viernes, julio 06, 2007

DIEZ RAZONES PARA UN HOSPITAL EN LA SELVA CENTRAL



Vladimir Cerrón Rojas

El indigenismo fue en su ocasión una bandera electorera, los ofrecimientos de salud y educación fueron otros. En nuestra región, la pobreza de la selva central es el caballito de batalla, una vez más, engañada y postergada. Los requerimientos de un verdadero hospital general para la selva central (Chanchamayo o Satipo), es una necesidad imperiosa si consideramos las siguientes razones:

1. La mortalidad infantil (indicador que mide la calidad médica en el mundo) en la Región Junín, asciende en promedio al 10,8 por cada mil nacidos vivos, menores de un año de edad. Es decir que en Junín se mueren más de 1000 niños, anualmente. Este indicador es totalmente controversial al existir fuentes que señalan una tasa mayor, considerando el sub registro y la falta de transparencia de la DIRESA al no actualizar sus datos estadísticos en su portal.
2. La sierra tiene condiciones de vida desfavorables para la niñez, pero la selva mantiene tasas aún más altas de mortalidad infantil, condiciones de vida diferentes, pero igualmente desfavorables. Las provincias con un mayor número de nacimientos son: Huancayo con 39 %, seguido de Chanchamayo con 15 % y Satipo con 11 %, el primero por su densidad poblacional, pero los segundos por su pobreza. Así la mortalidad infantil para la selva central se acerca al 38.9 por cada mil.

3. Las principales causas de mortalidad infantil en selva central son las siguientes: infecciones respiratorias agudas, enfermedad diarreica aguda, deshidratación por otras causas, parasitismo, desnutrición crónica y enfermedades tropicales. En menor grado mueren de enfermedades congénitas y neoplásicas. En la actualidad con los avances de la medicina y de la farmacología, estas principales causas (98%) son TOTALMENTE CURABLES, es decir que de aquellos más de 1000 niños que fallecen anualmente, el 90 % se mueren a falta de una política de salud.
4. Las enfermedades tropicales requieren una atención especial, un médico en la sierra no está enteramente capacitado para enfrentar y a veces ni siquiera sospechar la enfermedad tropical, cuando son los primeros brotes. El dengue, malaria, fiebre amarilla, etc. necesitan de especialistas en medicina tropical o de funcionarios que respondan ejemplarmente bajo sanción. El personal médico y paramédico debiera gozar de una indemnización mayor por el riesgo.
5. Entre las 9 provincias de Junín, existe una desigualdad evidente en cuanto a sus indicadores de salud. Esto demuestra la inequidad del sistema sanitario peruano, que no consagra universalidad, gratuidad, ni accesibilidad. Especialistas como neurocirujanos, oftalmólogos, son una utopía en la selva central.
6. Los costos de transporte, estadía y curación en Huancayo o Lima, incrementan la imposibilidad de salvar vidas humanas, debido a que los pacientes no pueden asumirlas y prefieren el alta “voluntaria”, feneciendo en su domicilio. Pero aún así, si en el caso pudieran pagar los gastos, existe otra contradicción: la emergencia (TCE, apendicitis, embarazo ectópico, estabilización de columna vertebral, etc.) no admite pérdida de tiempo, en un viaje que demora en el mejor de los casos 4 horas y en otros 8 horas. A esto se le suma que selva central tiene que recibir transferencias procedentes de Oxapampa, Tarma, etc.
7. Los hospitales de selva central tienen un rango de policlínico: combis pintadas con el logo de “ambulancia”, radiología sin placas, equipos de anestesia sin anestesiólogos, médicos generales que tienen que hacer malabares para sustituir al especialista, a veces acertadamente y otras no, centros “semáforos” que solamente remiten los casos y no pueden resolver los problemas in situ, etc.
8. Selva central tiene 127 farmacias, donde los medicamentos son más caros que en Huancayo, debido a la economía del mercado y accesible a un reducido grupo de ciudadanos. La escasa existencia de clínicas es otro indicador de pobreza sanitaria y económica.
9. La esperanza de vida al nacer en selva central, son menores a las cifras globales que ostenta la región (67,2 años).
10. En conclusión: la morbi mortalidad en selva central es otra realidad, que el GRJ debe atender, pero con conocimientos y no jugando al azar de caprichos. Ya decía Bunge, todo descubrimiento comienza desde un conocimiento previo, nada puede ser accidental.

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