Dr. Vladimir Cerrón Rojas
Presidente GRJ
La región Junín ha sido la primera en denominar al año 2011 como el Año del Centenario del Nacimiento del Amauta José María Arguedas, merecido homenaje a quien nos enseñó a descubrir y amar al Perú Profundo. La denominación de este año no tenía que limitarse solamente a lo nominal y para ello el Gobierno Regional Junín diseñó una serie de actividades que ponen en relieve su pensamiento orientado a despertar y elevar la autoestima de nuestros connacionales.
En esta tarea la Dirección Regional de Educación de Junín (DREJ), contribuye con la difusión de la obra del Amauta, incluyendo sus principales aportes en la Antropología, la Literatura, la Etnología, la Lingüística, etc. Además, se han recopilado obras de diferentes autores que evidencian puntos de vista acerca de sus contradicciones con la vida, críticas científicas a sus homólogos, críticas de otros autores a su pensamiento, su biografía y autobiografía, entrevistas a quienes vivieron de cerca de él, entre otras. Un homenaje a José María Arguedas Altamirano es poco o casi nada frente a lo trascendental de su aporte a favor de las clases oprimidas en nuestro Perú, fundamentalmente, a favor del campesinado.
En estas hojas podemos percibir el testimonio de alguien que habla del indio habiendo convivido con él, no del que cree como es la vivencia del indio, sino de quien se ha inmiscuido en su actividad productiva. Creo que si Arguedas, como el mismo dice, hubiera sido bien recibido por su madrasta, en ausencia de su padre, seguramente en algo hubiera cambiado su percepción sobre el indio, pues es bien sabido que gran parte de la obra de Arguedas es una autobiografía. Por ello es imprescindible trabajar sobre el medio socio cultural de nuestra región, fomentar este tipo de difusión es imprescindible para que las nuevas generaciones estén preparadas para luchar por la reivindicación del campesinado sin vacilaciones y con el filo necesario.
Arguedas escribió con tanta pulcritud para nuestra mente, como cuando un neurocirujano repara el cerebro y obliga a retornar la función dañada hasta donde sea posible. Muchos dirán que desde mi condición de médico no estoy calificado para hablar de Arguedas, pero me atrevo más aún al mencionar que Arguedas era un hematólogo social, si consideramos que la sangre siempre está presente en sus obras, pudiendo encontrar palabras y frases como: “yawar fiesta”, “todas las sangres”, “yawar mayu”, “sangre de los cerros”, etc. Es decir, Arguedas navegó en lo más profundo de las venas de nuestra sociedad.
Pese a la muerte de Arguedas tan cuestionada y poco dilucidada, como dice Lévano, el estar psiquiátrico lo hizo más sensible al ambiente. Arguedas vivió y murió sintiendo los problemas del indio, contrarrestó ideologías y políticas que promovían la opresión como el fascismo internacional y tuvo serias discrepancias con los líderes históricos del Apra, aspecto aprendido luego de la lectura inicial de esta compilación.
El Amauta ha muerto, pero hablo de una muerte dialéctica, donde lo negado no deja de ser útil, porque sigue siendo aún la tiza blanca que escribe sobre la conciencia negra del verdugo. Su intelecto sigue siendo el ideólogo de la defensa del medio ambiente y de los levantamientos campesinos en el Perú.
También se resalta la autonomía con que critica a sus homólogos intelectuales donde no tuvo reparos en contradecirlos científicamente. Emilio Choy, Juan Mejía Baca, José Matos Mar, Luis Guillermo Lumbreras, Rodrigo Montoya, Anibal Quijano, entre otros, en sus apreciaciones acerca de lo indígena, no escapan a su análisis. Coincide con el planteamiento del maestro Jaime Cerrón Palomino, para quien hubo intelectuales como Hildebrando Castro Pozo, Luciano Castillo, Luis Valcárcel, José Encinas, Uriel García, etc., que “siendo sensibles frente a la opresión del campesinado peruano, por conservar su situación de clase no arriesgaron a nada”.
Espero que esta obra, espero pueda tener eco en las presentes y sobre todo en las nuevas generaciones, quienes están llamados a transformar la patria, contrarrestando todo tipo de racismo, de opresión, de mediocridad, etc., pues deben comprender que Arguedas sigue siendo una lumbrera dinámica y no estática como pretenderían presentarnos los intelectuales neoliberales. Pese a su anunciada muerte desde Chile hasta el Perú, Arguedas no ha muerto.
Si las obras de Arguedas, después de Mariátegui, han sido las segundas más traducidas en el mundo, no veo la justificación del porqué nosotros siendo peruanos tengamos que privarnos de tan grande aporte a la humanidad, por lo que invito a la lectura ávida sobre tan ilustre peruano.
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