Ing° Mg. Geremías Armas Cerrón
La agricultura orgánica reduce considerablemente las necesidades de aportes externos al no utilizar abonos químicos ni plaguicidas u otros productos de síntesis. En su lugar permite que sean las poderosas leyes de la naturaleza las que incrementen tanto los rendimientos como la resistencia de los cultivos. Lo que distingue a la agricultura orgánica es que, está reglamentada en virtud de diferentes leyes, y programas de certificación. Estas leyes y reglamentos, además de establecer normas generales de producción, restringen y prohiben la mayor parte de los insumos sintéticos, tanto para fertilizar, como para controlar plagas y enfermedades. Sus normas incluyen, por otro lado, un adecuado manejo del suelo con vistas a mantener y mejorar su fertilidad y estructura, que es la base de la producción. En el mundo existen distintos tipos y niveles de reglamentaciones para la producción y procesamiento de productos orgánicos. En nuestro país, se encuentra el D.S. 044-2006-AG promulgado el 14 de julio del 2006 (Reglamento técnico para los productos orgánicos). Sin embargo las grandes empresas transnacionales están empeñadas en que los agricultores desconozcan estas normas a fin de continuar con sus ganancias sin importarles el deterioro medio ambiental.
Mientras que la agricultura orgánica trabaja con la naturaleza, conservando la biodiversidad, la agricultura tradicional busca controlar a la naturaleza promoviendo siembras uniformes y elimina los elementos indeseables en un sistema de producción (como una plaga) al ejercer una fuerza externa (como un pesticida) sin tomar en cuenta el costo ecológico, tal como el envenenamiento de los polinizadores, debemos de considerar el hecho, por ejemplo, que uno de cada de tres bocados de alimento que comemos depende de los polinizadores. Si nuestros sistemas de agricultura continúan dañando a los polinizadores la productividad corre serio riesgo.
Por otro lado, la demanda de productos orgánicos ha creado también nuevas oportunidades de exportación para el mundo en desarrollo. Como ningún país puede satisfacer la demanda de una variedad de alimentos orgánicos producidos dentro de sus fronteras durante todo el año, muchos países en desarrollo han comenzado a exportar con éxito productos orgánicos, por ejemplo en nuestro país: café, quinua, algodón, mango, maca, etc.
Los agricultores sufrirán probablemente cierta pérdida de rendimiento al renunciar a los insumos sintéticos y convertir su actividad a la producción orgánica. Antes de restablecerse una actividad biológica suficiente (por ejemplo, la proliferación de poblaciones de insectos benéficos, la fijación de nitrógeno de las leguminosas, etc.), es común que se presenten problemas de contención de plagas y de fertilidad. En ocasiones, pueden transcurrir años antes de que el ecosistema se restablezca lo suficiente para permitir la producción orgánica.
En tales casos pueden ser más indicados como solución inicial otros métodos sostenibles que admiten un uso prudente de sustancias químicas sintéticas. Una de las estrategias para sobrevivir el difícil período de transición consiste en introducir la producción orgánica en la granja por partes, de manera que no peligre toda la operación.
Mientras que la agricultura orgánica trabaja con la naturaleza, conservando la biodiversidad, la agricultura tradicional busca controlar a la naturaleza promoviendo siembras uniformes y elimina los elementos indeseables en un sistema de producción (como una plaga) al ejercer una fuerza externa (como un pesticida) sin tomar en cuenta el costo ecológico, tal como el envenenamiento de los polinizadores, debemos de considerar el hecho, por ejemplo, que uno de cada de tres bocados de alimento que comemos depende de los polinizadores. Si nuestros sistemas de agricultura continúan dañando a los polinizadores la productividad corre serio riesgo.
Por otro lado, la demanda de productos orgánicos ha creado también nuevas oportunidades de exportación para el mundo en desarrollo. Como ningún país puede satisfacer la demanda de una variedad de alimentos orgánicos producidos dentro de sus fronteras durante todo el año, muchos países en desarrollo han comenzado a exportar con éxito productos orgánicos, por ejemplo en nuestro país: café, quinua, algodón, mango, maca, etc.
Los agricultores sufrirán probablemente cierta pérdida de rendimiento al renunciar a los insumos sintéticos y convertir su actividad a la producción orgánica. Antes de restablecerse una actividad biológica suficiente (por ejemplo, la proliferación de poblaciones de insectos benéficos, la fijación de nitrógeno de las leguminosas, etc.), es común que se presenten problemas de contención de plagas y de fertilidad. En ocasiones, pueden transcurrir años antes de que el ecosistema se restablezca lo suficiente para permitir la producción orgánica.
En tales casos pueden ser más indicados como solución inicial otros métodos sostenibles que admiten un uso prudente de sustancias químicas sintéticas. Una de las estrategias para sobrevivir el difícil período de transición consiste en introducir la producción orgánica en la granja por partes, de manera que no peligre toda la operación.