INTRODUCCIÓN
La vida me ha permitido realizar esta pequeña misión,
basado en los informes procedentes de la biblioteca y hemeroteca personal del maestro
Jaime Cerrón Palomino, mi señor padre. Muchos me han aconsejado que no fuera
bueno publicarla, otros, por el contrario, lo creen necesario e imprescindible
y por mi parte lo considero un deber moral hacerlo.
La historia de la universidad es importante
conocerla para identificar las condiciones socioeconómicas y políticas que
obligaron su funcionamiento en nuestra región y fuera de ella; para evidenciar
cómo el pueblo campesino organizado fue capaz de impulsar reiterativamente la
creación de una institución educativa superior en pro de su prole, haciéndola
un medio de redención educativa, cultural, social y económica que anteriormente
estaba limitada a ciertos sectores; para identificar a quienes aprovechando de
esta noble gesta buscaron saciar sus intereses personales y de grupo; para
impregnar en la memoria colectiva cómo y cuánto costó nacionalizar la universidad
arrancándola a los usurpadores en beneficio del pueblo peruano; para valorar y
resaltar las luchas estudiantiles, bajo la conducción del FER, que permitieron
la nacionalización y posterior democratización de la universidad; para que el
olvido no consuma a las verdaderas organizaciones y personajes históricos,
entre estudiantes, docentes y trabajadores administrativos que con su esfuerzo
y con su propia vida construyeron universidad e identifique a quienes
traficaron con su majestuosidad; para fortalecer nuestra identidad, rescatando
nuestra cultura y abolir mitos impuestos a la realidad; para ver el rol que le
tocó asumir a nuestra universidad dentro del espectro nacional como institución
provinciana y medir nuestro avance con respecto a sus homónimas; para poner en
evidencia que nuestra institución debe ser considerada como el emblema de la
masacre universitaria en Latinoamérica; para cuestionar hechos y personajes con
pies de barro creados a partir de una falsa aureola con fin de idolatrarlos;
para evitar que la corrupción disfrazada de filantropía vuelva a asomar en su
vida institucional; para descubrir cómo el clero en su desesperada
parcialización con las clases conservadoras intentó detener el avance
progresista de la universidad; para acumular fuerzas del pasado a partir de
nuestros errores y aciertos, interpretar el presente y tener una mejor
perspectiva futura; para contrarrestar las tergiversaciones históricas acerca
de su origen y funcionamiento de quienes buscan desesperadamente la absolución
de la historia que indudablemente las condenará; para proponerse alcanzar y
vencer los retos que indudablemente demandará un mundo en constante cambio; y
finalmente, para ser conscientes de la misión y responsabilidad que tiene ante
nuestra patria y ante la historia.
La historia de nuestra universidad no se ha escrito
con la profundidad que el caso requiere o simplemente se la ha distorsionado,
de esta última, una de las razones podría ser porque a las clases conservadoras
no les conviene difundir cómo la comunidad universitaria es capaz de
organizarse contra los usurpadores, por sus propios medios y con sus propios
hijos. En ésta se contemplan hechos y fenómenos ocurridos desde la fundación de
la Universidad Comunal del Perú, comprendidos desde el rectorado del Dr. Javier
Pulgar Vidal hasta el gobierno del Mg. Jesús Sánchez Marín.
Mi señor padre padecía de una sana enfermedad,
archivar los más mínimos detalles de acontecimientos que consideraba
importantes. Quizá una premonición para que el olvido no consuma las luchas
populares, debió motivarlo a conceder en su biblioteca 11 archivadores cargados
en cada uno de ellos, más de 300 testimonios entre recortes periodísticos y
documentos, sobre la fundación, usurpación, nacionalización, reorganización, martirologios,
luchas estudiantiles y docentes en el seno de la Universidad Nacional del
Centro del Perú y la sociedad huanca.
Armando un viejo rompecabezas y basado en los informes
de la prensa escrita, diarios, semanarios y mensuarios locales (La Voz de
Huancayo, Correo, Centro, El Tiempo, Pulso, Panoramas, etc.), testimonios de la
prensa nacional (La Prensa y Expreso), documentos oficiales de la universidad y
entrevistas a personalidades, se ha hecho posible que una información
inicialmente subjetiva hoy sea objetiva. Los boletines, pronunciamientos,
volantes, afiches, revistas, cartas inéditas personales e informes oficiales de
las diferentes comisiones interventoras, también han coadyuvado a enriquecer el
análisis histórico y social de nuestra universidad.
Es necesario destacar que frente a la escasez de otros
medios de comunicación masiva como la radio y ausencia de la televisión, los medios
escritos cobraron vital importancia y reflejaron el sentir de la sociedad en aquel
momento. Así, el medio periodístico gravitaba gran parte de su noticia en los
problemas de la universidad, se constituía en el principal medio de cargos y
descargos de las autoridades universitarias y estudiantiles, eran de mejor
calidad ética y material, soportando los avatares que te contrapone la moral en
el tiempo, haciendo que dinámicamente cambien la lógica de los hechos y
merezcan una reconsideración en el análisis. Una especial consideración debe
merecerse la decidida lucha emprendida por el profesor miteño Benjamín
Gutiérrez Verástegui, también fundador asociado de la universidad, desde la dirección
del semanario El Tiempo y La Voz de Huancayo, por su apoyo decidido e
incondicional a la nacionalización y reorganización de la universidad, su
identificación y sus luchas por el pueblo y la cultura que le permitieron ser
designado, posteriormente, como el primer director de la Casa de la Cultura de
Junín (1964-1981).
Asimismo, lamentamos la desaparición de personalidades
que hubieran dado mayor lucidez a este intento de reconstrucción de la historia
universitaria, enriqueciendo, rectificado o reafirmando algunas ideas al
respecto, así como, también es de lamentar la ausencia de algunas fuentes (libros,
archivos periodísticos y fotografías), destruidas frente a la persecución y represión
militar desatada contra los estudiantes, docentes, trabajadores y demás
sectores en las décadas de 1980 y 1990. Cuántas cosas más, de las que se hacen presentes,
se hubieran dilucidado si en la represión gubernamental de Belaúnde, García y
Fujimori, no se hubieran cometido delitos de lesa humanidad y de lesa cultura, pues
habrían esclarecido puntos oscuros de nuestra historia y hubieran catalizado un
mejor análisis de los fenómenos que permanecerán ocultos por algún tiempo, pero
que algún día se sabrán. En esta justa deferencia también pido disculpas respectivas
a quienes he omitido inconscientemente, lo cual no quiere decir que la penumbra
los cubra eternamente.
Todo lo analizado en los diversos testimonios nos
conlleva a la conclusión inexorable de afirmar que la lucha de la UNCP no es
más que la lucha contra el Apra, que trató de controlarla para su beneficio
partidario, pues nunca tuvieron un proyecto de universidad, sino un proyecto
político en la que la Universidad era solamente un medio más en esa aspiración.
Universidades como las de Trujillo, Federico Villarreal, Faustino Sánchez
Carrión e incluso la Decana de América, sufrieron su sometimiento, las mismas
que después de arduas luchas también supieron liberarse y otras aún luchan por
hacerlo. Pero, en ese trance asombra el hecho de cómo es posible que una
argolla política haya sido capaz de sabotear y derrotar a varias comisiones reorganizadoras
de la universidad; asombra también la facilidad que tenían los apristas en el
Parlamento para legislar y promulgar leyes antiuniversitarias, como la Ley
Sánchez o la Ley Arroba, dirigidas a la sumisión de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y de la Universidad Nacional del Centro del Perú,
respectivamente.
Los funcionarios que conducían la universidad en sus
inicios fueron militantes apristas “convictos” y “confesos”, agrupados en un
círculo denominado Agrupación de Catedráticos Apristas de la UNCP (Asociación
de Catedráticos), quienes estaban en la obligación de rendirle cuentas a sus
líderes, entre ellos a Ramiro Prialé Prialé y a los niveles más altos del Apra,
con el amén a sus directivas. Posteriormente, durante el gobierno del Trío
Reveca (Carlos Carvo Baltazar, Renán Ruiz Gutiérrez y
Jesús Véliz Lizárraga), los docentes y trabajadores no docentes se agruparon en
el Frente Democrático al cual cotizaban y se constituían en la base social del
Apra en la universidad. Decimos convictos y
confesos entre comillas porque cuando discrepaban económicamente ahí terminaba
la ideología y muchos de ellos fueron expulsados, puestos a disciplina o
rezagados de su militancia y sus derechos partidarios. Para citar solo algunos
ejemplos, conflictos así, influyeron en las caídas de los rectores Javier
Pulgar Vidal, Manuel Carranza Márquez, Maurilio Arriola Grande, Nilo Arroba
Niño y Esaú Caro Meza.
Múltiples eventos mundiales influyeron en la rebeldía
de los estudiantes y del pueblo en general como la Reforma Universitaria en
Córdova que permitió el cogobierno estudiantil, la Revolución Cubana cuyos
líderes emergieron de la universidad y la popularización de la educación
universitaria en Latinoamérica. En el plano regional, el descubrimiento de la privatización
de la universidad, dirigido con fines partidarios, el lucro, el robo, la utilización
de sus bienes, etc., que conllevaron al pueblo de Huancayo, sus comunidades y
especialmente a sus hijos universitarios, a experimentar en carne propia el
latrocinio y consecuentemente, a organizarse y luchar por su liberación.
Contrariamente a estos factores, hubo quienes actuaron en contra, conspirando
contra su emancipación, pues la iglesia católica no fue ajena a coadyuvar en la
resistencia contra los sectores progresistas de la sociedad, respondiendo con
la creación de la Universidad Católica de Huancayo, que subliminalmente buscaría
una fuente ideológica conservadora y el receso de la universidad estatal.
La dirección heroica de la Federación de Estudiantes
de la Universidad Comunal (FEUC) convertida luego en la gloriosa Federación de
Estudiantes de la Universidad Nacional del Centro del Perú (FEUNCP), hicieron
la emancipación de la universidad, hazaña mezclada con emoción social,
sacrifico, luchas, alegrías juveniles, etc., pero sobre todo dignidad. Esta
última palabra encierra mucho significado y cobra más importancia cuando asistimos
a observar atónitamente la actual mercerenización de la FEUNCP, que producto de
ella, no es capaz de librar batallas del nivel que lo hizo la FEUC, son presos
de la indiferencia social y la mayoría de sus dirigentes se vendieron por
viáticos, teléfonos celulares, laptops y becas al extranjero, habiendo dado pasaporte
al rectorado más corrupto de nuestras últimas décadas, que devino en el regreso
del nuevo “Arroba”.
La valiente Facultad de Educación de la UNCP, a la cual
el pueblo de Huancayo y por qué no decir, el país, le debe gratitud eterna, fue
la más reprimida, golpeada y postergada a lo largo de la historia institucional.
Considero justo que la misma reconozca en ellos la lucha formidable y decorosa
que dieron contra la corrupción en pro de una universidad científica, popular y
democrática. Lo refrendado aquí, constituye un referente social de quienes
generaron con capacidad transformadora los derroteros de la democratización de
la enseñanza universitaria y su función social.
Escribir lo más reciente de la historia universitaria
se hace más difícil por el tiempo, que es el mejor socio para una reflexión más
sesuda sobre los acontecimientos, los círculos de poder que aún gobiernan
entidades, la ausencia de sentencias concretas y las insanas amenazas que
rodean a quienes nos adentramos en la búsqueda de las razones que motivaron
tanta represión y estamos en el deber de reivindicar a quienes por intereses
mezquinos los quisieran olvidar. Muchas muertes en la UNCP no pueden pasar
desapercibidas, tanto así que hoy es el emblema de la masacre universitaria en
Latinoamérica, nos referimos cerca de una decena de profesores, otra de trabajadores
no docentes, doscientos alumnos y un vicerrector secuestrado, torturado y
asesinado. Ellos, quienes se fueron, reciben el homenaje y reconocimiento del
pueblo por estas luchas y es más, habrán comprendido que la historia puede dar
un espacio a quienes han sabido vivirla con honor.
Quienes hemos transcurrido por la docencia
universitaria y hemos hecho ciencia con conciencia, comprendemos que duele
dictar una cátedra al saber que los alumnos desconozcan que la universidad era
particular, que tenía dueños y herederos, y que muchos estudiantes y maestros
tuvieron que luchar contra tanta inmoralidad para que hoy disfruten los
beneficios que brinda la nacionalización y reorganización de la entonces universidad
particular. Al valorar los aportes y sacrificios de los mártires universitarios
concluiremos que se hace urgente escribir nuestra propia historia, hacerlo
presente con mayor responsabilidad, más aún cuando la universidad está en el
peligro de caer nuevamente en manos de una continua corrupción. Entendido esto,
concluiremos, que si la universidad no logra articular racionalmente la ciencia
y la conciencia, entonces sus aportes no dejarán de ser frágiles, innecesarios
y fuera del dial que la historia reclama. Es necesario que la universidad sea
una herramienta purificadora de la conciencia nacional.
La UNCP ha cumplido LI años de creación y en honor a
ello éstos son los verdaderos intentos de escribir sus páginas acerca de su
genuina historia, necesaria además porque sus autoridades huérfanas del
conocimiento real de sus luchas se permitieron desnaturalizarla. Pregunto, ¿qué
representa para la historia de la universidad haber condecorado a Fernando
Barrios, Jesús Véliz, Pedro Pablo Kuczynski, Esaú Caro, entre otros, con
títulos de Doctor Honoris Causa?, simplemente una falacia. Pues en estos LI
años por diferentes motivos, entre ellos la ausencia física y los intereses
políticos, no estuvieron presentes los verdaderos protagonistas de la historia
de la UNCP. Me refiero al pueblo y sus referentes de izquierda peruana, a
quienes se les debe el impulso para crear la universidad, representados en el
sector campesino; a quienes se les debe la nacionalización y reorganización,
representados en el FER y las comisiones interventoras; a quienes se les debe
la construcción de la Ciudad Universitaria, representados en la minka; a
quienes se les debe la creación de la Escuela de Post Grado y la Facultad de
Medicina, representados en la histórica asamblea universitaria de 1990. Pasos
hasta ahora trascendentes en la vida institucional de la UNCP.
Contrariamente es a la ideología derechista
que se le debe la usurpación y apropiación de la universidad, la corrupción, el
copamiento partidarizado, la censura de facultades, el haber convertido a la
UNCP en un centro a nivel de academia, donde el pensamiento y la libertad de
acción encuentran las barreras de la intolerancia. Entendido así, díganme
ustedes si no ha sido la lucha contra el Apra.
Agradezco a mis maestros secundarios y universitarios,
al curso de Sociología Aplicada del doctorado escolarizado en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos y a la inquietud que siempre me despertaron las
pasiones políticas. En ésta también va un homenaje al profesor y los nueve
estudiantes asesinados en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y
Valle - La Cantuta, víctimas de la intolerancia propia de los gobiernos
antiuniversitarios. Finalmente, esta obra desenlazará algunas polémicas, investigaciones
ulteriores y molestias a quienes se sientan agredidos, esta última como una
muestra más de no haber superado nuestras debilidades intelectuales, cuando se
trate de interpretar la historia en razón del análisis científico que se
reclama cada vez más en una sociedad como la nuestra.
Dr. Vladimir Cerrón Rojas
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