lunes, mayo 04, 2015

Historia censurada de la UNCP. Un intento para comprender sus luchas y sus logros (Libro del Dr. Vladimir Cerrón Rojas)

INTRODUCCIÓN

La vida me ha permitido realizar esta pequeña misión, basado en los informes procedentes de la biblioteca y hemeroteca personal del maestro Jaime Cerrón Palomino, mi señor padre. Muchos me han aconsejado que no fuera bueno publicarla, otros, por el contrario, lo creen necesario e imprescindible y por mi parte lo considero un deber moral hacerlo.

La historia de la universidad es importante conocerla para identificar las condiciones socioeconómicas y políticas que obligaron su funcionamiento en nuestra región y fuera de ella; para evidenciar cómo el pueblo campesino organizado fue capaz de impulsar reiterativamente la creación de una institución educativa superior en pro de su prole, haciéndola un medio de redención educativa, cultural, social y económica que anteriormente estaba limitada a ciertos sectores; para identificar a quienes aprovechando de esta noble gesta buscaron saciar sus intereses personales y de grupo; para impregnar en la memoria colectiva cómo y cuánto costó nacionalizar la universidad arrancándola a los usurpadores en beneficio del pueblo peruano; para valorar y resaltar las luchas estudiantiles, bajo la conducción del FER, que permitieron la nacionalización y posterior democratización de la universidad; para que el olvido no consuma a las verdaderas organizaciones y personajes históricos, entre estudiantes, docentes y trabajadores administrativos que con su esfuerzo y con su propia vida construyeron universidad e identifique a quienes traficaron con su majestuosidad; para fortalecer nuestra identidad, rescatando nuestra cultura y abolir mitos impuestos a la realidad; para ver el rol que le tocó asumir a nuestra universidad dentro del espectro nacional como institución provinciana y medir nuestro avance con respecto a sus homónimas; para poner en evidencia que nuestra institución debe ser considerada como el emblema de la masacre universitaria en Latinoamérica; para cuestionar hechos y personajes con pies de barro creados a partir de una falsa aureola con fin de idolatrarlos; para evitar que la corrupción disfrazada de filantropía vuelva a asomar en su vida institucional; para descubrir cómo el clero en su desesperada parcialización con las clases conservadoras intentó detener el avance progresista de la universidad; para acumular fuerzas del pasado a partir de nuestros errores y aciertos, interpretar el presente y tener una mejor perspectiva futura; para contrarrestar las tergiversaciones históricas acerca de su origen y funcionamiento de quienes buscan desesperadamente la absolución de la historia que indudablemente las condenará; para proponerse alcanzar y vencer los retos que indudablemente demandará un mundo en constante cambio; y finalmente, para ser conscientes de la misión y responsabilidad que tiene ante nuestra patria y ante la historia. 

La historia de nuestra universidad no se ha escrito con la profundidad que el caso requiere o simplemente se la ha distorsionado, de esta última, una de las razones podría ser porque a las clases conservadoras no les conviene difundir cómo la comunidad universitaria es capaz de organizarse contra los usurpadores, por sus propios medios y con sus propios hijos. En ésta se contemplan hechos y fenómenos ocurridos desde la fundación de la Universidad Comunal del Perú, comprendidos desde el rectorado del Dr. Javier Pulgar Vidal hasta el gobierno del Mg. Jesús Sánchez Marín.

Mi señor padre padecía de una sana enfermedad, archivar los más mínimos detalles de acontecimientos que consideraba importantes. Quizá una premonición para que el olvido no consuma las luchas populares, debió motivarlo a conceder en su biblioteca 11 archivadores cargados en cada uno de ellos, más de 300 testimonios entre recortes periodísticos y documentos, sobre la fundación, usurpación, nacionalización, reorganización, martirologios, luchas estudiantiles y docentes en el seno de la Universidad Nacional del Centro del Perú y la sociedad huanca.

Armando un viejo rompecabezas y basado en los informes de la prensa escrita, diarios, semanarios y mensuarios locales (La Voz de Huancayo, Correo, Centro, El Tiempo, Pulso, Panoramas, etc.), testimonios de la prensa nacional (La Prensa y Expreso), documentos oficiales de la universidad y entrevistas a personalidades, se ha hecho posible que una información inicialmente subjetiva hoy sea objetiva. Los boletines, pronunciamientos, volantes, afiches, revistas, cartas inéditas personales e informes oficiales de las diferentes comisiones interventoras, también han coadyuvado a enriquecer el análisis histórico y social de nuestra universidad.

Es necesario destacar que frente a la escasez de otros medios de comunicación masiva como la radio y ausencia de la televisión, los medios escritos cobraron vital importancia y reflejaron el sentir de la sociedad en aquel momento. Así, el medio periodístico gravitaba gran parte de su noticia en los problemas de la universidad, se constituía en el principal medio de cargos y descargos de las autoridades universitarias y estudiantiles, eran de mejor calidad ética y material, soportando los avatares que te contrapone la moral en el tiempo, haciendo que dinámicamente cambien la lógica de los hechos y merezcan una reconsideración en el análisis. Una especial consideración debe merecerse la decidida lucha emprendida por el profesor miteño Benjamín Gutiérrez Verástegui, también fundador asociado de la universidad, desde la dirección del semanario El Tiempo y La Voz de Huancayo, por su apoyo decidido e incondicional a la nacionalización y reorganización de la universidad, su identificación y sus luchas por el pueblo y la cultura que le permitieron ser designado, posteriormente, como el primer director de la Casa de la Cultura de Junín (1964-1981).

Asimismo, lamentamos la desaparición de personalidades que hubieran dado mayor lucidez a este intento de reconstrucción de la historia universitaria, enriqueciendo, rectificado o reafirmando algunas ideas al respecto, así como, también es de lamentar la ausencia de algunas fuentes (libros, archivos periodísticos y fotografías), destruidas frente a la persecución y represión militar desatada contra los estudiantes, docentes, trabajadores y demás sectores en las décadas de 1980 y 1990. Cuántas cosas más, de las que se hacen presentes, se hubieran dilucidado si en la represión gubernamental de Belaúnde, García y Fujimori, no se hubieran cometido delitos de lesa humanidad y de lesa cultura, pues habrían esclarecido puntos oscuros de nuestra historia y hubieran catalizado un mejor análisis de los fenómenos que permanecerán ocultos por algún tiempo, pero que algún día se sabrán. En esta justa deferencia también pido disculpas respectivas a quienes he omitido inconscientemente, lo cual no quiere decir que la penumbra los cubra eternamente.

Todo lo analizado en los diversos testimonios nos conlleva a la conclusión inexorable de afirmar que la lucha de la UNCP no es más que la lucha contra el Apra, que trató de controlarla para su beneficio partidario, pues nunca tuvieron un proyecto de universidad, sino un proyecto político en la que la Universidad era solamente un medio más en esa aspiración. Universidades como las de Trujillo, Federico Villarreal, Faustino Sánchez Carrión e incluso la Decana de América, sufrieron su sometimiento, las mismas que después de arduas luchas también supieron liberarse y otras aún luchan por hacerlo. Pero, en ese trance asombra el hecho de cómo es posible que una argolla política haya sido capaz de sabotear y derrotar a varias comisiones reorganizadoras de la universidad; asombra también la facilidad que tenían los apristas en el Parlamento para legislar y promulgar leyes antiuniversitarias, como la Ley Sánchez o la Ley Arroba, dirigidas a la sumisión de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Universidad Nacional del Centro del Perú, respectivamente.

Los funcionarios que conducían la universidad en sus inicios fueron militantes apristas “convictos” y “confesos”, agrupados en un círculo denominado Agrupación de Catedráticos Apristas de la UNCP (Asociación de Catedráticos), quienes estaban en la obligación de rendirle cuentas a sus líderes, entre ellos a Ramiro Prialé Prialé y a los niveles más altos del Apra, con el amén a sus directivas. Posteriormente, durante el gobierno del Trío Reveca (Carlos Carvo Baltazar, Renán Ruiz Gutiérrez y Jesús Véliz Lizárraga), los docentes y trabajadores no docentes se agruparon en el Frente Democrático al cual cotizaban y se constituían en la base social del Apra en la universidad. Decimos convictos y confesos entre comillas porque cuando discrepaban económicamente ahí terminaba la ideología y muchos de ellos fueron expulsados, puestos a disciplina o rezagados de su militancia y sus derechos partidarios. Para citar solo algunos ejemplos, conflictos así, influyeron en las caídas de los rectores Javier Pulgar Vidal, Manuel Carranza Márquez, Maurilio Arriola Grande, Nilo Arroba Niño y Esaú Caro Meza.

Múltiples eventos mundiales influyeron en la rebeldía de los estudiantes y del pueblo en general como la Reforma Universitaria en Córdova que permitió el cogobierno estudiantil, la Revolución Cubana cuyos líderes emergieron de la universidad y la popularización de la educación universitaria en Latinoamérica. En el plano regional, el descubrimiento de la privatización de la universidad, dirigido con fines partidarios, el lucro, el robo, la utilización de sus bienes, etc., que conllevaron al pueblo de Huancayo, sus comunidades y especialmente a sus hijos universitarios, a experimentar en carne propia el latrocinio y consecuentemente, a organizarse y luchar por su liberación. Contrariamente a estos factores, hubo quienes actuaron en contra, conspirando contra su emancipación, pues la iglesia católica no fue ajena a coadyuvar en la resistencia contra los sectores progresistas de la sociedad, respondiendo con la creación de la Universidad Católica de Huancayo, que subliminalmente buscaría una fuente ideológica conservadora y el receso de la universidad estatal.

La dirección heroica de la Federación de Estudiantes de la Universidad Comunal (FEUC) convertida luego en la gloriosa Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional del Centro del Perú (FEUNCP), hicieron la emancipación de la universidad, hazaña mezclada con emoción social, sacrifico, luchas, alegrías juveniles, etc., pero sobre todo dignidad. Esta última palabra encierra mucho significado y cobra más importancia cuando asistimos a observar atónitamente la actual mercerenización de la FEUNCP, que producto de ella, no es capaz de librar batallas del nivel que lo hizo la FEUC, son presos de la indiferencia social y la mayoría de sus dirigentes se vendieron por viáticos, teléfonos celulares, laptops y becas al extranjero, habiendo dado pasaporte al rectorado más corrupto de nuestras últimas décadas, que devino en el regreso del nuevo “Arroba”.

La valiente Facultad de Educación de la UNCP, a la cual el pueblo de Huancayo y por qué no decir, el país, le debe gratitud eterna, fue la más reprimida, golpeada y postergada a lo largo de la historia institucional. Considero justo que la misma reconozca en ellos la lucha formidable y decorosa que dieron contra la corrupción en pro de una universidad científica, popular y democrática. Lo refrendado aquí, constituye un referente social de quienes generaron con capacidad transformadora los derroteros de la democratización de la enseñanza universitaria y su función social.

Escribir lo más reciente de la historia universitaria se hace más difícil por el tiempo, que es el mejor socio para una reflexión más sesuda sobre los acontecimientos, los círculos de poder que aún gobiernan entidades, la ausencia de sentencias concretas y las insanas amenazas que rodean a quienes nos adentramos en la búsqueda de las razones que motivaron tanta represión y estamos en el deber de reivindicar a quienes por intereses mezquinos los quisieran olvidar. Muchas muertes en la UNCP no pueden pasar desapercibidas, tanto así que hoy es el emblema de la masacre universitaria en Latinoamérica, nos referimos cerca de una decena de profesores, otra de trabajadores no docentes, doscientos alumnos y un vicerrector secuestrado, torturado y asesinado. Ellos, quienes se fueron, reciben el homenaje y reconocimiento del pueblo por estas luchas y es más, habrán comprendido que la historia puede dar un espacio a quienes han sabido vivirla con honor.

Quienes hemos transcurrido por la docencia universitaria y hemos hecho ciencia con conciencia, comprendemos que duele dictar una cátedra al saber que los alumnos desconozcan que la universidad era particular, que tenía dueños y herederos, y que muchos estudiantes y maestros tuvieron que luchar contra tanta inmoralidad para que hoy disfruten los beneficios que brinda la nacionalización y reorganización de la entonces universidad particular. Al valorar los aportes y sacrificios de los mártires universitarios concluiremos que se hace urgente escribir nuestra propia historia, hacerlo presente con mayor responsabilidad, más aún cuando la universidad está en el peligro de caer nuevamente en manos de una continua corrupción. Entendido esto, concluiremos, que si la universidad no logra articular racionalmente la ciencia y la conciencia, entonces sus aportes no dejarán de ser frágiles, innecesarios y fuera del dial que la historia reclama. Es necesario que la universidad sea una herramienta purificadora de la conciencia nacional.

La UNCP ha cumplido LI años de creación y en honor a ello éstos son los verdaderos intentos de escribir sus páginas acerca de su genuina historia, necesaria además porque sus autoridades huérfanas del conocimiento real de sus luchas se permitieron desnaturalizarla. Pregunto, ¿qué representa para la historia de la universidad haber condecorado a Fernando Barrios, Jesús Véliz, Pedro Pablo Kuczynski, Esaú Caro, entre otros, con títulos de Doctor Honoris Causa?, simplemente una falacia. Pues en estos LI años por diferentes motivos, entre ellos la ausencia física y los intereses políticos, no estuvieron presentes los verdaderos protagonistas de la historia de la UNCP. Me refiero al pueblo y sus referentes de izquierda peruana, a quienes se les debe el impulso para crear la universidad, representados en el sector campesino; a quienes se les debe la nacionalización y reorganización, representados en el FER y las comisiones interventoras; a quienes se les debe la construcción de la Ciudad Universitaria, representados en la minka; a quienes se les debe la creación de la Escuela de Post Grado y la Facultad de Medicina, representados en la histórica asamblea universitaria de 1990. Pasos hasta ahora trascendentes en la vida institucional de la UNCP.

Contrariamente es a la ideología derechista que se le debe la usurpación y apropiación de la universidad, la corrupción, el copamiento partidarizado, la censura de facultades, el haber convertido a la UNCP en un centro a nivel de academia, donde el pensamiento y la libertad de acción encuentran las barreras de la intolerancia. Entendido así, díganme ustedes si no ha sido la lucha contra el Apra.

Agradezco a mis maestros secundarios y universitarios, al curso de Sociología Aplicada del doctorado escolarizado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y a la inquietud que siempre me despertaron las pasiones políticas. En ésta también va un homenaje al profesor y los nueve estudiantes asesinados en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle - La Cantuta, víctimas de la intolerancia propia de los gobiernos antiuniversitarios. Finalmente, esta obra desenlazará algunas polémicas, investigaciones ulteriores y molestias a quienes se sientan agredidos, esta última como una muestra más de no haber superado nuestras debilidades intelectuales, cuando se trate de interpretar la historia en razón del análisis científico que se reclama cada vez más en una sociedad como la nuestra.

Dr. Vladimir Cerrón Rojas




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