Reseña biográfica
Efraín Morote Best nació en Huamanga, el 8 de julio de
1921. Su lengua materna fue el quechua y al respecto mencionaba: “esos campesinos fueron mis primeros maestros”.
Estudió Derecho en la Universidad Nacional San Antonio de Abad del Cuzco y
obtuvo su título profesional en la Universidad Nacional de La Libertad de
Trujillo. Luego continuó estudios de doctorado en Literatura e Historia,
obteniendo sus grados académicos en la Universidad Nacional San Antonio de Abad
del Cuzco y la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa, respectivamente.
Su estadía en el Cuzco fue muy importante en la forja
de su ideología progresista, la misma que se puede deducir de las siguientes
declaraciones: “La porción más sólida de
mi amistad y camaradería fue la que cultivé con obreros y campesinos, con
humildes gentes de los barrios y los pequeños pueblos. Mi relación con otras
personas de clase social distinta de la de ellos sólo vengo a juzgarla
complementaria, a pesar de lo afectuosa” (319).
Discípulo de su maestro el Dr. Víctor Navarro del
Águila, integró el grupo de estudios Guamán Poma de Ayala. Fue profesor de Folklore
de la Universidad Nacional San Antonio de Abad del Cuzco, director de la
revista Tradición, ejerció importantes cargos como presidente de la Sociedad
Peruana de Folklore, coordinador de las Escuelas Bilingües del Ministerio de
Educación, personero del Consejo Inter Universitario, delegado del CONUP para
la reorganización de la UNCP, rector de la Universidad Nacional San Cristóbal
de Huamanga de Ayacucho y decano del Colegio de Abogados de Ayacucho.
Está considerado como uno de los precursores de la
antropología peruana por lo que la UNSCH le entregó el título de Profesor
Emérito. Infatigable investigador del folklore y de rescate de las tradiciones
populares en muchos puntos del Perú, legando un valioso registro de
publicaciones y trabajos de recolección y análisis. Sus trabajos fueron
sustentados desde una visión internacional, nacional, regional y local. Esta
visión holística lo obligó a realizar investigaciones acerca del folklore en
países de América Latina (Bolivia), Europa (Islas Canarias) y Asia (China
Popular), donde le concedieron múltiples distinciones, entre ellas, la de
Doctor Honoris Causa en Literatura, de la Academia Internacional (Vancouver,
Canadá).
Sus obras
1. Rimas Infantiles (1949).
2. Elementos de Folklore
(1950).
3. Guía para la recolección
de Material Folklórico (1952).
4. Aldeas Sumergidas (1988).
5. Pueblo y Universidad (1990).
Es importante destacar que la vida de Morote, fuera de
mitos y temores, significó una intensa labor académica, profesional,
administrativa y política en las diferentes universidades del país. Si
consideramos que estudió Derecho, Letras y Humanidades en la Universidad
Nacional San Antonio de Abad del Cuzco, coadyuvando conjuntamente a otros
intelectuales de renombre, a forjar el Círculo de Estudios Guamán Poma de Ayala
(semillero progresista que hasta hoy existe); que obtuvo sus títulos en las
universidades nacionales de Arequipa y Trujillo; forjara la creación del Centro
de Investigación del Folklore en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
(la misma que hoy lleva su nombre); representara a la universidad peruana como
personero del CIU y luego delegado del CONUP; presidiera la reorganización de
la Universidad Nacional del Centro del Perú en dos ocasiones (1964 y 1970);
integrara el Comité Pro Apertura de la Universidad Nacional San Cristóbal de
Huamanga, del cual posteriormente fue su rector, entre otros méritos; es
comprensible que toda esta vasta experiencia le haya podido brindar una visión
clara de la problemática universitaria nacional, convirtiéndose en una
personalidad, cuyos planteamientos acerca del tema le permitieron darse la
autoridad de ser un crítico intransigente de la corrupción que imperaba e
impera aún, en gran medida, en nuestra patria. Estoy seguro de que Morote debió
llegar a la conclusión que la lucha anticorrupción incluye en la vida la
adopción de una determinada concepción del mundo, la misma que lo indujo a
fundar en él e influenciar en su entorno, ciertas conductas de vida social. Tal
aseveración podemos sustentar de lo referido por su amigo Mario Arenas
Rodríguez: “Cierta vez Morote me dijo:
“¡Mario! ¡Los hombres públicos no tenemos derecho a la vida privada! Toda ella
debe ser pública y transparente!”. También consideramos el testimonio de Enrique
González Carré: “Hombre apasionado y
vibrante en cada uno de sus actos, hizo de la honradez una práctica cotidiana.
Buscador incesante de la verdad. Generoso y fraterno con quienes trataba y
conocía. De frases lapidarias y sentenciosas para calificar conductas
incorrectas. Entusiasta de fino humor. Músico, poeta, y escritor. Hombre de
espíritu indoblegable, pero tierno y sentimental. Conductor y trabajador
incansable.” (437).
Morote fue sorprendido por la muerte un viernes 7 de
abril 1989, víctima de una hemorragia cerebral de causa hipertensiva, cuando
ejercía el cargo de decano del Colegio de Abogados de Ayacucho.
La universidad de Huamanga
La UNSCH llegó
a ser una institución líder en el Perú en las décadas de 1960 y 1970, lo cual
justifica su influencia nacional. Había sido fundada por el Obispo Cristóbal de
Castilla y Zamora en 1677, tuvo la aprobación de Carlos II y la bula respectiva
del Papa Inocencio XI en 1682. Sin embargo, por oposición de la Universidad de
San Marcos, sólo pudo entrar en funcionamiento en 1704 y desempeñó sus
actividades normalmente hasta 1876, fecha en que se decretó su receso al no ser
mencionada en el Reglamento de Instrucción Pública. En 1884 vuelve a entrar en
funciones debido a la importancia que adquirió Ayacucho durante la guerra con
Chile, al convertirse prácticamente en la capital del país, pero fue clausurada
nuevamente en 1886 durante el gobierno del presidente ayacuchano Andrés Avelino
Cáceres Dorregaray (201, 361). En 1957, el senador Luis Galván, mediante un
proyecto de ley, solicita la reapertura de la Universidad Nacional San
Cristóbal de Huamanga y el 19 de febrero de 1957, el Congreso de la República
aprobó dicho anhelo.
En el año
1958, el ministro Jorge Basadre y Luis Valcárcel inauguraron su reapertura y la
UNSCH comenzó sus actividades académicas ordinarias en 1959, siendo su rector
el Dr. Fernando Romero Pintado (1959-1963) y sucedido por el Dr. Efraín Morote
Best (1964-1967). Esta reapertura significó una reivindicación, sobre todo,
para los sectores intelectuales conservadores, hijos de antiguos hacendados
(361) y para la clase media, si consideramos que entre los que integraban el
Comité Pro Reapertura de la UNSCH, se encontraban familias reconocidas como los
Capelleti, Romero, Morote, entre otros.
Pese a ser
reaperturada por sectores conservadores, la universidad tuvo una orientación
progresista, dispuesta a reivindicar a los sectores populares. La UNSCH creció
enormemente, sobre todo porque en sus claustros albergó mayormente a los
sectores campesinos y a la clase media provinciana inmigrante. Así, para 1968,
contaba con 1078 alumnos, 132 profesores y 13 empleados y estaba considerada
como una de las universidades más serias y que mejor venía trabajando en el
país (2001).
Desde el momento en que el Dr. Morote asumió
el rectorado, con el apoyo del FER, enfrentó grandes problemas por defender la
supervivencia de la universidad que era atacada por dos frentes. El primer
frente integrado por el mismo Estado que le asignaba magros presupuestos, la
permanente satanización de la prensa oficialista y la iglesia católica. El
segundo frente lo integraron los grupos de poder local que no fueron reclutados
para desempeñar las funciones de docentes o para cubrir puestos
administrativos. Estos dos enemigos utilizaron siempre, como en toda la
historia de la universidad peruana de carácter progresista, la calumnia del
comunismo y del anticristo.
El rectorado de Morote tuvo que enfrentar, a
mi entender, el problema de la sobrevivencia de una universidad amenazada por
grandes poderes y pese a ello llegó a ser un ícono en la cultura peruana.
Algunos testimonios dan fe del trabajo de Morote en la UNSCH: “Puso vida y
pasión, energía, voluntad y talento en la tarea de construir y desarrollar la
Universidad de Huamanga, alcanzando las metas que se había propuesto y
convirtiendo dicha institución en un ejemplo no repetido en el Perú en lo
referente a educación superior universitaria. En esta tarea no estuvo solo, fue
acompañado por un brillante conjunto de profesionales e intelectuales que
destacaran en sus especialidades a nivel nacional y en el extranjero. En la
Universidad de Huamanga, durante el rectorado de Morote Best, concurrieron
especialistas nacionales y extranjeros de la más alta calificación, que fueron
motivados e incorporados a compartir y plasmar un ideal universitario gracias a
la orientación, personalidad, entusiasmo, dedicación y ejemplo vivo que fue,
como maestro universitario, Efraín Morote Best”. Para Ranulfo Cavero Carrasco: “Fernando Romero Pintado y Efraín Morote Best
fueron los rectores probos y honestos de la reapertura, podría decirse que con
ellos se dio el despegue de la Universidad. Morote Best tuvo como vicerrector
al Ing. Luis Gonzáles Carré, que luego le sucedió en el cargo por consenso”
(361).
En el año 1982 Morote recibió un homenaje en vida por la UNSCH, como
gratitud a sus aportes científicos en la Antropología y la honestidad con que
había conducido la universidad en tiempos difíciles. En efecto, Morote le había
dado un giro de timón a la forma como se realizaba la investigación haciéndola
más sólida, corrigiendo el empirismo y dotándola de métodos científicos. Fue el
período en que la UNSCH investigó más.
Universidad Pontificia de Ayacucho
La UNSCH sufre su primera conspiración clerical al
creársele una universidad paralela en su ámbito, cuyo cometido principal era
detener su avance ideológico progresista. Es así que, en 1967, se creó la
Universidad Pontificia de Ayacucho (UPA), con la especial misión de: “detener
el avance del comunismo en la UNSCH”.
Los sectores
conservadores vieron, esperanzados, en la UPA, un apoyo institucional que
garantice su vigencia e influencia en la sociedad ayacuchana, pero en realidad
la UPA no tenía otro fin que el político, a tal punto que algunos intelectuales
como Iván de Degregori, la calificaran de caricatura de universidad.
Al respecto,
el Dr. Guillermo Rejas, uno de los fundadores de Patria Roja (1968), en aquel
entonces estudiante de la UPA, manifiesta: “Es
cierto que inicialmente en la Universidad había “cucufatos”, pero luego fue
penetrada por el FER, que aún mantenía su unidad a nivel nacional”. Rejas
desarrolló intensa actividad política en la UPA, tal es así, que durante su
estadía en Huamanga y Cuzco durante 15 años, le permitieron mantener contacto
con las federaciones estudiantiles de las respectivas universidades estatales.
Considera además, error político del entonces presidente Morales Bermúdez,
haber clausurado la UPA en 1977 “al no
cumplir sus fines para los que había sido creada”, pero no calculó que tal
iniciativa coadyuvó al fortalecimiento y posterior hegemonía de la naciente
organización de Sendero Luminoso, al no encontrar adversarios dentro de la
misma izquierda en el ámbito universitario ayacuchano (329).
Personero del CIU
El delegado
del CIU, Dr. Efraín Morote Best, entonces rector de la UNSCH, llegó a la
Universidad Nacional del Centro del Perú el mes de mayo de 1964, en condiciones
no gratas para la vida universitaria en el país. El 7 de mayo de ese mismo año
había renunciado el rector de la UNCP, Manuel Carranza Márquez y la FEUNCP
había conseguido que la universidad sea intervenida por el entonces máximo
organismo de la universidad peruana, el CIU, que posteriormente se convertiría
en el Consejo Nacional de Universidad Peruana (CONUP) y éste a la vez, en la
Asamblea Nacional de Rectores (ANR).
La comisión
reorganizadora instalada, como producto de esta intervención, estaba integrada
por tres instituciones mandantes, el Consejo Universitario de la UNCP, el CIU y
la FEP, las mismas que convirtieron al delegado del CIU en presidente del
Consejo Coordinador de la Reorganización de la UNCP el 27 de mayo de 1964. Así
lo menciona el Acta de Instalación de la Comisión Reorganizadora de la UNCP
(149,260): “El Consejo considera que la
tarea coordinadora de la reorganización de la Universidad Nacional del Centro
del Perú, que se le ha encomendado, es altamente delicada, tanto por su propia
naturaleza como porque debe ejecutarse por un organismo depositario de la
confianza de tres instituciones mandantes: El Consejo Universitario de la
Universidad Nacional del Centro del Perú, el Consejo Inter Universitario y la
Federación de Estudiantes del Perú, que esperan se establezca de esta Casa de
Estudios Superiores un clima de armonía institucional propicio de los altos
fines de la Universidad Peruana. El Consejo reafirma su más profundo respeto y
acatamiento a la Autonomía Universitaria y aclara que ejecutará el trabajo que
le ha sido encomendado, sólo por haber provenido el encargo del máximo
organismo de gobierno de la Universidad Nacional del Centro del Perú y en lo
que toca a los miembros respectivos, por haberse agregado a tal encargo la
aceptación del mismo por el Consejo Inter Universitario y la Federación de
Estudiantes del Perú. El Consejo considera que no podrá cumplir adecuadamente
su misión si ella no se inspira en una ética depurada y si los componentes de
todo el cuerpo institucional de la Universidad Nacional del Centro del Perú no
sobreponen el interés estrictamente institucional a todo otro interés
individual o de grupo. El Consejo considera que las medidas a dictarse para
conseguir la reorganización deben contemplar con claro espíritu de justicia y
equidad todas las situaciones en las que personas individuales u organismos
corporativos universitarios puedan verse afectados por ellas, y sin embargo,
prevé que en ciertos casos, demandará de tales organismos o personas cierto
tipo de sacrificios en pro de la salud institucional. El Consejo considera que
por múltiples razones históricas, geográficas, sociales, culturales y
económicas, la Universidad Nacional del Centro del Perú debe constituirse en un
Centro Superior de Estudios serio, laborioso, pacífico, ágil, moderno, de las
más alta jerarquía; en una entidad orientadora de los anhelos nacionales de
transformación, en un poderoso catalizador de las energías humanas de su zona
de influencia y, por tal convencimiento, declara que está dispuesta a dedicar
al cumplimiento de su misión lo mejor de sus esfuerzos libre de toda influencia
venida de fuera o surgido de dentro, y ajena a toda presión, por poderosa que
fuere. Finalmente el Consejo declara, de modo enfático que suspenderá
inmediatamente su trabajo, informando a sus mandantes si encuentra que su labor
se ve perturbada por factores internos en medida tal que haga peligrar el buen
éxito que la Universidad Nacional del Centro del Perú, el Consejo Inter
Universitario, la Federación de Estudiantes del Perú y el país entero tienen
derecho de esperar. BASES: El Consejo Universitario de la Universidad Nacional
del Centro del Perú en sesiones efectuadas el 9 y 27 de mayo de 1964, acordó
proceder a la reorganización de este Centro de Estudios y otorgó, por
unanimidad de votos de sus miembros, facultades especiales a una Comisión
Coordinadora de la reorganización, la misma que queda instalada, el día de hoy
27 de mayo de 1964. De la lectura de los documentos existentes y del cambio de
ideas efectuado entre los miembros del Consejo Coordinador concluye que las
facultades a las que se alude en el párrafo precedente son las enumeradas a
continuación: 1. Facultad de Iniciativa Estatutaria, en cuanto el citado
Consejo debe elaborar un proyecto modificatorio del Estatuto en vigencia para
someterlo en momento oportuno, a consideración de la Asamblea Universitaria
constituida de acuerdo a Ley. 2. Facultad Reestructuradora de la Vida
Académica, en cuanto debe fiscalizar los proyectos de Reorganización,
elaborados por las Facultades y determinar las características académicas
futuras de la Institución en coordinación con las mismas. 3. Facultad
Reordenadora de la Administración, en cuanto debe señalar la fisonomía
administrativa futura de la Universidad teniendo en cuenta la reestructuración
académica, y cautelar la buena aplicación de las pautas que se dicte. 4.
Facultad Planificadora de la Actividad Económica, en cuanto debe hacer la
remodelación presupuestaria en función de la nueva estructura integral que se
adopte. 5. Facultad Normativa, en cuanto debe elaborar los Reglamentos de Base
que hagan viable la Reorganización de la Universidad y el adecuado tránsito de
las actuales estructuras a las nuevas. 6. Facultad Calificadora, en cuanto debe
revisar los expedientes organizados por los miembros del personal docente y
administrativo en actual ejercicio, examinar la validez de los mismos a la luz
de las disposiciones legales vigentes y calificar los expedientes de
postulación, organizados para proveer cargos docentes y administrativos nuevos.
PROCEDIMIENTOS: Luego de haber aprobado por unanimidad de votos de sus
miembros, las anteriores declaraciones y pautas, el Consejo acordó los
siguientes procedimientos: 1. Llevar un Libro de Actas de las sesiones,
incluyendo como la primera de ellas el presente Acuerdo. 2. Designar un
Secretario de su propio seno. 3. Editar un Boletín Oficial, en un periódico de
la localidad, afirmando, en principio que toda información diferente de la
proporcionada por este medio es de responsabilidad exclusiva de sus autores y que no representa el sentir de los
miembros de dicho Consejo ni el resultado de sus deliberaciones. 4. Hechas las
convocatorias a sesión, por el Presidente del Consejo será obligatoria la
asistencia de los miembros del mismo. Sin embargo, en caso de inasistencia de
alguno de ellos, serán válidos los acuerdos que fueren adoptados por la
mayoría. La presencia del Presidente es indispensable para tal validez. Efraín
Morote Best, Presidente, Juan Julio Quiñe Navarro, Secretario. Asistieron a
esta sesión de instalación los señores Presidente, Secretario, Nilo Arroba
Niño, Encargado del Rectorado de la Universidad del Centro, Sebastián Sánchez,
Delegado Docente, y Fernando Romero Villanes, Delegado Estudiantil” (260).
Con motivo de
instalar la comisión, las clases se reiniciaron el primero de julio de 1964.
Así lo declaró el 2 de junio de 1964, el Dr. Morote Best, presidente de la
Comisión Reorganizadora de la UNCP (52). Morote contó con el apoyo decidido e
incondicional de la FEUNCP y del Centro Federado de la Facultad de Educación,
con Fernando Romero y Jaime Cerrón, respectivamente y ambos eran representantes
del FER. Contrariamente, no contaría con el apoyo del profesorado, puesto que
la mayoría eran militantes del Apra o condicionados por este partido, razón
principal que lo condujera a su renuncia.
Renuncia de Efraín Morote a la Comisión Reorganizadora
de la UNCP
El Apra
consigue su objetivo, logra obstruir la investigación y la reorganización de la
universidad. El Dr. Efraín Morote renuncia a la Presidencia del Consejo
Coordinador de la Reorganización de la UNCP y deja un claro testimonio acerca
de las causales que generaron su dimisión, dirigiendo una carta a Nilo Arroba
Niño, en los términos siguientes: “Sr.
Prof. Dn. Nilo Arroba Niño, Encargado de la Rectoría de la Universidad Nacional
del Centro del Perú. CIUDAD. Señor Profesor: La sesión del Consejo Coordinador
de la Reorganización de la Universidad Nacional del Centro del Perú, efectuada
el día, de ayer, ha servido para demostrar la necesidad urgente de un examen,
por somero que fuere, de la posición en la que este organismo se encuentra. El
mencionado Consejo fue creado por Acuerdo unánime del Consejo Universitario, de
fecha 9 de mayo de 1964, para conseguir “la completa reorganización” de la Universidad
del Centro, “en sus aspectos académicos y administrativo. El propio Consejo
Universitario precisó, en otro Acuerdo unánime de fecha posterior (27 de mayo)
las múltiples atribuciones que le eran asignadas: De iniciativa estatutaria, de
reestructuración de la vida académica, de reordenación administrativa, de
planificación de la vida económica, de reglamentación de todos los aspectos
universitarios y de calificación de la docencia. En cumplimiento de tales
facultades iniciamos nuestro trabajo, el mismo que duró días y noches, por
prolongado tiempo e incluyó extensos viajes sufragados por nosotros mismos. Los
frutos fueron múltiples: se planificó cuidadosamente la vida académica y
administrativa futura, fueron elaborados los primeros reglamentos de 1964, con
la correspondiente Exposición de Motivos, se hizo los Organogramas de
transición y definitivos, se examinó los primeros expedientes de los señores
profesores, etc., pero por encima de todo esto, se sentó algunos principios
doctrinarios sobre los cuales reposaría, realmente, la “completa
reorganización” académica, económica y administrativa de la Universidad. Hoy, a
través de los informes dados por Ud. de la lectura de documentos oficiales que
me fueron entregados y del cambio de ideas con miembros de la docencia y del
alumnado se deduce que el Consejo Coordinador trabajó inútilmente. Aun cuando
las pruebas de la ineficacia de este esfuerzo son múltiples, me bastará
recordar, por hoy, las que señalé en la sesión de ayer o en conversaciones
posteriores con Ud. El Consejo Coordinador aprobó un calendario de Días
Lectivos, por unanimidad de votos de sus miembros, y dispuso que las clases se
prolongaran (por razones obvias) hasta el 20 de febrero de 1965, pero el
Consejo Universitario revocó este acuerdo, por causas que Ud. juzga hoy
presupuestales, y disminuyó el período de clases de cerca de sesenta días, con
grave perjuicio para los intereses de los estudiantes, aun cuando fuere para
dar comodidad a los señores miembros de la Docencia. El Consejo Coordinador
formuló el proyecto de Presupuesto de 1964, con un Pliego de Egresos que
alcanzaba la suma de S/. 22646827.00 Soles Oro, destinando tres y medio millones de soles para construcciones de
edificios mediante un Departamento de la propia Universidad, pero el Consejo
Universitario reestructuró el mencionado Proyecto, aumentó los egresos hasta la
suma de S/ 24342457.00 Soles Oro, hizo desaparecer las partidas para
construcciones para dar unidad física y moral a la entidad universitaria, y
destinó tales partidas al incremento de sueldos y bonificaciones de docencia.
El Consejo Coordinador sentó al principio de la Consolidación de las
Facultades, para que estas lograran mayor cohesión y funcionalidad, sin
sacrificio de los justos intereses de las antiguas Facultades, pero el Consejo
Universitario creó, más bien, una décima Facultad (en vez de las cinco
aconsejadas), no solo en profunda discordancia con los principios enunciados,
sino en contravención de lo dispuesto por el último párrafo del Art. 23 de la
Ley 13417 y con una actitud que resulta incursa en las responsabilidades a las
que se refiere el Art. 63 de la Ley Orgánica del Presupuesto Funcional No.
14816. El Consejo Coordinador dispuso la centralización de servicios, la
presentación del Balance General al 31 de marzo de 1964, el Proyecto de
Presupuesto de 1965 sobre la base de la nueva organización académica y
administrativa que la Universidad tomaría a partir de dicho año, etc., etc.
Todas las disposiciones fueron inútiles. El Consejo Universitario o las
autoridades ejecutivas del mismo vieron que convenía desestimar todas las
sugerencias o simplemente resolvieron no dar curso a las previsiones. Frente a
esta situación, no tenemos sino que recurrir a una Declaración que el Consejo
hizo por unanimidad de votos: “Finalmente
-dijo- el Consejo declara de modo enfático que suspenderá inmediatamente su
trabajo, informando a sus mandantes, si encuentra que su labor se ve perturbada
por factores internos, en medida tal que haga peligrar el éxito que la
Universidad Nacional del Centro del Perú, el Consejo Inter-Universitario, la
Federación de Estudiantes del Perú y el país entero tiene el derecho de esperar”.
Hemos encontrado que nuestra labor es no solo perturbada, sino anulada por
completo. Hemos comprobado que, de seguir actuando como hasta hoy, no hacemos
sino prolongar una situación que debiera arreglarse de otra manera, para no
traicionar los intereses de la juventud universitaria del país y de la
Universidad Peruana en general. En consecuencia, cumplo con anunciarle que, el día de hoy suspendo mi trabajo, luego
de la entrega que hice del proyecto de Declaración de Principios de la
Universidad Nacional del Centro del Perú, cuerpo inicial del Estatuto de la
misma Casa, y regreso al lugar de mis trabajos habituales para invertir mi
tiempo en algo que resulte más fructífero para la educación superior del País.
Debo anunciarle, Señor Profesor, que tendré ocasión de enviarle desde Ayacucho
un análisis más detallado de los hechos actuales, con el propósito de agregar un
nuevo elemento de juicio a la penosa experiencia universitaria de nuestro País.
Atentamente, EFRAÍN MOROTE BEST, Presidente del Consejo Coordinador” (249).
Intervención de la UNSCH en la UNCP y la respuesta
histórica de Morote
Ante estos
sucesos, el 9 de junio de 1965, Rodolfo Vilca Abanto, presidente de la FEUNCP,
solicitó una nueva y tercera reorganización de la UNCP, al mantenerse la misma
cúpula corrupta, declarando al respecto: “Que
el C.P. Nilo Arroba Niño, encargado de la rectoría, es el autor intelectual
para que se haya frustrado la reorganización de la Universidad, el año pasado.
Su actitud obligó a renunciar al Dr. Morote Best, Presidente de la Comisión”
(82).
Pese a su
renuncia, los ataques calumniosos al Dr. Efraín Morote continuaron y se
extendieron a nivel nacional, con ayuda de la prensa cómplice y calumniosa como
arma para ocultar la corrupción, motivo por lo que el 19 de junio de 1965, se
ve obligado a dirigir una carta pública al Ing. Mario Samamé Boggie, presidente
del CIU (Lima), acerca de la Intervención de la Universidad de Huamanga en
Huancayo: “Tengo a honra a dirigirme a
Ud., por mandato expreso del H. Consejo Universitario de la Universidad Nacional
San Cristóbal de Huamanga, para manifestarle lo que sigue. En el curso de los
últimos días han aparecido decenas de publicaciones en diarios de Lima y
Huancayo, en torno a la deplorable situación de la Universidad Nacional del
Centro. Permita su autoridad citar tres fragmentos de tales publicaciones:
- Del Diario “La Prensa”, Lima, lunes 14 de junio
de 1965, sección provincias: “120 alumnos de la Universidad huanca
llegaron anoche a la Oroya. 270 hacen “Marcha de Sacrifico a Lima”.
- Del Diario “Correo”, Huancayo, jueves 10 de junio
de 1965, página 10: “Universidad Nacional del Centro del Perú – Secretaría
General – Huancayo – Consejo Universitario. Acuerdos tomados en sesión de
fecha 9 de junio de 1965: “Condenar la ilegal intervención del Dr. Efraín
Morote Best, Rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga,
en los asuntos internos de la UNCP, violando de esta manera los artículos
10 y 11 de la Ley 13417. Denunciar este hecho ante el Consejo Inter
Universitario, y pedir su separación de este organismo”.
- Del Diario “La Tribuna”, Lima, martes 15 de junio
de 1965, página 2: “Universidad de Huancayo reinicia labores: comunistas
derrotados se vienen a Lima. Rector de la Universidad de Huamanga, Dr.
Morote, se trasladó a Huancayo para dirigir acción antiuniversitaria que
repudian la juventud y el pueblo. Es sabido en Huancayo que el supremo
consejero, animador de estos desórdenes, es nada menos que el Rector de la
Universidad de Huamanga. Este Dr. Morote, comunista conocido, recibió hace
más de un año algún encargo del Consejo Interrectoral de las
Universidades. Cumplió malamente su tarea y ahora nada tiene que hacer con
Huancayo y su Universidad autónoma. Si Morote ha convertido la Universidad
de Huamanga en un foco dominado por el comunismo, la Universidad Huanca,
sabe que debe defenderse mejor”.
El más leve análisis del caos actual en que se debate
la Universidad del Centro, a través de estas y otras fuentes que alcanzaron
notoria difusión, demuestra, entre muchas cosas, lo siguiente:
Que se ha reiniciado, en la forma que era de prever,
la acción de los estudiantes (cerca de 3000) para cambiar un orden de cosas que
juzgan contrario a las mejores tradiciones legales, académicas y morales de la
Universidad peruana. Que las armas utilizadas en la lucha son, en buena parte,
las mismas que se emplearon antes de 1965: Huelga indefinida, huelgas de
hambre, marchas de sacrificio, etc. Que el orden de cosas que anhelan y
propugnan sea cambiado tiene profundas raíces en la propia vida institucional y
arranca de muy lejos. Que, los causantes de la actual crisis, que tanto daño
hace al país, a la Universidad peruana y, específicamente, a los pueblos de
Junín, a las esperanzas de éstos encarnadas en su juventud, están claramente
señalados. Que esos causantes, por razones fáciles de comprender, tratan de
eludir su responsabilidad, transfiriéndola maliciosamente, al Sr. Rector de la
Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. En efecto, los conflictos en la Universidad de Huancayo comienzan desde
la fundación de ésta, cuando nace como parte del patrimonio económico
hereditario de un grupo de ciudadanos; continúan cuando los estudiantes y el
pueblo solicitan la nacionalización y se agigantan, hasta comprender a todas
las Universidades del Perú, cuando esa nacionalización había sido consumada
sin ajustarse a los principios de una Institución de su jerarquía. Los jóvenes
universitarios aducen, como principales argumentos de la lucha, que fuera de la
ley 13417 la Universidad de Huancayo no
posee normas seguras que guíen su vida institucional (ni estatutos aprobados en
conformidad con la Ley Universitaria, ni reglamentos, ni directivas de índole
alguna, ni archivos, ni cuentas saneadas, ni metas ciertas, ni rumbos seguros).
Aducen que tienen autoridades anárquicamente constituidas so pretexto de
“autonomía universitaria”. Afirman que quien ejerce la Rectoría no reúne los
requisitos de ley ni justifica sus cargos con norma orgánica alguna; que muchos
de los Decanos tienen un situación similar, amparada en el mismo argumento de
la “autonomía” y conseguida mediante el voto y la influencia de los mismos
docentes que ofician, casi siempre sin dictar asignatura alguna, como
“profesores principales” de las diez Facultades
de la Universidad, con derecho a voz y voto en todas ellas. Aseguran
también que muchos docentes, alumnos y empleados alcanzaron su situación en
condiciones que no pueden ser válidamente explicadas. Tienen por cierto que la Universidad ha sido convertida en una agencia
política partidaria, contra expresas disposiciones de la ley. Afirman que
toda esta situación fue conservada deliberadamente y alentada con mayor énfasis
desde el momento en que se frustraron los esfuerzos de la “Comisión
Reorganizadora” nombrada en 1964, atendiendo el pedido unánime de la propia Universidad
del Centro y que fue presidida por el Sr. Rector de Huamanga, quien no
participó en el asunto por derecho propio o propia iniciativa, sino por
designación del Consejo Inter Universitario. Aseguran, por fin, que este caos
no puede salvarse ni con la triplicación de las rentas en el curso de un solo
año, cosa que se ha conseguido; ni con el donativo de propiedades por parte del
Estado, cosa que se ha hecho; ni con la propaganda verbal o escrita que tan
dispendiosamente se hace; ni con la represión más o menos violenta que se
impone. El sector dominante en el Consejo Universitario de la Universidad
Nacional del Centro condena “la ilegal intervención del Dr. Efraín Morote Best,
Rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, en los asuntos
internos de la UNCP”, y el diario “La Tribuna”, su vocero asegura que “el
Rector de la Universidad de Huamanga, Dr. Morote, se trasladó a Huancayo para
dirigir acción antiuniversitaria que repudian la juventud y el pueblo”. El
Rector de Huamanga no dejó la ciudad de Ayacucho un solo instante, desde el 18
de febrero de 1965, fecha en la cual ese sector dominante aludido decía haber
encontrado un remanso definitivo de paz, y no estuvo en Huancayo desde el 15 de
noviembre de 1965, día en el que renunció al cargo de Presidente de la Comisión
Reorganizadora que el Consejo Inter Universitario le había encomendado por
unanimidad de votos de sus miembros (incluyendo el del representante de la
propia Universidad del Centro, Nilo Arroba). Es penosa, pues la falsedad que se
propala; penosa, porque se la difunde irresponsablemente tomando el nombre de
una Universidad. El asunto, entonces, no merecía, dados la calidad de su origen
y el derrotero de su intención, ningún comentario de parte de la Universidad de
Huamanga. Por tanto, no se habría escrito línea alguna a no ser por el respeto
que ella tiene a la verdad, a los pueblos de Junín y al Consejo Inter
Universitario, organismo este último, al que sin rubor ni ponderación se dirige
el sector dominante. Es cierto que la
Universidad de Huamanga intervino en los asuntos internos de la Universidad de
Huancayo. Intervino porque lo pidió esa misma Universidad y retiró los
servicios de su Rector tras haber comprobado que nada útil podía seguir
haciéndose en una institución en las que fuerzas oscuras y oscuros apetitos
impedían todo cambio positivo. Pero no solo intervino así. Intervino también
con el ejemplo de su vida institucional; con ese ejemplo en el que los alumnos
y los pueblos de Junín, como muchos otros pueblos y estudiantes del Perú, han
encontrado motivo de inspiración. Intervino, y seguirá interviniendo, pese
a todas las acusaciones y calumnias porque,
para mal de muchos, entregó a los jóvenes, como un mensaje y una proyección de
su propia vida, una Declaración de Principios que marca rumbos y el Proyecto de
un Estatuto que hoy se convierte en arquetipo porque traza los caminos que
deben ser seguidos para alcanzar una Universidad honesta, libre de influencias
políticas, seria, laboriosa, limpia, enmarcada dentro de la ley, incapaz de
confundir autonomía con impunidad; consagrada íntegramente al porvenir de la patria y consciente de su
misión redentora. El Rector de la Universidad de Huamanga se alejó
físicamente de Huancayo, pero dejó el espíritu de su institución en la
Universidad del Centro. Ese espíritu, materializado hace pocos días por el
miedo, seguirá iluminando hasta cuando las aspiraciones del pueblo peruano con
respecto a las Universidades, cuyo bienestar sostiene con su pobreza, sean
totalmente satisfechas. Somos gentes de Universidad. Somos gentes que
comprendemos con toda justeza la dimensión de nuestras responsabilidades y, por
tal causa, no podemos menos que invocar al sector dominante del Consejo
Universitario de Huancayo para que examine las acusaciones de sus alumnos, que
no las hemos creado en Huamanga, y para que mediten en su deber frente a las
expectativas de los estudiantes y a los anhelos del pueblo, en lugar de dedicar
sus afanes a cometer errores e inventar culpables. De no obrar así, como ya se le dijo otra vez, solo habrá conseguido el
nombre de la Universidad, los dineros del pueblo y la severa condenación de la
historia. Señor Presidente: esta es la opinión de la Universidad de
Huamanga: Ante el drama que vive la Universidad del Centro y ante las
acusaciones de la que es objeto la primera autoridad, legítimamente constituida
de aquella. Atentamente, Efraín Morote Best – RECTOR” (248).
Delegado del CONUP y construcción de Ciudad
Universitaria
La lucha
emprendida por la FEUNCP no claudicó en sus objetivos de lograr la moralización
y reorganización integral de la universidad. Con tales fines, para octubre de
1970 y facilitado por el gobierno de Velasco Alvarado, había logrado que el
CONUP enviara nuevamente al Dr. Efraín Morote Best como su delegado,
facultándolo a la reorganización de la UNCP, puesto que el intento anterior
había resultado frustrado.
En el año 1961
la universidad había adquirido en compra del Arzobispado de Huancayo un terreno
de 10 hectáreas
en el sector denominado Yauris, valorizado en medio millón de soles, pero nunca
se llegó a construir nada pese a haberse colocado la primera piedra por el
rector y la misma se acondicionó para un centro de experimentación que hasta
hoy subsiste. En 1965, la UNCP recibió en ceremonia especial la entrega de la
Escritura Pública de donación de los terrenos para la construcción de la Ciudad
Universitaria por la Compañía Cerro de Pasco Corporation, por intermedio del
presidente de su directorio, Ing. Alberto Benavides de la Quintana.
Demagógicamente se inauguraron las obras en dicho terreno apadrinado por el
presidente de la Cámara de Senadores y senador por el departamento de Junín,
Ramiro Prialé y Prialé (263). Pero la realidad fue otra, la verdadera primera
piedra fue puesta cinco años más tarde por gestión de Efraín Morote Best como
Delegado del CONUP y otros personajes.
La Compañía
Cerro de Pasco Corporation, luego de haber donado el terreno para la
universidad, hizo lo posible por retrasar la expropiación de sus haciendas en
los departamentos de Junín y Pasco, hasta lograr introducir, en complicidad con
la Coalición APRA-UNO, en la Ley de Promoción Agraria, algunos artículos que
los favorecieran, para que sus haciendas no fueran comprendidas dentro de la
Ley de Reforma Agraria. De no introducirse esa modificación, se dice, la
Compañía Cerro de Pasco Corporation demoraría el recorte de los eucaliptos en
el área que había donado a la universidad, haciendo imposible la construcción
de la Ciudad Universitaria (383).
La Minka: verdadera primera piedra
Frente a este
chantaje, la UNCP organizó una Minka, dirigido por el delegado del CONUP e
integrado por toda la comunidad universitaria, decidiendo talar los eucaliptos,
retirar sus raíces y comenzar a excavar los primeros cimientos de la actual
Ciudad Universitaria, acto que el pueblo debe conocer y recordar con gratitud.
Testimonia el hecho un diario local de fecha 22 de octubre de 1970, recogiendo
una fotografía histórica cavando los cimientos donde se construiría la actual
UNCP: “El ancestral peruanismo sistema de
la Minka servirá para poner los cimientos de la futura Ciudad Universitaria.
Directivos, académicos, personal administrativo y estudiantado en general darán
su esfuerzo para hacer realidad la estructura física de nuestro Primer Centro
Superior de Estudios. Uniendo la acción a la palabra ayer sudaron como
verdaderos peones los doctores Adriel Osorio, rector interino de la UNCP y
Efraín Morote Best, Delegado del CONUP. Consistió en la extracción de
eucaliptos talados hace poco. Los trabajos se cumplieron en la zona que va a
ser utilizada de inmediato para el pabellón de las aulas comunes. De esta
manera se hizo una limpieza de las pistas de acceso a construirse. Los estudios
y elaboración de planos de la Ciudad Universitaria están encomendados al
Departamento Técnico de Diseño y Construcción del Programa de Arquitectura. Un
equipo de jóvenes profesionales bajo la dirección de arquitecto Carlos
Urdánegui son los responsables de la delicada labor” (189).
De tal hazaña,
una vez emprendida la acción, el 29 de noviembre de 1970, se expuso por vez
primera, la maqueta de la futura Ciudad Universitaria cuya descripción del
proyecto fue hecha por el Arq. Carlos Urdánegui Mesía, exalumno del Arq. Agurto
Calvo, quien apadrinó la ceremonia (226).
Las dos universidades: UNSCH y la UNCP
La comparación de ambos centros de estudios superiores, que a
continuación describimos, nos permitirá comprender las diferencias
cuantitativas y cualitativas que guiaron el desarrollo o atraso de cada una de
ellas, cuyo factor principal, considero, fue el componente ideológico y
político de la dirección.
La UNSCH es la segunda universidad creada en el Perú, de fundación
colonial y a pesar de haber sido recesada en varias ocasiones, mantiene su
presencia clásica en la cultura peruana. Por el contrario, la UNCP tiene
fundación reciente, fue particular y aún no logra insertarse excelentemente en
la conciencia cultural peruana.
La UNSCH fue reaperturada en 1957 por los sectores conservadores de la
sociedad huamanguina, comenzó a funcionar ordinariamente en 1959, pero su
dirección sería capturada, más adelante, por sectores progresistas. En la UNCP
ocurriría lo contrario, fue creada en 1959 por las luchas de los sectores
campesinos, sindicales y gremiales del departamento de Junín, es decir, por
sectores progresistas, sin embargo, desde su funcionamiento, la dirección fue
capturada por un partido servil a las clases conservadoras del Perú, el Apra.
La UNSCH es una de las pocas universidades que escapó al control del
Apra, si consideramos que en aquellas décadas el aprismo controlaba los
principales centros de educación superior como la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, Universidad Nacional de La Libertad de Trujillo, Universidad
Nacional Federico Villarreal, Universidad Nacional Faustino Sánchez Carrión,
además de cogobernar con las universidades católicas. La Universidad Nacional
del Centro del Perú no escapó de este control.
Los rectorados del Dr. Fernando Romero Pintado, Dr. Efraín Morote Best y
el Ing. Luis Alberto Gonzáles Carré, hicieron en poco tiempo que la UNSCH tenga
un prestigio nacional e internacional, debido a la dignidad, integridad y
autonomía con que se gobernó la institución. Por el contrario, el rectorado del
Dr. Javier Pulgar Vidal, Ing. Manuel Carranza y del CPC. Nilo Arroba Niño, sentaron
a la UNCP en la peor crisis moral, académica y administrativa de su historia,
al estar condicionados a los designios del Apra, los dos primeros renunciaron a
sus cargos y el tercero fue encarcelado. Así, los constantes problemas
conllevaron a que la UNCP sea intervenida, en esa década, en dos ocasiones, por el CIU y el CONUP,
presididas por Efraín Morote Best, rector de la UNSCH.
La UNSCH contó con profesores de renombre como Luis Guillermo Lumbreras,
César Guardia Mayorga, Efraín Morote Best, José Matos Mar, Julio Ramón Ribeyro,
Jorge Oswaldo Reynoso Díaz, Carlos Ivan Degregori, Antonio Cisneros, etc.,
además de profesores extranjeros. La UNCP tuvo como cúspide intelectual a
Javier Pulgar Vidal, Félix Huamán Cabrera, Carlos Villanes Cairo, Jaime Cerrón
Palomino. El gobierno de Adriel Osorio se caracterizó por haber logrado
convocar a docentes de la talla de Waldemar Espinoza Soriano, Ramiro Matos
Mendieta, Juan Ortiz Saybay, Bernardo Rea Ravello, Manuel Baquerizo Baldeón,
Juan Julio Quiñe y Sybila Arredondo de Arguedas (402). No se reportan
profesores extranjeros de relevancia.
La UNSCH, por iniciativa de sus autoridades, abrió sus puertas al
campesinado y artesanos, los incorporó a la institución, e hicieron suyos los
problemas sociales de su entorno, logrando tener una población étnica
particular a su región. Según Luis Guillermo Lumbreras: “hizo conocer a los ayacuchanos que era posible otra forma de mirar las
cosas” por lo cual fue acusada de comunista. Por el contrario, en la UNCP,
sus fundadores-propietarios, le despojaron toda representatividad campesina,
ignorando inclusive hasta en las cláusulas de su fundación a Elías Tácunan
Cahuana, propulsor indiscutible de la fundación de la Universidad Comunal. La
UNCP logró ser fuente de cultura gracias a la acción decidida de sus egresados
y no de sus autoridades, y por tal motivo, también fue acusada de comunista,
sufriendo la represión más cruenta en Latinoamérica.
El primer rector de la UNSCH fue el Dr. Fernando Romero Pintado, exmarino,
ferviente admirador de la escuela universitaria norteamericana y sin mayores
méritos intelectuales; sin embargo, supo adecuar la universidad a la realidad
de su área de influencia, creando la Facultad de Ingeniería Rural. El primer
rector de la UNCP fue un intelectual de renombre mundial, el Dr. Javier Pulgar
Vidal, quien había fundado universidades hasta en el extranjero, pero en la
práctica no tuvo mayor compromiso con las aspiraciones del campesinado del
departamento de Junín.
El gobierno rectoral de Efraín Morote Best creó la Escuela de Aplicación
Guamán Poma de Ayala como dependencia de la UNSCH y actualmente sigue
manteniendo un control estricto sobre ella para garantizar sus fines
académicos. La UNCP creó un sinnúmero de escuelas de aplicación en Junín, sin
embargo, todas escaparon a su control, debido a la pérdida de capacidad moral y
administrativa de sus autoridades para regentarlas, y en el extremo, la Escuela
de Aplicación de la UNCP, fue desaparecida.
La UNSCH tuvo una institucionalidad más sólida, siempre tuvo rectorados
elegidos en Asamblea Universitaria, excepto el primero que fue designado,
respaldados por normas orgánicas vigentes, y en ausencia del titular, el primer
sustituto asumía la función acorde a la ley universitaria. La UNCP tuvo una
institucionalidad muy frágil, sus tres primeros rectores fueron impuestos desde
las más altas esferas del gobierno, el Congreso de la República, dos de ellos
procedían de la Universidad de Trujillo, para no perder el control de la
institución se llegó a inventar el cargo de Encargado de la Rectoría, luego fue
intervenida y llegó a tener más de media década de comisiones de gobierno sin
rectorado.
El FER de la UNSCH fortaleció junto a sus autoridades universitarias su
institucionalidad, no fueron antagónicos en su propósito. El FER de la UNCP
tuvo que enfrentar constantemente a sus autoridades por la crisis moral,
administrativa, económica, etc., emprendiendo las heroicas marchas de
sacrificio, producto del cual la universidad se logró nacionalizar y
reorganizar.
La UNSCH luchó decididamente por su supervivencia ante el recorte de las
rentas por el gobierno belaundista y armó una estrategia en la cual, la
participación del pueblo fue esencial, llegando a conformar el primer Frente de
Defensa del Pueblo de Ayacucho, único en su género y constituyendo en la
actualidad un legado al pueblo peruano. La UNCP una vez fundada no se involucró
con las demandas sociales de Junín, no se plegó, ni fomentó la creación de
organizaciones sociales populares, como lo lideró en Ayacucho la UNSCH.
La UNSCH comprendió el postulado mariateguista que los problemas de la
educación universitaria no podían ser ajenos a los problemas de la educación
secundaria y primaria, por lo que entendieron la necesidad de formar un
sindicato único de profesores en la educación, creándose el SUTE-UNSCH, al
igual que en la Universidad La Cantuta, el SUTE-UNE. En la UNCP, desde su existencia,
aún se vive el divorcio entre el profesorado universitario y demás sectores del
magisterio.
En el proceso de categorización de las universidades (1969-1970),
fomentado por el gobierno militar, la UNSCH logró la categoría A, por el nivel
de sus docentes, las facultades funcionales a su región y por su residencia
estudiantil, pese a no tener una infraestructura moderna. La UNCP calificó como
categoría D, la más baja, pese a tener mejor infraestructura. Esto demostró la
superioridad dialéctica de lo cualitativo sobre lo cuantitativo. Luego ambas
universidades se involucraron luchando por la abolición del decreto, al considerarlo
discriminatorio.
La UNSCH se
hizo funcional a su región, creó facultades acorde a su realidad
socioeconómica, como Ingeniería Rural y Antropología, y por acuerdo de su
Consejo Universitario había decretado el ingreso libre en 1969, concediéndose
este derecho solamente a los colegios secundarios de la zona de influencia de
la universidad, es decir, a los departamentos de Huancavelica, Apurímac y
Ayacucho y que luego se extendería en los últimos años para los estudiantes que
concluyeran estudios en otros colegios nacionales. En la década del 70
ingresaron más de 2000 alumnos (216). En la UNCP el ingreso era, de alguna
manera, restringido y condicionado a ser militante o simpatizante aprista.
El área de
influencia académica de la UNSCH incluía al departamento de Junín, sin embargo,
el área de influencia de la UNCP no retribuía de manera equitativa al
departamento de Ayacucho, pues los factores que posibilitaron esta realidad
fueron la vivienda universitaria, la Facultad de Derecho y la dirección política
rectoral de la UNSCH, y como efecto de ello es la presencia de magistrados y
abogados de graduación huamanguina que ejercen su carrera en Huancayo, habiendo
llegado a neutralizar el poder judicial donde el Apra enquistó su militancia.
Por el contrario, la UNCP no fue enteramente funcional a su región, una prueba
de esta deficiencia es la iniciativa que tomaron otras universidades frente a
esta deficiencia, la instalación de una sede de la UNE La Cantuta en la
Comunidad Industrial de Muquiyauyo (Jauja), el 16 de diciembre de 1969, acerca
de lo cual el profesor y expresidente de la FEUNCP Fernando Romero Villanes
escribió: “La Universidad Nacional de San
Cristóbal de Huamanga en sus mejores épocas, y hoy la Universidad Nacional de
Educación Enrique Guzmán y Valle rompen la nefasta tradición y se irradian
cultural y científicamente. Ya no se espera que el pueblo venga a la
Universidad en busca de cultura y ciencia, sino es ella la que se acerca al
pueblo brindando todo lo positivo que posee” (115). La UNCP solamente se
proyectó socialmente a las comunidades en la educación secundaria.
Se debe
también a los abogados egresados de la UNSCH, en gran parte, la creación y
avances de la nueva Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la particular
Universidad Peruana Los Andes en Huancayo. En la UNCP, pese a que tres de sus
cuatro propietarios-fundadores eran abogados, aún está vetada la creación de
esta Facultad, por el temor a que se forjen abogados de tinte progresista y
puedan dotar de un soporte profesional a las clases marginadas, que podría ser
perjudicial a los intereses de los sectores conservadores.
La UNSCH no tenía filiales y por tanto, no desmerecía esfuerzos que
habitualmente se dedicaban a ellas. La UNCP mantuvo cuatro filiales creadas por
motivaciones políticas y económicas, las mismas que después de sus
contradicciones con su Alma Mater se independizaron. A la filial de Lima se le
reconoció inmediatamente como universidad, se le dieron todas las prerrogativas
dotándoseles facultades como Derecho, Medicina, entre otras y en el extremo se
le crearon condiciones para que el Apra lo regente como su patrimonio hasta la
actualidad.
Tanto la UNSCH y la UNCP recibían financiamiento y donaciones
procedentes del extranjero. La UNSCH supo invertir sus donaciones en
requerimientos académicos invitando docentes del extranjero y becando a los
suyos. La UNCP malversó los fondos en agasajos, financiamiento de campañas,
compra de una emisora local, etc., para los principales líderes apristas.
Ambas universidades, la UNSCH y la UNCP, ante el avance y orientación
progresista del alumnado y sus egresados, fueron amenazadas ideológicamente por
el clero, en complicidad con el rector sanmarquino Luis Alberto Sánchez, quien
patrocinó la fundación de la Universidad Pontificia de Ayacucho (1967) y la
Universidad Católica de Huancayo (1968), creándoseles un paralelismo con claros
fines políticos, pero las realidades socioeconómicas de estos pueblos hicieron
sucumbir las pretensiones clericales, siendo aquellos centros absorbidos por
las universidades nacionales y extinguidas hasta la actualidad. Pero la UNSCH
tuvo un enemigo acérrimo en el plano político que fue la iglesia católica, en
la persona de Juan Luis Cipriani Thorne, quien obligó al gobierno rectoral del
Ing. Pedro Villena Hidalgo a nombrarlo Profesor Honorario y avalar su
nombramiento como Arzobispo de Ayacucho, tras la renuncia del titular Monseñor Federico
Richter Prada.
La UNSCH no
fue intervenida ni sometida a procesos de reorganización administrativa o
académica y en las décadas convulsas de la violencia política interna nunca fue
intervenida oficialmente por el gobierno. La UNCP fue sometida a varios
procesos de reorganización académica y administrativa, dirigida, en ocasiones,
por dos federaciones estudiantiles y dos rectores. En épocas de la violencia
política interna, la UNCP fue intervenida en numerosas ocasiones, sus docentes
y alumnos fueron “fichados” por el ejército y finalmente, en el gobierno
fujimorista, fue ocupada con una base militar en su interior.
Tanto la UNSCH y la UNCP, fueron víctimas del fuego cruzado entre la
subversión (Sendero Luminoso y el MRTA) y el terrorismo de Estado (FFAA, FFPP,
Comando Paramilitar MATA, Rodrigo Franco, Escorpio y Colina). La UNSCH se
politizó mucho más que la UNCP, pero ésta última fue más duramente reprimida.
Según el Dr.
Ranulfo Cavero, en la UNSCH las ejecuciones extrajudiciales no fueron masivas,
pero sí selectivas, a diferencia de la UNCP. Contradecimos este punto al
mencionado antropólogo puesto que en la UNCP los asesinatos fueron tan
selectivos que lograron casi destruir facultades involucradas con las ciencias
sociales, al eliminar a la mayoría de sus docentes y haber deserción de los
restantes, y los alumnos, la FEUNCP, fueron sistemáticamente desaparecidos y
asesinados.
La represión
universitaria llegó hasta las más altas autoridades. En 1983, el general
Clemente Noel denunció por terrorismo al Dr. Efraín Morote Best, Ing. Enrique
Moya Bendezú y al Ing. José Díaz León, exrectores de la UNSCH. En la UNCP en 1990
se secuestró, torturó y asesinó al vicerrector académico Prof. Jaime Cerrón
Palomino. Estos actos conllevaron un mensaje claro a la comunidad universitaria
nacional, si pueden terminar con las autoridades universitarias, más fácil les
era con cualquier otro miembro.
Los docentes
asesinados selectivamente en la UNSCH fueron el biólogo Ciro Aramburú
Villanueva, Prof. Francisco Solier, Prof. Leonor Zamora y Fernando Colonio
(361). En la UNCP fueron asesinados Herminio Parra Rivera, Luis Aguilar Romaní,
Jaime Cerrón Palomino y Roberto Aguirre Palomino. La totalidad de estos
docentes tenían ideas progresistas comulgantes con la izquierda.
La presencia
de algunos senderistas en el comedor universitario, en la administración y en
la docencia, con responsabilidad individual, fue aprovechado por los medios de
comunicación local y nacional para crear los famosos “senderólogos” que
finalmente conllevaron a la satanización de estas dos casas superiores de
estudios (439). Tanto los huamanguinos, procedentes de la UNSCH y los
huancaínos, procedentes de la UNCP, fueron estigmatizados de subversivos,
difundiéndose este apelativo rápidamente a nivel nacional.
La UNSCH
sufrió cuantiosos daños materiales infringidos a sus bienes, centros
experimentales e infraestructura, inducidos por la represión y la subversión,
en la época de la violencia política, afectando seriamente la producción
técnica, científica y profesional (439). En la UNCP se dio el mismo fenómeno.
La UNCP pese a
ser una universidad relativamente nueva frente a la UNSCH, creó en 1990, en un
gobierno rectoral de izquierda, la Escuela de Post Grado y la Facultad de
Medicina, que le dieron un rumbo distinto en cuanto a su crecimiento académico.
La UNSCH recién en 1995 creó su Escuela de Post Grado, aún no tiene Facultad de
Medicina, pero desde hace tiempo cuenta con Facultad de Derecho, con la que aún
no cuenta la UNCP.
Ambas
universidades fueron sometidas a presiones del Gobierno para que las
asignaturas de Ciencias Sociales y Filosofía tuvieran sus horarios reducidos,
valieran menores créditos y tengan el futuro inexorable a su desaparición con
la finalidad de formar técnicos y no profesionales conscientes con proyección
social. En la UNCP el gobierno rectoral del Antrop. Rodolfo Vizcardo Arce a
finales de su mandato, en 1994, fue eliminando los cursos de Ciencias Sociales
y oficialmente fue instaurado en el gobierno del Ing. Esaú Caro Meza, pese a
que la UNCP adopta como slogan ser una institución humanística. En la UNSCH, en
1996, se daba el mismo fenómeno.
La UNSCH tiene
un historial de renuncias rectorales, muchas por amenazas. El Ing. Enrique Moya
Bendezú renunció a su cargo en 1982, faltando un año para culminar su mandato.
El Ing. José Castañeda Bazán dejó inconcluso su gobierno. El Prof. Virgilio
Galdo Gutiérrez renunció sorpresivamente a su cargo en 1990. Por el contrario,
en la UNCP, los gobiernos rectorales se aferraron al cargo y fueron expulsados
por la fuerza estudiantil, las mismas que concluyeron con los gobiernos del
Ing. Manuel Carranza, del CPC. Nilo Arroba Niño y del Ing. Esaú Caro Meza,
todos por delitos de alta corrupción.
Tanto en la
UNSCH como en la UNCP, las tres últimas generaciones transitaron las etapas
académica, clasista y postclasista del que han hecho referencia algunos autores
(434). La académica era la sedienta de conocimientos y del reencuentro con su
propia identidad y cultura. La clasista era la generación que luchaba por una
ideología liberadora al servicio del país. En esta etapa ambas universidades
perdieron su liderazgo regional, los egresados eran vistos, equivocadamente,
como posibles infiltrados subversivos. La actual postclasista solo está
interesada en el beneficio individual y profesional, en el mundo neoliberal de
la llamada competitividad.
Entrega no recuerdos, sino esperanzas
El gobierno
rectoral de Efraín Morote en la UNSCH, concluyó el 3 de julio de 1967, motivo
por el que pronunciara un discurso: “Los
que ya cumplimos nuestro deber; es la razón que volvamos al seno de nosotros
mismos, para retomar, después de tantas horas, al puesto que perdimos por la
urgencia de servir; para alcanzar el tiempo que nos ganó; para, desde un nuevo
sitio, luchar, en nueva forma, por los ideales auténticos de la Universidad
peruana, es decir, por la felicidad de los pobres del mundo, por el
advenimiento de una era de paz, justicia y libertad; por el destierro perpetuo
de la explotación, de la opresión, de la ignorancia, de la miseria. Dura tarea
deben cumplir quienes llegan. No tendrán día sin sombra, ni noche sin reposo.
Olvidarán, por largo tiempo, el concepto de descanso, las ternuras del hogar,
los sencillos deleites que obsequia la quieta contemplación de las cosas. Todo
lo que no sea Universidad quedará lejano, callado, vacío. Necesitarán fuerzas.
Las necesitarán todos los días. Las necesitarán para defender la Institución
cotidianamente amenazada por la brutalidad. Las necesitarán para sofocar sus
sentimientos, sus emociones, sus preferencias, sus impulsos. Las necesitarán
para seguir erguidos cuando desfallezca el cuerpo; para seguir impasibles
cuando los golpee la incomprensión, los apetitos, las voracidades, la
ingratitud. Será insensato pedirles tanta fortaleza en la soledad. Le ruego
señor Rector. Don Luis Alberto Gonzáles Carré, ocupar el sitio que ocupé desde
1962 y, desde allí, con la rectitud, la honradez y la eficacia que puso en sus
actos durante estos años, dirigir esta sesión solemne en la que una época que
termina entrega no recuerdos, sino esperanzas a la que empieza” (327).
Misión de la educación
En el prólogo del libro “Educación,
Criterio de Desarrollo Económico”, Morote manifiesta acerca de la educación
y el desarrollo, algo que la universidad peruana debe llevar bien claro a cada
instante que interactúe con la sociedad: “Los
graves problemas educativos actuales se mantendrán inalterables, e irán hacia
su empeoramiento, mientras el país sea lo que es: un infausto emporio de
miseria y del temor, en cuyo seno florecen la opulencia de una minoría
oligárquica nativa y el poder insolente del capital monopolista internacional,
aliados y protegidos, ambos, por una formidable – aunque, por ventura fugaz –
maquinaria forjada de falsedades, de chauvinismo y de violencia. La educación
orientada en el sentido de los verdaderos intereses del Hombre es, aunque a muchos
costará trabajo admitirlo, un subproducto del desarrollo económico; y el
desarrollo económico genuino no puede ser, como algunos predican, el incremento
de las fortunas privadas, de ningún modo bien habidas, sino la sabia aplicación
de una real justicia distributiva, en el seno de una sociedad entera, sobre la
riqueza que solo es posible acumular por el trabajo social” (326).
Finalmente, como una tarea para los hombres de universidad, Morote consideró:
“… Construir una Casa sin sitio para los
apetitos de poder, para las ansias de fortuna personal, para los compromisos
subrepticios, para las componendas ventajosas, para las compras y las ventas de
los hombres” (439).
Para concretar estas aspiraciones Morote sabía que era imprescindible el
concurso del pueblo, así, en una de sus últimas entrevistas, compromete al
pueblo a la misión que le corresponde como principal protagonista del cambio: “Hacer al Pueblo cada vez más consciente de
lo que con él, y en él, sucede, es una tarea de honor que debe cumplirse,
olvidando los peligros que trae consigo para los que la emprenden” (438).
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