un grupo de militantes apristas que estaban atentos a lo que ocurría dentro. Esta actitud bastó para ser expulsado de la universidad conjuntamente con los alumnos Rodríguez Gambiné y Quintana. Algunos de ellos, como Torpoco, regresaron gracias al movimiento estudiantil y otros como Gambiné y Quintana, optaron por trasladarse a otras universidades, según refiere (363).

La inconsecuencia del estudiantado aprista

La traición de los estudiantes apristas fue una constante en estas jornadas de lucha, desmoralizando las marchas y boicoteando las huelgas de hambre. Así lo demuestra un comunicado emitido el 5 de julio de 1965 por Ricardo Bohórquez, presidente de la UEU, donde dirige una Carta Abierta al Presidente del Comité Coordinador de la FEUNCP en los términos siguientes: “La llamada Marcha de Sacrificio por la reorganización, que ha concluido sin pena ni gloria, ya que el Señor Presidente de la República y el Ministro de Educación se negaron terminantemente a recibir a los caminantes, a pesar de las presiones de los dirigentes de la Federación Universitaria de San Marcos. No podía ser de otra manera, ya que 40 alumnos en una Universidad que tiene 3000 poco o casi nada representan. Usted miente maliciosamente tratando de desorientar al estudiantado, cuando dice: la conquista de la reorganización está a punto de concretarse, intervendrá el Consejo Inter Universitario. Usted señor Alvarado lo mismo que sus compañeros Vilca y Cerrón no tienen nada que perder, son egresados de la Universidad y se han vuelto a matricular, solo Uds. saben con qué fines” (127).

Lo dicho por Bohórquez quedó desmentido ante la historia, la prensa recogió los datos de que los caminantes fueron un número considerable y que los estudiantes lograron el objetivo, logrando que el CIU vuelva a intervenir la universidad mediante otra comisión reorganizadora atendiendo a las deficiencias que habían suscitado el fracaso de las anteriores, es decir, dotándolas de mejores facultades. Finalmente, la serie de luchas concluiría con la renuncia del rector Nilo Arroba Niño, el protector de Bohórquez.

La independización de las filiales de la UNCP

Debemos considerar que en la década de 1960, el Apra libraba una dura batalla en la Alma Mater de la naciente Universidad Comunal, había tenido una gran derrota al haberse nacionalizado la institución en 1962 por obra del FER y necesitaba hacerse de un nuevo bastión con los mismos fines que le indujo a facilitar la creación de la Universidad Comunal: formar cuadros, contar con una cantera de juventud, oficializar el partido ante el Estado y hacerse de economía, pero sin caer en los errores que habían condicionado la pérdida del control total de la UNCP, es decir, necesitaban hilar más fino. Una finalidad más que acompañó a las anteriores fue garantizar a su prole la formación universitaria. Por esta razón la ex filial de Lima fue dotada con facultades como Derecho, Medicina, Arquitectura, Ingeniería Civil, etc., facultades con las que su Alma Mater, la UNCP, no contaría hasta hace poco y algunas con las que aún no cuenta, como la Facultad de Derecho, y desde aquel entonces los hijos de prominentes líderes apristas no han dejado de formarse en sus claustros.

Bajo este último razonamiento se trama y facilita la independización de la filial de Lima en 1962, la misma que ofrecía la Facultad de Administración Pública y Privada e iniciara sus actividades en una casona alquilada en el Jr. Moquegua 262, habiendo sido su primer examen de ingreso en agosto e iniciadas sus clases el 16 de septiembre de 1960. Es durante el gobierno del rector aprista Manuel Carranza Márquez que logra su independencia, proclamada en una Sesión de Consejo el 21 de enero de 1963, en Lima. Así, mediante acciones separatistas e intereses políticos, que detallamos, se cristalizó su anhelo de autonomía, bajo el control parlamentario de la coalición APRA-UNO, mediante Ley Nº 14692, del 30 de octubre de 1963 (201), en el gobierno de Fernando Belaúnde Terry y Javier Arias Stella como encargado de Educación Pública.

Ante la proclamación de su independencia, el rector Carranza Márquez, “lamentó” la crisis separatista, pudiendo advertirse esta ambivalencia de sus declaraciones del 25 de enero de 1963: “Si la filial ha querido independizarse es magnífico, pero debe sustentar su economía con sus propios ingresos”, y justificó superficialmente el tema: “Por ser limeños han considerado poco tolerable depender de una ciudad tan progresista como Huancayo” (2). Claro que existía corrupción y malos manejos de los fondos en la filial limeña, a lo cual Manuel Carranza hizo referencia culpando a su vicerrector Oscar Herrera Marquis, el mismo que el 24 de mayo de 1964 se convertiría en su primer rector. Pero, ¿quiénes estarían beneficiándose de la acción separatista?, ¿quiénes obtendrían una ventaja política, económica y administrativa?, ¿qué impedía a determinados grupos políticos no prosperar en la Alma Mater? La respuesta la ha dado el tiempo, el aprismo estaba perdiendo el poder en la UNCP, los gobiernos estudiantiles y el gremio docente rechazaban el manejo administrativo sometido a intereses políticos, por lo que una independización de la filial limeña les podría dotar de una universidad propia al servicio del Apra, entonces se creó la Universidad Nacional Federico Villareal, que hasta la actualidad realiza sus actividades académicas, culturales y sobre todo, políticas, al servicio del aprismo.

La filial de Huánuco de la UCCP inició su funcionamiento en 1961 y fue la segunda filial de la UNCP independizada durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry, mediante Ley No.14915 del 20 de febrero de 1964, creándose la Universidad Nacional Hermilio Valdizán. Esta universidad, manejada por el Apra, en los primeros años de su funcionamiento se prestó al fraude académico, titulando profesionales que inicialmente resultaban reprobados en su universidad de origen. Por esta el 18 de septiembre de 1969, el CONUP prohibió que todo alumno que haya culminado sus estudios en una universidad pueda graduarse en otra. La determinación fue adoptada debido a que los estudiantes de la universidad de Huancayo, al término de sus estudios, se graduaban en la universidad de Huánuco sin mayores trámites (106).
La filial de Cerro de Pasco de la UCCP comenzó a funcionar en abril de 1961, como Universidad Comunal de Pasco, posteriormente el 23 de abril de 1965, durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry, se expidió la Ley Nº 15527 que la independizó y creó la Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión, siendo su sede principal en la ciudad de Cerro de Pasco, en la sierra central, a una altitud de 4,318 m.s.n.m. La filial de Huacho inició su funcionamiento en 1960 con las facultades de Educación, Ciencias Económicas y Pesquería; fue la última filial de la UNCP independizada por Ley No.17358, del 31 de diciembre de 1968, durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado. Esta filial fue una de las más polémicas que tuvo la UNCP, la misma se regía por la Ley Nº 13417, al igual que las otras universidades, que consagraron la autonomía de las facultades, de sus consejos universitarios y decanos. Constituyó en algún momento un problema para el gobierno aprista de la UNCP. Ante la renuncia del Dr. Javier Pulgar Vidal (noviembre, 1961), era lógico que para elegir al nuevo rector deberían concurrir a la Asamblea Universitaria con sus tres decanos, tres profesores y tres delegados estudiantiles, pero éstos fueron sistemáticamente ignorados, y a sus espaldas, los catedráticos de Huancayo, bajo las órdenes de Prialé y del contador Nilo Arroba, aprobaron un Estatuto que se adecuaba a sus intereses y eligieron al Ing. Manuel Carranza Márquez, para el cargo de rector (192). El Ing. Luis Felipe Ricci Bohórquez fue uno de los profesores de la filial que tenía mayor ambición de ser rector. Ricci en el año 1961 fue catedrático en la UNMSM, luego se insertó en la lucha por crear la Universidad Nacional San Luis de Gonzaga de Ica, en la cual finalmente no fue admitido, después de esta desastrosa experiencia fue a parar a la filial de Huacho de la UNCP y no era militante aprista. Éstas eran las motivaciones por las cuales Ricci condicionó la actitud separatista de la filial, tratando de ponerle varios nombres a la misma como: Universidad Nacional del Litoral, Universidad Nacional de Huacho, Universidad Filial Huacho y por último, Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, e ilegalmente Ricci se había declarado su rector.

Ante el peligro de perder el control de la filial de Huacho, los apristas pusieron a andar toda una maquinaria orientada a garantizar su poder. Un volante del FER denuncia el hecho: “… No conforme  con todos estos escandalosos atropellos, los apristas pusieron en funciones todo un plan para capturar las Facultades de Huacho. Primero, empezaron a cobrar íntegramente las partidas que correspondían a Huacho desde 1962. Y ahora, pretenden instalar la llamada Filial de Huacho, Futura Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, matriculando a todos los jalados de Lima y vagabundos de la ciudad… El pueblo de Huacho ha repudiado reiteradamente los manejos e intrigas de los apristas. La Federación Universitaria de Huacho y sus legítimas autoridades permanecen unidas con la firme adhesión de toda la ciudadanía y han pedido la independencia de su Universidad. En enero de 1966, con más de 30 mil adhesiones de la provincia de Chancay, presentaron un proyecto de ley en ese sentido… pero la reacción de los apristas no se ha hecho esperar. Primero, introdujeron un “artículo transitorio” que aseguraba sus intereses. Luego, retrocedieron, ante las manifestaciones populares y estudiantiles de protesta. Pero el 16 de junio de 1966, los usurpadores de la Universidad de Huancayo, “nombraron” catedráticos, “Consejos de Facultad” y hasta “Consejo Universitario” para la filial con elementos tachados en Huacho por incompetentes e indeseables. A la cabeza de ellos se hallaba el individuo Alejandro Medina Valderrama… Este ex militar es uno de los responsables de la apropiación de más de un millón de soles de los estudiantes… esta maniobra es la que trata de consagrar el famoso “artículo transitorio”… Sometida a todos estos ataques, la situación de la auténtica Universidad de Huacho es grave. Sus autoridades y catedráticos se encuentran impagos desde julio del año pasado; sus locales son objeto de juicio de desahucio por falta de pago. Pero sus 1200 estudiantes y sus 68 catedráticos están dispuestos a mantener sus legítimas posiciones y a defender los derechos de la Universidad atropellada. Para ello, cuentan con el respaldo de todo el estudiantado del país. La infamia y la prepotencia no pasarán.”  (192).

Como consecuencia de estas actividades, la Asamblea Universitaria, del 14 al 21 de junio de 1965, resolvió que: “Por mandato de la Ley y de sus Estatutos, la UNCP, no tiene intervención alguna en la administración en lo que se refiere a los libramientos de la que fuera su Filial, no participa en la administración económica ni académica. Tampoco interviene en el nombramiento de su personal docente y administrativo ni en sus exámenes de admisión. Por lo expuesto, el Consejo Universitario acuerda desligarse totalmente de la Filial de Huacho”. Continúa: “Considerando que la ciudadanía de la provincia de Chancay requiere de un Centro de Cultura Superior que se gobierne con completa autonomía, el Consejo Universitario de la UNCP, reitera su pedido al Parlamento Nacional a fin de que se apruebe en el más breve plazo posible la ley que permita un funcionamiento normal de la nueva Universidad Faustino Sánchez Carrión. Firmado Gustavo Sanz Túpac Yupanqui. – Secretario General de la UNCP” (252). En realidad el aprismo, que dominaba el Parlamento, no tenía la intención de independizarla por el momento, ya que no contaban con el control total de la institución como en la UNFV, sino someterla al control desde Huancayo. Así, el 2 de abril de 1966, la filial fue recesada por el espacio de un mes, mediante Resolución del Consejo Universitario de la UNCP, declarándola en estado de reorganización. Dicha comisión estuvo integrada por el Dr. Joaquín Chivílchez Chávez, Dr. Max Avencio Nuñez Palacios, Dr. Oswaldo Más Guzmán, Dr. José Bravo Gurt y el Ing. Eugenio Tejada Rodríguez. En el mismo comunicado se expulsa al Ing. Ricci Bohórquez de la filial Huacho por usurpación de funciones (161). Quien decretó el receso y la reorganización, fue un Consejo Universitario manejado por Nilo Arroba, por consiguiente, la dirección máxima de la comisión reorganizadora tuvo la misma orientación política, pero el alumnado y los docentes se opusieron a la reorganización aprista y es por ello que el 19 de agosto de 1966 el secretario general de la UNCP, Gustavo Sanz, declaró a la prensa: “Están recurriendo a procedimientos delictivos con la intención de alterar el orden, motivo por el cual se dirigirá a los tribunales de justicia a fin de que sobre dichas personas recaiga la acción de ley” (154).

Cuando el rector Arroba Niño se encontraba muy cuestionado y con problemas legales que hacían inminente su renuncia al cargo,  Ricci Bohórquez, en su afán de ser rector de la UNCP, publica el sustento de su pretensión en un diario capitalino: “En ejercicio del Rectorado, representante legal de la Universidad Nacional del Centro del Perú, acorde con lo dispuesto en el artículo treinta y dos de los Estatutos que textualmente ordena: “A falta de Rector y Vicerrector ejerce las funciones de Rector el Decano Titular, Catedrático Principal, con más años de docencia universitaria”, y cita para el 18 de julio de 1967 en el Hotel de Turistas a todos los decanos y demás estamentos para legitimarse (160). Evidentemente, el rectorado no fue reconocido por las autoridades de la sede principal, lo cual terminó en el abandono de Huancayo por parte de Ricci. A ésto se sumaron, el 10 de octubre de 1968, los Centros Federados de las facultades de Educación, Ciencias Económicas y Pesquería, quienes declararon “apócrifa” a la universidad y no reconocieron ningún escrito que exhiba a Ricci como rector (147).

Días antes de la independización de la filial de Huacho, el 22 de diciembre de 1968, Ricci Bohórquez, su “rector”, denunció a Alejandro Medina Valderrama como el operador político que había sido designado como presidente de un “seudo Consejo Universitario” que el gobierno aprista había instalado a base de una documentación fraguada en Huancayo por obra del rector Nilo Arroba Niño (43).


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