Isaías Marlon Bravo Flores
Marlon Bravo era estudiante de la Facultad de Agronomía y a sus 19 años
de edad participaba en una protesta, el 25 de enero de 1984, que reclamaba
contra el aumento del pasaje universitario, solicitaba aumento de rentas para
la universidad peruana y se manifestaba en contra de la promulgada nueva Ley
Universitaria 23733 (Ley Alayza-Sánchez). Esta
marcha fue convocada por la FEUNCP, bajo la presidencia del alumno Walter Ayala
Cárdenas, y se disponían a salir del campus universitario hacia la Carretera
Central y de ésta hacia el centro de Huancayo. La Guardia Civil y sus efectivos
se posicionaron enfrente de Ciudad Universitaria con la orden de no dejar salir
a ningún estudiante. Los alumnos por su parte insistieron en la marcha, motivo
por el que se inició una balacera indiscriminada, pero la represión se tornó
aún más dura frente a la resistencia de los estudiantes y en esas
circunstancias, el estudiante Isaías Marlon Bravo fue alcanzado por una bala
que le impactó los órganos vitales del
tórax.
En ese
enfrentamiento hubo decenas de heridos y varios detenidos. La mayoría de los
alumnos se replegaron en Ciudad Universitaria donde capturaron a un oficial de
la entonces Policía de Investigaciones del Perú (PIP) y dos suboficiales, los
mismos que se encontraban en la muchedumbre en condición de infiltrados y
agitaban para quemar los carros de transporte estudiantil dentro del recinto.
En las afueras del local universitario la policía detuvo a un total de 100 estudiantes
y los condujeron al Departamento de Seguridad del Estado. La noticia del
asesinato caldeó los ánimos de los estudiantes y un contingente de la PIP hizo
su arribo al campus donde el coronel jefe procedió a interrogar al Presidente
de la FEUNCP reclamando a sus policías detenidos. La fricción entre ambos fue
acalorada porque el Presidente pidió la libertad para sus compañeros
estudiantes a cambio de la libertad de los policías infiltrados, y así fue.
Las
autoridades universitarias mantuvieron una conducta expectante a excepción del
director de Bienestar Universitario y Asuntos Estudiantiles, Prof. Jaime Cerrón
Palomino, quien una vez enterado de los sucesos fue al lugar de los hechos,
constatando la muerte del estudiante en el centro médico de Ciudad Universitaria,
donde le fue entregado por los estudiantes el carné
universitario del fallecido. Horas más tarde, Marlon Bravo Flores
era declarado héroe estudiantil a nivel nacional. El profesor Jaime Cerrón dio las condolencias a la familia, la comunidad
universitaria y al pueblo de Huancayo y manifestó que la demanda de los
estudiantes sea atendida puesto que la universidad peruana enfrentaba una
política estatal de recorte presupuestario (por el gobierno de Fernando
Belaúnde) y que se le doten de mayores víveres y recursos en bienestar del
estudiantado.
A consecuencia de este crimen, la UNMSM organizó una manifestación
de protesta en el interior de la Ciudad Universitaria, por el asesinato del
estudiante Marlon Bravo Flores, generándose como resultado otro enfrentamiento
brutal con la policía. La contienda culminó con un herido de gravedad, el
estudiante Oscar Cárdenas Santiago de la Facultad de Derecho, quien había sido
baleado a la altura del esternón. Esa semana la FEP declaró duelo estudiantil
nacional (384).
Al igual que el de muchos otros estudiantes y líderes estudiantiles, el
crimen de Marlon Bravo Flores, ha quedado impune.
Santos
Huamaní Caballa
En el año 1986, cuando se
realizaban las elecciones estudiantiles en la UNCP, fue asesinado de un disparo
en la cabeza el estudiante de Antropología Santos Huamaní Caballa, dirigente
estudiantil de su Facultad y militante de la Juventud Comunista en Huancayo. Su
asesinato fue consecuencia de una agresión directa del Comando Paramilitar Rodrigo
Franco, en la que se ha especulado mucho que su autoría se deba al hijo de un
diputado aprista fundador de dicha organización criminal.
Se sucedieron
hechos como nunca en el campus. Según un testigo presencial, cerca de las 6
p.m. hizo su aparición el diputado Abdón Vílchez Melo con un grupo de búfalos
con el claro objetivo de boicotear las elecciones y consecuentemente, el
triunfo del FER; entraron los apristas arranchando las cédulas, pero el
alumnado reacciona y cerca de las 7 p.m. Vílchez era capturado junto a su
gente, lo encontraron con dos revólveres dentro del campus universitario y en
compañía de seudoestudiantes, lo condujeron en calidad de decomisado a la
biblioteca de la UNCP donde se encontraba el Comité Electoral. En cuestión de
instantes el hecho se hizo público e hizo su aparición el Prefecto de Junín
solicitando la libertad de Vílchez por su calidad de diputado. También
intervino el diputado izquierdista Alejandro Olivera Vila. Ante estos hechos,
los estudiantes liberaron al diputado (con una herida en la cabeza) y su
séquito a las 9 p.m., previo acta de constatación de lo que había ocurrido. Por
el otro lado, Santos Huamaní yacía muerto. Este crimen también se encuentra
impune.
Herminio Parra Rivera
Nació en
Huánuco el 18 de mayo de 1942. En 1962
egresó como ingeniero civil de las aulas de la UNI. Cursa una segunda carrera
de Física y Matemáticas en la misma universidad, donde destacó como secretario
general del Centro Federado de Estudiantes de la Facultad de Ciencias
(1968-1971). A pesar de tener carreras no afines a las ciencias sociales, se
dedicó al estudio e investigación de la historia aplicada a nuestra realidad
social, fue un autodidacta. Ésto le permitió realizar un análisis científico de
la historia y de la realidad peruana, aportes que se mencionan en sus obras:
Perú, La República, Las Elecciones y la Miseria de su Historia; El Hayatorrismo
en el Perú y la publicada póstumamente, De Invasores a Oligarcas.
Parra fue
asesinado el 1 de octubre de 1988 en su domicilio, por obra del Comando
Paramilitar Rodrigo Franco, durante el primer gobierno de Alan García Pérez,
cuando ejercía la docencia en la universidad. Su crimen permanece impune y es
recordado como el primer mártir del estamento docente en la UNCP (363).
Luis Aguilar Romaní
Nacido en
Huanta, Ayacucho. Cursó la educación secundaria en la Gran Unidad Escolar Paúl
Gonzáles Vigil en su pueblo natal. Ingresó a la UNMSM a la Facultad de
Filosofía y Ciencias Sociales de la cual egresó con el título de Licenciado en Educación,
iniciando su labor docente en el Colegio Bruno Terreros de la comunidad de
Muquiyauyo, Jauja y posteriormente reasignado al Colegio Túpac Amaru de Chilca,
Huancayo. Continuó su labor docente en el Instituto Superior Pedagógico Teodoro
Peñaloza de Chupaca y finalmente, en la UNCP adscrito a la Facultad de
Pedagogía y Humanidades.
Presente en la
lucha sindical como secretario general del Sindicato de Docentes de la UNCP y
presente en las luchas populares que le permitió dirigir la invasión al fundo
Salas (54 hectáreas )
en el distrito de El Tambo, fundándose el más grande asentamiento humano de
Huancayo al que denominaron Justicia, Paz y Vida; eslogan que utilizara la
Izquierda Unida en la década de 1980. La invasión se hizo conjuntamente con
Hipólito Tobías Sovero y Gerardo Matos Aquino, ambos trabajadores de la
Municipalidad Provincial de Huancayo bajo el amparo del entonces alcalde Juan
Tutuy Aspauza, quien había reemplazado al asesinado Saúl Muñoz Menacho.
Aguilar Romaní
fue asesinado por dos disparos en la cabeza y uno en el tórax, el 18 de julio
de 1989, en las oficinas del decanato de la Facultad de Pedagogía y
Humanidades, cuando desempeñaba el cargo de docente asociado, delante del
decano Jaime Cerrón Palomino. Aún con vida, fue trasladado a la Clínica Hans
Rhur de Huancayo donde llegó con signos de rigidez de descerebración, según el
neurocirujano Dr. Danilo Morales, quien lo condujo a la capital con alguna
esperanza de tratamiento.
Si nos ponemos
a razonar sobre este suceso, veremos que ocurrieron múltiples hechos
sospechosos sobre el atentado al Prof. Aguilar. Se especuló que Sendero
Luminoso fue quien ejecutó el crimen, pero caben dudas e interrogantes al
respecto: ¿por qué Sendero Luminoso habría escogido el escenario de la
universidad para asesinarlo, si podría haberlo ejecutado en otro sitio?, ¿por
qué comprometer más a la UNCP que estaba siendo golpeada por la represión?,
ahora bien, si hubiera sido Sendero Luminoso, ¿por qué asesinar a su víctima en
su supuesto centro de operaciones? y finalmente, ¿por qué trasladó a la víctima
al Hospital Militar y no al Hospital del Seguro Social? Si Aguilar era docente
universitario, debía ser trasladado en Lima a un centro que garantizara la
mejor tecnología y la gratuidad, por tanto, le correspondía, por ser asegurado,
el Hospital Guillermo Almenara o Edgardo Rebagliatti, mas no el Hospital
Militar.
La denuncia
hecha por Joel López Galván y la no reivindicación de su asesinato por ninguna
fuerza beligerante, pueden dar respuesta a estas dudas y orientar a un tercer
sospechoso interesado en generar un conflicto interno entre Sendero Luminoso y
el MRTA dentro y fuera de la universidad, es decir, a los servicios de
inteligencia del ejército o las fuerzas paramilitares. Esta última hipótesis no
es frágil si consideramos que Aguilar fue asesinado con el objetivo de hacer
que la población del asentamiento humano Justicia, Paz y Vida y los estudiantes
de la UNCP, del cual era su presidente y docente respectivamente, se volcaran
contra Sendero Luminoso, ya que para la PIP, Aguilar era un presunto miembro
del MRTA.
Si bien se
especuló mucho acerca de su muerte, lo cierto es que aún no se sabe a ciencia
cierta quién es el autor, aunque en algo nos pueden ayudar las declaraciones
hechas por su dilecto amigo y discípulo Joel López Galván, quien lo acompañó
hasta el final, reforzando nuestra hipótesis: “Lo recuerdo como si fuera ayer, estaba sentado frente a la Sala de
Cuidados Intensivos del Hospital Militar cuando vi salir, sigilosamente, a un
paramilitar disfrazado de enfermero, le pregunté qué hacía en la habitación del
profesor, pero no me respondió… Se perdió raudo en el pasillo, mientras vi en
el interior de la habitación dos más, parados al lado del profesor Aguilar. Que
hacen –les pregunté – y me dijeron “cuidando al enfermo”, pero era mentira,
ellos habían ido con el firme propósito de rematarlo, y lo hicieron. Él estaría
aún vivo, aunque sea vegetal, pero estaría vivo” (337).
La memoria del
Prof. Aguilar es honrada por los pobladores del asentamiento humano Justicia,
Paz y Vida donde su colegio lleva su nombre y en su plaza puede observarse un
monumento.
Caso similar
al del Prof. Aguilar, ocurrió con Saúl Muñoz Menacho que por mucho tiempo se
creyó que fue atentado por alguna fuerza subversiva o fuera víctima de una
conspiración dentro de su propio partido, pero luego de 23 años el Departamento
de Estado de los EEUU desclasificó una valiosa información demostrándose que
Saúl Muñoz fue asesinado por un comando del ejército peruano. Esta información
es cierta si consideramos la confesión del verdugo capitán (r) Víctor Penas
hecha a Ricardo Uceda (375): “Como
egresado de la Escuela de Comandos, a Penas le constaban muchas cosas más. Por
ejemplo, sabía cómo fue asesinado Saúl Muñoz Menacho, el alcalde izquierdista
de Huancayo, el 24 de julio de 1984… Muñoz fue uno de los objetivos que los
instructores les impusieron a los comandos que egresarían ese año, la tarea
final del curso”.
Otro caso
análogo fue el asesinato de Jaime Cerrón Palomino y Armando Tapia Gutiérrez,
quienes fueron encontrados con un letrero que reivindicaba el crimen por el
grupo subversivo MRTA, pero en realidad fue asesinado por fuerzas
paramilitares. Con el mismo modo operandis, el 4 de noviembre de 1989, el
ejército peruano ejecutó a ocho pobladores, incluyendo un menor de edad, en la
comunidad campesina de Pucará (Huancayo) y antes de ser ejecutados se les
obligó a hacer pintas del MRTA (396).
Estas pruebas ponen de manifiesto la fallida
estrategia, regla de la lucha antisubversiva, que utilizaron los aparatos del
poder aprista y fujimorista, siendo la UNCP y el pueblo, un blanco injusto en
su desesperada represión.
Armando Tapia Gutiérrez
Recordado
cariñosamente con el apelativo de Sacha. Fue secuestrado, torturado y asesinado
el 8 de junio de 1990, junto al vicerrector Jaime Cerrón Palomino, cuando
desempeñaba la labor de chofer del rectorado y vicerrectorado de la UNCP. Ambos
cadáveres fueron hallados en el anexo de Aramachay, distrito de Sincos,
provincia de Jauja. Su muerte es contradictoria al modus operandi del grupo
subversivo MRTA, a quien quisieron culpar, por lo que se concluye su asesinato
como obra de un comando paramilitar del ejército peruano. Otra vez, la
estrategia fallida.
Roberto Aguirre Palomino
Nació en el
anexo de Pishupyacun, distrito de Chilca, el 21 de febrero de 1947. Terminó la
educación secundaria técnica en el Colegio Nacional Túpac Amaru de su distrito
y continuó estudios en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano, lo cual le
permitió iniciarse en el magisterio como profesor de la asignatura de Inglés en
el Colegio La Victoria de Ayacucho para luego ser reasignado al Colegio
Nacional Santa Isabel de Huancayo. Paralelamente a su trabajo, estudió en la
Facultad de Pedagogía y Humanidades de la UNCP, de donde egresa con el título
de Licenciado en Educación en la Especialidad de Ciencias Sociales e Historia.
Ingresa a la cátedra universitaria en 1984 y simultáneamente, comienza estudios
de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Privada Los Andes (UPLA).
Roberto
Aguirre estuvo presente en las luchas sindicales ocupando cargos de gran
responsabilidad. Fue secretario general del SUTESI y del Sindicato de Docentes
de la Facultad de Pedagogía y Humanidades de la UNCP. Ocupó cargos políticos
como concejal del distrito de Chilca. Su producción intelectual ha sido
fructífera llegando a publicar numerosos artículos en los diferentes periódicos
y revistas de la región. Fue discípulo del Maestro Jaime Cerrón Palomino,
asesinado cuatro meses antes, con quien publicó en coautoría los libros de
Historia y Filosofía de la Educación Universal; Historia y Filosofía de la
Educación Peruana e Historia de las Ideas en el Perú Contemporáneo, etc.
Haciendo un llamado al magisterio decía: “del
magisterio se exige una actitud revolucionaria, para forjar un Perú sin
explotados ni explotadores”.
Después de
haber culminado la última clase, el 15 de octubre de 1990, fue vilmente
asesinado en el portal de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la
UPLA, recibiendo múltiples disparos que le condujeron a la muerte. Acerca de su
asesinato, el diario de mayor circulación regional mencionó: “El asesinato del catedrático, llamó la
atención de familiares y amigos que lo conocieron por cuanto tuvo lazos
estrechos de amistad con el también asesinado Vicerrector Académico Jaime
Cerrón Palomino. Se supo que el estudiante de Derecho, fue quien organizó los
funerales del Ex Vicerrector de la UNCP, siendo uno de sus más cercanos
colaboradores” (340).
El crimen de
Aguirre Palomino hasta hoy permanece impune. Con su muerte quedó truncada la
esperanza de terminar la obra inconclusa que dejara con Jaime Cerrón Palomino
sobre el materialismo contemplativo de Manuel Gonzáles Prada. En su tumba, en
la ciudad de Huancayo, yace un epitafio que lo recuerda: Honor al Intelecto.
Manuel Lagos Arrieta
Aunque se
desconoce la fecha exacta del asesinato, es posible que el 20 de abril del
2005, fecha en que se comunicaron por última vez, el médico ayacuchano Manuel
Lagos Arrieta, exisabelino y egresado de la UNCP fuera asesinado junto a su
brigada por una comunidad aguaruna en Tagkejip, Bagua, Amazonas. Según las
versiones periodísticas fueron ultimados con objetos punzantes y corto
contundentes, enterrados en una fosa y luego encostalados (333). Lagos fue
asesinado junto con Marcelo Huamán Carranza (enfermero), Juan Carlos Espinal
Blondet (obstetra) y Gladys Salazar Abad (Técnica). La brigada realizaba
trabajos sanitarios en aquella zona, contaban prácticamente con todos los
medios, pero menos con uno, el más importante, conocimientos de
interculturalidad que debieron haberles impartido en sus centros de enseñanza
superior.
Si entendemos
que interculturalidad es la relación respetuosa entre varias culturas dentro de
un mismo territorio con permanente comunicación, interacción, intercambio y
reconocimiento de los valores y modos de vida entre ellas, puesto que ninguna
cultura es impermeable, se hubieran salvado esas vidas y las de los propios
aguarunas. Faltó enseñarles que cada cultura tiene su propio concepto de salud
y enfermedad, algo que el sistema quiere ignorar, producto del diseño de una
cultura etnocentrista, hispanohablante y urbana. Atendiendo a esta realidad, en
la Facultad de Medicina de la UNCP, se dictaron cátedras de quechua, pero
solamente duraron dos o tres años, el cambio de gobierno rectoral hizo que se
sustituyeran por otras asignaturas, supuestamente más afines a la Medicina. El
rector entrante no había entendido la necesidad vital de ésta y los gobiernos
siguientes aún llevan esa tara, dispuestos a repetirla. Esta realidad debe ser
considerada una agenda en la lucha universitaria nacional.
Primer Mártir de
|
A solicitud de los estamentos universitarios se acordó perennizar la
memoria de los mártires de la UNCP caídos en defensa de la universidad, la
cultura y la investigación científica. Así, el Consejo Universitario quedó en
rendir un reconocimiento póstumo a Jaime Cerrón Palomino categorizándolo como
rector y procedió, dentro de un plazo de 90 días, a la construcción de un
mausoleo en el Cementerio General de Huancayo, en un terreno donado por la
Beneficencia Pública, donde permanecen los restos de tan insigne maestro en
representación de todos los mártires universitarios. En la misma reunión se acordó
dar trámite a la dación de ley para que la UNCP se denomine Jaime Cerrón
Palomino. Un diario de circulación nacional manifestó acerca de este
acontecimiento y de la personalidad del vicerrector desaparecido: “Fue un tenaz luchador por la nacionalización
de la Universidad Comunal de ese entonces. Siempre estuvo ligado a los justos
reclamos de los trabajadores y campesinos. Su pensamiento claro y avanzado, así
como, su energía intelectual, lo llevó a estar imbuido del conocimiento
científico y social” (342).
Para concretar el acuerdo se convocó a un concurso bajo responsabilidad
del arquitecto José Castillo Córdova en su calidad de consultor: Un diario
local testifica el hecho: “El sábado
cinco de octubre tendrá lugar la calificación de 80 trabajos presentados al
Concurso Universitario de Diseño Arquitectónico pro construcción de un mausoleo
para el ex vicerrector Jaime Cerrón Palomino y la edificación de un monumento
conmemorativo a los Mártires de la Universidad Nacional del Centro del Perú.
Los trabajos ganadores deberán expresar los valores humanos de respeto y
conservación físico intelectual de quienes consagran su vida al conocimiento
científico” (340). Así, el 12 de octubre de 1991, los ganadores del
concurso resultaron: “Roy Luis Alegre
Freyre, estudiante del tercer año de la Facultad de Arquitectura de la UNCP,
por haber obtenido su trabajo el primer lugar, el estudiante Edgar Ospino
Sotelo, por el segundo lugar, y Jorge Meza Iván Alfaro por haber ocupado el
tercer lugar. La alumna Isabel Cristina Huamán Álvarez que participó con el
seudónimo Chavi 91 ocupó el cuarto lugar y finalmente Jhon Pomayay Vílchez
ocupó el quinto lugar. Actuaron de jurados los arquitectos Juan José Casas
Bartolomé y Segundo Burgos Malaver, además de la esposa del vicerrector
desaparecido, Bertha Rojas viuda de Cerrón” (341).
El mausoleo dedicado a los Mártires de la Universidad Nacional del
Centro del Perú lleva en su elevación las iniciales J, C, P, el emblema de la
universidad y contiene los restos del Maestro Jaime Cerrón Palomino, los mismos
que fueron trasladados con posterioridad.
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