Las marchas de sacrificio significaron una forma de
protesta agudizada en el país, máxima expresión de la lucha estudiantil en
aquel entonces. Quienes las realizaban eran conscientes de sus consecuencias
represivas, agotamiento físico, exposición climática (insolaciones), etc., pero
también conscientes de que era el único medio de reclamo apropiado en esas
condiciones.
Las marchas realizadas por los estudiantes se
orientan, en primer plano, a la nacionalización, a la lucha pro rentas y
finalmente, a la reorganización integral de la universidad. Los estudiantes
militantes y simpatizantes del Apra, salvo honrosas excepciones, jamás
participaron en estas luchas, por el contrario y conforme lo demostraremos,
constituyeron los primeros enemigos de esta gesta redentora del pueblo. Éstas
son las razones que me permiten sustentar con base la idea, que toda lucha
desatada en esta universidad no ha sido más que la lucha contra el aprismo.
Marcha al Congreso en 1961
La denominada Marcha al Congreso, hazaña realizada por
los estudiantes de la entonces Universidad Comunal del Centro del Perú, tuvo el
objetivo de lograr la nacionalización, en claro apoyo de la fuerza estudiantil
progresista a las acciones legales iniciadas por el diputado Dr. Alfredo
Sarmiento Espejo y otros parlamentarios. El 18 de noviembre de 1961 la FEUC
decidió en asamblea, apoyar las acciones legales por la nacionalización y
organizó la Marcha al Congreso. Así testifica un reporte periodístico: “Los alumnos de la Facultad de Educación
acordaron adherirse a la Marcha al Congreso para pedir la inmediata
nacionalización de la Universidad Comunal del Centro del Perú" (289). Esta y las otras
jornadas fueron marchas de verdad, de a pie. “Al final de quienes marchaban, había una camioneta que pertenecía a un
alumno de apellido Zárate Lazo y estaba encargada de repartir naranjas y agua.
Varias tiendas políticas participaron de la marcha, se podían encontrar algunos
apristas (FUR), demócratas cristianos (DC) y algunos populistas (AP), pero lo
abanderó el FER”, relata un testigo.
En esos instantes la universidad atravesaba una
transición de poderes estudiantiles y administrativos. Lo primero por un curso
natural y lo segundo por la crisis moral en que
estaba sumida la institución. La
FEUC estaba liderada por Fernando Romero Villanes y una semana más tarde
sería relevado por Julio Seminario Wensel, ambos miembros del FER. En plena
crisis universitaria se produce la renuncia del rector Dr. Javier Pulgar Vidal
(7 de noviembre de 1961) al haber perdido el apoyo partidario aprista ante su
posición con respecto a la reorganización y nacionalización. Pulgar fue
reemplazado por Manuel Carranza Márquez quien gozaba del apoyo partidario que
manejaba la universidad.
La Marcha al Congreso fue decisiva para que el gobierno
de Manuel Prado, debido a las presiones estudiantiles y populares,
nacionalizara la universidad.
Marcha de Sacrificio
en 1963
Una vez nacionalizada la universidad, la juventud
universitaria continúa escribiendo las páginas heroicas por lograr la reorganización
integral de la UNCP, pues tenía mejor coyuntura y más probabilidades de
materializarla. Para tal causa se realizaron las marchas de sacrificio en busca
de la defensa de las rentas, pero fundamentalmente por la moralización y
reorganización de la universidad. El gobierno de Fernando Belaúnde no tenía
mayoría en el Congreso de la República, el mismo que era manejado por el
aprismo. Para tener una idea, la coalición APRA-UNO le interpeló a Belaúnde
varios de sus ministros, llegando éste a nombrar 178 ministros en sus cinco
años de gobierno, es decir, predominaba el poder legislativo sobre el
ejecutivo, el poder del Apra sobre Belaúnde (312). Por esa razón Belaúnde
aceptaba firmar y no vetar leyes como la Ley Sánchez o la Ley Arroba, dadas en
su gobierno en 1967, prefirió sacrificar a las universidades antes de meterse
en problemas con el Apra.
Otro incidente importante a destacar es el boicot que
sufrió la Comisión Reorganizadora enviada por el CIU y presidida por el Dr.
Efraín Morote Best, rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de
Huamanga. Dicha comisión en una de sus conclusiones confirmó una malversación
de fondos de 700 mil soles (229). Morote fue blanco de muchos ataques y
calumnias, no contó con el apoyo de las autoridades universitarias como era de
esperarse, motivo por el que renunció a la presidencia de la comisión
interventora, frustrándose el primer intento serio de construir universidad.
Tal fue la corrupción, los fracasos de las comisiones
auditoras y reorganizadoras, y el desentendimiento de las autoridades
universitarias, que la FEUNCP decidió iniciar una nueva forma de lucha, aunque
anteriormente había tenido una experiencia previa con la Marcha al Congreso.
Rodolfo Vilca Abanto era el entonces presidente de la FEUNCP y la marcha a Lima
se inició el 11 de diciembre con 270 alumnos, mientras que otros debían iniciar
la huelga de hambre en Huancayo el mismo día. Del número inicial de alumnos,
por diversos motivos atravesaron los Andes solamente 103, acerca de este
acontecimiento un diario de la capital refiere el 20 de diciembre de 1963: “La marcha sobre Lima se realiza por 103
esforzados. El gesto de los jóvenes del Centro es admirable. Es una hazaña
física y moral impresionante. En verdad, trágica y sólo entendible, por el ostentoso
derroche de promesas las que al país se lo ha alucinado desde la mayoría de las
tiendas políticas” (113). El 23 de diciembre los estudiantes llegaron a
Lima y lograron entrar en contacto con el Parlamento (68), habían caminado doce
días.
Simultáneamente en la universidad, el partido aprista
mediante su organización estudiantil la UEU liderada por Ricardo Bohórquez,
hacía lo imposible para desprestigiar la marcha y quebrar la huelga que se
había iniciado en Huancayo, haciendo sendos llamados para el reinicio de las
clases dentro de dos días (5) y el 20 de marzo de 1964 el dirigente aprista
Américo Bonnett culpó al alumno Fernando Romero de haber recibido del rector
Manuel Carranza la suma de 30 mil soles para solventar la Marcha de Sacrificio
y que no había rendido cuentas (66).
Contra todos los pronósticos, la victoria de tales
marchas significó el arribo de diversas comisiones reorganizadoras que trajeron
como consecuencia la renuncia del rector Manuel Carranza Márquez antes de ser
condenado, pero en el fondo, solo habían logrado un cambio de fenómeno porque
en la esencia de la problemática, el Apra seguía gobernando y los intentos de
moralización continuaban fracasando, lo que conllevó a emprender nuevas
jornadas de lucha.
Marcha de Sacrificio
en 1965
Pese a la renuncia de Manuel Carranza, cinco meses
después de iniciada la Marcha de Sacrificio (iniciada en 1963 y concluida en
enero de 1964), los actos de corrupción continuaban y es más, eran peores,
ahora se delinquía con mayor impunidad. Ésto condujo a que el mes de junio del
año 1965 se dé inicio a una tercera marcha de sacrificio convocada por el
presidente de la FEUNCP Rodolfo Vilca, puesto que las elecciones estudiantiles
no se llegaron a realizar en la fecha prevista (mayo, 1965), debido a la
convulsión causada por la renuncia del rector y la ausencia de la totalidad del
alumnado que debía votar, los mismos que se encontraban en Lima en la
vanguardia. De lo mencionado respalda el comentario de la prensa nacional del
14 de junio de 1965: “108 estudiantes
universitarios reinician marcha a Lima para dar alcance a un contingente que ya
se encuentra en La Oroya” (72).
Como en la jornada anterior la estrategia consistió en
que los estudiantes más consecuentes y con mejores posibilidades físicas
emprendieran la marcha y quienes se quedaban en Huancayo inicien la huelga de
hambre indefinida.
El entonces alumno Gilberto Torpoco recuerda que se
aprestaba a distribuir naranjas a quienes se encontraban en el local
universitario tomado (calle Cuzco) y fue visto por un grupo de militantes
apristas que estaban atentos a lo que ocurría dentro. Esta actitud bastó para
ser expulsado de la universidad conjuntamente con los alumnos Rodríguez Gambiné
y Quintana. Algunos de ellos,
como Torpoco, regresaron gracias al movimiento estudiantil y otros como Gambiné
y Quintana, optaron por trasladarse a otras universidades, según refiere (363).
La inconsecuencia del
estudiantado aprista
La traición de los estudiantes apristas fue una
constante en estas jornadas de lucha, desmoralizando las marchas y boicoteando
las huelgas de hambre. Así lo demuestra un comunicado emitido el 5 de julio de
1965 por Ricardo Bohórquez, presidente de la UEU, donde dirige una Carta
Abierta al Presidente del Comité Coordinador de la FEUNCP en los términos
siguientes: “La llamada Marcha de
Sacrificio por la reorganización, que ha concluido sin pena ni gloria, ya que
el Señor Presidente de la República y el Ministro de Educación se negaron
terminantemente a recibir a los caminantes, a pesar de las presiones de los
dirigentes de la Federación Universitaria de San Marcos. No podía ser de otra manera,
ya que 40 alumnos en una Universidad que tiene 3000 poco o casi nada
representan. Usted miente maliciosamente tratando de desorientar al
estudiantado, cuando dice: la conquista de la reorganización está a punto de
concretarse, intervendrá el Consejo Inter Universitario. Usted señor Alvarado
lo mismo que sus compañeros Vilca y Cerrón no tienen nada que perder, son
egresados de la Universidad y se han vuelto a matricular, solo Uds. saben con
qué fines” (127).
Lo dicho por Bohórquez quedó desmentido ante la
historia, la prensa recogió los datos de que los caminantes fueron un número
considerable y que los estudiantes lograron el objetivo, logrando que el CIU
vuelva a intervenir la universidad mediante otra comisión reorganizadora
atendiendo a las deficiencias que habían suscitado el fracaso de las
anteriores, es decir, dotándolas de mejores facultades. Finalmente, la serie de
luchas concluiría con la renuncia del rector Nilo Arroba Niño, el protector de
Bohórquez.
La independización de
las filiales de la UNCP
Debemos considerar que en la década de 1960, el Apra
libraba una dura batalla en la Alma Mater de la naciente Universidad Comunal,
había tenido una gran derrota al haberse nacionalizado la institución en 1962
por obra del FER y necesitaba hacerse de un nuevo bastión con los mismos fines
que le indujo a facilitar la creación de la Universidad Comunal: formar
cuadros, contar con una cantera de juventud, oficializar el partido ante el
Estado y hacerse de economía, pero sin caer en los errores que habían
condicionado la pérdida del control total de la UNCP, es decir, necesitaban
hilar más fino. Una finalidad más que acompañó a las anteriores fue garantizar
a su prole la formación universitaria. Por esta razón la ex filial de Lima fue
dotada con facultades como Derecho, Medicina, Arquitectura, Ingeniería Civil,
etc., facultades con las que su Alma Mater, la UNCP, no contaría hasta hace
poco y algunas con las que aún no cuenta, como la Facultad de Derecho, y desde
aquel entonces los hijos de prominentes líderes apristas no han dejado de
formarse en sus claustros.
Bajo este último razonamiento se trama y facilita la
independización de la filial de Lima en 1962, la misma que ofrecía la Facultad de Administración Pública y Privada e
iniciara sus actividades en una casona alquilada en el Jr. Moquegua 262,
habiendo sido su primer examen de ingreso en agosto e iniciadas sus clases el
16 de septiembre de 1960. Es durante el gobierno del rector aprista
Manuel Carranza Márquez que logra su independencia, proclamada en una Sesión de
Consejo el 21 de enero de 1963, en Lima. Así, mediante acciones separatistas e
intereses políticos, que detallamos, se cristalizó su anhelo de autonomía, bajo
el control parlamentario de la coalición APRA-UNO, mediante Ley Nº 14692, del
30 de octubre de 1963 (201), en el gobierno de Fernando Belaúnde Terry y Javier
Arias Stella como encargado de Educación Pública.
Ante la proclamación de su independencia, el rector
Carranza Márquez, “lamentó” la crisis separatista, pudiendo advertirse esta
ambivalencia de sus declaraciones del 25 de enero de 1963: “Si la filial ha querido independizarse es
magnífico, pero debe sustentar su economía con sus propios ingresos”, y
justificó superficialmente el tema: “Por
ser limeños han considerado poco tolerable depender de una ciudad tan
progresista como Huancayo” (2). Claro que existía corrupción y malos
manejos de los fondos en la filial limeña, a lo cual Manuel Carranza hizo
referencia culpando a su vicerrector Oscar Herrera Marquis, el mismo que el 24 de mayo de 1964 se convertiría en
su primer rector. Pero, ¿quiénes estarían beneficiándose de la acción
separatista?, ¿quiénes obtendrían una ventaja política, económica y
administrativa?, ¿qué impedía a determinados grupos políticos no prosperar en
la Alma Mater? La respuesta la ha dado el tiempo, el aprismo estaba perdiendo
el poder en la UNCP, los gobiernos estudiantiles y el gremio docente rechazaban
el manejo administrativo sometido a intereses políticos, por lo que una
independización de la filial limeña les podría dotar de una universidad propia
al servicio del Apra, entonces se creó la Universidad Nacional Federico
Villareal, que hasta la actualidad
realiza sus actividades académicas, culturales y sobre todo, políticas, al
servicio del aprismo.
La filial de Huánuco de la UCCP inició
su funcionamiento en 1961 y fue la segunda filial de la UNCP independizada
durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry, mediante Ley No.14915
del 20 de febrero de 1964, creándose la Universidad Nacional Hermilio Valdizán.
Esta universidad, manejada por el Apra, en los primeros años de su
funcionamiento se prestó al fraude académico, titulando profesionales que
inicialmente resultaban reprobados en su universidad de origen. Por esta el 18
de septiembre de 1969, el CONUP prohibió que todo alumno que haya culminado sus
estudios en una universidad pueda graduarse en otra. La determinación fue
adoptada debido a que los estudiantes de la universidad de Huancayo, al término
de sus estudios, se graduaban en la universidad de Huánuco sin mayores trámites
(106).
La
filial de Cerro de Pasco de la UCCP comenzó a funcionar en abril de 1961, como
Universidad Comunal de Pasco, posteriormente el 23 de abril de 1965, durante el
primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry, se expidió la Ley Nº 15527 que la
independizó y creó la Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión, siendo su
sede principal en la ciudad de Cerro de Pasco, en la sierra central, a una
altitud de 4,318 m .s.n.m.
La filial de Huacho
inició su funcionamiento en 1960 con las facultades de Educación, Ciencias
Económicas y Pesquería; fue la última filial de la UNCP independizada por Ley
No.17358, del 31 de diciembre de 1968, durante el gobierno del general Juan
Velasco Alvarado. Esta filial fue una de las más polémicas que tuvo la UNCP, la
misma se regía por la Ley Nº 13417, al igual que las otras universidades, que
consagraron la autonomía de las facultades, de sus consejos universitarios y
decanos. Constituyó en algún momento un problema para el gobierno aprista de la
UNCP. Ante la renuncia del Dr. Javier Pulgar Vidal (noviembre, 1961), era
lógico que para elegir al nuevo rector deberían concurrir a la Asamblea
Universitaria con sus tres decanos, tres profesores y tres delegados
estudiantiles, pero éstos fueron sistemáticamente ignorados, y a sus espaldas,
los catedráticos de Huancayo, bajo las órdenes de Prialé y del contador Nilo
Arroba, aprobaron un Estatuto que se adecuaba a sus intereses y eligieron al
Ing. Manuel Carranza Márquez, para el cargo de rector (192). El Ing. Luis
Felipe Ricci Bohórquez fue uno de los profesores de la filial que tenía mayor
ambición de ser rector. Ricci en el año 1961 fue catedrático en la UNMSM, luego
se insertó en la lucha por crear la Universidad Nacional San Luis de Gonzaga de
Ica, en la cual finalmente no fue admitido, después de esta desastrosa
experiencia fue a parar a la filial de Huacho de la UNCP y no era militante
aprista. Éstas eran las motivaciones por las cuales Ricci condicionó la actitud
separatista de la filial, tratando de ponerle varios nombres a la misma como:
Universidad Nacional del Litoral, Universidad Nacional de Huacho, Universidad
Filial Huacho y por último, Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión,
e ilegalmente Ricci se había declarado su rector.
Ante el peligro de perder el control de la filial de
Huacho, los apristas pusieron a andar toda una maquinaria orientada a
garantizar su poder. Un volante del FER denuncia el hecho: “… No conforme con todos estos
escandalosos atropellos, los apristas pusieron en funciones todo un plan para
capturar las Facultades de Huacho. Primero, empezaron a cobrar íntegramente las
partidas que correspondían a Huacho desde 1962. Y ahora, pretenden instalar la
llamada Filial de Huacho, Futura Universidad Nacional José Faustino Sánchez
Carrión, matriculando a todos los jalados de Lima y vagabundos de la ciudad… El
pueblo de Huacho ha repudiado reiteradamente los manejos e intrigas de los
apristas. La Federación Universitaria de Huacho y sus legítimas autoridades
permanecen unidas con la firme adhesión de toda la ciudadanía y han pedido la
independencia de su Universidad. En enero de 1966, con más de 30 mil adhesiones
de la provincia de Chancay, presentaron un proyecto de ley en ese sentido… pero
la reacción de los apristas no se ha hecho esperar. Primero, introdujeron un
“artículo transitorio” que aseguraba sus intereses. Luego, retrocedieron, ante
las manifestaciones populares y estudiantiles de protesta. Pero el 16 de junio
de 1966, los usurpadores de la Universidad de Huancayo, “nombraron”
catedráticos, “Consejos de Facultad” y hasta “Consejo Universitario” para la
filial con elementos tachados en Huacho por incompetentes e indeseables. A la
cabeza de ellos se hallaba el individuo Alejandro Medina Valderrama… Este ex
militar es uno de los responsables de la apropiación de más de un millón de
soles de los estudiantes… esta maniobra es la que trata de consagrar el famoso
“artículo transitorio”… Sometida a todos estos ataques, la situación de la
auténtica Universidad de Huacho es grave. Sus autoridades y catedráticos se
encuentran impagos desde julio del año pasado; sus locales son objeto de juicio
de desahucio por falta de pago. Pero sus 1200 estudiantes y sus 68 catedráticos
están dispuestos a mantener sus legítimas posiciones y a defender los derechos
de la Universidad atropellada. Para ello, cuentan con el respaldo de todo el
estudiantado del país. La infamia y la prepotencia no pasarán.” (192).
Como consecuencia de estas actividades, la Asamblea
Universitaria, del 14 al 21 de junio de 1965, resolvió que: “Por mandato de la Ley y de sus Estatutos, la
UNCP, no tiene intervención alguna en la administración en lo que se refiere a
los libramientos de la que fuera su Filial, no participa en la administración
económica ni académica. Tampoco interviene en el nombramiento de su personal
docente y administrativo ni en sus exámenes de admisión. Por lo expuesto, el
Consejo Universitario acuerda desligarse totalmente de la Filial de Huacho”.
Continúa: “Considerando que la ciudadanía
de la provincia de Chancay requiere de un Centro de Cultura Superior que se
gobierne con completa autonomía, el Consejo Universitario de la UNCP, reitera
su pedido al Parlamento Nacional a fin de que se apruebe en el más breve plazo
posible la ley que permita un funcionamiento normal de la nueva Universidad
Faustino Sánchez Carrión. Firmado Gustavo Sanz Túpac Yupanqui. – Secretario
General de la UNCP” (252). En realidad el aprismo, que dominaba el
Parlamento, no tenía la intención de independizarla por el momento, ya que no
contaban con el control total de la institución como en la UNFV, sino someterla
al control desde Huancayo. Así, el 2 de abril de 1966, la filial fue recesada
por el espacio de un mes, mediante Resolución del Consejo Universitario de la
UNCP, declarándola en estado de reorganización. Dicha comisión estuvo integrada
por el Dr. Joaquín Chivílchez Chávez, Dr. Max Avencio Nuñez Palacios, Dr.
Oswaldo Más Guzmán, Dr. José Bravo Gurt y el Ing. Eugenio Tejada Rodríguez. En
el mismo comunicado se expulsa al Ing. Ricci Bohórquez de la filial Huacho por
usurpación de funciones (161). Quien decretó el receso y la reorganización, fue
un Consejo Universitario manejado por Nilo Arroba, por consiguiente, la dirección
máxima de la comisión reorganizadora tuvo la misma orientación política, pero
el alumnado y los docentes se opusieron a la reorganización aprista y es por
ello que el 19 de agosto de 1966 el secretario general de la UNCP, Gustavo
Sanz, declaró a la prensa: “Están
recurriendo a procedimientos delictivos con la intención de alterar el orden,
motivo por el cual se dirigirá a los tribunales de justicia a fin de que sobre
dichas personas recaiga la acción de ley” (154).
Cuando el rector Arroba Niño se encontraba muy
cuestionado y con problemas legales que hacían inminente su renuncia al
cargo, Ricci Bohórquez, en su afán de
ser rector de la UNCP, publica el sustento de su pretensión en un diario
capitalino: “En ejercicio del Rectorado,
representante legal de la Universidad Nacional del Centro del Perú, acorde con
lo dispuesto en el artículo treinta y dos de los Estatutos que textualmente
ordena: “A falta de Rector y Vicerrector ejerce las funciones de Rector el
Decano Titular, Catedrático Principal, con más años de docencia universitaria”,
y cita para el 18 de julio de 1967 en el Hotel de Turistas a todos los decanos
y demás estamentos para legitimarse (160). Evidentemente, el rectorado no fue
reconocido por las autoridades de la sede principal, lo cual terminó en el
abandono de Huancayo por parte de Ricci. A ésto se sumaron, el 10 de octubre de
1968, los Centros Federados de las facultades de Educación, Ciencias Económicas
y Pesquería, quienes declararon “apócrifa” a la universidad y no reconocieron
ningún escrito que exhiba a Ricci como rector (147).
Días antes de la independización de la filial de
Huacho, el 22 de diciembre de 1968, Ricci Bohórquez, su “rector”, denunció a
Alejandro Medina Valderrama como el operador político que había sido designado
como presidente de un “seudo Consejo
Universitario” que el gobierno aprista había instalado a base de una
documentación fraguada en Huancayo por obra del rector Nilo Arroba Niño (43).
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