Hace siglos nuestro país está gobernado desde la capital por una casta de peruanos y extranjeros que constituyen la clase dominante y opresora del pueblo.
La independencia del Perú la iniciaron los criollos y por ello solo ellos tenían el derecho a gozar de sus beneficios y la propia libertad. José de San Martín entró pacíficamente a Lima, tras un pacto con el virrey, a condición que echara a todos los montoneros peruanos que habían rodeado Lima con fines de tomarla y consumar la verdadera revolución peruana. Así, los montoneros, verdaderos peruanos, que en su mayoría eran serranos y provincianos, fuimos despojados del poder político en nuestra patria, perdiendo hasta ahora la primera y única oportunidad histórica de ser verdaderamente libres.
Por ello no resulta raro que la gran mayoría de los presidentes de la República hayan sido capitalinos con ideología criolla y en el colmo de los extremos extranjeros o al servicio de ellos, quienes han puesto nuestros principales recursos energéticos en manos foráneas. Entendido así, no causa sorpresa que hayamos tenido un presidente japonés y ahora candidatos con ciudadanía japonesa y norteamericana.
Pero, ¿por qué el pueblo no es capaz de postular su propio candidato y siempre lo ponen a elegir el mal menor? Simplemente porque no hubo hombres capaces de organizar un verdadero partido que represente las aspiraciones populares y realizar sus sueños de una patria grande, digna de legado a sus hijos, con el mayor decoro posible. Pues no debemos permitir más pobres en un país rico.
Frente a este problema, nació PERÚ LIBRE hace siete años. Un partido del Perú Profundo, posiblemente el único, que enfrentará a esa casta dominante nacional y extranjera en todo espacio de lucha política. ¿Cómo lo enfrentará? No en alianza con el pueblo, sino en unidad con el pueblo, llamando a la conciencia de cada peruano, organizando una gran fuerza provinciana en toda la patria capaz de construir un país justo, equitativo y de oportunidades para todos. Cuando hablamos del Perú Profundo hablamos de los provincianos radicados en provincias, la capital y el extranjero. Solo tras la unidad del pueblo, esta vez sí, los montoneros entraremos a Lima para gobernar nuestra patria.
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