sábado, junio 04, 2011

JAIME CERRÓN PALOMINO, ALGUIEN QUE SABÍA LO QUE LE CORRESPONDÍA

Van a cumplir 21 años del asesinato del maestro Jaime Cerrón Palomino, secuestrado y asesinado un 8 de junio de 1990, por un aparato paramilitar del gobierno de entonces. Los intelectuales de nuestra región, no necesariamente huancas, han preferido mantener en reserva sus apreciaciones políticas al respecto, paradójicamente solamente los enemigos se han referido a él y no necesariamente para hacer comentarios asertivos. Sin embargo, la trascendencia de su intelectualidad es innegable, pero esta vez no me voy a referir a esta distinción, sino a poner en evidencia de cómo un hombre cuando está convencido que la historia absuelve es capaz de enfrentar con decoro las inclemencias de la vida.
Eran momentos difíciles para la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP), tiempos en que los alumnos asesinados ya dejaban de ser una novedad, por el contrario, cuando había cierta calma era sospechosa. Se estaba llegando a la psicopatía de acostumbrarse a convivir de la mano con la muerte al extremo de extrañar la necrofilia social.
Cuando Jaime se involucra como dirigente en la federación estudiantil, lógicamente que sabía lo que significaba hacerle frente a los gobiernos de Prado, Pérez Godoy y Belaúnde, quienes representaron a partidos antiuniversitarios políticamente hablando. En la década de los 60, Prado era aliado del Apra y durante su gobierno, pese a la resistencia de su socio, se logró nacionalizar la universidad por gesta estudiantil de la Federación de Estudiantes Revolucionarios. Desde entonces, Jaime y otros estudiantes, fueron declarados enemigos del Apra y sufrieron muchas agresiones desde insultos hasta intentos de asesinatos.
En la década del 90, Jaime ya docente de Filosofía y autoridad universitaria, logró hacer no solamente docencia toda su vida, sino también hizo de su vida una docencia, como los grandes hombres que son conscientes de la necesidad histórica de crear la información social adecuada para las nuevas generaciones. En momentos de gran convulsión social y política, fue amenazado seguramente, pero nunca lo dijo, debió percibir la muerte, pero nunca transmitió el temor o la inseguridad en su familia ni en sus pupilos, fue siempre sereno, imperturbable ante la crítica del oponente y valiente para enfrentar lo que muchos no lo hubieran hecho. Pero porqué Jaime habría enfrentado ecuánimemente esta sentencia de la vida, buena interrogante. Si consideramos Jaime era un estudioso de la Filosofía y más aún del materialismo histórico, por lo que su muerte como maestro y como líder del pueblo no sería una sorpresa para él. Además el Apra estaba nuevamente en el poder con García. Por ello decía que finalmente sería víctima de la dinámica social, haga lo que haga. Era un hombre consciente de lo que le tocaba y no huyó de su deber histórico, el gran deber de no abandonar a sus alumnos, a sus colegas ni a su cátedra no necesariamente en el claustro. Pues, si esta muerte no se explicara desde el punto de vista científico social, estaríamos haciendo un análisis subjetivo, superficial y unilateral. Estoy seguro que Jaime en algún momento de sus días haya pensado así, aunque no lo dijo pero esta vez, transcurrido el tiempo y la historia, puedo ser su voz y a la vez decirle que aunque haya muerto, su actitud social no deja de ser la lumbrera del camino.

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