domingo, junio 10, 2007

DESAFIOS DE LA IZQUIERDA EN LATINOAMERICA


Vladimir Cerrón Rojas

Hace poco fui invitado a un circulo de estudios sociológicos de la izquierda latinoamericana y no puedo dejar de exponer algunas conclusiones muy saludables e interesantes para nuestra sociedad.

Terminada la dictadura fujimontesinista es claro que no regresamos al sistema político democrático pre dictadura, tenemos una democracia restringida donde las decisiones medulares las toman los poderes fácticos: fuerzas armadas, grupos empresariales, iglesias, FMI y el Banco Mundial. Desarrollar en estas condiciones una propuesta y programa de izquierda peruana se torna algo difícil, pero no imposible.

A la derecha poco le interesa la salud peruana y producto de ello, es que nuestra economía nacional y regional, continúa “desarrollándose” a costa del daño a nuestro medio ambiente, mientras no encuentre la oposición necesaria que la haga poner freno a la muerte lenta a que nos conducen a ricos y pobres.

Como el mundo se encuentra concatenado y no hay nada independiente de nada, la izquierda también es indirectamente culpable del deterioro ambiental, habiendo contribuido con su fiscalización desorganizada. Después de Mariátegui la izquierda no ha sido capaz de elaborar un pensamiento propio del análisis de la realidad nacional, de sus tradiciones de lucha y de sus potencialidades de cambio. La tendencia fue extrapolar modelos de otras latitudes y vivir alimentada de la crítica al capitalismo de la revolución industrial, pero nada ha aportado en la crítica al capitalismo moderno en esta su etapa de la revolución informática.

Se ha dado la paradoja, que los aportes marxistas son utilizados por la derecha para desarrollar su lucha (Cartas de Santa Fe, guerra de baja intensidad, etc.), mas no por la izquierda. Es más, la derecha utiliza inescrupulosamente el lenguaje de la izquierda en sus discursos (desafiliación de las AFP, eliminación de la renta básica, lucha por el medio ambiental, pensionistas reivindicados, reducción de sueldos al congreso, etc.).

Los planteamientos de la izquierda necesitan de un equipo especializado, no es posible encontrar soluciones a partir de un congreso o una reunión dirigencial, necesita de la búsqueda de técnicos convencidos de servir al pueblo, algo escaso en las filas. Se han dado el caso que los mismos militantes de la izquierda no quieran ir a laborar a un sector que tiene su representación, porque el sueldo es bajo. Esto no le permite a la izquierda ser eficaz en su gobierno y solo se limitará a hacer la misma política que los partidos de derecha.

Actualmente no se puede contar solamente con la clase obrera y campesina, como motores de la transformación porque han disminuido en número, además de su potencial de negociación, asediados por la amenaza del despido. La lucha sindical basada en la unidad de clase y su capacidad de parar el país no parece hoy ser eficaz y los oportunistas de ambos lados se aprovechan de ello.

La izquierda debe convocar a los nuevos actores sociales explotados por el sistema neoliberal: la juventud desocupada, estudiantes, asalariados, ambulantes, indígenas, cristianos progresistas, jubilados, movimientos ecológicos, movimientos de derechos humanos, movimientos étnicos, libertad sexual, emigrados, policías y militares subalternos, etc.

Las organizaciones que proclamaban ser obreras (aunque sus dirigentes no lo eran), adoptaron actitudes sectarias y verticalistas, la cúpula decidía todo y los militantes acataban órdenes que no discutían y que muchas veces no comprendían, concluyendo en la pérdida de fuerza y credibilidad. Debe ganarse las masas no imponiendo desde arriba, sino conquistándolas desde abajo.

Para que una organización tenga vida democrática y se fortalezca, es fundamental crear espacios para el debate, construir posiciones y enriquecerse mutuamente. No pueden engañar a la juventud en querer hacer algo nuevo y perfecto, debe reconocerse lo bueno del pasado; olvidar el pasado sin aprender de las derrotas, es hacerle el juego a la derecha porque esa es la mejor forma de no acumular fuerzas, de volver a reincidir en los mismos errores.

La América Latina aún cree que la izquierda sigue siendo una sana alternativa, sino miremos el panorama en: Cuba, Brasil, Uruguay, Chile, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

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