martes, mayo 05, 2015

CAPÍTULO XIII: EL PRAGMATISMO APRISTA: AHÍ, DONDE TERMINA LA IDEOLOGÍA (Libro del Dr. Vladimir Cerrón Rojas)


Gran razón tenía el amauta José Carlos Mariátegui cuando dijo que no existe un elemento más poderoso y capaz de cambiar la psicología del hombre que la economía. También el materialismo histórico ha demostrado que toda idea suele ser impotente de por sí, si ésta no está vinculada a las necesidades materiales de la sociedad. Así, asistimos frecuentemente a las rupturas ideológicas de grupos humanos inicialmente cohesionados, cuando ven peligrar sus intereses partidarios o de grupo, pues ahí, donde  para algunos comienzan los “derechos” económicos, termina la ideología. A continuación algunos ejemplos que evidencian el carácter pragmático de un partido con sus militantes.

Caso Elías Tácunan

Elías Tácunan, natural de Huasicancha, militante aprista, líder comunero y gestor de la fundación de la Universidad Comunal, fue solamente una pieza inicial para el logro de las ambiciones apristas de adueñarse del esfuerzo popular (la universidad). Fue traicionado por los llamados fundadores-propietarios. Tal discriminación llegó a la cúspide cuando Tácunan, al igual que las comunidades, fue considerado marginalmente en sus derechos como impulsor y fundador de la universidad, pues haberlo hecho, habría conspirado a las aspiraciones económicas de la cúpula.

Su carta de renuncia al Apra, poco tiempo después de fundada la universidad, confirma que desconocía del ardid jurídico de sus “dueños” y “fundadores”. Se puede inferir que esta misiva pese a haber sido trascendental en la vida política de Tácunan, no lo es del todo, al carecer de la valentía necesaria que hoy hubiera devenido en un importante aporte histórico con respecto a este tema censurado y prefirió no explicar las causales reales de su decisión. Esta inferencia puede deducirse de uno de sus párrafos, cuando menciona romántica y melancólicamente: “los motivos, es mejor cubrirlos con un manto piadoso por la salud del Apra”. Acaso, equívocamente, ¿Tácunan albergaría la idea de ser reconocido algún día por el Apra?, sólo él podría habernos respondido, pero tampoco hay muchas posibles respuestas acerca de la actitud de un partido en el cual ya no lo necesitaban.

Caso Javier Pulgar

Pulgar Vidal enfrentó serias contradicciones con su partido, el Apra. Cuando los problemas sobre la Escritura Pública de Constitución Nº 371 se fueron agudizando en el seno de la opinión pública universitaria y la sociedad huanca, Pulgar estaba perdiendo el prestigio ganado y la autoridad moral que inicialmente lo caracterizó. Para tratar de remediar el desprestigio institucional, la Asociación de Catedráticos Apristas se pronunció por la reorganización a sus espaldas. Pulgar reaccionó negativamente y la respuesta del aprismo fue desconocer su autoridad y someter a disciplina a su gerente de la universidad, Jesús Véliz Lizárraga.

Sufrió la vil traición de su partido cuando éstos deciden apoyar la reorganización de la universidad, esto se interpretó como la ruptura oficial con dicha organización. Por otro lado, Pulgar enfrentaba una organización popular ensamblada en el Comité Pro Nacionalización y la frustración de haber perdido “su” universidad. Consideró que su prestigio había pagado mucho y se fue de la universidad, renunciando al rectorado.

Caso Jesús Véliz

Los conflictos entre Jesús Véliz Lizárraga y Ramiro Prialé, por el dominio de la UNCP, conllevaron al sometimiento a disciplina del primero, dentro de su partido, y al límite del caos “se tramitó su expulsión por haber defraudado las esperanzas del aprismo”, pues quien osaba enfrentar a Prialé, era un desahuciado político en el partido. Acerca de este suceso un diario de circulación nacional manifiesta: “Todo parece indicar que tal temperamento ha sido adoptado con la anuencia del Secretario General del Apra, Ramiro Prialé, quien se encuentra en esta ciudad (Lima) por el fallecimiento de su padre” (285).

Una vez materializada la expulsión, Véliz Lizárraga optó por militar otros partidos que finalmente lo llevaron a ser Constituyente de la República y posteriormente, congresista. Véliz era uno de los repetidores de la tan famosa frase al servicio del aprismo en su lucha contra la nacionalización de la universidad: “Nacionalizar la Universidad Comunal del Centro del Perú, sería como nacionalizar la llama”.

Caso Nilo Arroba

El día 20 de agosto de 1973, la Secretaría General Regional del Centro del Apra, representada por el médico Félix Ortega Arce, hace la siguiente declaración crítica acerca de la simpatía de Arroba por el velasquismo: “Tras el aparente elogio al Gobierno Revolucionario se perfila un suculento puesto público. Ayer fue burócrata dorado de la Universidad; hoy intenta ser burócrata diamantino. La militancia entonces para Nilo Arroba está en razón directa de sus aspiraciones económicas y en razón inversa a las ideas y filosofía política. Así se transforma en mascarón de proa de algunos elementos del Gobierno que guían el barco de la “Revolución” a las aguas tormentosas de la desconfianza, inquietud y zozobra… Nilo Arroba tiene que ventilar previamente su situación jurídica de presunto delincuente. Antes aprista y ahora antiaprista… ¿Qué calificativo puede tener quien abusando del poder alquila una suite en un hotel lujoso de la capital, para sus orgías y liviandades, con los dineros públicos, aduciendo alojamiento para el rector?, ¿puede hablar de egoísmo y soberbia el más ruin de los hombres en su trato con los demás, cuando estaba en su reino?... Nilo Arroba Niño, anda, camina, inicia tu marcha por el camino de los claudicantes y tránsfugas. Enrólate en la legión de los revolucionarios asalariados. Ahí te espera Pedro Páramo. Cuando palpes la triste realidad de esta patria nuestra, llora como mujer lo que como hombre y como aprista no pudiste defender” (186).

A esta declaración, el 1 de septiembre de 1973, Arroba le respondió a Félix Ortega: “Nuestra patria, a través de una de sus instituciones más disciplinadas y serias, las FFAA, está jugándose su última oportunidad para alcanzar la justicia plena para todos los peruanos, en forma pacífica y sin derramamientos de sangre. Si dejamos de pasar esta particular alternativa, numerosos hogares peruanos se cubrieran de llanto y dolor. ¿No vemos lo que ya empieza a ocurrir en otros países de esta misma parte del continente? Si al percatarnos de esta irrefutable realidad renunciamos a nuestra militancia partidaria en forma franca, no la obra de otra agrupación política, sino la institución y despartiradizada gestión nacionalista y humanitaria de las FFAA, si al asumir esta actitud, repito, nos exponemos a que nos llamen tránsfugas en buena hora sea” (190).

El día 13 de noviembre de 1973, Arroba había renunciado al Apra y esta organización le había dado la espalda. Su abogado defensor, Dr. Jaime Yuli Linares, en el ejercicio de la defensa, denunció el trabajo proselitista obligado a que Arroba estaba presionado por su partido en la UNCP, que según lo mencionado, logró posicionar a Félix Ortega en la alcaldía de Huancayo: “En realidad lo único que estaba haciendo Nilo Arroba Niño a través de la Universidad, era pagar un favor político… La labor de Arroba Niño ha sido administrativa, ha sido también académica; su labor también fue proselitista, de ahí que lo encontramos en las campañas de 1966, y el 13 de noviembre de 1966, justamente sale ungido como Alcalde de Huancayo un elemento de su partido, debido al trabajo tesonero que había inmerso dentro de los cánones de la Universidad… Como digo señores magistrados no deseo herir susceptibilidades; pero la verdad tiene que salir a flote” (236).

Caso Maurilio Arriola

El día 17 de junio de 1968, Maurilio Arriola Grande y Nilo Arroba se enfrentaban por el rectorado en la UNCP (47). Arroba tenía todo el respaldo del Apra y este fenómeno hizo que Arriola fuera cuestionado en el seno de la dirigencia y sea sometido a disciplina. La ideología quebrantada por la ambicia del poder, sobre todo económico, que el rectorado traía consigo, trajo como saldo final la salida temporal de Arriola de las filas de su partido.

Más adelante, en abril de 1969, tanto a Arriola y Arroba los volveremos a encontrar pugnando por el rectorado, pero en esta ocasión al lado de otro aprista, el Ing. Renán Ruiz Gutiérrez. Nuevamente Arriola fue sometido a disciplina. Ésta es una evidencia de cómo en el seno del Apra las pugnas por el poder son encarnizadas, donde el sustento ideológico no cuenta para nada.

 


Caso Hermógenes Casaverde

Hermógenes Casaverde Río ocupaba el cargo de Asesor Jurídico de la UNCP en el rectorado del Ing. Manuel Carranza Márquez, además, de concejal del Municipio Provincial de Huancayo. En medio de la crisis que envolvía al ente universitario, el 30 de octubre de 1968, Casaverde manifestó su apoyo a la necesidad de reorganizar la UNCP, motivo por el que renunció al Apra y luego fue separado de la universidad (165).

Caso Julio Quiñe

El día 14 de diciembre de 1968, la Asociación de Catedráticos de la UNCP (fachada docente del aprismo) expulsa de su seno al ingeniero Juan Julio Quiñe por la denuncia que formulara contra Arroba Niño en el Segundo Juzgado de Instrucción (152). El 16 de diciembre, el Ing. Quiñe salvó de morir acribillado, producto de un atentado desde un automóvil. Reconoció a sus sicarios: Jorge Bohórquez, Silva Barrera y un tal Arroyo de la Facultad de Agronomía (92).

Caso Oswaldo Espinoza

En el mes de diciembre de 1968 renuncia un destacado líder aprista y catedrático de la UNCP, el Dr. Oswaldo Espinoza Vivar. Entre los motivos que lo conllevaron a tal decisión, explica: “Son en parte por orden ideológico, pero por sobre todo de carácter moral”. Al referirse a la UNCP, acota: “Piensan seguir con el mismo negativo programa en nuestra Primera Casa de Estudios Superiores, digna de mejor suerte en todas sus proyecciones morales e intelectuales” (77).

Caso Manuel Carranza

El día 7 de mayo de 1964, Carranza renuncia a su cargo, luego de recibir furibundos ataques de sus compañeros de partido, y convocaba a una Asamblea Universitaria en la que fue elegido como encargado del rectorado el Sr. Nilo Arroba Niño. Esta nueva medida multiplicaba el fraude porque Arroba no reunía los requisitos de tiempo de docencia suficiente como para ser rector; porque el cargo de “encargado” del rector no existe en la ley y porque la “elección” se hizo en ausencia de los profesores de Huacho, muchos de los cuales sí reunían los 10 años de docencia universitaria. Pero el fraude se consumó, el 19 de agosto de 1966, el secretario general de la UNCP, Gustavo Sanz Túpac Yupanqui, deja presente que frente a la renuncia irrevocable del Ing. Manuel Carranza Márquez al rectorado de esta universidad, la Asamblea Universitaria acordó nombrar a Nilo Arroba Niño, para completar el período del anterior rector renunciante (154). Así, Carranza fue realmente expulsado porque ya no era servil a los intereses de su partido y necesitaban otro con mayor compromiso genuflexo.

Caso Félix Ortega

Ofrecimiento de Félix Ortega a trabajar con Juan Velasco Alvarado. Diario Correo, Huancayo,  17 de noviembre de 1969. Archivo personal.
En el vocero La Universidad de la UNCP del mes de diciembre de 1966, su editor Julio Candiotti menciona de la fraternidad que une al rector Nilo Arroba Niño y al alcalde de Huancayo Félix Ortega Arce, augurando éxitos en el binomio Universidad-Municipio (62).

El día 17 de noviembre de 1969, el alcalde de Huancayo Félix Ortega Arce declara en Sesión Solemne del Concejo Provincial de Huancayo que trabajará con la Junta Militar de Gobierno, al respecto la prensa menciona: “Félix Ortega Arce afirmó ayer que trabajará “codo a codo” con el Presidente de la República, General EP Juan Velasco Alvarado y lo apoyará en todo lo que signifique progreso para su pueblo… Para que el odio y la cizaña sea desterrada para siempre y debemos dejar de lado las críticas destructivas”. Dijo que el ejercicio municipal que empezó el año 1967 “no ha sido comprendido y la crítica llegó en determinado momento a destruir la moral… Un deber elemental de nosotros es rodear a la autoridad para lograr el progreso, dejando de lado compromisos políticos y de partido” (98).

Contradiciendo la declaración anterior, el 28 de abril de 1969, la prensa manifestó: “Cierto en parte y desafortunadas en lo más resultan las declaraciones del alcalde Dr. Félix Ortega Arce cuando critica al ministro del interior General Armando Artola Azcárate. Por un lado, al haber asumido el General Artola la función pública tiene que estar sometido a críticas. Sin embargo, decimos que han sido desafortunadas, porque se ha excedido en su ataque y ha tocado a las FFAA como institución… Es natural que el Dr. Félix Ortega Arce respire por la herida, puesto que en cualquier momento deja el cargo… Sin embargo, no hace mucho se ha puesto en tela de juicio la legalidad de la permanencia de Félix Ortega Arce en el seno de la JOP (Junta de Obras Públicas). La ley 12672 dice textualmente que están impedidos para ser miembros los empleados públicos. El Dr. Ortega es empleado del hospital El Carmen que pertenece a la Beneficencia Pública que es entidad para estatal. Claro que su presencia en el Municipio esta facilitado por otro dispositivo” (118).

Más adelante, paradójicamente, en agosto de 1973, Ortega censuraría el acercamiento y simpatía de Arroba Niño al velasquismo.

Caso Oscar Ricse

El Apra postuló una lista de precandidatos al Congreso de la República, entre los que estaban: Félix Ortega Arce, Horacio Gago Espinoza, Américo Bonnett (hijo), Ángel Mendoza Poves y Oscar Ricse Suasnábar. “Gago me dijo: asegúrame la votación de la selva porque sé que voy a perder en Huancayo y Jauja. Toma 10000 soles y si hace falta algo más avísame, la victoria me la darás tú. Haz cualquier cosa, falsifica o quema las actas, compra gente, no sé y así fue. Me ubiqué en Mazamari, tierra de mi primera esposa, estuve ahí 15 días antes del escrutinio coordinando toda la selva central, en Chanchamayo y Satipo. Reconozco que fui un desgraciado. Veía a la gente hacer su colita”. Continúa: “A Gago nadie lo quería, el Comité Provincial de Satipo me hizo saber que nadie lo quería, porque valiéndose de la familiaridad con Ramiro Prialé le había arrebatado un fundo de 100 hectáreas al ingeniero Sanguinetti y eso era de conocimiento popular. Entonces deduje: la cosa es comprarse a los tres miembros del comité electoral y así lo hice. Falsificamos e hicimos actas donde Horacio Gago ganaba ampliamente, pero quienes ganaron en realidad fueron Félix Ortega Arce (Chaleco), Oscar Ricse Suasnabar, Aníbal Aliaga Iparraguirre y Ángel Mendoza Poves, en ese orden. Gago quedaba en el noveno lugar y apareció como el segundo. Inicialmente hubo una resistencia en el comité electoral pero utilicé el cuento de “Ramiro dice…”. Tello Salavarría hermano del que mató a los Miro Quesada fue el único que ofreció resistencia pero luego firmó las actas insultándome. Salavarría estaba “exiliado”, pues en aquellos tiempos, Satipo era una cárcel, ahí huía todo el que tuviera problemas con la justicia. Tello me dijo: has hecho caer la moral del Apra. Con esta actitud has matado el honor de tu familia. Chaleco me llamó y me dijo que le contara la verdad de lo que había pasado en Satipo, tenía una voz firme y no admitía que lo engañaran. Me dijo: a mí no me has perjudicado pero has perjudicado al partido. Era la oportunidad de Ricse de llegar al Parlamento pero le fallamos. La segunda vez que le falla el partido es en las elecciones al Congreso en 1985, el hombre ya estaba adentro”. Finaliza: “Quiero mencionar que la primera propuesta que recibí para hacer este “trabajo” fue de Américo Bonnett y me negué” (364).

Caso Juan Gálvez Ríos


Acerca de los trabajos en Radio 15-50 y su posterior desconocimiento, Gálvez manifiesta: “Por todas estas ayudas brindadas a Gago me tenía mucha estima y consideración, pero generé un celo dentro de su familia, pues era el confidente más cercano. Trabajaba en la radio y me pagaba mi salario. Sin embargo, a su muerte las herederas tratan de despojarme de mis acciones” (364).

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