domingo, octubre 28, 2007

“SOAT” MÉDICO: ENTRE LA DEMAGOGIA Y EL POPULISMO

Vladimir Cerrón Rojas

Hace tres años quiso aprobarse la ley del mal llamado “SOAT” médico y Alejandro Toledo vetó su promulgación. La salud es un servicio (porque en el Perú no es un derecho), pese a todo con características particulares, a los que no se puede comparar con cualquiera de los otros.

¿El porque nace un “SOAT” médico? Simplemente porque el Colegio Médico del Perú (CMP) ha sido incapaz de realizar eficientemente la tarea encomendada por el pueblo y lejos de evidenciar y sancionar negligencias, impericias e ignorancias médicas que ocurren a la luz del día, ha sido el ente encargado de lavarle la cara y las manos a algunos colegas, bajo el pretexto de la solidaridad en la Orden.

Los contagios con VIH de los pacientes transfundidos en Lima (chivo expiatorio) ¿acaso son negligencia médica?, si se entiende por negligencia médica que el médico no hizo lo que debía o estaba normado. Que culpa tendría el médico si solicita una transfusión sanguínea y ésta según el laboratorio está apta, pero resulta infectada a posteriori. Y cuando uno va buscando culpables retrospectivamente llegas al autor principal: el Estado que es incapaz de garantizar la salud de su población.

Según la Ley de Trabajo Médico (Art. 6) el médico no podrá ser obligado a ejercer el acto médico, si las condiciones de infraestructura, equipo o insumos no garantizan una práctica médica ética e idónea… tomando como referencia las disposiciones sobre acreditación hospitalaria”. Ahora pregunto: ¿Qué hospital en el Perú, está equipado como para exigir al médico un trabajo de alta calidad? Pues ninguno, ni siquiera nuestro coloso Hospital IV Es Salud, donde hace más de cinco años no contamos con un conductor de hidrocefalia, que cuesta escasamente 120 dólares y usamos un histerómetro ginecológico para ello, deteriorando el sistema derivativo en ocasiones ¿Será negligencia médica o del Estado?

Si el médico está jaqueado con un “SOAT” para evitarse problemas, tendrá que solicitar los análisis y exámenes más rigurosos que conllevaran a dilatar el tiempo en su realización, retrasando el tratamiento oportuno de los pacientes. Nunca es bueno trabajar con un médico sometido a la presión o al miedo, así antes de operar un hematoma intracraneal, no solo pediríamos una TAC de cráneo sino, una resonancia magnética que tendría que realizarse en Lima, conllevando indudablemente a la muerte del paciente, algo inaudito. Contrariamente también estará, el médico negligente que pueda cometer todas las faltas habidas y por haber, al amparo de su “SOAT” médico.

Los médicos tendremos que oficializar en el acto médico, el Consentimiento Informado, documento por el cuál el paciente será “consciente” del proceder a que será sometido y firmara aceptando las cláusulas preestablecidas. Un pueblo con escasa cultura médica-sanitaria, un caso de emergencia, un paciente neurológico que no está consciente de sus actos, una familia iletrada, un nativo asháninka, kakinte o nomatsiguenga, un país que ve como la última rueda del coche la ética intercultural, etc. son factores que no garantizan que firmar el acto médico sea un acto consciente y ético. Esta es la razón en la práctica, porque y pese a estar contemplado (Código de Ética Médica, Art. 43), el Consentimiento Informado ha fracasado. Es por ello que no todo lo legal es ético.

Las sumas a plantear para las indemnizaciones, deben ser altas y los cerca de 50000 médicos estamos obligados a abonar mensualmente a las aseguradoras. Es decir, los médicos no negligentes aportan para los negligentes, ¡que buena filosofía! Las indemnizaciones deben ser altas como las que se niega a pagar el gobierno por violación de DDHH, desacatando una sentencia supranacional de la Corte de San José.

Así que, señor Presidente Alan García, déjese de populismo y demagogia, póngase a trabajar por la universalidad, gratuidad y accesibilidad de la salud y no por echarles el muerto a algunos. Recuerde que la ética es una disciplina filosófica que estudia las actitudes de cada individuo acorde a la moral de la sociedad. Así tenemos que en la moral neoliberal muchas cosas pueden ser legales pero no éticas.