martes, mayo 05, 2015

CAPÍTULO XVI: UNCP: EMBLEMA DE UNA MASACRE EN LATINOAMÉRICA (Libro del Dr. Vladimir Cerrón Rojas)


Represión aprista y fujimorista

Las décadas de 1980 y 1990 fueron épocas trágicas que enfrentó la UNCP al perder el mayor número de sus docentes y estudiantes por la represión gubernamental. El domingo 24 de junio de 1990, el diario nacional La República refiere al respecto: “Una ola de asesinatos y desapariciones convulsiona la comunidad universitaria. La última víctima de esta escala – atribuida a comandos especializados del Ejército y la Policía – fue el catedrático Jaime Cerrón, vicerrector de la Universidad Nacional del Centro. En los primeros cinco meses de este año, cuatro han sido los estudiantes asesinados y otros nueve figuran como desaparecidos desde que fueron ilegalmente detenidos por agentes del orden. El fenómeno se extiende por la mayoría de centros de enseñanza superior amenazando a todo aquel que porte una credencial universitaria, pero, sobre todo, a quienes intervienen en política”. Continúa: “Javier Sota Nadal, Rector de la UNI y presidente de la Asamblea Nacional de Rectores: los hechos de violencia contra la Universidad lo sitúan en un campo inerme, indefensa en medio del fuego cruzado entre la subversión y el aparato represivo. Para Wilson Reátegui, Rector de la UNMSM, las detenciones, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales, ponen en evidencia un plan de profilaxis política que incluye la eliminación física de las personas. Es un plan implementado por el gobierno en contra de la Universidad como institución. Ser miembro de la comunidad universitaria es un riesgo en estos momentos” (320).

A mediados de 1989 se realizó una intervención militar al campus de la UNCP reteniendo a todos los estamentos presentes. En el acto se procedió a realizar un “censo”, fotografiándolos y asignándole un número a cada miembro de la comunidad. A partir de este acto, las desapariciones y ejecuciones extrajudiciales fueron una constante y en aumento. Una de las estrategias de inteligencia empleada por las FFAA en su lucha contra la subversión fue promover actividades culturales con contenido ideológico. Ésto puede inferirse porque a mediados de 1990 fue invitada Martina Portocarrero a un recital en pleno campus y cantó desde un balcón de la Facultad de Economía; detrás de ella se encontraban los dirigentes de la FEUNCP, muchos de ellos en la inocencia y otros, en el desafío, dando la cara sin medir las consecuencias reales del suceso. Con toda seguridad, estas imágenes debieron ser captadas por los servicios de inteligencia. Este dato es corroborado por el informe final de la CVR (359). En efecto, al cabo de pocos días, la gran mayoría de dirigentes estudiantiles fueron secuestrados, torturados, ejecutados extrajudicialmente y otros, hasta hoy, desaparecidos. Sin embargo, uno de ellos, quien conducía todo el acto y fue el promotor principal del espectáculo, nunca corrió la misma suerte que sus colegas, y ahora lejos de la nebulosa y la duda que te envuelve en esos momentos, nos atreveríamos a decir que era un infiltrado. Este sujeto vino a la UNCP producto de un traslado externo procedente de la UNSCH, había sufrido una detención en Ayacucho, pero al tener vínculos familiares con militares habría “canjeado su vida” a cambio del trabajo encomendado. Hoy es docente en la UNCP.

Al respecto del título de este capítulo, rescatamos lo manifestado por el Dr. Salomón Lerner Febres, presidente de la CVR: “Huancayo bien puede ser el emblema de la tragedia vivida por nuestras Universidades durante los veinte años de violencia política sufrida por nuestro país”.

Marco legal de la represión

  1. Ley Nº 24150 (7 de junio de 1985), las fuerzas armadas asumen el control interno.
  2. Se decreta el Estado de Emergencia en Junín (30 de diciembre de 1988).
  3. Manual del Ejército Peruano Guerra No Convencional – Contrasubversión ME 41-7 (junio de 1989), destinada a eliminar mandos y líderes, incluyendo ideólogos y para lo cual requieren gran concentración de esfuerzos, abundantes recursos y numeroso personal.
  4. Directiva 017 del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas para la Defensa Interior (diciembre de 1989), por la que se creaban los Frentes Contrasubversivos. Junín y Pasco formaron el Frente Mantaro.
  5. Decreto Legislativo Nº 726 que modificaba la Ley Universitaria 23733, que permitió la violación de la autonomía universitaria y el control total del claustro.
  6. Decreto Legislativo Nº 743 Ley del Sistema de Defensa Nacional (1991). Se pone en vigencia con el golpe de Estado de 1992. Esta ley amplía las facultades al Ministerio de Defensa.
  7. Decreto Legislativo Nº 749 (8 de noviembre de 1991), sustituye el gobierno civil por el gobierno militar, es decir, convirtió al Jefe Político Militar en Jefe de Gobierno Regional, disponiendo todos los recursos de la región orientados a la lucha contrasubversiva.
  8. Ley Nº 25416 (febrero de 1992), que facultaba al Presidente de la República disponer la intervención de las FF AA en el campus universitario.

No eran casos aislados ni excesos de las fuerzas armadas

A la gran mayoría de estudiantes, docentes y trabajadores administrativos ejecutados, se les impuso el mismo patrón criminal consistente en:

  1. Detención de la víctima (s) por agentes militares en uniforme o vestidos de civil.
  2. Los secuestradores eran identificables por la logística empleada (camionetas, armas, municiones, lugares de detención, etc.).
  3. Una posición oficial de las FF AA con negación de responsabilidad por tales desapariciones, pese a la existencia de testigos.
  4. Falta o pusilanimidad en la investigación por parte de las autoridades judiciales sobre la situación de las víctimas e ineficacia de los recursos interpuestos.
  5. Tortura y ejecución arbitraria de las víctimas.
  6. Extorsión económica, a familiares de la víctima, implementada por las fuerzas militares o paramilitares.
  7. Impunidad absoluta y amnistía.

Todo ésto refleja que no se trataron de hechos aislados, ni excesos de las FFAA, sino que se trató de un plan sistemático de violación de derechos humanos, implementado por los altos niveles del gobierno, desde la estructura del poder (autor mediato), donde los autores inmediatos de la ejecución no tienen la capacidad de disponer de estos recursos ni la facultad de decidir. Estos autores inmediatos tenían la posibilidad de no cumplir la orden, amparados por la Convención Interamericana que declara: “no se admitirá la eximente de la obediencia debida a órdenes o instrucciones superiores que dispongan, autoricen o alienten la desaparición forzada. Toda persona que reciba órdenes tiene el derecho y el deber de no obedecerlas”, sin embargo, no lo hicieron. “El Estado no hizo nada frente a estas denuncias, ni dispuso acciones que llevaran a deslindar la responsabilidad por las desapariciones o muertes. Por el contrario, se dispusieron acciones, pero para obstaculizar las investigaciones de la autoridad civil… La mayor cantidad de víctimas se concentró en el propio departamento de Junín, en la ciudad de Huancayo, específicamente en la Universidad Nacional del Centro” (421).

Alumnos y docentes asesinados y desaparecidos en la UNCP

La región asignada al Frente Mantaro (Pasco, Junín y tres provincias del departamento de Huancavelica) fue el escenario de la mayor cantidad de violaciones a los derechos humanos registrados en el Perú durante la violencia política. Los casos de desaparición forzada denunciados en el departamento de Junín registra un total de 249, pero la CVR demostró que dicha cifra no representa ni el 20% de los casos, pues la cifra real asciende a un total de 2659 casos. Además reportó un total de 580 casos de tortura y un alto número de actos de violencia sexual en agravio de mujeres (422).

De todos estos casos, la cúspide violenta en la UNCP se registra desde el año 1987 hasta 1993, intervalo de tiempo que coincide con la singular emisión de leyes antiterroristas y el alto número de profesores y estudiantes universitarios secuestrados, desaparecidos y ejecutados extrajudicialmente. Para contar con la impunidad respectiva, el gobierno decretó el 30 de diciembre de 1988 el estado de emergencia en el departamento de Junín. El Informe Final de la CVR admite lo planteado por nosotros: “Ante el incremento de las acciones subversivas en la Universidad, los miembros de las fuerzas del orden comenzaron a implementar una política de detenciones, secuestros y asesinatos, que comenzó a intensificarse en 1990 y alcanzó su punto más alto en 1992” (359). En 1990 el ejército incursionó en horas de la tarde la Ciudad Universitaria y procedió a “fichar” a todos los profesores, alumnos y trabajadores no docentes del recinto. Desde aquel entonces comenzaron las detenciones-desapariciones: “Entre julio y octubre de 1992, la CVR reportó más de 30 casos de universitarios desaparecidos. Como por arte de magia, todo un salón con una treintena de alumnos se hizo humo. Muchos fueron asesinados” (394).

Contribuyen a la fatídica lista, entre ejecutados extrajudicialmente y desaparecidos forzadamente (la gran mayoría asesinados previa tortura), solamente los años 1984-1993, según el Informe Final de la CVR y la formalización de la denuncia penal Nº 02-2010 (328,411), las siguientes víctimas:

Isaías Bravo Flores, ejecutado extrajudicialmente en 1984.
William Zenteno Escobar, ejecutado extrajudicialmente en 1986.
Humberto Vidal Porras, desaparecido forzadamente el 5 de julio de 1989.
Rubén Ponce Aquino, ejecutado extrajudicialmente el 1 de noviembre de 1989.
Leoncio Clemente Quispe, desaparecido forzadamente el 10 de enero de 1990.
Simmerman Antonio Navarro, ejecutado extrajudicialmente el 7 de marzo de 1990.
Ever Lijarza Carrillo, ejecutado extrajudicialmente el 4 de abril de 1990.
Víctor Lavado Olivera, desaparecido forzadamente el 6 de abril de 1990.
Jaime Cerrón Palomino, ejecutado extrajudicialmente el 8 de junio de 1990.
Armando Tapia Gutiérrez, ejecutado extrajudicialmente el 8 de junio de 1990.
Odilón Espinoza Jaime, ejecutado extrajudicialmente el 13 de septiembre de 1990.
Eddyson Vásquez Garay, ejecutado extrajudicialmente el 14 de septiembre de 1990.
Dedicación Tocasca Gutiérrez, ejecutado extrajudicialmente el 25 de septiembre de 1990.
Rubén Sullca Pérez, ejecutado extrajudicialmente el 30 de septiembre de 1990.
Raúl Solano Meza, ejecutado extrajudicialmente en septiembre de 1990.
Fortunato Aguirre Palomino, ejecutado extrajudicialmente el 15 de octubre de 1990.
Ángel Huaynate Solórzano, ejecutado extrajudicialmente el 24 de octubre de 1990.
Edson Espinoza Tueros, ejecutado extrajudicialmente el 26 de octubre de 1990.
Ángel Tenazoa Sánchez, ejecutado extrajudicialmente el 4 de noviembre de 1990.
Víctor Tintaya Flores, ejecutado extrajudicialmente el 12 de diciembre de 1990.
Francisco Fernández Gálvez, 24 años, desaparecido forzadamente en 1990.
Dora Marín Aire, desaparecida forzadamente en 1990.
Alcides Coppa Taype, 24 años, desaparecido forzadamente en 1990.
Guido Landa Rosales, desaparecido forzadamente el 1 de marzo de 1991.
Dante Landa Rosales, desaparecido forzadamente el 1 de marzo de 1991.
Griselda Palomino Fuentes, desaparecida forzadamente el 5 de abril de 1991.
Juan Salomé Adauto, desaparecido forzadamente en abril de 1991.
Víctor Cárdenas Córdova, desaparecido forzadamente el 22 de mayo de 1991.
César Vílchez Simeón, desaparecido forzadamente el 25 de mayo de 1991.
Juan Pérez Matamoros, desaparecido forzadamente el 10 de junio de 1991.
José Carrasco Huiza, desaparecido forzadamente el 15 de junio de 1991.
Rolando Yauri Galván, desaparecido forzadamente el 20 de enero de 1992.
Freddy Gaspar Otaróla, 23 años, desaparecido forzadamente en febrero de 1992.
Yolanda Yauri Arias, desaparecido forzadamente el 11 de marzo de 1992.
Alida Francisca Pérez Valle, 25 años, desaparecida forzadamente el 25 de abril de 1992.
Fidel Castro Granados, 27 años, desaparecido forzadamente el 30 de mayo de 1992.
Flaviano Sáenz Chuquivilla, 23 años, desaparecido forzadamente el 6 de junio de 1992.
Edinson Canchari Sierra, 20 años, desaparecido forzadamente el 10 de junio de 1992.
Mida Lila Gozar Ortega, 22 años, desaparecida forzadamente el 23 de junio de 1992.
Edwin Ramos Calderón, 24 años, ejecutado extrajudicialmente el 26 de julio de 1992.
Fernando Sáenz Munárriz, 25 años, ejecutado extrajudicialmente el 8 de agosto de 1992.
Luis Cahuaya Choque, ejecutado extrajudicialmente el 12 de agosto de 1992.
Iris Camposano Medina, 17 años, ejecutada extrajudicialmente el 12 de agosto de 1992.
Wilson Esteban Barzola, 29 años, desaparecido forzadamente el 18 de agosto de 1992.
Edgar Chahuayo Quispe, 23 años, desaparecido forzadamente el 25 de agosto de 1992.
Miriam Navarro Concha, 21 años, ejecutada extrajudicialmente el 25 de agosto de 1992.
Hugo Ponce Vega, 25 años, ejecutado extrajudicialmente el 26 de agosto de 1992.
Flor Salvatierra Soto, 17 años, ejecutada extrajudicialmente el 26 de agosto de 1992.
Juana Ñahui Vilca, ejecutada extrajudicialmente el 27 de agosto de 1992.
Zózimo Curasma Sulla, 25 años, ejecutado extrajudicialmente el 27 de agosto de 1992.
Luis Ñaupari Toralva, 24 años, ejecutado extrajudicialmente el 27 de agosto de 1992.
Santiago Aliaga Quinto, desaparecido forzadamente el 28 de agosto de 1992.
Gladys Espinoza León, 22 años, ejecutada extrajudicialmente el 6 de septiembre de 1992.
Justiniano Vicente Rivera, 22 años, ejecutado extrajudicialmente el 7 de septiembre de 1992.
Augusto Galindo Peña, 26 años, ejecutado extrajudicialmente el 7 de septiembre de 1992.
Peter Cosme Ureta, 21 años, ejecutado extrajudicialmente el 9 de septiembre de 1992.
Javier Gómez Gaspar, 21 años, desaparecido forzadamente el 21 de septiembre de 1992.
María Sánchez Retamozo, 25 años, ejecutada extrajudicialmente el 22 de septiembre de 1992.
Eugenio Curasma Sulla, 28 años, ejecutado extrajudicialmente el 22 de septiembre de 1992.
Edgar Granados Gómez, 30 años, ejecutado extrajudicialmente el 23 de septiembre de 1992.
Alejandro Tunque Lizama, 25 años, ejecutado extrajudicialmente el 24 de septiembre de 1992.
Rolando Ricse Colonio, 19 años, ejecutado extrajudicialmente el 25 de septiembre de 1992.
Roberto Santiago Bravo, desaparecido forzadamente el 28 de septiembre de 1992.
Luis Alberto Tocas Villanueva, 24 años, ejecutado extrajudicialmente el 29 de septiembre de 1992.
Marcelino Choque Huincho, desaparecido forzadamente el 2 de octubre de 1992.
Cori Tenicela Tello, desaparecida forzadamente el 2 de octubre de 1992.
Jessica José Marín, desaparecida forzadamente el 5 de octubre de 1992.
Janeth Vílchez Gutarrra, 23 años, ejecutada extrajudicialmente el 18 de octubre de 1992.
Juan Pérez Matamoros, 22 años, desaparecido forzadamente en 1992.
Marlon Huamán Adauto, 26 años, desaparecido forzadamente en 1992.
Vladimir Jumpa Carrillo, 22 años, desaparecido forzadamente en 1992.
Gladys Salinas, 17 años, desaparecida forzadamente en 1992.
María Solís Zambrano, 24 años, desaparecida forzadamente en 1992.
Rony Guerra Blancas, desaparecido forzadamente el 11 de febrero de 1993.
Milagros Túpac Gonzáles, 22 años, desaparecida forzadamente el 12 de febrero de 1993.
Héctor Riveros Izarra, desaparecido forzadamente el 7 de agosto de 1993.
Miguel Cieza Galván, desaparecido forzadamente el 29 de agosto de 1993.
Eliu Muñoz Ríos, desaparecido forzadamente el 11 de septiembre de 1993.
Rubén Ayllón Espinoza, 24 años, desaparecido forzadamente en septiembre de 1993.
Luis Córdova Vilcapoma, desaparecido forzadamente el 25 de octubre de 1993.
Haydeé Calaina Colqui, 21 años, desaparecida forzadamente en 1993.
Roger Cahuamán Flores, 18 años, desaparecido forzadamente en 1993.
Miguel Ángel Campos Aliaga, 16 años, desaparecido forzadamente en 1993.
Carlos Benito López Granados, 27 años, ejecutado extrajudicialmente en 1993.
Humberto Carasma Valdés, desaparecido forzadamente en 1993.
Zenón Alvarado Chulluncuy, 22 años, desaparecido forzadamente en 1993.
Raúl Yupanqui Barboza, 25 años, desaparecido forzadamente en 1993.


 Ejemplo anual de una represión

Enero 1989: Comando Rodrigo Franco (CRF) asesina a Luis Guerrero, estudiante de la UNSCH. CRF deja explosivo en casa de Decano de la UNDAC.

Febrero 1989: Ejército reprime marcha pacífica y allana la UNCP, 30 detenidos (2 de febrero). Allanan vivienda de decano de la UNCP, Jaime Cerrón Palomino y lo detienen junto a sus dos alumnos y su hijo menor (2 de febrero). Ejército y policía asesinan a seis estudiantes de la UNCP y de la UPLA (1 de febrero).

Marzo de 1989: Policía asesina a Zenón Yaranga y David Churampi, estudiantes de la UNCP (1 de marzo). Ejército y policía allanan la UNCP, en la madrugada, destrozando sus instalaciones (8 de marzo).

Abril 1989: CRF atenta contra la vida de Alfredo Torero, vicerrector de la UNMSM (13 de abril). Ejército y policía allanan UNMSM y UNE-La Cantuta y detienen a 508 estudiantes y profesores (19 de abril). Policía allana UNDAC; 20 detenidos (22 de abril). Ejército allana UNSAA; 500 detenidos (25 de abril).

Mayo 1989: Ejército y policía allanan dos veces la UNCP; 128 detenidos (7 de mayo). Desaparece estudiante de UNE (9 de mayo). Estudiantes de UNMSM rechazan prepotencia de SL (10 de mayo). Rector de la UNSCH denuncia haber sido amenazado de muerte por SL (29 de mayo).

Junio 1989: Ejército allana UNCP; 149 detenidos, entre ellos, tres decanos (7 de junio).Tres docentes y cincuenta estudiantes de la UNCP prosiguen detenidos en el cuartel de Huancayo (15 de junio).UNCP denuncia violaciones al claustro universitario y exige libertad de los detenidos (21 de junio).

Julio 1989: Asesinan a Luis Aguilar Romaní, docente de la UNCP (18 de julio).Ejército allana UNCP; 50 detenidos (21 de julio). Policía asesina extrajudicialmente a 2 estudiantes universitarias y 3 subversivos del MRTA (25 de julio). CRF dinamita a Abel Malpartida, estudiante de la PUCP (27 de julio).

Septiembre 1989: SL hiere a 13 estudiantes de UNMSM (7 de septiembre). Ejército allana UNMSM; 200 estudiantes detenidos (7 de septiembre).


Octubre 1989: SL destruye ambientes de residencia estudiantil UNMSM (14 de octubre). Ejército allana UNSCH; 50 detenidos (28 de octubre). DIRCOTE detiene y desaparece a José Aznarán, docente de la UNI (26 de octubre).

Noviembre 1989: Ejército allana UNSCH (1 de noviembre). Ejército y policía allanan UNMSM: 100 detenidos (6 de noviembre). Ejército y policía allanan Facultad de Medicina de UNMSM; 600 detenidos (8 de noviembre). Ejército y policía allanan UTC; 25 detenidos (9 de noviembre).

Una justicia que asoma lentamente

La investigación preliminar acerca de los delitos de lesa humanidad cometidos contra los estudiantes, catedráticos y trabajadores no docentes de la UNCP concluye en la denuncia penal Nº 02-2010 del Ministerio Público (421), la misma que inculpa al ex general Manuel Jesús Delgado Rojas (enero de 1989 a diciembre de 1990) como autor mediato de los delitos contra la vida, el cuerpo y la salud en la modalidad de homicidio con gran crueldad y contra la libertad individual; al ex coronel Elías Fernando Espinoza de Valle (período 1990) como autor mediato de los delitos contra la vida, el cuerpo y la salud en la modalidad de homicidio con gran crueldad y contra la libertad individual; al exgeneral Luis Augusto Pérez Documet (enero 1991 a diciembre de 1991) como autor mediato del delito contra la libertad individual en la modalidad de secuestro agravado; al exteniente coronel Danilo Nicolás Gonzáles Campana (enero de 1991 a diciembre de 1992) como autor mediato del delito contra la libertad individual en la modalidad de secuestro agravado y homicidio calificado; al teniente jefe de la Base de Acción Cívica de la UNCP del Ejército Peruano Boris Adolfo Rosas Esquivel (febrero de 1992 a febrero de 1993) como autor de los delitos contra la vida el cuerpo y la salud en la modalidad de homicidio calificado y secuestro agravado; y al ex general Roboan David Jaime Sobrevilla (enero de 1993 a diciembre de 1994) como autor mediato de los delitos contra la vida, el cuerpo y la salud en las modalidades de homicidio calificado y secuestro agravado.

Como puede advertirse, el mayor número de víctimas se dio en el gobierno de Alan García y Alberto Fujimori. Pero existen personajes, en la sombra, que actuaron decidiendo o coadyuvando estos crímenes en el primer gobierno aprista, como son: Agustín Mantilla (ministro del Interior), Velásquez Giaccarini (ministro de Defensa), Abdón Vílchez Melo (Comando Paramilitar Rodrigo Franco), y el comando paramilitar Escorpio, que luego, en el gobierno fujimorista, tomara la denominación de comando paramilitar Colina.

El centralismo en los derechos humanos

El carácter de clase de la justicia y el centralismo, aún nos afecta intensamente en materia de derechos humanos. Frente al asesinato de nueve estudiantes y un profesor de la limeña UNE La Cantuta, se realizó una campaña solidaria a nivel nacional e internacional, contó con el apoyo de la prensa a estos niveles, se sancionó a los asesinos, se extraditó y condenó a un expresidente de la República. Sin embargo, cerca de una decena de profesores, otra de trabajadores no docentes y 220 estudiantes asesinados en la provinciana UNCP, pasaron desapercibidos de los entes de la justicia peruana y de los organismos no gubernamentales de Derechos Humanos. Igual suerte han corrido los estudiantes asesinados de la UNSCH y de otras universidades provincianas.

Pese a que la gran mayoría de universitarios en el Perú, sin excepción, fueron sometidos a un patrón criminal que emanaba de las altas esferas del Estado, los organismos nacionales e internacionales de Derechos Humanos se han restringido a las investigaciones en la capital, mas no en provincias. Pues es sabido que estos asesinatos fueron ordenados desde la administración más alta del Estado en complicidad con la alta oficialidad de las FFAA. Así  lo refiere el juez César San Martín, magistrado que tuvo el valor de condenar a 25 años de prisión a Alberto Fujimori por crímenes de lesa humanidad: “los análisis nos llevaron a la conclusión de que los crímenes habían sido ordenados por el número uno del Estado… Si a él, que es la máxima autoridad, que tiene un control absoluto del Estado, no se le impone la pena más grave del sistema, ¿a quién? ”. San Martín se dio cuenta que los asesinatos de civiles no era un tema de militares, sino que tenía que ver con el poder civil (424).

Por todos estos acontecimientos, la UNCP, al igual que otras universidades públicas provincianas, fue discriminada en cuanto a las oportunidades laborales y profesionales de sus egresados. En el gobierno rectoral del Mg. Juan Camargo Palacios se realizaron las audiencias públicas de la CVR, en la utopía de encontrar la verdad, a raíz de la cual manifestara el 14 de diciembre del 2003: “El Estado peruano nos marginó, nuestros egresados no eran aceptados en los centros de trabajo, los estudiantes eran rechazados de las instituciones para realizar prácticas pre profesionales, y los docentes no eran admitidos en las entidades públicas y privadas, por ello pedimos al gobierno que nos reivindique el honor, el prestigio y la reparación física al que tenemos derecho”.

El valioso testimonio de un sobreviviente

Este es el testimonio vivo del estudiante de la Facultad de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la UNCP, Miguel Ángel Cieza Galván, secuestrado por miembros del ejército peruano, torturado en las instalaciones del Cuartel 9 de Diciembre de Huancayo y puesto en libertad debido a las presiones dentro del mismo ámbito castrense. Luego de ser liberado, Cieza fue refugiado en la República de Uruguay donde realizó una declaración notarial para presentarla a los organismos de Derechos Humanos, protocolizada en la ciudad de Montevideo, el 17 de julio del 2002, bajo la fe de la notaria Esc. Estela Rosa Helguero Soares Netto (436), la misma que mantiene el original en su poder.

Cieza era dirigente estudiantil de su Facultad y era comensal universitario, fue secuestrado el martes 25 de agosto de 1992, en la calle Ayacucho de la ciudad de Huancayo, a las 10 a.m., por dos individuos que lo introdujeron violentamente en un automóvil: “abrió la puerta trasera del auto, inclinó mi cabeza, luego me hizo entrar inclinándome boca abajo en el asiento y puso una campera en mi cabeza que tapó a medias mi visión, luego puso su pierna sobre mi cabeza y el arma cerca de mi cuello que lo tuvo presionando en todo momento, luego exclamó en voz fuerte: lo tenemos… me colocaban una venda que me cubría toda la cara y en especial los ojos, luego se me puso una bola de esponja en la boca sujetada por una cinta fuertemente atada a mi cabeza”. Luego fue conducido al cuartel y encerrado en una habitación donde fue vilmente torturado e interrogado: “¿qué sabes de las pintas de la Universidad?, ¿qué sabes de los demás dirigentes de la U?, ¿qué carajo sabes de los terrucos de la U?, habla – esta voz repetía y repetía esta frase. Esto sucedía mientras las esposas me rasgaban la piel de las muñecas… me inclinaron en una tina de metal que estaba llena de agua y me sumergieron toda la cabeza a tal punto que aspiré agua… hasta el punto que decidí morir… alguien tomó un madero de forma cuadrada y con ella golpeó mis plantas de los pies, mis pies literalmente se partieron por la mitad” (436).

Cieza presenció, al día siguiente a las 2 de la madrugada del miércoles 26, la captura y tortura de Edgar Chahuayo Quispe, quien fue llevado a las mismas instalaciones a quien conocía porque también era dirigente del Tercio Estudiantil de la academia preuniversitaria. Según la CVR, Chahuayo desapareció el 25 de agosto de 1992, fecha que coincide con la captura de Cieza. Este último fue trasladado hacia otra habitación con los ojos vendados todo el tiempo y pudo reconocer a un individuo que los militares lo llamaban “Guarano”, cuyo nombre real es Héctor Riveros Izarra, quien había desaparecido en una intervención a la universidad, su familia lo buscó en todas las dependencias policiales y militares sin obtener respuesta. Cuando Cieza se refiere al “Guarano” manifiesta: “del lado derecho al frente había un camarote en donde en la parte superior estaba alguien uniformado de soldado, uniforme totalmente completo”, también sintió la presencia de más personas en esa habitación. Uno de los que se percató de que Cieza iba reconociendo el espacio le hizo una seña: “me movió la cabeza e hizo un signo de silencio y apuntó hacia el camarote en la parte superior donde estaba el uniformado, entendí por esto que me estaba advirtiendo que estaba vigilado por ese individuo” (436).

Cieza nuevamente fue torturado. Otro detenido en la habitación era un apodado “taxista” quien le refiere a Cieza al oír unos gritos de tortura: “lo conoces, le dicen agilito, lo están haciendo mierda, después de tiempo no golpean así como a un tal Edwin Salazar y su mujer, a éste lo colgaron del techo toda la noche (hablaba de Chahuayo)”. Una vez Cieza en la habitación, con las vendas en los ojos, la misma que pudo retirarse parcialmente, grande fue su sorpresa al reconocer a otro detenido el mismo día miércoles 26, era Hugo Ponce Vega, a quien lo conocía del comedor universitario y lo habían secuestrado juntamente con su enamorada. Vio otra muchacha a quien luego de preguntarle su nombre respondió que se llamaba Flor Salvatierra Soto. Esa noche torturaron físicamente a Hugo Ponce: “a duras penas se arrastró hacia su novia y la besó, ambos lloraron y al ver ésto lloré también… no pasó más que un par de minutos y los carceleros volvieron agresivamente ingresaron fueron directamente hacia Hugo y se lo llevaron”. Al día siguiente jueves 27: “mal presagio para este día, pensé, luego a la chica que estaba a mi derecha (Flor) le pidieron que se vistiera y recogiera todo lo que tenía, luego sentí que se la llevaron”. Según la CVR, ambos fueron ejecutados extrajudicialmente el 26 de agosto.

Cieza continúa su relato: “luego trajeron a otra persona y por la voz deduje que era otra chica, su voz era conocida y la pusieron donde estaba Flor, asimismo al Guarano le hicieron lustrar sus botas y que se arreglase que iba a salir, luego de esto se fueron, yo empecé a ver por la rendija de mi venda y observé a la que había llegado, e inmediatamente la reconocí, es Miriam Navarro Concha, era la secretaria de la preuniversitaria, ella me miró y no me reconoció, miró al Guarano, éste no quiso mirarla, pero ella lo reconoció y le dijo – ¿cómo estás? – él le respondió – bien, fue cuando las puertas de la reja comenzaron a sonar así como la de madera, entraron y dijeron – Guarano vamos- y se empezaron a reir”. Una vez que se fueron Miguel preguntó a Miriam: “viste al Guarano – sí respondió -, qué imaginas que hace – le dije -, si sé lo que hace y está mal (se refería al hecho de identificar a los dirigentes de la U. o a quien se le ocurra), dijo”. Según la CVR, Navarro Concha fue ejecutada extrajudicialmente el 25 de agosto, es posible que esta fecha sea un error porque el jueves 27 fue vista por el testimoniante. En una habitación contigua interrogaban a una mujer que respondió al nombre de Ana Ñahui: “yo la conocía también era secretaria de la preuniversitaria de la UNCP, colega de trabajo de Miriam, ella trataba de describir a alguien repetía frases como ahí está. Esto sólo confirmaba que todo el círculo de dirigentes de la U. estaban siendo detenidos” relata Cieza.

El viernes 28 y el sábado 29 pasaron con algo de tortura física. El domingo 30, Cieza preguntó al Guarano por qué lo había apuntado y él respondió: “Sólo sé que te estaban siguiendo desde hace tiempo y no sé quién te apunto pero es alguien de aquí del cuartel”. Luego a Cieza se le practicó una tortura psicológica: “era nada menos que la práctica de mi posible asesinato, el primer gatillo me sorprendió, pero el segundo durante la recarga pensé que era mi fin y cerré los ojos y esperé la bala, cuando sonó respiré lentamente”. Luego fue torturado a culatazos hasta dejarlo inconsciente. Posteriormente trajeron otra detenida, era Juana: “la traían de la otra habitación era colega de trabajo de Miriam a su vez yo la conocí ahí, hablaba demasiado parecía indicar la ubicación de algo o de alguien… Coordiné con Miriam suicidarnos si esto se complicaba, ella aceptó”.

El jueves 3 de septiembre, a Cieza lo llamaban por su alias puesto por los militares “tombito”, porque confesó que su padre era policía de la 7ma Comandancia de Huancayo con la esperanza de que lo soltaran. Ese día, como todos, lo torturaron y llevaron a la primera habitación donde fue golpeado, solo que estaba más húmeda: “es aquí donde me golpearon al principio, estaba el banco de madera, la soga, la tina de lata, había sangre seca en el piso… había alguien maniatado y con la boca tapada semidesnudo lo reconocí de inmediato Augusto Galindo de la Facultad de Ing. Química a su vez más al otro lado, otra figura era de otro colega de Augusto que por cierto andaban juntos, parecían marido y mujer, era Justiniano Vicente ambos si no me equivoco eran tercios de Química… luego vinieron por ellos y los comenzaron a golpear, no les preguntaban nada… la sesión duró mucho tiempo, entre los gritos y el alarido tenebroso sólo podía atinar a no moverme”. A las 11 p.m. trajeron a otro estudiante al que los militares apodaron Trapizomba: “es una persona que le es difícil pasar desapercibido lo conocí de vista ya que era comensal”. La madrugada del viernes 4 de septiembre Trapizomba fue cruelmente torturado. Esa misma noche se llevaron a Justiniano.

El sábado 5 de septiembre, encerrado y vendado los ojos, Cieza percibió que trajeron más personas a la habitación. A Miriam le preguntaron por Rony Guerra Blancas y por Milagros Túpac Gonzáles prometiéndole que si los llevaba a su domicilio la iban a soltar, al parecer Miriam accedió. Luego le preguntaron por Tunque Lizama y vio que en la habitación contigua estaban golpeando a un tal Marlon Huamán Adauto. Según la CVR, Rony Guerra y Milagros Túpac desaparecieron el 11 y 12 de febrero de 1993, respectivamente, y en la misma lista a Cieza Galván lo consideran desaparecido el 29 de agosto de 1993. Esto pone en evidencia la poca seriedad de la CVR en cuanto a constatar la fecha de los sucesos, tomando mayor importancia el testimonio de Cieza. Acerca de Marlon Huamán menciona que fue desaparecido en 1992.

Al día siguiente, domingo 6, Cieza hace una reflexión: “Solo el miedo a no comer me aferró a la vida, así de ridículo se sostenía mi existencia… a Miriam le aferró la vida las promesas que le hicieron los militares, por eso toleraba todo, el hecho es que yo no confiaba en nadie ni en Miriam porque como se ponían las cosas la desesperación haría que por vivir mintiesen y claro alguien de seguro sería perjudicado”. Ese domingo, como todos, escuchaban desde la habitación la misa que se ofrecía en el patio del cuartel: “el cura habló nuevamente de paz y amor, las cosas eran difíciles pero el pueblo peruano estaba saliendo adelante”. El miércoles 9 por la mañana trajeron a alguien: “observé que está duramente golpeado y esposado con las manos hacia la espalda cubierto los ojos, tenía unos zapatos de vestir color marrón, pantalones color claro gris y una camisa manga larga, esta última se encontraba ensangrentada, me le acerqué y le pregunté su nombre Zócimo Curasma, respondió, le levanté la venda y me miró así mismo lo miré no lo conocía, pero dijo que estudiaba en la U… me duelen las muñecas – respondió… lo habían colgado con las esposas por mucho tiempo y las muñecas están prácticamente cortadas… le dije que no se moviese, busqué un alambre pequeño y delgado fue cuando encontré un sujeta papeles o clip, lo desglosé y a Zócimo le aflojé las esposas para que moviese las manos libremente, éste me lo agradeció y le dije que se lo pondría más arriba… Más tarde Miriam me decía que él era el marido de Juana y que ella lo hizo atrapar, que además Juana dice haberse embarazado de un oficial y a esta altura creo yo también, la miré, le dije – si eso es verdad y si les pasa algo, en la morgue el ADN de ellos estará registrado y los conducirá en contra de ellos mismos, no creo que sean estúpidos – ella me miró con susto, era obvio, le estaba diciendo que la matarían hiciese lo que hiciese”. El jueves 10 de septiembre trasladaron a Cieza a otra habitación donde estuvo cautivo con: “Juana, Guarano, Miriam, Augusto, Justiniano, estos dos últimos seriamente dañados… se los llevaron al segundo cuarto donde estaba el taxista y Zócimo a estos no los volví a ver… cerca de la medianoche, se abrieron las puertas, sin mediar palabras se llevaron a Juana le decían que la soltarían y que se fuese a casa que estaba todo arreglado y sobre todo que se fuese de la ciudad y que no dijera nada de lo que sabe, que se portó muy bien, dicho esto se llevaron a Miriam también… más tarde de madrugada regresaron con Miriam, esta estaba callada luego que se retiraron los militares nos habló y dijo que a Juana la mataron cerca de un río”. Para la CVR, Zócimo Curasma Sulla y Juana Ñahui Vilca fueron ejecutados extrajudicialmente el 27 de agosto de 1992, fecha dudosa según el testimonio de Cieza.

El sábado 12, después del desayuno, Cieza fue trasladado hacia otra habitación: “me cubrió con una manta y me tomó por el cuello, me sacó del cuarto y me introdujo en la parte trasera del jeep militar, este se movió y zigzagueó luego se detuvo, me bajaron del jeep y me metieron en una habitación… alguien se me acercó: sabes tombito hay una estrella que te protege – dijo el primer oficial… Mierda si sales de aquí, no sabes, no viste nada – dijo el segundo oficial, Si oficial lo que Ud. diga – respondí, No mierda, aquí no hay oficiales, ni soldados, ni nada entiendes – dijo el segundo oficial… murmuraron que se trataba de un general de la policía que “estaba presionando al nuestro” esa fue la frase que me animó y vitalizó”. Cieza logró ubicarse: “parecía un baño abandonado, pero en buenas condiciones… se ubicaba frente a un campo de futbol cinco, pavimentado, cursando este se encontraba el comedor de las tropas del ejército, en el cual había una leyenda que decía Cuartel Nueve de Diciembre – Huancayo con letras negras y la pared verde, la habitación donde estaba se encontraba debajo de una tribuna… A partir de ese momento no me imaginaba lo que es estar solo incomunicado sin saber siquiera lo que es un sonido, cualquier sonido”.

Todo este tiempo estuvo incomunicado, el viernes 18, continúa: “estaba listo para morir, de tarde un oficial entró y me preguntó – conoces a Luis Tocas Villanueva y a Javier Gómez Gaspar – los conoces, me suena ese nombre pero no lo ubico, oficial, pero creo que son de la U., respondí”. Continuó en el aislamiento hasta el lunes 21 de septiembre que: “recibí la visita de nada menos que del General, hombre de contextura gruesa y poco pelo”, quien se limitó a hacerle unas preguntas al cabo del cual se retiró. El martes 22: “me subieron al jeep y me trasladaron al primer cuarto donde me encontré con Miriam, el Guarano (Héctor Riveros) y con una sorpresa con Javier Gómez Gaspar… pensé que esa noche me iban a matar ya que no creía que me dejarían con vida… pero ese día no importaba, la libertad al morir hacía más fuerte, no más hambre, no más miedo, y que Dios bendiga a mi familia sería la frase que repetiré mientras las balas me perforen el alma… me buscaron de noche cerca de las 10 p.m. creo luego de reiteradas amenazas de que me matarían si me ven en Huancayo donde esté y donde vaya que haga silencio, me decían, a la vez que me subieron en la parte trasera del jeep y me llevaron de regreso al tercer lugar donde estaba solo, ahí me dejaron y me dormí”. Según la CVR, Javier Gómez Gaspar fue desaparecido el 21 de septiembre de 1992 y Luis Alberto Tocas Villanueva fue ejecutado extrajudicialmente el 29 de septiembre de 1992, estas aseveraciones coinciden totalmente con lo planteado por Cieza.

El miércoles 23 de septiembre: “a la 1 o 2 a.m. tenía ganas de orinar y como conocía el lugar me fui con dirección al baño, sorpresa cuando me acerqué vi en el banco de madera ahí, que aplastaba a dos cuerpos hinchados, me acerqué era Justiniano Vicente y Augusto Galindo, estaban muertos bañados con agua como si los estarían limpiando, me repuse y me dirigí al baño y oriné, cuando regresé alguien al fondo estaba atado golpeado pero vivo, era Tunque Lizama creo porque se parecía a él tenía muchas mordazas pero vivía, al rato sentí los autos, yo me fui a mi lugar, me hice el dormido, eran los militares que venían por los cuerpos y por el que estaba vivo amarrado ahí, luego me buscaron”. Este dato cobra mucha fuerza si consideramos que la CVR también asevera que Alejandro Tunque Lizama fue ejecutado extrajudicialmente el 24 de septiembre de 1992. En cuanto a Justiniano Vicente Rivera y Augusto Galindo Peña, la CVR asevera que fueron ejecutados extrajudicialmente el 7 de septiembre de 1992, dato que contradice el testimonio de Cieza.

Ese mismo día Cieza fue cambiado de ropa, subido a un jeep y conducido a alta velocidad, le quitaron las esposas: “aléjate me decía una voz, y cuenta hasta cien después quítate la venda. Eso hice conté hasta cien y me quité la venda, el auto verde petróleo con vidrios polarizados, un jeep cuatro por cuatro se alejaba en dirección a la provincia de Concepción… como no tenía zapatos improvisé, me puse pasto dentro de mis medias, y caminé hasta el puente que comunica ambas márgenes del río Mantaro… pero ellos no contaban con que yo tenía pariente por esa zona la cual la conocía perfectamente, una vez de la otra márgen me dirigí al pueblo de San Luis que prácticamente era como caminar 5 km… llegué al poblado ahí un campesino me miró seriamente, pero cuando le hablé cortésmente éste me miró más fijo y me reconoció, yo le había preguntado por mi tío el asintió y se fue a buscarlo, a partir de ahí mi historia es distinta, yo pesaba antes de mi secuestro 64 kg. Ese día de mi liberación solo 48 Kg. Me torturaron de las tres formas existentes 8 días de forma física, luego 9 días de forma mental viendo las torturas de los otros, en el menor de los casos sólo escuchaba a 1 m. de distancia sus gritos y lamentos, luego 11 días de aislamiento total que daña seriamente la parte psicológica”. Pero Cieza no solamente presenció eso, sino los vejámenes sexuales más bajos que hicieron con las prisioneras, que por razones de respeto a sus memorias no sería bueno detallar. También constató que todos los que vio en el cuartel fueron muertos, excepto Héctor Riveros Izarra, el Guarano.


Según el testimonio del padre de Cieza, en la Audiencia Pública 2002 ante la CVR, manifestó: “Me dediqué a averiguar en el servicio de inteligencia de la policía, con resultado negativo, entonces tuve que evocarme exclusivamente al cuartel 9 de diciembre de Huancayo. Pero, ¿qué hacer?... señores, recibí el apoyo de mis compañeros de trabajo, recibí el apoyo de mis jefes, amigos, familiares y así pudimos, señores, infiltrar a un amigo al cuartel 9 de diciembre, fue el primero de setiembre. Ese mismo día a las 10 de la mañana, tuvimos el resultado de que Miguel Ángel se encontraba dentro del cuartel, inmediatamente, fuimos a la fiscalía y recurrimos al cuartel, porque mi interés era certificar que estaba ahí presente físicamente Miguel Ángel, pero en el cuartel no nos dejaron entrar, ni a mí, ni a la fiscala, pese que yo decía que yo lo había vistorecurrí a donde yo mejor pensaba, entonces busqué amistades, busqué instituciones titulares que me apoyaran, fui al comando de la policía nacional de aquel entonces, fui al poder judicial, al clero; señores, moví cielo y tierra, solamente quería que constate que mi hijo estaba ahí y los muertos seguían apareciendo, a diario concurría a la morgue para buscar su cadáver, pero al no encontrarlo... me quedaba una luz de esperanza. Así pasaban los días, hasta que una vez, en una reunión de autoridades me llevaron, me dijeron de que el chico sí se encontraba en el cuartelLos días transcurrían, la violencia política señores, se acrecentaba más y más, hasta que un 23 de setiembre, recibí una llamada telefónica que me dijeron «tu hijo se encuentra abandonado en el paraje denominado La Huaycha, del distrito de Mito». Inmediatamente, tomé un taxi y fui a buscarlo, también fue grande mi sorpresa al llegar allí de encontrar gran cantidad de jóvenes que celebraban el día de la juventud. Pero alguien me dijo «tu hijo se encuentra en el anexo de San Luis de Yaico» y allí fui, y efectivamente allí estaba, y saben lo que encontré señores, a un muchacho que pesaba 68 kilos, no más de 50 kilos con andrajos, con los pies sangrantes, con visibles huellas de haber sido cruelmente torturado, es lo que encontré. Lo abracé a mi hijo y lo traje a Huancayo, pero yo, yo sabía que lo buscaban, por eso es que lo llevé a un lugar muy seguro, gracias a que tenía apoyo, ahí lo tuve, no podía comer, todas las noches se levantaba, gritaba, pedía que no lo maten. Señores, era un cuadro muy doloroso, y hasta hoy lo sigo viviendo, ¡no acaba esto!”.







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