Este capítulo
tiene un fin, poner en real medida el mito Prialé, ese gran conductor de
algunas masas populares, hijo predilecto de Huancayo, hombre sacrificado,
desinteresado y propulsor de la Ley Nº 14700, versus el digitador que promovió,
impulsó, dejó hacer y dejó pasar tanta corrupción en la UNCP, concluyendo su
accionar en una clara traición a las aspiraciones del campesinado y
estudiantado universitario de nuestra región.
Ramiro Prialé
nació en Huancayo el 6 de enero de 1904, líder indiscutible del Apra a quien
representó en cinco oportunidades como senador de la República
(1945-1962-1963-1980-1985), presidente en dos ocasiones de la Cámara de
Senadores, miembro de la Asamblea Constituyente (1978) y presidente de la
Comisión de Presupuesto en el Senado. Estos cargos le facilitaron la
promulgación de leyes, desde denominar Benemérita a la ex Guardia Civil (Ley
15605) hasta la creación de la Corporación de Energía Eléctrica del Mantaro
(Ley 13769) (344).
Conversar sí es pactar
Prialé es
considerado como el mejor negociador político que tuvo el Apra y que
posiblemente no lo vuelvan a tener. Fue el artífice de armar el “gobierno de la
convivencia” con Manuel Prado Ugarteche y usufructuar de él, contradiciendo su
frase célebre: “conversar no es pactar”
(345). Ricardo Bohórquez afirma acerca de este acontecimiento: “Ramiro
fue convocado por Prado… Ambos lograron
finalmente un acuerdo. Todo se desarrolló en el más absoluto secreto.
Manuel Prado prometió: formalmente, el reconocimiento de todos los derechos del
PAP… la consigna aprista: Manuel Prado era el candidato… Además su instinto le
decía que el Presidente Prado era una fórmula de convivencia” (391). Este es el
clima que le permite al aprismo ser intermediario para la fundación, y
posterior usurpación, de la entonces Universidad Comunal del Perú.
La conducta y
estrategia que emplearon con Prado se repite con Odría. Así lo da a entender el
mismo Bohórquez acerca de Prialé: “En
este período cumple una descollante actuación parlamentaria. Propicia y es el gestor de la coalición con la Unión
Nacional Odriísta” (391).
Evidentemente,
la figura de Prialé recuerda méritos ganados, sufrió persecución, carcelería y
destierro a Panamá. La famosa Ley Nº 14700 garantizó la creación de obras de
envergadura como el estadio de Huancayo, Coliseo Wanka, Centro Cívico,
Municipio de Huancayo, templo La Inmaculada, estadio de Jauja y el mercado
Modelo. A esta ley se le bautizó con nombre propio, sin embargo, nunca se dijo
que se elaboró con ideas aportadas de las demandas comunales y que Prialé
solamente fue un facilitador desde el puesto que ocupaba en el Senado. Esta
última afirmación es sustentada por el dirigente campesino Raúl Aliaga
Saltachín, quien se encuentra realizando una investigación al respecto.
Sus adeptos y
más fieles defensores como Julio Vargas Cajahuanca, Apolinario Mayta Inga, Luis
Solórzano Talaverano y César Véliz Mendoza, entre otros, en el afán de su
resguardo, sacan a relucir las innumerables leyes de Ramiro Prialé (como la
rayada 14700), sin considerar que, para alguien que estuvo casi cuarto de siglo
en el poder y haber sido presidente de la Comisión de Presupuesto Congresal
(346), sería lo menos que pudo haber hecho. Pero, existe una particularidad
adrede en todas sus marcadas defensas, hablan de todo menos de su negra
historia en la UNCP que nos corresponde hacer presente.
Apropiación de la Universidad Comunal
Es necesario
denunciar cómo es que Ramiro Prialé trató de apoderarse de la entonces
Universidad Comunal del Centro del Perú. En anteriores capítulos, muchas
pruebas hemos dilucidado al respecto, pero creemos que la Carta Abierta de la FEUNCP al Senador por Junìn Don Ramiro Prialé
Prialé del 27 de abril de 1965, evidencia categóricamente las reales
motivaciones de una personalidad interesada en el poder y la propiedad: “Señor Don Ramiro Prialé, Senador por el
Departamento de Junín. Ciudad… El Departamento de Junín anheló vivamente,
durante muchos años, poseer una Universidad. De este anhelo participaron, no
sólo los ciudadanos de la clase media de Huancayo o de otras ciudades, sino que
los propios campesinos creyeron que la presencia de la Universidad soñada,
sería un instrumento eficaz de su redención. Tras la larga espera consiguieron
su propósito y Ud. Sr. Senador,
intervino en la realización del propósito, aun cuando torciendo las esperanzas
de su pueblo y ordenando las cosas en su propio beneficio. Hizo Ud. la
fundación de la Universidad Comunal del Centro del Perú, como una propiedad
privada, susceptible, no solo de darle beneficios económicos a Ud. mismo, sino
de transmitir tales ventajas a sus descendientes. La escritura pública de
“Asociación Civil, sin espíritu de lucro” que Ud. firmó ante el Notario Público
Marino Lahura, en compañía de los señores Javier Pulgar Vidal, César Solís
Rojas, y Jesús Véliz Lizárraga, será, por siempre, uno de los más tristes
documentos de la historia universitaria del País. Se sirvió de la fe de su
propio pueblo para trabajar contra él. Utilizó la esperanza de los campesinos,
de las autoridades comunales, de los sindicatos de trabajadores y hasta de las
autoridades de los núcleos pequeños y llenos de confianza, en provecho propio.
La segunda cláusula de la escritura es una demostración indiscutible de cómo se
utilizó a los confiados miembros de la Comunidad. Se les habla de “impartir
educación e instrucción científica y técnica en el nivel universitario y en los
niveles inferiores si fuera necesario para conseguir a plenitud la formación
universitaria; realizar investigaciones científicas, técnicas por los métodos
más avanzados y modernos; contribuir al desarrollo comunal; prestar asesoría
científica y técnica al Estado, a las Comunidades tradicionales del País, a las
Municipalidades, a los Sindicatos, a las Empresas; realizar tareas y organizar
empresas creadoras de riquezas”. La única empresa creadora de riqueza para Ud.
fue, doloroso es decirlo, la propia Universidad. Las multitudes que entonces
confiaban en sus palabras, desfilaron jubilosas en esa fecha tan memorable como
triste de la historia de Huancayo. La Universidad Comunal inició sus funciones.
Cientos de jóvenes tan llenos de confianza como los ciudadanos, ingresaron a la
nueva Universidad y a poco, comprobando, por sí mismos, la falsedad de las
promesas iniciaron el duro trabajo tendiente a conseguir la nacionalización. Ud., que había encontrado un eficaz
instrumento de sus intereses privados en la Universidad, puso todos los
obstáculos posibles para la mencionada nacionalización, actuando en forma
indirecta. Los jóvenes pensábamos que el paso de la Universidad Comunal al
dominio del Estado, constituía una salvación frente al caos, al desgobierno, a
la anarquía a la codicia, a la politiquería de que habíamos sido víctimas. La
Universidad se nacionalizó a pesar suyo y de Ud. una vez más interesado en
seguir manteniendo el dominio de nuestra Casa de Estudios, esta vez no solo ya
por finalidades económicas, sino eminentemente políticas, hizo todos los esfuerzos para introducir en la Institución un grupo de
personas políticamente incondicionales, con el objeto de que ellas secundaran
sus propósitos y pusieran a la Universidad Nacional del Centro del Perú, de
rodillas, frente a un partido político de la más oscilante trayectoria. Las
autoridades y los profesores cuyo ingreso auspició Ud. demostraron una vez más,
que no se hallaban a la altura de su misión. Sobrevino, de nuevo, el
desgobierno, la anarquía, la deshonestidad. Evidencia de este estado, para
tomar un solo ejemplo, es el dictamen de la Policía Fiscal, emitido en 1963,
dictamen que demuestra, sin lugar a dudas, las gravísimas condiciones de
desorganización en que vivían la Universidad nacionalizada. Hubo necesidad de
proceder a la reorganización (a una nueva reorganización, fuera de las muchas
de las que ya había sido objeto la Universidad). Los estudiantes, siempre los estudiantes, y solo ellos, interesados en
la buena marcha de la Institución y respetuosos de las esperanzas del pueblo,
comenzamos la lucha para esa nueva reorganización. Ud., de nuevo Ud., se
interpuso en este camino de la salvación y, mediante múltiples viajes a
Huancayo, organizó las cosas de modo que la Universidad continuara al servicio
de su partido. No le importó nada el porvenir de la Institución, no se
interesó por el futuro de su propio pueblo. Simplemente, creó un aparato de
servidores que pudiera satisfacer apetitos. Las expectativas de todos los
estudiantes del Perú (que se habían declarado en huelga general, pidiendo la
reorganización), el acuerdo del Consejo Universitario (que había ordenado la
reorganización total y completa), la ayuda del Consejo Inter Universitario,
todo se vio interferido por su acción. Las más elementales normas de la Ley,
vigentes, sobre las Universidades, se vieron torcidas, violadas. Se llegó hasta el extremo de encargar el
Rectorado a una persona, sin los requisitos legales: cosa semejante se hizo con
algunos de los Decanatos. Se concedió a los profesores beneficios
cuantiosos, negando a la propia Institución las más elementales comodidades y
perspectivas. La carta que dirigió el Dr. Efraín Morote, Presidente de la
Comisión Coordinadora de la Reorganización de la UNCP al hacer renuncia de su
cargo, por encontrar la Universidad sin capacidad para transformarse
positivamente, constituye un documento de gran importancia, tanto por las
acusaciones que contiene, como porque las autoridades que estaban obligadas a
hacerlo, no levantaron nunca los cargos y se limitaron a publicar un comunicado
que, ciertamente, es una nueva acusación para los mismos firmantes. Hemos
llegado al mes de abril, de 1965. La Universidad del Centro se aproxima, así,
al sexto año de su vía crucis. Ud., en su calidad de Senador por el
Departamento y aprovechando el bullicio de la feria, se ha presentado aquí y ha
merecido homenajes, aplausos y seguramente nuevas promesas de lealtad de sus
servidores partidarios en el Claustro Huanca. Parece conveniente olvidar el
pasado. Olvidar hasta la escritura de formación de la Universidad Comunal,
olvidar su intervención cotidiana en los asuntos universitarios y recordar,
solamente, que Ud., es un Representante al Congreso de la República, que se ha
venido interesando por realizar obras públicas de diversa naturaleza,
beneficios materiales que, al fin son fugaces. Ya que tiene Ud., el poder de
hacerlo, borre con el futuro los males que causó el pasado. Deje de utilizar la Universidad de Huancayo
como un apéndice del partido político. Deje de utilizarla como un instrumento
de propaganda. Deje de servirse de ella para conseguir prestigio personal. Deje
de convertir a la Universidad del Centro de una parte de la feria de
diversiones. Recuerde que fue profesor y pida a sus obsecuentes servidores que
están en el Consejo Universitario, que respeten la ley, que dejen los cargos
que desempeñan ilegalmente que dejen de tildar a todos los verdaderos
universitarios como “políticos extremistas”, que dejen de convertir la
Universidad en una agencia partidaria de empleos. Haga Ud. lo posible para
que la Universidad del Centro sea una Universidad. Si estos pedidos son
satisfechos (y es posible satisfacerlos si tenemos en cuenta su poder político)
Huancayo le agradecerá. Si no fuera así, tras las satisfacciones pasajeras que
la vanidad encuentra, las generaciones futuras condenarán su acción y no podrán
recordar siquiera los beneficios materiales que viene consiguiendo. El futuro
nos pertenece. Le hablamos en nombre del futuro” (250).
Presidencia y alcaldía
La Revista de Actualidades
Panoramas, del mes de marzo de 1967, publicó un reportaje en la que sometió
a un cuestionario de 10 preguntas a los entonces secretarios generales del Apra
y Acción Popular, Félix Moscoso Calle y Heráclides Balbín Huamán, respectivamente.
De ésta se desprenden dos interrogantes al Dr. Balbín con respecto a Prialé:
·
El Dr. Hermógenes
Casaverde, hasta por dos oportunidades ha lanzado la candidatura del Sr. Ramiro
Prialé, a la Presidencia de la República. ¿Qué opinión le merece este hecho?
·
Se dice que la Coalición
(APRA-UNO) ganó las elecciones municipales del año pasado por el aval otorgado
por el senador Prialé. ¿Qué dice usted al respecto?
Su respuesta con respecto a la primera fue: “No creo que el Sr. Prialé sea el candidato del Apra a la Presidencia
seguramente fue una lisonja del Dr. Casaverde, porque en el Apra no mandan las
bases, se hace lo que dispone el jefe y como éste sigue aspirando a la
Presidencia desde hace más de 30 años, no va a dejar de postular nuevamente el 69” . Respecto a la segunda interrogante: “En
efecto hay un buen porcentaje de verdad en que el señor Prialé avaló la
candidatura del Dr. Ortega, pues aquel repartía dinero del presupuesto general
– para obras públicas – también más dinero de las iniciativas parlamentarias.
Pero el triunfo del médico Ortega tiene muchas causas: la falta de obras
públicas del concejo anterior, la falta de voluntad de trabajo de los
populistas, la mala dirección de la campaña, el descuido total del comité
departamental anterior, la enorme
colaboración económica de la Universidad del Centro…” (383). Según
Balbín, la UNCP malversó los fondos para sostener una campaña política en busca
de la alcaldía de Huancayo.
Ley Arroba: atentado contra la UNCP
La triste y
célebre Ley Nº 16578, conocida como la Ley Arroba, que Ramiro Prialé en
complicidad con el presidente del Senado Luis Alberto Sánchez y la Unión
Nacional Odriísta hizo aprobar en ambas cámaras el 6 de junio de 1967,
perjudicando académica, económica, administrativa y moralmente a la UNCP, no es
más que una muestra de cómo el Apra, utilizando el Parlamento, adecua las leyes
a su propósito partidario y a sus militantes.
El senador
Ramiro Prialé, protector del señor Arroba, consiguió una ley por la cual se
reformaba la Ley 15055 (Ley Sánchez, dada para hacer rector de la Universidad
de San Marcos al senador Dr. Luis Alberto Sánchez), en el sentido de que
estando ejerciendo (Arroba) la rectoría, podría postular al cargo titular en
elecciones (114). Así el 6 de junio de 1967, Fernando Belaúnde Terry promulgó
la propuesta del Congreso de la República de una ley que tenía nombre propio: “Las Universidades que cuenten con menos de
diez años de funcionamiento podrán elegir o reelegir rector y vice-rector a los
catedráticos que estén desempeñando estos cargos o que no tengan el tiempo de
servicio que señala el artículo 14 de la Ley 13417. Casa del Congreso, firmado
por Luis Alberto Sánchez, Antonio Monsalve Morante, Teodoro Balarezo Lizarburu
y Oscar Eduardo Carvajal Soto” (155). Esta práctica también fue puesta en
evidencia por las revistas Reportajes y Pulso, de los años 1965 y 1969,
respectivamente, denunciando la injerencia directa de Prialé en la UNCP,
publicando en sus portadas: “Universitarios
de Huancayo emplazan al senador por Junín, Ramiro Prialé”, “Se dice que Arroba Niño tiene el apoyo del
senador Prialé”, “Prialé el gran
responsable del caos en la Universidad Nacional del Centro”, “Esta Universidad, Arroba y sus secuaces no
son más que instrumentos” (430).
Puesto Arroba
por el Apra, debía responder sumisamente a sus intereses. Acerca de este
argumento, Ricardo Bohórquez pone en evidencia la gran influencia de la
relación Arroba-Prialé, mencionando: “Mientras
tanto en Huancayo, la Universidad Nacional del Centro del Perú, bajo conducción
del rector Nilo Arroba Niño desarrolla una notable labor académica y cultural,
recibiendo el apoyo permanente del senador Ramiro Prialé” (391).
Esta maniobra
es puesta en mayor evidencia por el semanario El Tiempo quien denunció
oportunamente lo siguiente: “Cuando pasó
a ser Universidad nacional, el gobierno de entonces que era apoyado por el
Apra, no se interesó mayormente en el funcionamiento, ni quienes tuvieron a su
cargo la organización se interesaron tampoco por darle a ese Centro de Estudios
la seriedad del caso. La Universidad nacional inició sus actividades bajo el
nefasto signo de la política partidarista. Encontraron sitio profesores sin
requisito legal, empleados de carente idoneidad, alumnos, en su mayoría, sin
suficiente preparación y muchos portando como única prueba de capacidad sus
carnés de filiación. En 1964 se produjo la renuncia del rector titular. Al no
haber vicerrector, el consejo universitario conformado en su gran mayoría por
elementos del mismo partido encargó la rectoría a quien carecía de años de
docencia y de título académico. La palabra Encargado no figura en la Ley ni en
el Estatuto Universitario. La violación a la Ley era flagrante. Hasta 1967 en
que se convocó a elecciones para rector, el encargado Señor Nilo Arroba Niño,
se había afianzado mediante el uso del poder político. Era evidente que Arroba
Niño como buen militante, no actuaba con decisión propia, sino por indicación
de su partido. Lo que sucedía en la Universidad, en consecuencia, no era de
responsabilidad individual de Arroba, ni siquiera del Consejo Universitario
domesticado y accesible, aunque ambos tengan responsabilidad legal, sino del
partido aprista que ha permitido y ha alentado todos los actos del rector, como
lo prueba el hecho de que ahora lo defiende. Vencido el período del “encargado”
de la rectoría, la Universidad tenía que asumir al rector titular. El partido
aprista no tenía otro candidato que el mismo encargado señor Arroba Niño, el
inconveniente, no obstante era de carácter legal. A esa fecha, Arroba no tenia
sino cinco años de docente universitario legalmente reconocido y carecía de
título académico. Pero aparte de este impedimento existía una ley reciente dado
por el Parlamento coalicionista a favor del Senador Luis Alberto Sánchez. La Ley
Universitaria decía que quienes hayan ocupado la rectoría para completar el
período del rector titular renunciante, podía presentar su candidatura. Por
entonces era rector de San Marcos el Dr. Mauricio San Martín, quien se acogía a
la Ley para presentar su candidatura a la rectoría, pues ocupaba el cargo por
renuncia del titular, el mismo Luis Alberto Sánchez que salió elegido Senador.
El Parlamento dio la llamada Ley Sánchez, que permitió a Luis Alberto ocupar
nuevamente la rectoría de San Marcos. Pero dio la casualidad de que esta Ley
afectaba los intereses políticos del Apra en Huancayo, porque no podía
presentarse ni menos ser elegido el Señor Nilo Arroba Niño. Entonces el Senador
Ramiro Prialé, que a través de su gestión parlamentaria recuperaba para su
partido fuerza electoral y lograba el control de una serie de entidades
públicas y privadas, presentó un proyecto que enmendaba la ley Sánchez. El
proyecto se aprobó en 24 horas en ambas cámaras. Esta nueva ley, llamada “Ley
Arroba”, si bien permitía al rector “encargado” ser elegido para un período
completo, no anulaba los artículos de la Ley Universitaria que exigía para
cargo de rector el título académico, es decir, Doctor, y el que exigía un
mínimo de 10 años de docencia universitaria. Hay que advertir cómo el
Parlamento coalicionista no siempre, muy poco, actuaba en beneficio del país. Y
cómo violaba la Constitución del Estado que dice que no pueden darse leyes de
beneficio individual, sino de interés colectivo. Con la “Ley Arroba” y seguro
del triunfo se convoca a elecciones para elegir rector. La convocatoria se hace
con doce días de anticipación y no con 90 como disponen los Estatutos. A estas
alturas comienzan las violaciones de la Ley Universitaria y del Estatuto
Interno. Hay dos candidatos: Arroba Niño y Mauricio Arriola Grande, ambos del
mismo partido, Arriola tampoco tiene diez años de docencia aunque se dice que
tiene el grado de Doctor. Pero, el partido aprista sostiene la candidatura de
Arroba y Arriola está a punto de ser sometido a disciplina y de ser expulsado
del Apra. Gana Arroba sin tener el grado de Doctor y sin tener los diez años de
docencia reconocidos. Las violaciones de la ley son pues flagrantes. Estas
actitudes tenían que crear desconfianza en la ciudadanía, tenían que formar una
fuerte reacción en el estudiantado y causar una repulsa general. Después del
triunfo, la Universidad del Centro se politiza aún más. A nivel rectoral se
manejan muchos proyectos y numerosos pliegos de inversiones y gastos. Funciona
a ese nivel una oficina denominada
“Desarrollo Comunal” y que en la práctica no tiene otra finalidad que
hacer campaña proselitista. Se movilizan grandes masas de campesinos con
pasajes y alimentación pagados. Se organizan grandes recepciones, desfiles,
pachamancas, coloquios, serenatas y con despliegue de publicidad para todo dar,
es decir a todo costo pagada. Al mismo tiempo, se ejerce un estricto control
para el ingreso de postulantes. Nadie que no tenga un carné del partido aprista
ingresa. Los postulantes se inscriben, pero muchos de ellos solamente para
lograr el ingreso y no para seguir como incondicionales. El rector logra
controlar la FEUNCP, pero como es a costa de un triunfo discutido, en 1968 se
ejerce mayor cuidado en el ingreso, se chequea bien a los postulantes, pero aún
así, gana las elecciones el sector de oposición. Estadísticamente el Apra tenía
la mayoría del estudiantado, pero como las elecciones son secretas, se nota la
reacción contraria de la mayoría estudiantil. Se hacen seis recuentos de los
votos y a la séptima gana la lista aprista, quitándole el triunfo a la
oposición. Desde entonces el malestar se agrava en la Universidad. Nadie puede
negar que no hay actividad partidarista en la Universidad. Por el contrario,
son tan públicas la actitud que la Universidad se presenta como baluarte del
Apra. Con el cambio de gobierno las cosas cambian. La oposición reacciona y se
lanza a la batalla para enmendar los rumbos equivocados, que imprimieron el
Rector y las demás autoridades universitarias. Se producen las denuncias y
luego se forma el Comité Pro Reorganización. No es mucho lo que hace este comité, pero ha bastado su
aparición para que la Universidad se intranquilice. El rector y las autoridades
responsables reaccionan violentamente. El comité dice que no intervendrá en la
reorganización, porque no sería legal, pero acogiendo el clamor público pide la
reorganización y presenta una demanda judicial. El caos dentro de la
Universidad es tan evidente que el rector y el Consejo Universitario no pueden
seguir ocultándolo. Para tranquilizar la reacción, el consejo nombra una
Comisión Reorganizadora integrada en su mayoría por los mismos que violaron la
ley y se consideran responsables de la grave situación. Por último, el
ingeniero Julio Quiñe, uno de los maestros más capacitados y distinguidos que
siempre ha salido perjudicado, en uso de sus derechos ciudadanos que ampara las
leyes de la nación, presenta una denuncia por abuso de autoridad, contra el
rector y el juez ordena su detención” (217).
Estas malas
artes para lograr el rectorado, mediante la argucia leguleyesca, son nuevamente
evidenciadas en las últimas elecciones del 2009 para elegir rector y
vicerrectores de la UNCP, donde la
mayoría del Comité Electoral Universitario habilitó al Ing. Randolf Loayza
Guevara, candidato del Apra, como candidato a rector sin ostentar los grados
académicos de magíster o doctor, algo que obliga la ley universitaria vigente.
Para atenuar este escándalo habilitaron a otro candidato nada potencial, al
Lic. Carlos Gamboa del Carpio, que no tenía grado de Doctor y así quedase
expedito el candidato aprista.
Luis Alberto Sánchez y Ramiro Prialé. El primero fue
beneficiado por el Parlamento con
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Rector de la UCCP y catedrático en UNMSM
Javier Pulgar
Vidal, no dejo de beneficiarse de estas cuestionables maniobras del Apra, si
hubiera sido consecuente con lo que pregonaba, que la UCCP era del Estado y no
un ente particular, era incompatible que Pulgar fuera rector de la UCCP y
catedrático a la vez en la UNMSM. Esta contrariedad es recogida
inconscientemente por Luis Alva Castro quien manifiesta con respecto al
rectorado de Pulgar en Huancayo: “Esta
compleja labor no lo alejó de la Universidad de San Marcos, donde fue, desde
1959, director del Departamento de Geografía y, por consiguiente, director de
tesis de todos los doctores de geografía graduados en San Marcos hasta el año
1975, año en que se jubiló” (388).
La Escuela de Bellas Artes
Los inicios de
la Escuela de Bellas Artes se remontan al año 1964, esto lo deducimos del
diario de propiedad de Albina Delgadillo Ricse, documento que obra con celoso
resguardo la familia Padilla-Delgadillo. Acerca de la fundación encontramos
textualmente la siguiente nota: “Junio, sábado 20, se llevó a cabo la
inauguración de la Escuela de Bellas Artes de Huancayo; por entonces fui alumna
del profesor Sr. Larosa” (336). Albina fue una de las primeras alumnas de dicho
centro, posteriormente adscrito a la UNCP.
Un recorte
periodístico presentado más adelante, intenta persuadir a la población, lejos
de la verdad, que Prialé fue el propulsor de la Escuela de Bellas Artes, sin
embargo, este dato es cuestionable y meritorio de análisis debido a que la
escuela ya estaba creada, la misma que debía haberse conservado como un
patrimonio de Huancayo, pero el aprismo no sólo estaba orientado a la captura
de las universidades, sino también de los centros académicos y culturales. Es
así como la Escuela de Bellas Artes de Huancayo, cae en la seducción del Apra
para convertirse en una especie de Facultad adscrita a la UNCP, sin presagiar
que su politización (para la cual era captada), lo conllevaría a su propia
inexistencia con la lamentable consecuencia que Huancayo perdería la cantera de
artistas plásticos, hasta el día de hoy. Una nota de prensa del 30 de marzo de
1965, señala: “Las gestiones del Senador
de la República Ramiro Prialé Prialé, hicieron posible se adjudique a la UNCP
una cantidad de siete millones de soles destinados a los presupuestos de
diversas Facultades y entre ellas además, para la apertura de la Facultad de
Bellas Artes” (39). De ésto podemos inferir que la Escuela de Bellas Artes
de la UNCP fue creada en el año 1965 con una partida especial gestionada por el
Apra. En 1967, además de Artes Plásticas (Pintura y Escultura), se crearon los
Departamentos de Música, Ballet y Cerámica (344).
Para entonces,
con Rodolfo Vilca en la presidencia de la FEUNCP y en representación del FER,
los estudiantes estaban en la capital reclamando la moralización. Jaime Cerrón
y Javier Véliz también miembros del FER, le sucederían en el cargo a Vilca.
Debemos considerar que para el Apra era una psicosis permanente, casi crónica,
que los feristas gobernaran la FEUNCP. Estos muchachos desde antaño, le habían
generado problemas especialmente a Prialé y a su séquito, como perder “su”
universidad que luego fuera nacionalizada y ahora en proceso de moralización y
reorganización. Por tal motivo Prialé siempre adoptó una actitud calumniadora
en contra de los estudiantes progresistas y a favor de la corrupción
institucionalizada, llegando a declarar el 17 de marzo de 1964: “En Huancayo se organizan actos que son parte
de un programa de agitación y penetración comunista” (87).
El Apra tenía
la mayor fuerza estudiantil, pero el FER supo convocar y concertar con las
demás fuerzas políticas y hacerse del triunfo sucesivamente. Prialé y Arroba
habían llegado al convencimiento que si ganaban las elecciones estudiantiles,
con cualquier argucia habrían recuperado el dominio total de la universidad.
Ese razonamiento era lógico, era objetivo, si consideramos que los márgenes de
victoria de la AEU sobre la UEU, eran escasamente una veintena de votos.
Entonces la estrategia consistía en crear una Facultad que tuviera, en su
mayoría, alumnado y profesores militantes o simpatizantes apristas. Si ese
cálculo matemático era cierto, entonces la victoria estaba dada. Efectivamente,
luego de funcionar dicha escuela, el Apra por vez primera obtiene dos victorias
consecutivas en las elecciones estudiantiles para la presidencia de la FEUNCP
con Bohórquez (1967-1968) y Dolorier (1968-1969).
Pero, la supervivencia
de dicha Facultad estaba condicionada a su servilismo al Apra. Prueba de lo
mencionado constituyen los múltiples y consecutivos comunicados en los años
1967 y 1968 en apoyo al rectorado corrupto de Arroba Niño. Hubo una ocasión en
que su lineamiento aprista llegó a su máxima expresión, cuando se declararon en
huelga de hambre exigiendo la libertad del rector Nilo Arroba Niño (245). Así,
la Escuela de Bellas Artes se manifestaba tan distinta y diferente de las demás
facultades; el día 17 de julio de 1967, emite un comunicado en la que apoya al
rector Nilo Arroba Niño en contra de la asunción de Luis Felipe Ricci, firmando
dicho comunicado Carlos Galarza Aguilar, Jesús Lindo Revilla, Florencio
Castillo, Alejandro González, Gerardo Huallanca, Magno Rojas, Rogelio Torres
Díaz, Dámaso Casallo y Max Castro Químper (140).
El Apra no se
percató de un factor importante, la influencia revolucionaria de los grandes
paradigmas de la pintura, entre ellos Sabogal y Sequeiros, lo cual conllevó al
cuestionamiento de la actitud aprista. Además que el FER, igual que en la
UNMSM, estaba penetrando ideológica y políticamente la escuela. Estas razones
condicionaron que el chantaje y el servilismo al que estaban sumidos, pronto
comenzaran a ser cuestionados por algunos de sus miembros, acarreando, como
consecuencia inmediata, que el FER nuevamente se hiciera del poder estudiantil
y se continuara el trabajo de la moralización que había sido rezagado y
amortiguado por las dirigencias apristas.
La cultura y
el arte, como expresión del pueblo, son las fibras más sensibles que por su
actividad hubieran puesto de manifiesto las luchas universitarias contra los
usurpadores y los corruptos que dirigían la universidad, que no eran más que
las luchas contra el Apra, lejos de ser una herramienta en el enorme engranaje
de la corrupción. En estas circunstancias, para el Apra en el poder, los
centros culturales y artísticos que no le fueran afines o serviles estaban
condenados a desaparecer y eso fue lo que pudo haber sucedido con la Escuela de
Bellas Artes de la UNCP. La represalia no se hizo esperar mucho tiempo, la
escuela desaparecería bajo el pretexto de problemas respecto a su
reconocimiento y rentas presupuestarias. La cultura sería, una vez más,
víctima, al haber estado al servicio de un partido político. El razonamiento
antepuesto contradice diametralmente lo planteado por Bohórquez: “Creamos
la Escuela de Bellas Artes, dirigida por Carlos Galarza… Lo primero que
hicieron los grupos que capturaron la Universidad fue cancelar la Escuela de
Bellas Artes. Tenían razón. El arte requiere libertad” (391).
En este
contexto no solamente se pierde la Escuela de Bellas Artes, sino también la
Escuela de Aplicación de la UNCP. Ahora, este suceso no es ajeno a una
reflexión política, pues atendiendo a lo planteado por filósofos clásicos, toda cultura y todo arte pertenecen a una clase
social determinada y están subordinadas a una línea política, no existiendo, en
realidad, arte por arte, ni arte que se desarrolle al margen de las políticas,
pues ellas ejercen una gran influencia sobre ésta. Así frente al viraje
progresista de la escuela, ésta era una entidad ajena a las aspiraciones de
quienes gobernaban la universidad y decidieron no hacer más nada por ella.
Traficando la distinción Doctor Honoris Causa
Víctor Raúl
Haya de la Torre fue distinguido como Doctor Honoris Causa por la UNCP, durante
el gobierno de Nilo Arroba Niño, un rector que él y Prialé, mediante su célula
parlamentaria, lo habían impuesto. La distinción se realizó el 6 de enero de
1967, en contra de la voluntad estudiantil. Después de la distinción del
fundador del Apra, Haya dio una conferencia “magistral” donde defendió la tesis
de que el imperio romano como el Tahuantinsuyo cayeron por un milagro. Dijo: “En Roma, debía iniciarse la ancha senda,
dijo por donde vendría el cristianismo. La caída del imperio fue entonces,
según San Agustín una obra de Dios. Y según Garcilaso de la Vega en sus
Comentarios Reales, el imperio incaico cayó por “un milagro”, para que en el
Perú floreciese esa conjunción de dos razas, la blanca y la india que han dado
el mestizo de América” (46).
De magistral
no tenía nada, fue todo un dislate, solamente eran frases absurdas que no
tenían ni el nivel de hipótesis. Podemos comprender que en la historia no hay
milagros de ninguna clase, pues la tesis del Dr. Waldemar Espinoza Soriano
acerca de la invasión del Tahuantinsuyo acota: “Así como en México los tlaxcaltecas se unieron a Hernán Cortez para
combatir a los aztecas, igualmente en el Perú los huancas, cañares y chachapoyas
se aliaron a Pizarro para librarse del sojuzgamiento imperialista de los Incas”
(318).
La FEUNCP
representada por el gobierno ferista de Javier Véliz Ramos, cimentada en sus
principios, manifestó al respecto: “Que
el Seudo Rector ha presionado al Consejo Universitario para que en una sesión,
sin el quórum reglamentario, acuerde dar el título de “Honoris Causa” a su jefe
político persona ajena a nuestra Universidad. Que el Sr. Haya de la Torre fue
quien luchó por la Autonomía Universitaria, fue antioligarca, antiimperialista;
pues es hoy el mismo quien lucha contra la Autonomía Universitaria, es el autor
intelectual de la pena de muerte, para aquellos que luchamos por un Perú mejor,
sin explotados ni explotadores y, es hoy, el peón número uno del Imperialismo
yanqui. Que, en su afán de politizar a la Juventud, ha convertido a la
Universidad en una escandalosa casa política del partido aprista; violando el
Art. 11 de la Ley Universitaria 13417. Que, el C.P. Nilo Arroba, es la persona
que se avergüenza de ser lo que es, no le gusta que le digan Contador Público,
sino Doctor, fue encargado de la rectoría y hoy se dice rector, degradando la
ética Universitaria. ACUERDAN: Rechazar enérgicamente la actitud del seudo rector
Nilo Arroba Niño y su camarilla del Consejo Universitario, por haber concedido
con descarado sectarismo político el título de Honoris Causa a Víctor Raúl Haya
de la Torre, persona no vinculada a la Universidad. Condenar el despilfarro
económico del dinero del Estado destinado a la Universidad en sendos banquetes,
exposiciones y coloquios millonarios, marginándose las necesidades primordiales
del estudiantado. Condenar la represalia (expulsión) por las llamadas
Autoridades Universitarias a los dirigentes de la FEUNCP, toda vez que cumplen
con su deber de informar a la ciudadanía los atropellos que se cometen en
nuestra Casa Superior de Estudios. Firma: Directiva de la FEUNCP” (275).
El aún
estudiante Gilberto Torpoco, quien asistió a dicho evento, nos manifestó que
había ido en aras de aprender algo, es más, ver la figura de Haya de la Torre,
de por sí, ya era bastante, pero lejos de encontrarse con una lección política,
se encontró con una lección de gran dosis de fanatismo: “Medio asustado en el ex Cine Astoria (hoy Plaza Astoria), veía con asombro
que cada vez que Haya hacía un gesto sin que dijera nada, la militancia
aplaudía fervorosamente y comprendí que la bancada del fanatismo había hecho su
lugar. Haya tuvo un oponente, designado por el partido por supuesto, y cada vez
que le hacía una pregunta era de esperar que Haya lo derrote, una pantomima
aplaudida y venerada. Ahí me decepcioné totalmente del Apra” (363).
Así,
el Apra desarrolló el culto a la personalidad de Haya, como ahora desarrolla el
culto a la personalidad de Alan, el Apra vive por la creencia, la fe y la
religión. Esa religiosidad fanática lo mantuvo a lo largo de sus años, ahora
vemos como después de una llamada telefónica de Alan, la bancada congresal fue
capaz de invertir totalmente su votación cuando en primera instancia
absolvieron a la excongresista Tula Benites de un acto corrupto a todas luces,
¿estaría equivocada toda la bancada? De la misma forma, la distinción a Haya no
ha sido un caso particular, sino una política que el Apra permanentemente
utiliza desde el rectorado para elevar la imagen de sus alicaídos
representantes y hacerse del poder, en estos términos puede entenderse la
inmoral distinción a Fernando Barrios Ipenza y otros apristas, la misma que se
detallará más adelante.
El Apra y los medios de comunicación: adquisición de
Radio 15-50
Aunque poco se
sabe al respecto, la adquisición de la Radio 15-50 de Huancayo, ha sido un
punto de interés durante el juicio seguido contra Nilo Arroba Niño.
Inicialmente estarían implicados, aunque tangencialmente, Ramiro Prialé y su yerno
Horacio Gago Espinoza, ambos parlamentarios apristas.
Ésto inferimos
del interrogatorio realizado por el director de debates, Dr. Alfredo Sarmiento
Espejo (108), el 29 de septiembre de 1973, al acusado Nilo Arroba, en cuyo
resumen se detallan varias declaraciones, resaltando en cuestionamiento la
adquisición de la emisora.
Según Juan
Gálvez Ríos, exalumno y docente de UNCP, además de militante aprista, la
emisora 15-50 era propiedad del sicaíno General de la Guardia Civil de apellido
Napaico y de su familia, los mismos que decidieron venderla a un monto de 300
mil soles mediante acciones. Al enterarse de la oferta, el rector Nilo Arroba
Niño convocó a la Agrupación de Catedráticos Apristas de la UNCP y les planteó
la compra de la radio. Cada profesor podía acceder a la compra de acciones de
la siguiente manera:
- Profesores
Principales, 4 o 5 acciones.
- Profesor
Asociado, 2 acciones.
- Profesor
Auxiliar y Jefes de Práctica, 1 acción.
“Silvino Gutiérrez, la Mano Negra, nos entregó las
acciones. En total se vendieron a 60 profesores apristas, sumaban algo más de
300 acciones. Además de estos catedráticos Ramiro Prialé
tenía 20 acciones, las mismas que le fueron “donadas” por la Empresa
Constructora GUIULFO (encargada de la construcción de la carretera Margen
Derecha y otras obras más por la Ley 14700). Ramiro tenía un secretario Ad hoc
para sus actividades en Huancayo, Óscar Rómulo Prado Rodríguez, a
quien le regaló 10 acciones como muestra de su estima. Horacio Gago, al igual que
yo, teníamos solamente una acción. Villacrés tenía 10 acciones… Nilo Arroba pagó al
contado mediante un préstamo que hizo al Banco Internacional (funcionaba en la
esquina de Real y Cuzco), pero con el aval del dinero que el Estado depositaba
a la UNCP y procedió al descuento por planillas a los profesores comprometidos.
El banco sólo era el intermediario.
Esta Agrupación de Catedráticos Apristas eligió el
primer directorio de Radio 15-50. Nilo Arroba Niño fue elegido como presidente
del directorio por su representatividad en el rectorado, su militancia, además
que era el facilitador económico para la adquisición. Horacio Gago fue elegido
como uno de sus miembros y desde aquel entonces empezaría su ambición por
adueñarse de la emisora, mediante la salvaguarda o compra de acciones, lo cual
conllevó a que el número de acciones de cada propietario sea variado. Así
llegué a tener 3 acciones y Horacio Gago muchas más…Con el transcurrir del tiempo, Gago
fue presidente de la Junta de Obras Públicas (JOP) y ello le permitió comprar
las acciones de sus demás socios a buenos precios. Yo nunca quise vender la
mía… Cuando el Apra pierde peso en la UNCP, debido al golpe de Estado por el
general Velasco y la intervención de la Comisión Reorganizadora presidida por
Felipe Alarco, muchos apristas fueron expulsados de la Universidad, entre ellos
Juan Gálvez Ríos por no tener título profesional. Surge una gran interrogante
¿quién se queda con 15-50? y comienza una crisis interna en quienes dirigían la
radio, pero sin mayor trascendencia. Algunos accionistas huyeron a sus lugares
de origen y le dejaron las acciones a Gago basados en la fraternidad y la
mística partidaria, aspecto que él aprovechó para adueñarse de la radio. El
asesinato de Horacio Gago conllevó a que los herederos manejen la nueva administración
y una de las primeras acciones es la expulsión de Juan Gálvez de la radio.
Gálvez renunció al Apra y denunció, radial y judicialmente, que Horacio Gago y
sus descendientes le habían despojado de sus derechos como accionista” (364).
Prialé falleció
el 25 de febrero de 1988 en la ciudad de Lima, producto de una enfermedad
pulmonar, a la edad de 84 años. Horacio Gago fue asesinado cobardemente el 31
de enero de 1992, en el interior de su camioneta cuando se dirigía a su casa en
la ciudad de Huancayo. Con la radio hicieron fortuna no sólo política, sino
también económica, así relata Gálvez: “Los
patrimonios de la Radio 15-50 son varios si consideramos la principal planta
trasmisora y la amplia extensión de terreno que tiene en Pío Pata; el edificio actual
de la radio; Radio Minería que funcionó en La Oroya, una extensión de más de 10
mil hectáreas en Santa Anita (Lima), etc., los mismos que son reclamados por
algunos de sus accionistas” (364).
La costumbre
de cómo el Apra se hace de los medios de comunicación para contrarrestar
políticamente a sus opositores no ha sido perdida del todo, a ello responde el
indulto otorgado por Alan García, por “razones humanitarias”, a uno de los más
grandes corruptos como José Enrique Crousillat (hoy prófugo con el amparo del
gobierno), bajo la esperanza de que éste recuperara la administración del Canal
4, crítico, en alguna medida, al régimen de García. Otra variante es la
represión al medio de comunicación que no se someta a su línea política
castigándolo con el cierre definitivo, es así que en el actual gobierno aprista
se han clausurado un promedio de 100 emisoras a nivel nacional (420).
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