martes, mayo 05, 2015

CAPÍTULO X: LA COMPLICIDAD DE RAMIRO PRIALÉ (Libro del Dr. Vladimir Cerrón Rojas)



Este capítulo tiene un fin, poner en real medida el mito Prialé, ese gran conductor de algunas masas populares, hijo predilecto de Huancayo, hombre sacrificado, desinteresado y propulsor de la Ley Nº 14700, versus el digitador que promovió, impulsó, dejó hacer y dejó pasar tanta corrupción en la UNCP, concluyendo su accionar en una clara traición a las aspiraciones del campesinado y estudiantado universitario de nuestra región.

Ramiro Prialé nació en Huancayo el 6 de enero de 1904, líder indiscutible del Apra a quien representó en cinco oportunidades como senador de la República (1945-1962-1963-1980-1985), presidente en dos ocasiones de la Cámara de Senadores, miembro de la Asamblea Constituyente (1978) y presidente de la Comisión de Presupuesto en el Senado. Estos cargos le facilitaron la promulgación de leyes, desde denominar Benemérita a la ex Guardia Civil (Ley 15605) hasta la creación de la Corporación de Energía Eléctrica del Mantaro (Ley 13769) (344).

Conversar sí es pactar

Prialé es considerado como el mejor negociador político que tuvo el Apra y que posiblemente no lo vuelvan a tener. Fue el artífice de armar el “gobierno de la convivencia” con Manuel Prado Ugarteche y usufructuar de él, contradiciendo su frase célebre: “conversar no es pactar” (345). Ricardo Bohórquez afirma acerca de este acontecimiento: “Ramiro fue convocado por Prado… Ambos lograron finalmente un acuerdo. Todo se desarrolló en el más absoluto secreto. Manuel Prado prometió: formalmente, el reconocimiento de todos los derechos del PAP… la consigna aprista: Manuel Prado era el candidato… Además su instinto le decía que el Presidente Prado era una fórmula de convivencia” (391). Este es el clima que le permite al aprismo ser intermediario para la fundación, y posterior usurpación, de la entonces Universidad Comunal del Perú.

La conducta y estrategia que emplearon con Prado se repite con Odría. Así lo da a entender el mismo Bohórquez acerca de Prialé: “En este período cumple una descollante actuación parlamentaria. Propicia y es el gestor de la coalición con la Unión Nacional Odriísta” (391).

Evidentemente, la figura de Prialé recuerda méritos ganados, sufrió persecución, carcelería y destierro a Panamá. La famosa Ley Nº 14700 garantizó la creación de obras de envergadura como el estadio de Huancayo, Coliseo Wanka, Centro Cívico, Municipio de Huancayo, templo La Inmaculada, estadio de Jauja y el mercado Modelo. A esta ley se le bautizó con nombre propio, sin embargo, nunca se dijo que se elaboró con ideas aportadas de las demandas comunales y que Prialé solamente fue un facilitador desde el puesto que ocupaba en el Senado. Esta última afirmación es sustentada por el dirigente campesino Raúl Aliaga Saltachín, quien se encuentra realizando una investigación al respecto.

Sus adeptos y más fieles defensores como Julio Vargas Cajahuanca, Apolinario Mayta Inga, Luis Solórzano Talaverano y César Véliz Mendoza, entre otros, en el afán de su resguardo, sacan a relucir las innumerables leyes de Ramiro Prialé (como la rayada 14700), sin considerar que, para alguien que estuvo casi cuarto de siglo en el poder y haber sido presidente de la Comisión de Presupuesto Congresal (346), sería lo menos que pudo haber hecho. Pero, existe una particularidad adrede en todas sus marcadas defensas, hablan de todo menos de su negra historia en la UNCP que nos corresponde hacer presente.

Apropiación de la Universidad Comunal

Es necesario denunciar cómo es que Ramiro Prialé trató de apoderarse de la entonces Universidad Comunal del Centro del Perú. En anteriores capítulos, muchas pruebas hemos dilucidado al respecto, pero creemos que la Carta Abierta de la FEUNCP al Senador por Junìn Don Ramiro Prialé Prialé del 27 de abril de 1965, evidencia categóricamente las reales motivaciones de una personalidad interesada en el poder y la propiedad: “Señor Don Ramiro Prialé, Senador por el Departamento de Junín. Ciudad… El Departamento de Junín anheló vivamente, durante muchos años, poseer una Universidad. De este anhelo participaron, no sólo los ciudadanos de la clase media de Huancayo o de otras ciudades, sino que los propios campesinos creyeron que la presencia de la Universidad soñada, sería un instrumento eficaz de su redención. Tras la larga espera consiguieron su propósito y Ud. Sr. Senador, intervino en la realización del propósito, aun cuando torciendo las esperanzas de su pueblo y ordenando las cosas en su propio beneficio. Hizo Ud. la fundación de la Universidad Comunal del Centro del Perú, como una propiedad privada, susceptible, no solo de darle beneficios económicos a Ud. mismo, sino de transmitir tales ventajas a sus descendientes. La escritura pública de “Asociación Civil, sin espíritu de lucro” que Ud. firmó ante el Notario Público Marino Lahura, en compañía de los señores Javier Pulgar Vidal, César Solís Rojas, y Jesús Véliz Lizárraga, será, por siempre, uno de los más tristes documentos de la historia universitaria del País. Se sirvió de la fe de su propio pueblo para trabajar contra él. Utilizó la esperanza de los campesinos, de las autoridades comunales, de los sindicatos de trabajadores y hasta de las autoridades de los núcleos pequeños y llenos de confianza, en provecho propio. La segunda cláusula de la escritura es una demostración indiscutible de cómo se utilizó a los confiados miembros de la Comunidad. Se les habla de “impartir educación e instrucción científica y técnica en el nivel universitario y en los niveles inferiores si fuera necesario para conseguir a plenitud la formación universitaria; realizar investigaciones científicas, técnicas por los métodos más avanzados y modernos; contribuir al desarrollo comunal; prestar asesoría científica y técnica al Estado, a las Comunidades tradicionales del País, a las Municipalidades, a los Sindicatos, a las Empresas; realizar tareas y organizar empresas creadoras de riquezas”. La única empresa creadora de riqueza para Ud. fue, doloroso es decirlo, la propia Universidad. Las multitudes que entonces confiaban en sus palabras, desfilaron jubilosas en esa fecha tan memorable como triste de la historia de Huancayo. La Universidad Comunal inició sus funciones. Cientos de jóvenes tan llenos de confianza como los ciudadanos, ingresaron a la nueva Universidad y a poco, comprobando, por sí mismos, la falsedad de las promesas iniciaron el duro trabajo tendiente a conseguir la nacionalización. Ud., que había encontrado un eficaz instrumento de sus intereses privados en la Universidad, puso todos los obstáculos posibles para la mencionada nacionalización, actuando en forma indirecta. Los jóvenes pensábamos que el paso de la Universidad Comunal al dominio del Estado, constituía una salvación frente al caos, al desgobierno, a la anarquía a la codicia, a la politiquería de que habíamos sido víctimas. La Universidad se nacionalizó a pesar suyo y de Ud. una vez más interesado en seguir manteniendo el dominio de nuestra Casa de Estudios, esta vez no solo ya por finalidades económicas, sino eminentemente políticas, hizo todos los esfuerzos para introducir en la Institución un grupo de personas políticamente incondicionales, con el objeto de que ellas secundaran sus propósitos y pusieran a la Universidad Nacional del Centro del Perú, de rodillas, frente a un partido político de la más oscilante trayectoria. Las autoridades y los profesores cuyo ingreso auspició Ud. demostraron una vez más, que no se hallaban a la altura de su misión. Sobrevino, de nuevo, el desgobierno, la anarquía, la deshonestidad. Evidencia de este estado, para tomar un solo ejemplo, es el dictamen de la Policía Fiscal, emitido en 1963, dictamen que demuestra, sin lugar a dudas, las gravísimas condiciones de desorganización en que vivían la Universidad nacionalizada. Hubo necesidad de proceder a la reorganización (a una nueva reorganización, fuera de las muchas de las que ya había sido objeto la Universidad). Los estudiantes, siempre los estudiantes, y solo ellos, interesados en la buena marcha de la Institución y respetuosos de las esperanzas del pueblo, comenzamos la lucha para esa nueva reorganización. Ud., de nuevo Ud., se interpuso en este camino de la salvación y, mediante múltiples viajes a Huancayo, organizó las cosas de modo que la Universidad continuara al servicio de su partido. No le importó nada el porvenir de la Institución, no se interesó por el futuro de su propio pueblo. Simplemente, creó un aparato de servidores que pudiera satisfacer apetitos. Las expectativas de todos los estudiantes del Perú (que se habían declarado en huelga general, pidiendo la reorganización), el acuerdo del Consejo Universitario (que había ordenado la reorganización total y completa), la ayuda del Consejo Inter Universitario, todo se vio interferido por su acción. Las más elementales normas de la Ley, vigentes, sobre las Universidades, se vieron torcidas, violadas. Se llegó hasta el extremo de encargar el Rectorado a una persona, sin los requisitos legales: cosa semejante se hizo con algunos de los Decanatos. Se concedió a los profesores beneficios cuantiosos, negando a la propia Institución las más elementales comodidades y perspectivas. La carta que dirigió el Dr. Efraín Morote, Presidente de la Comisión Coordinadora de la Reorganización de la UNCP al hacer renuncia de su cargo, por encontrar la Universidad sin capacidad para transformarse positivamente, constituye un documento de gran importancia, tanto por las acusaciones que contiene, como porque las autoridades que estaban obligadas a hacerlo, no levantaron nunca los cargos y se limitaron a publicar un comunicado que, ciertamente, es una nueva acusación para los mismos firmantes. Hemos llegado al mes de abril, de 1965. La Universidad del Centro se aproxima, así, al sexto año de su vía crucis. Ud., en su calidad de Senador por el Departamento y aprovechando el bullicio de la feria, se ha presentado aquí y ha merecido homenajes, aplausos y seguramente nuevas promesas de lealtad de sus servidores partidarios en el Claustro Huanca. Parece conveniente olvidar el pasado. Olvidar hasta la escritura de formación de la Universidad Comunal, olvidar su intervención cotidiana en los asuntos universitarios y recordar, solamente, que Ud., es un Representante al Congreso de la República, que se ha venido interesando por realizar obras públicas de diversa naturaleza, beneficios materiales que, al fin son fugaces. Ya que tiene Ud., el poder de hacerlo, borre con el futuro los males que causó el pasado. Deje de utilizar la Universidad de Huancayo como un apéndice del partido político. Deje de utilizarla como un instrumento de propaganda. Deje de servirse de ella para conseguir prestigio personal. Deje de convertir a la Universidad del Centro de una parte de la feria de diversiones. Recuerde que fue profesor y pida a sus obsecuentes servidores que están en el Consejo Universitario, que respeten la ley, que dejen los cargos que desempeñan ilegalmente que dejen de tildar a todos los verdaderos universitarios como “políticos extremistas”, que dejen de convertir la Universidad en una agencia partidaria de empleos. Haga Ud. lo posible para que la Universidad del Centro sea una Universidad. Si estos pedidos son satisfechos (y es posible satisfacerlos si tenemos en cuenta su poder político) Huancayo le agradecerá. Si no fuera así, tras las satisfacciones pasajeras que la vanidad encuentra, las generaciones futuras condenarán su acción y no podrán recordar siquiera los beneficios materiales que viene consiguiendo. El futuro nos pertenece. Le hablamos en nombre del futuro” (250).
   
Presidencia y alcaldía

La Revista de Actualidades Panoramas, del mes de marzo de 1967, publicó un reportaje en la que sometió a un cuestionario de 10 preguntas a los entonces secretarios generales del Apra y Acción Popular, Félix Moscoso Calle y Heráclides Balbín Huamán, respectivamente. De ésta se desprenden dos interrogantes al Dr. Balbín con respecto a Prialé:

·         El Dr. Hermógenes Casaverde, hasta por dos oportunidades ha lanzado la candidatura del Sr. Ramiro Prialé, a la Presidencia de la República. ¿Qué opinión le merece este hecho?
·         Se dice que la Coalición (APRA-UNO) ganó las elecciones municipales del año pasado por el aval otorgado por el senador Prialé. ¿Qué dice usted al respecto?

Su respuesta con respecto a la primera fue: “No creo que el Sr. Prialé sea el candidato del Apra a la Presidencia seguramente fue una lisonja del Dr. Casaverde, porque en el Apra no mandan las bases, se hace lo que dispone el jefe y como éste sigue aspirando a la Presidencia desde hace más de 30 años, no va a dejar de postular nuevamente el 69. Respecto a la segunda interrogante: “En efecto hay un buen porcentaje de verdad en que el señor Prialé avaló la candidatura del Dr. Ortega, pues aquel repartía dinero del presupuesto general – para obras públicas – también más dinero de las iniciativas parlamentarias. Pero el triunfo del médico Ortega tiene muchas causas: la falta de obras públicas del concejo anterior, la falta de voluntad de trabajo de los populistas, la mala dirección de la campaña, el descuido total del comité departamental anterior, la enorme colaboración económica de la Universidad del Centro…” (383). Según Balbín, la UNCP malversó los fondos para sostener una campaña política en busca de la alcaldía de Huancayo.

Ley Arroba: atentado contra la UNCP

La triste y célebre Ley Nº 16578, conocida como la Ley Arroba, que Ramiro Prialé en complicidad con el presidente del Senado Luis Alberto Sánchez y la Unión Nacional Odriísta hizo aprobar en ambas cámaras el 6 de junio de 1967, perjudicando académica, económica, administrativa y moralmente a la UNCP, no es más que una muestra de cómo el Apra, utilizando el Parlamento, adecua las leyes a su propósito partidario y a sus militantes.

El senador Ramiro Prialé, protector del señor Arroba, consiguió una ley por la cual se reformaba la Ley 15055 (Ley Sánchez, dada para hacer rector de la Universidad de San Marcos al senador Dr. Luis Alberto Sánchez), en el sentido de que estando ejerciendo (Arroba) la rectoría, podría postular al cargo titular en elecciones (114). Así el 6 de junio de 1967, Fernando Belaúnde Terry promulgó la propuesta del Congreso de la República de una ley que tenía nombre propio: “Las Universidades que cuenten con menos de diez años de funcionamiento podrán elegir o reelegir rector y vice-rector a los catedráticos que estén desempeñando estos cargos o que no tengan el tiempo de servicio que señala el artículo 14 de la Ley 13417. Casa del Congreso, firmado por Luis Alberto Sánchez, Antonio Monsalve Morante, Teodoro Balarezo Lizarburu y Oscar Eduardo Carvajal Soto” (155). Esta práctica también fue puesta en evidencia por las revistas Reportajes y Pulso, de los años 1965 y 1969, respectivamente, denunciando la injerencia directa de Prialé en la UNCP, publicando en sus portadas: “Universitarios de Huancayo emplazan al senador por Junín, Ramiro Prialé”, “Se dice que Arroba Niño tiene el apoyo del senador Prialé”, “Prialé el gran responsable del caos en la Universidad Nacional del Centro”, “Esta Universidad, Arroba y sus secuaces no son más que instrumentos” (430).

Puesto Arroba por el Apra, debía responder sumisamente a sus intereses. Acerca de este argumento, Ricardo Bohórquez pone en evidencia la gran influencia de la relación Arroba-Prialé, mencionando: “Mientras tanto en Huancayo, la Universidad Nacional del Centro del Perú, bajo conducción del rector Nilo Arroba Niño desarrolla una notable labor académica y cultural, recibiendo el apoyo permanente del senador Ramiro Prialé” (391).

Esta maniobra es puesta en mayor evidencia por el semanario El Tiempo quien denunció oportunamente lo siguiente: “Cuando pasó a ser Universidad nacional, el gobierno de entonces que era apoyado por el Apra, no se interesó mayormente en el funcionamiento, ni quienes tuvieron a su cargo la organización se interesaron tampoco por darle a ese Centro de Estudios la seriedad del caso. La Universidad nacional inició sus actividades bajo el nefasto signo de la política partidarista. Encontraron sitio profesores sin requisito legal, empleados de carente idoneidad, alumnos, en su mayoría, sin suficiente preparación y muchos portando como única prueba de capacidad sus carnés de filiación. En 1964 se produjo la renuncia del rector titular. Al no haber vicerrector, el consejo universitario conformado en su gran mayoría por elementos del mismo partido encargó la rectoría a quien carecía de años de docencia y de título académico. La palabra Encargado no figura en la Ley ni en el Estatuto Universitario. La violación a la Ley era flagrante. Hasta 1967 en que se convocó a elecciones para rector, el encargado Señor Nilo Arroba Niño, se había afianzado mediante el uso del poder político. Era evidente que Arroba Niño como buen militante, no actuaba con decisión propia, sino por indicación de su partido. Lo que sucedía en la Universidad, en consecuencia, no era de responsabilidad individual de Arroba, ni siquiera del Consejo Universitario domesticado y accesible, aunque ambos tengan responsabilidad legal, sino del partido aprista que ha permitido y ha alentado todos los actos del rector, como lo prueba el hecho de que ahora lo defiende. Vencido el período del “encargado” de la rectoría, la Universidad tenía que asumir al rector titular. El partido aprista no tenía otro candidato que el mismo encargado señor Arroba Niño, el inconveniente, no obstante era de carácter legal. A esa fecha, Arroba no tenia sino cinco años de docente universitario legalmente reconocido y carecía de título académico. Pero aparte de este impedimento existía una ley reciente dado por el Parlamento coalicionista a favor del Senador Luis Alberto Sánchez. La Ley Universitaria decía que quienes hayan ocupado la rectoría para completar el período del rector titular renunciante, podía presentar su candidatura. Por entonces era rector de San Marcos el Dr. Mauricio San Martín, quien se acogía a la Ley para presentar su candidatura a la rectoría, pues ocupaba el cargo por renuncia del titular, el mismo Luis Alberto Sánchez que salió elegido Senador. El Parlamento dio la llamada Ley Sánchez, que permitió a Luis Alberto ocupar nuevamente la rectoría de San Marcos. Pero dio la casualidad de que esta Ley afectaba los intereses políticos del Apra en Huancayo, porque no podía presentarse ni menos ser elegido el Señor Nilo Arroba Niño. Entonces el Senador Ramiro Prialé, que a través de su gestión parlamentaria recuperaba para su partido fuerza electoral y lograba el control de una serie de entidades públicas y privadas, presentó un proyecto que enmendaba la ley Sánchez. El proyecto se aprobó en 24 horas en ambas cámaras. Esta nueva ley, llamada “Ley Arroba”, si bien permitía al rector “encargado” ser elegido para un período completo, no anulaba los artículos de la Ley Universitaria que exigía para cargo de rector el título académico, es decir, Doctor, y el que exigía un mínimo de 10 años de docencia universitaria. Hay que advertir cómo el Parlamento coalicionista no siempre, muy poco, actuaba en beneficio del país. Y cómo violaba la Constitución del Estado que dice que no pueden darse leyes de beneficio individual, sino de interés colectivo. Con la “Ley Arroba” y seguro del triunfo se convoca a elecciones para elegir rector. La convocatoria se hace con doce días de anticipación y no con 90 como disponen los Estatutos. A estas alturas comienzan las violaciones de la Ley Universitaria y del Estatuto Interno. Hay dos candidatos: Arroba Niño y Mauricio Arriola Grande, ambos del mismo partido, Arriola tampoco tiene diez años de docencia aunque se dice que tiene el grado de Doctor. Pero, el partido aprista sostiene la candidatura de Arroba y Arriola está a punto de ser sometido a disciplina y de ser expulsado del Apra. Gana Arroba sin tener el grado de Doctor y sin tener los diez años de docencia reconocidos. Las violaciones de la ley son pues flagrantes. Estas actitudes tenían que crear desconfianza en la ciudadanía, tenían que formar una fuerte reacción en el estudiantado y causar una repulsa general. Después del triunfo, la Universidad del Centro se politiza aún más. A nivel rectoral se manejan muchos proyectos y numerosos pliegos de inversiones y gastos. Funciona a ese nivel una oficina denominada  “Desarrollo Comunal” y que en la práctica no tiene otra finalidad que hacer campaña proselitista. Se movilizan grandes masas de campesinos con pasajes y alimentación pagados. Se organizan grandes recepciones, desfiles, pachamancas, coloquios, serenatas y con despliegue de publicidad para todo dar, es decir a todo costo pagada. Al mismo tiempo, se ejerce un estricto control para el ingreso de postulantes. Nadie que no tenga un carné del partido aprista ingresa. Los postulantes se inscriben, pero muchos de ellos solamente para lograr el ingreso y no para seguir como incondicionales. El rector logra controlar la FEUNCP, pero como es a costa de un triunfo discutido, en 1968 se ejerce mayor cuidado en el ingreso, se chequea bien a los postulantes, pero aún así, gana las elecciones el sector de oposición. Estadísticamente el Apra tenía la mayoría del estudiantado, pero como las elecciones son secretas, se nota la reacción contraria de la mayoría estudiantil. Se hacen seis recuentos de los votos y a la séptima gana la lista aprista, quitándole el triunfo a la oposición. Desde entonces el malestar se agrava en la Universidad. Nadie puede negar que no hay actividad partidarista en la Universidad. Por el contrario, son tan públicas la actitud que la Universidad se presenta como baluarte del Apra. Con el cambio de gobierno las cosas cambian. La oposición reacciona y se lanza a la batalla para enmendar los rumbos equivocados, que imprimieron el Rector y las demás autoridades universitarias. Se producen las denuncias y luego se forma el Comité Pro Reorganización. No es mucho  lo que hace este comité, pero ha bastado su aparición para que la Universidad se intranquilice. El rector y las autoridades responsables reaccionan violentamente. El comité dice que no intervendrá en la reorganización, porque no sería legal, pero acogiendo el clamor público pide la reorganización y presenta una demanda judicial. El caos dentro de la Universidad es tan evidente que el rector y el Consejo Universitario no pueden seguir ocultándolo. Para tranquilizar la reacción, el consejo nombra una Comisión Reorganizadora integrada en su mayoría por los mismos que violaron la ley y se consideran responsables de la grave situación. Por último, el ingeniero Julio Quiñe, uno de los maestros más capacitados y distinguidos que siempre ha salido perjudicado, en uso de sus derechos ciudadanos que ampara las leyes de la nación, presenta una denuncia por abuso de autoridad, contra el rector y el juez ordena su detención” (217).

Estas malas artes para lograr el rectorado, mediante la argucia leguleyesca, son nuevamente evidenciadas en las últimas elecciones del 2009 para elegir rector y vicerrectores de la UNCP, donde  la mayoría del Comité Electoral Universitario habilitó al Ing. Randolf Loayza Guevara, candidato del Apra, como candidato a rector sin ostentar los grados académicos de magíster o doctor, algo que obliga la ley universitaria vigente. Para atenuar este escándalo habilitaron a otro candidato nada potencial, al Lic. Carlos Gamboa del Carpio, que no tenía grado de Doctor y así quedase expedito el candidato aprista.

Luis Alberto Sánchez y Ramiro Prialé. El primero fue beneficiado por el Parlamento con la Ley Sánchez, la que le permitió ser senador y rector de la UNMSM. El segundo creó la Ley Arroba mediante la cual Arroba podía ser rector de la UNCP, sin contar con los requisitos mínimos.



Rector de la UCCP y catedrático en UNMSM

Javier Pulgar Vidal, no dejo de beneficiarse de estas cuestionables maniobras del Apra, si hubiera sido consecuente con lo que pregonaba, que la UCCP era del Estado y no un ente particular, era incompatible que Pulgar fuera rector de la UCCP y catedrático a la vez en la UNMSM. Esta contrariedad es recogida inconscientemente por Luis Alva Castro quien manifiesta con respecto al rectorado de Pulgar en Huancayo: “Esta compleja labor no lo alejó de la Universidad de San Marcos, donde fue, desde 1959, director del Departamento de Geografía y, por consiguiente, director de tesis de todos los doctores de geografía graduados en San Marcos hasta el año 1975, año en que se jubiló” (388).

La Escuela de Bellas Artes

Los inicios de la Escuela de Bellas Artes se remontan al año 1964, esto lo deducimos del diario de propiedad de Albina Delgadillo Ricse, documento que obra con celoso resguardo la familia Padilla-Delgadillo. Acerca de la fundación encontramos textualmente la siguiente nota: “Junio, sábado 20, se llevó a cabo la inauguración de la Escuela de Bellas Artes de Huancayo; por entonces fui alumna del profesor Sr. Larosa” (336). Albina fue una de las primeras alumnas de dicho centro, posteriormente adscrito a la UNCP.

Un recorte periodístico presentado más adelante, intenta persuadir a la población, lejos de la verdad, que Prialé fue el propulsor de la Escuela de Bellas Artes, sin embargo, este dato es cuestionable y meritorio de análisis debido a que la escuela ya estaba creada, la misma que debía haberse conservado como un patrimonio de Huancayo, pero el aprismo no sólo estaba orientado a la captura de las universidades, sino también de los centros académicos y culturales. Es así como la Escuela de Bellas Artes de Huancayo, cae en la seducción del Apra para convertirse en una especie de Facultad adscrita a la UNCP, sin presagiar que su politización (para la cual era captada), lo conllevaría a su propia inexistencia con la lamentable consecuencia que Huancayo perdería la cantera de artistas plásticos, hasta el día de hoy. Una nota de prensa del 30 de marzo de 1965, señala: “Las gestiones del Senador de la República Ramiro Prialé Prialé, hicieron posible se adjudique a la UNCP una cantidad de siete millones de soles destinados a los presupuestos de diversas Facultades y entre ellas además, para la apertura de la Facultad de Bellas Artes” (39). De ésto podemos inferir que la Escuela de Bellas Artes de la UNCP fue creada en el año 1965 con una partida especial gestionada por el Apra. En 1967, además de Artes Plásticas (Pintura y Escultura), se crearon los Departamentos de Música, Ballet y Cerámica (344).

Para entonces, con Rodolfo Vilca en la presidencia de la FEUNCP y en representación del FER, los estudiantes estaban en la capital reclamando la moralización. Jaime Cerrón y Javier Véliz también miembros del FER, le sucederían en el cargo a Vilca. Debemos considerar que para el Apra era una psicosis permanente, casi crónica, que los feristas gobernaran la FEUNCP. Estos muchachos desde antaño, le habían generado problemas especialmente a Prialé y a su séquito, como perder “su” universidad que luego fuera nacionalizada y ahora en proceso de moralización y reorganización. Por tal motivo Prialé siempre adoptó una actitud calumniadora en contra de los estudiantes progresistas y a favor de la corrupción institucionalizada, llegando a declarar el 17 de marzo de 1964: “En Huancayo se organizan actos que son parte de un programa de agitación y penetración comunista” (87).

El Apra tenía la mayor fuerza estudiantil, pero el FER supo convocar y concertar con las demás fuerzas políticas y hacerse del triunfo sucesivamente. Prialé y Arroba habían llegado al convencimiento que si ganaban las elecciones estudiantiles, con cualquier argucia habrían recuperado el dominio total de la universidad. Ese razonamiento era lógico, era objetivo, si consideramos que los márgenes de victoria de la AEU sobre la UEU, eran escasamente una veintena de votos. Entonces la estrategia consistía en crear una Facultad que tuviera, en su mayoría, alumnado y profesores militantes o simpatizantes apristas. Si ese cálculo matemático era cierto, entonces la victoria estaba dada. Efectivamente, luego de funcionar dicha escuela, el Apra por vez primera obtiene dos victorias consecutivas en las elecciones estudiantiles para la presidencia de la FEUNCP con Bohórquez (1967-1968) y Dolorier (1968-1969).

Pero, la supervivencia de dicha Facultad estaba condicionada a su servilismo al Apra. Prueba de lo mencionado constituyen los múltiples y consecutivos comunicados en los años 1967 y 1968 en apoyo al rectorado corrupto de Arroba Niño. Hubo una ocasión en que su lineamiento aprista llegó a su máxima expresión, cuando se declararon en huelga de hambre exigiendo la libertad del rector Nilo Arroba Niño (245). Así, la Escuela de Bellas Artes se manifestaba tan distinta y diferente de las demás facultades; el día 17 de julio de 1967, emite un comunicado en la que apoya al rector Nilo Arroba Niño en contra de la asunción de Luis Felipe Ricci, firmando dicho comunicado Carlos Galarza Aguilar, Jesús Lindo Revilla, Florencio Castillo, Alejandro González, Gerardo Huallanca, Magno Rojas, Rogelio Torres Díaz, Dámaso Casallo y Max Castro Químper (140).

El Apra no se percató de un factor importante, la influencia revolucionaria de los grandes paradigmas de la pintura, entre ellos Sabogal y Sequeiros, lo cual conllevó al cuestionamiento de la actitud aprista. Además que el FER, igual que en la UNMSM, estaba penetrando ideológica y políticamente la escuela. Estas razones condicionaron que el chantaje y el servilismo al que estaban sumidos, pronto comenzaran a ser cuestionados por algunos de sus miembros, acarreando, como consecuencia inmediata, que el FER nuevamente se hiciera del poder estudiantil y se continuara el trabajo de la moralización que había sido rezagado y amortiguado por las dirigencias apristas.

La cultura y el arte, como expresión del pueblo, son las fibras más sensibles que por su actividad hubieran puesto de manifiesto las luchas universitarias contra los usurpadores y los corruptos que dirigían la universidad, que no eran más que las luchas contra el Apra, lejos de ser una herramienta en el enorme engranaje de la corrupción. En estas circunstancias, para el Apra en el poder, los centros culturales y artísticos que no le fueran afines o serviles estaban condenados a desaparecer y eso fue lo que pudo haber sucedido con la Escuela de Bellas Artes de la UNCP. La represalia no se hizo esperar mucho tiempo, la escuela desaparecería bajo el pretexto de problemas respecto a su reconocimiento y rentas presupuestarias. La cultura sería, una vez más, víctima, al haber estado al servicio de un partido político. El razonamiento antepuesto contradice diametralmente lo planteado por Bohórquez: Creamos la Escuela de Bellas Artes, dirigida por Carlos Galarza… Lo primero que hicieron los grupos que capturaron la Universidad fue cancelar la Escuela de Bellas Artes. Tenían razón. El arte requiere libertad” (391).

En este contexto no solamente se pierde la Escuela de Bellas Artes, sino también la Escuela de Aplicación de la UNCP. Ahora, este suceso no es ajeno a una reflexión política, pues atendiendo a lo planteado por filósofos clásicos, toda cultura y todo arte pertenecen a una clase social determinada y están subordinadas a una línea política, no existiendo, en realidad, arte por arte, ni arte que se desarrolle al margen de las políticas, pues ellas ejercen una gran influencia sobre ésta. Así frente al viraje progresista de la escuela, ésta era una entidad ajena a las aspiraciones de quienes gobernaban la universidad y decidieron no hacer más nada por ella.
  
Traficando la distinción Doctor Honoris Causa

Víctor Raúl Haya de la Torre fue distinguido como Doctor Honoris Causa por la UNCP, durante el gobierno de Nilo Arroba Niño, un rector que él y Prialé, mediante su célula parlamentaria, lo habían impuesto. La distinción se realizó el 6 de enero de 1967, en contra de la voluntad estudiantil. Después de la distinción del fundador del Apra, Haya dio una conferencia “magistral” donde defendió la tesis de que el imperio romano como el Tahuantinsuyo cayeron por un milagro. Dijo: “En Roma, debía iniciarse la ancha senda, dijo por donde vendría el cristianismo. La caída del imperio fue entonces, según San Agustín una obra de Dios. Y según Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales, el imperio incaico cayó por “un milagro”, para que en el Perú floreciese esa conjunción de dos razas, la blanca y la india que han dado el mestizo de América” (46).

De magistral no tenía nada, fue todo un dislate, solamente eran frases absurdas que no tenían ni el nivel de hipótesis. Podemos comprender que en la historia no hay milagros de ninguna clase, pues la tesis del Dr. Waldemar Espinoza Soriano acerca de la invasión del Tahuantinsuyo acota: “Así como en México los tlaxcaltecas se unieron a Hernán Cortez para combatir a los aztecas, igualmente en el Perú los huancas, cañares y chachapoyas se aliaron a Pizarro para librarse del sojuzgamiento imperialista de los Incas” (318).
  
La FEUNCP representada por el gobierno ferista de Javier Véliz Ramos, cimentada en sus principios, manifestó al respecto: “Que el Seudo Rector ha presionado al Consejo Universitario para que en una sesión, sin el quórum reglamentario, acuerde dar el título de “Honoris Causa” a su jefe político persona ajena a nuestra Universidad. Que el Sr. Haya de la Torre fue quien luchó por la Autonomía Universitaria, fue antioligarca, antiimperialista; pues es hoy el mismo quien lucha contra la Autonomía Universitaria, es el autor intelectual de la pena de muerte, para aquellos que luchamos por un Perú mejor, sin explotados ni explotadores y, es hoy, el peón número uno del Imperialismo yanqui. Que, en su afán de politizar a la Juventud, ha convertido a la Universidad en una escandalosa casa política del partido aprista; violando el Art. 11 de la Ley Universitaria 13417. Que, el C.P. Nilo Arroba, es la persona que se avergüenza de ser lo que es, no le gusta que le digan Contador Público, sino Doctor, fue encargado de la rectoría y hoy se dice rector, degradando la ética Universitaria. ACUERDAN: Rechazar enérgicamente la actitud del seudo rector Nilo Arroba Niño y su camarilla del Consejo Universitario, por haber concedido con descarado sectarismo político el título de Honoris Causa a Víctor Raúl Haya de la Torre, persona no vinculada a la Universidad. Condenar el despilfarro económico del dinero del Estado destinado a la Universidad en sendos banquetes, exposiciones y coloquios millonarios, marginándose las necesidades primordiales del estudiantado. Condenar la represalia (expulsión) por las llamadas Autoridades Universitarias a los dirigentes de la FEUNCP, toda vez que cumplen con su deber de informar a la ciudadanía los atropellos que se cometen en nuestra Casa Superior de Estudios. Firma: Directiva de la FEUNCP” (275).

El aún estudiante Gilberto Torpoco, quien asistió a dicho evento, nos manifestó que había ido en aras de aprender algo, es más, ver la figura de Haya de la Torre, de por sí, ya era bastante, pero lejos de encontrarse con una lección política, se encontró con una lección de gran dosis de fanatismo: “Medio asustado en el ex Cine Astoria (hoy Plaza Astoria), veía con asombro que cada vez que Haya hacía un gesto sin que dijera nada, la militancia aplaudía fervorosamente y comprendí que la bancada del fanatismo había hecho su lugar. Haya tuvo un oponente, designado por el partido por supuesto, y cada vez que le hacía una pregunta era de esperar que Haya lo derrote, una pantomima aplaudida y venerada. Ahí me decepcioné totalmente del Apra” (363).

Así, el Apra desarrolló el culto a la personalidad de Haya, como ahora desarrolla el culto a la personalidad de Alan, el Apra vive por la creencia, la fe y la religión. Esa religiosidad fanática lo mantuvo a lo largo de sus años, ahora vemos como después de una llamada telefónica de Alan, la bancada congresal fue capaz de invertir totalmente su votación cuando en primera instancia absolvieron a la excongresista Tula Benites de un acto corrupto a todas luces, ¿estaría equivocada toda la bancada? De la misma forma, la distinción a Haya no ha sido un caso particular, sino una política que el Apra permanentemente utiliza desde el rectorado para elevar la imagen de sus alicaídos representantes y hacerse del poder, en estos términos puede entenderse la inmoral distinción a Fernando Barrios Ipenza y otros apristas, la misma que se detallará más adelante.
    
El Apra y los medios de comunicación: adquisición de Radio 15-50

Aunque poco se sabe al respecto, la adquisición de la Radio 15-50 de Huancayo, ha sido un punto de interés durante el juicio seguido contra Nilo Arroba Niño. Inicialmente estarían implicados, aunque tangencialmente, Ramiro Prialé y su yerno Horacio Gago Espinoza, ambos parlamentarios apristas.

Ésto inferimos del interrogatorio realizado por el director de debates, Dr. Alfredo Sarmiento Espejo (108), el 29 de septiembre de 1973, al acusado Nilo Arroba, en cuyo resumen se detallan varias declaraciones, resaltando en cuestionamiento la adquisición de la emisora.

Según Juan Gálvez Ríos, exalumno y docente de UNCP, además de militante aprista, la emisora 15-50 era propiedad del sicaíno General de la Guardia Civil de apellido Napaico y de su familia, los mismos que decidieron venderla a un monto de 300 mil soles mediante acciones. Al enterarse de la oferta, el rector Nilo Arroba Niño convocó a la Agrupación de Catedráticos Apristas de la UNCP y les planteó la compra de la radio. Cada profesor podía acceder a la compra de acciones de la siguiente manera:

    1. Profesores Principales, 4 o 5 acciones.
    2. Profesor Asociado, 2 acciones.
    3. Profesor Auxiliar y Jefes de Práctica, 1 acción.

“Silvino Gutiérrez, la Mano Negra, nos entregó las acciones. En total se vendieron a 60 profesores apristas, sumaban algo más de 300 acciones. Además de estos catedráticos Ramiro Prialé tenía 20 acciones, las mismas que le fueron “donadas” por la Empresa Constructora GUIULFO (encargada de la construcción de la carretera Margen Derecha y otras obras más por la Ley 14700). Ramiro tenía un secretario Ad hoc para sus actividades en Huancayo, Óscar Rómulo Prado Rodríguez, a quien le regaló 10 acciones como muestra de su estima. Horacio Gago, al igual que yo, teníamos solamente una acción. Villacrés tenía 10 acciones… Nilo Arroba pagó al contado mediante un préstamo que hizo al Banco Internacional (funcionaba en la esquina de Real y Cuzco), pero con el aval del dinero que el Estado depositaba a la UNCP y procedió al descuento por planillas a los profesores comprometidos. El banco sólo era el intermediario.

Esta Agrupación de Catedráticos Apristas eligió el primer directorio de Radio 15-50. Nilo Arroba Niño fue elegido como presidente del directorio por su representatividad en el rectorado, su militancia, además que era el facilitador económico para la adquisición. Horacio Gago fue elegido como uno de sus miembros y desde aquel entonces empezaría su ambición por adueñarse de la emisora, mediante la salvaguarda o compra de acciones, lo cual conllevó a que el número de acciones de cada propietario sea variado. Así llegué a tener 3 acciones y Horacio Gago muchas más…Con el transcurrir del tiempo, Gago fue presidente de la Junta de Obras Públicas (JOP) y ello le permitió comprar las acciones de sus demás socios a buenos precios. Yo nunca quise vender la mía… Cuando el Apra pierde peso en la UNCP, debido al golpe de Estado por el general Velasco y la intervención de la Comisión Reorganizadora presidida por Felipe Alarco, muchos apristas fueron expulsados de la Universidad, entre ellos Juan Gálvez Ríos por no tener título profesional. Surge una gran interrogante ¿quién se queda con 15-50? y comienza una crisis interna en quienes dirigían la radio, pero sin mayor trascendencia. Algunos accionistas huyeron a sus lugares de origen y le dejaron las acciones a Gago basados en la fraternidad y la mística partidaria, aspecto que él aprovechó para adueñarse de la radio. El asesinato de Horacio Gago conllevó a que los herederos manejen la nueva administración y una de las primeras acciones es la expulsión de Juan Gálvez de la radio. Gálvez renunció al Apra y denunció, radial y judicialmente, que Horacio Gago y sus descendientes le habían despojado de sus derechos como accionista” (364).

Prialé falleció el 25 de febrero de 1988 en la ciudad de Lima, producto de una enfermedad pulmonar, a la edad de 84 años. Horacio Gago fue asesinado cobardemente el 31 de enero de 1992, en el interior de su camioneta cuando se dirigía a su casa en la ciudad de Huancayo. Con la radio hicieron fortuna no sólo política, sino también económica, así relata Gálvez: “Los patrimonios de la Radio 15-50 son varios si consideramos la principal planta trasmisora y la amplia extensión de terreno que tiene en Pío Pata; el edificio actual de la radio; Radio Minería que funcionó en La Oroya, una extensión de más de 10 mil hectáreas en Santa Anita (Lima), etc., los mismos que son reclamados por algunos de sus accionistas” (364).


La costumbre de cómo el Apra se hace de los medios de comunicación para contrarrestar políticamente a sus opositores no ha sido perdida del todo, a ello responde el indulto otorgado por Alan García, por “razones humanitarias”, a uno de los más grandes corruptos como José Enrique Crousillat (hoy prófugo con el amparo del gobierno), bajo la esperanza de que éste recuperara la administración del Canal 4, crítico, en alguna medida, al régimen de García. Otra variante es la represión al medio de comunicación que no se someta a su línea política castigándolo con el cierre definitivo, es así que en el actual gobierno aprista se han clausurado un promedio de 100 emisoras a nivel nacional (420).

No hay comentarios: