Lucha extrauniversitaria
La lucha política no solamente se había circunscrito a la universidad,
sino que se había extendido a nivel de los centros de preparación
preuniversitaria. Había intereses de ambas orillas políticas de captar adeptos
desde los semilleros preuniversitarios y con tal finalidad se aperturaron las
academias. Básicamente, para el Apra era necesaria la identificación de futuros
cuadros a quienes debía garantizarles el ingreso a la universidad y
contrarrestar el avance progresista. Lo podemos colegir a partir de una
denuncia periodística del 27 de marzo de 1966 donde se afirma que: “Los apristas han ingresado a la Universidad
y que solamente un porcentaje mínimo de postulantes independientes o de otras
líneas políticas habían ingresado”. En el mismo número, el Dr. Alfredo
Sarmiento Espejo lamentaba que la universidad no hubiese cumplido sus fines,
sobre todo, refiriéndose al carácter ético y moral (95).
Para el Dr.
Torpoco: “El cascarón era la academia, pero en el fondo el fin era el
adoctrinamiento. La academia de la FEUNCP surge para contrarrestar al Apra. La
identificación social es la siguiente, quienes van a la FEUNCP eran de
izquierda y los que van a la otra eran apristas. En la academia de la
Federación no había pensión, se podría hablar, diría yo, de solo una cuota” (363).
Academia Preuniversitaria Raúl Porras Barrenechea
Bajo la
dirección del profesor Gil Durán Vidal, militante aprista, la academia en mención
funcionaba en el año 1967. Esta academia era considerada la antesala
universitaria porque, según refieren, bastaba la preparación elemental y el
“tarjetazo” del Apra para lograr el ingreso (43).
Frente a las
denuncias realizadas por la FEUNCP, los directivos de la academia indujeron a
los alumnos a circular un volante en la ciudad de Huancayo: “Los alumnos de la Academia Raúl Porras
Barrenechea; denunciamos ante la ciudadanía y el estudiantado de la
Universidad, a la Federación de Estudiantes por haberse valido de una infame
maniobra, mediante un comunicado anónimo, en el que utiliza la peor de las armas
tal como la calumnia y la difamación, atributo de gente de cultura inferior y
pobres de espíritu; en contra de nuestro Director y dirigente universitario Sr.
Américo Bonnet y de paso atenta contra nosotros, quienes nos preparamos en esta
Academia. En otro de sus puntos este infame comunicado manifiesta que el Sr.
Américo Bonnet se introdujo a la Academia de la Federación de Estudiantes y
amenazó a los alumnos que ninguno de ellos ingresaría a la Universidad, si
estos no se matriculaban en la Academia Raúl Porras Barrenechea; lo que también
rechazamos enérgicamente, puesto que ningún alumno de la Academia de la
Federación podría verificar esta calumnia. Por otro lado denunciamos a la
Federación de Estudiantes, ya que muchos de nosotros hemos sido amenazados por
varios miembros de dicha entidad, en el sentido de cortarnos el paso al ingreso
por el hecho de prepararnos en la Academia Raúl Porras Barrenechea. Firman:
Víctor Cuellar, Olivia Flores, Marcelo Chávez, Salomón García, Tito Cerrón,
Guido Escurra y Ruth Vicetti” (255).
La Academia
Raúl Porras Barrenechea tenía muchos más alumnos que la de la FEUNCP, fundada
más adelante, porque tenía el poder del ingreso “directo”. Era frecuente ver a
sus estudiantes preuniversitarios visitar la casa del partido todas las noches,
como haciéndose presente, e ir conquistando su ingreso “por un tubo” a la UNCP
(364).
Ésta pudo
haber sido la vía por la cual tamizaron los ingresos a la universidad, la
Escuela de Bellas Artes y con tal fin, manipular los votos para las futuras
elecciones estudiantiles. Dicha academia había sido formada bajo la presidencia
de Ricardo Bohórquez en la UEU, el mismo que refiere: “Inmediatamente pusimos en funcionamiento la academia preuniversitaria
Raúl Porras Barrenechea, cuya dirección estuvo a cargo del compañero Gil Durán
Vidal” (391), la misma que logró posicionar dos presidentes apristas en la
FEUNCP en los años 1967 y 1968.
Academia de la FEUNCP
Fue fundada en
el año 1969 a
iniciativa del FER y de los profesores progresistas de la UNCP, posterior a la
academia aprista Raúl Porras Barrenechea, funcionando en la calle Cuzco y
Ancash, en una casona colonial, a la vez local de la Facultad de Educación, en
el período vacacional. Su primer director fue Julio Emilio Rejas Castillo y le
continuó Jaime Cerrón Palomino. La dirección de la academia tenía la misión de
seleccionar a los profesores dentro de los dirigentes estudiantiles para
finalmente contribuir al autofinanciamiento y fortalecimiento de la FEUNCP en
sus luchas reivindicativas. Además, su aparición respondió a una necesidad de
neutralización política frente a la avanzada aprista, que estimulada por la
pérdida electoral continua en la FEUNCP, había decidido librar la batalla a
nivel preuniversitario. Cada bloque garantizaría una preparación académica y política
previa al ingreso.
Pero, ¿por qué
el Apra contando con el apoyo rectoral y demás, instauró una academia
particular evitando cualquier lazo legal con la universidad? Sencillamente, por
el dominio de los ingresos económicos, pues al no ser dependiente de la
universidad o de la FEUNCP y ser enteramente autónoma, podía determinar los
destinos de sus rentas como mejor le interesara. Por el contrario, la academia
de la federación estudiantil dependía de un estamento universitario, es decir,
tuvo un final colectivo.
Ateneos
Los ateneos
eran centros de preparación preuniversitaria que fueron apareciendo conforme
crecía, aceleradamente, la demanda de ingreso a la universidad. Así tenemos,
que en noviembre de 1968 funcionaba el Ateneo Preuniversitario Perú, ubicado en
el Mr. Cuzco 259 de esta ciudad, cuyo director era el señor Leopoldo Astete
Maraví. También registramos en el mes de diciembre de 1973 al Ateneo Cultural
José Carlos Mariátegui cuya sede era el Jr. Callao 388 (actual Paseo La Breña)
dirigido por estudiantes y profesionales
egresados de la UNCP, entre ellos, Marcelino Durán Pardo, Juan Rojas Falcón,
Alonso Zumaeta Araujo y Jaime Cerrón Palomino (143). Otros centros como el
Ateneo Wanka también se registran en esta etapa.
La polémica encuesta sociológica
El profesor
Elías Flores de la Facultad de Sociología de la UNCP, realizó una encuesta
sociológica después del proceso de admisión, a los ingresantes del año 1966, la
misma que tenía como objetivo dilucidar científicamente algunas sospechas sobre
maniobras dirigidas al ingreso a la universidad de postulantes que simpatizaban
con determinadas tiendas políticas. El resultado, como era de esperar, demostró
que la mayoría de los postulantes e ingresantes eran proclives al Apra.
Con el mismo
tenor, las páginas del semanario El Tiempo denunció: “Solamente los apristas ingresaron a la Universidad”. La información
estaba basada en una encuesta sociológica que realizó la Facultad de Sociología
a los nuevos ingresantes, encuesta que una vez realizada y publicados sus
resultados, las autoridades universitarias apristas desconocieron la
autenticidad (44).
Una prueba
fidedigna de todo lo mencionado es el no ingreso hasta en tres ocasiones del
dirigente de la Federación de Empleados Bancarios (FEB) y preclaro dirigente
izquierdista Saúl Muñoz Menacho, sistemáticamente bloqueado en cada oportunidad
de admisión; aunque, al respecto, otros personajes contrarios manifiestan que
podría considerarse una forma de
justificación, si se considera, por ejemplo, que Armando Larrauri Molina,
profesor de Educación por el Arte del distinguido Colegio Santa Isabel, no
ingresó a la UNCP, pese a ser yerno de Ramiro Prialé (363).
Una de las
estrategias que utilizó el Apra para lograr este cometido fue no reconocer al
Tercio Estudiantil que debía participar del cogobierno y de la fiscalización en
los exámenes de admisión. Prueba de esta afirmación fue el desconocimiento de
las presidencias de la FEUNCP por el Consejo Universitario los años 1965 y
1966, ad portas del concurso de admisión, denunciados oportunamente por la
federación estudiantil. Un diario acota al respecto: “Tenía por objetivo manejar el ingreso de los “compañeros” apristas,
violando el intangible principio del cogobierno” (125).
En su
desesperación y al haberse demostrado las maniobras del Consejo Universitario,
la UEU, órgano estudiantil del aprismo, manifestó su malestar y trató de
invertir la acusación a los dirigentes de la FEUNCP: “La Unión Estudiantil Universitaria acusa a la Alianza Estudiantil Universitaria
de sectarios comunistas y los acusa de despilfarrar miles de soles en viajes
turísticos, agasajos, juegos de envite, etc., asimismo gastan los fondos del
estudiantado en avisos millonarios, con solo fin de desprestigiar nuestra Casa
de Estudios. La inmoralidad más grande que estos seudo dirigentes, es que han
tomado en combinación con un catedrático “Pruebas Objetivas” a los postulantes,
preguntando la filiación política de sus padres, si simpatiza o no con Fidel
Castro, Mao Tse Tung, en qué Academia se han preparado…” (148).
Dicha
vigilancia de ingreso era posible, frente a la escasa tecnología en aquella
época y sobre todo, a la ausencia de fiscalización del estamento estudiantil.
Al mismo estilo que la UEU, desde la otra arista, Luis Alberto Sánchez
declaraba: “Las pruebas son tomadas por
profesores que buscan generalmente o una paga adicional o conseguir
catacumentos políticos. Como los exámenes suelen ser secretos se busca el modo
de burlar el secreto e identificar a los “amigos”. Este es el modo como las
universidades, año a año, van llenándose de “camaradas” y feligreses” (117). En
otra ocasión calificó al Tercio Estudiantil como “Soviet de alumnos” en claro desprecio a los estudiantes
progresistas (121).
Todas estas
formulaciones encuentran una justificación mayor cuando en diciembre de 1968,
un exdirigente aprista, con motivo de su renuncia, manifestaba acerca del sectarismo
aprista en los ingresos a la universidad: “Cualquier
intento en este sentido era desmenuzado terriblemente desde su inicio a tal
punto que los mismos exámenes de ingreso a la Universidad estaban bajo control
estricto para no permitir la infiltración roja. Todo debía ser aprista”
(77). En efecto, las autoridades de la UNCP, desde el origen de esta
institución, trataron de hacer, forzadamente, un bastión del partido aprista,
reconociendo así el acusado Nilo Arroba Niño en la audiencia y que su defensor
calificó como “feudo de ese partido”.
Pues, luego del juicio efectuado contra Arroba y compañía, se comprobó que
todos los acusados pertenecían al Apra, como consta en una relación de 64
catedráticos apristas, integrantes de la Asociación Cultural de Huancayo.
Desde
antes, como ahora, siempre la corrupción
Como podrá percibirse, el único
objetivo que siempre tuvo el Apra fue hacer cuerpo a favor de la corrupción,
desde la inmoral usurpación de la universidad, la venta de exámenes de
admisión, el clientelaje político estudiantil y docente, etc., y este modus
vivendi persiste hoy en día pudiendo mencionarse algunos como la sobrevaluación
de los desayunos en el terremoto de Pisco, las interceptaciones telefónicas, la
venta de los pozos petroleros, el tráfico de viviendas con el Banco de
Materiales, el tráfico de terrenos con Cofopri, contubernio con las
universidades particulares, las falsas indemnizaciones, etc., problemas
actuales que remecen al país.
La Mano Negra
Silvino
Gutiérrez era el secretario departamental del Apra en Junín y era el encargado
de “purgar” la lista de los postulantes, la que se encontraba en su poder uno o
dos días antes del examen de admisión, él y nosotros determinábamos quién
ingresaba y quien no, pero él tomaba la decisión final y por ello lo apodamos
la Mano Negra. Es cierto que Saúl Muñoz fue tachado varias veces en su intento
de ser universitario. La razón de lo actuado era simple: “Si Saúl era un peligro en la Unión Sindical Departamental de
Trabajadores de Junín (pese a ser un ente manejado por el Apra) por su actitud
contestataria, imagínate si lo teníamos dentro de la Universidad. El Apra
manejaba el ingreso. Yo era dirigente estudiantil y conjuntamente con Silvino
Gutiérrez y Ricardo Bohórquez decidíamos quiénes ingresaban a la UNCP. A veces
lo tachábamos hasta por el apellido, éramos malos” (364).
Asociación de egresados
Como la
Asociación de Docentes de la UNCP, el aprismo buscaba asociar a sus egresados
con la finalidad de reclutarlos para las plazas docentes futuras. Para ello,
algunas promociones no dejaban de llevar los nombres y padrinazgos de los
personajes más influyentes del partido. Ejemplo, la primera promoción de la
Facultad de Administración Pública y Privada en 1964, donde se graduaron 19
alumnos, se agrupó bajo el nombre de Asociación de Egresados de la Facultad de
Administración Pública y Privada de la Universidad Nacional del Centro del Perú
cuyo padrino fue el Sr. Ramiro Prialé.
Llama la
atención que el tercer personaje de la segunda fila, en el pergamino, es nada
menos que Marino Lahura Olivo, notario y aprista que había otorgado en
propiedad a Ramiro Prialé y allegados, la UCCP. Según la Escritura Pública de
Constitución 371, Lahura Olivo además de ser notario era abogado, fue también
profesor en la Gran Unidad Escolar Santa Isabel, sin ostentar título pedagógico
para ejercer dicha función, posiblemente porque la ley en aquel entonces no lo
exigía. Esta última afirmación es cierta si consideramos que en dicho colegio
los profesores eran abogados, médicos, químicos, ingenieros, etc., hasta que la
problemática del magisterio se hace evidente y condiciona que en 1955 recién
salgan los primeros licenciados en educación con título pedagógico (363).
Marino Lahura habría ingresado a la universidad por las facilidades que le
brindó el ser aprista y como un pago a la deuda con respecto a la escritura
pública de fundación de la Universidad Comunal del Perú y estudiaría en la
Facultad de Administración. Aunque, para otros, Lahura habría sido una víctima
más del aprismo al haber sido utilizado con tan grande responsabilidad. Esta
afirmación puede ser cierta si consideramos que el notario nunca tuvo mayor
trascendencia en el Apra. Lahura falleció el 24 de junio de 1980.
Los seudocatedráticos apristas
El Apra quería garantizar desesperadamente una mayoría docente durante
el gobierno de Nilo Arroba. Es así como, Horacio
Gago Espinoza, egresado en 1966 de la especialidad de Historia y Geografía y
desprovisto de título pedagógico, enseñaba en la Facultad de Educación en el
año 1967. De igual forma y en el mismo período (1966 y 1967) ingresaron a la
Facultad de Educación y Agronomía los no titulados Américo Bonnett y Juan
Gálvez Ríos, respectivamente (363,364). Los documentos de contrata están
firmados por los secretarios generales de la UNCP, Oscar Ángeles Caballero
(1965) y Gustavo Sanz Túpac Yupanqui (1967) durante el gobierno rectoral de
Arroba Niño (366,367).
Muchos
de estos seudocatedráticos fueron expulsados por la comisión reorganizadora
durante el gobierno militar, por no poseer título profesional y no por una
insana política como manifiesta Bohórquez acerca de Velasco: “Una de sus
primeras medidas fue despedir a los catedráticos apristas y cerrar el local de
la Federación de Estudiantes” (391).
La
agrupación de los catedráticos apristas no solamente tenía fines académicos y
administrativos, sino económicos. La Oficina de Fondo Comunal y esta agrupación
tenían, entre otras, la facultad de tomar decisiones de los fondos
universitarios otorgados por el Estado. Más tarde la veremos involucrada en la
compra de una radio emisora local que hasta hoy subsiste.
El
poder político y la influencia de la UEU se manifestó no solamente en los
beneficios que obtenían sus miembros, sino también que se permitían recomendar
profesores para ejercer las cátedras en la universidad. Es así como, el 20 de
marzo de 1965 recomiendan, mediante carta simple, mantener en la cátedra al Dr.
Luis Alberto Castillo.
Los colegios apristas
Esta
presunción lo reafirma Gilmer Calderón Cuenca y Ricardo Bohórquez: “No debo dejar de mencionar que Ramiro
Prialé, como senador del Partido del Pueblo (1963-1968), creó varios colegios
en su departamento, entre las cuales se destacan Túpac Amaru (varones) y
Nuestra Señora del Cocharcas (mujeres) en Huancayo… De otro lado la Ley 14700
permitió proveer de recursos económicos a la Junta de Construcciones Escolares
de Junín, con lo cual se construyeron locales escolares de los colegios Túpac
Amaru y Cocharcas” (391).
Según
el Dr. Gilberto Torpoco, en realidad, el Colegio Técnico Túpac Amaru fue una
escisión de la Gran Unidad Escolar Santa Isabel por discrepancias políticas. Así,
dicho colegio respondería a intereses apristas. Ahí enseñaron docentes que
militaban o simpatizaban con la organización partidaria, tal es el caso de los
profesores Ricardo Bohórquez Hernández, José Gálvez Caballero, Julio Vargas
Cajahuanca, un profesor de apellido Loyola, entre otros (363). Bohórquez y
Gálvez fueron alcaldes apristas en Huancayo y Chilca, respectivamente. Caso
similar se procedía en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Cocharcas. Este
dato es corroborado por el entonces candidato a la Asamblea Nacional
Constituyente de 1978, por el Movimiento Democrático Peruano, Florencio Franz
Ramírez Lahura: “Laboré en la GUESI donde
se gestó la creación del Colegio Túpac Amaru II” (425).
Los intentos de perennización aprista
Se
realizaron intentos para que la Facultad de Agronomía, bastión aprista, lleve
el nombre de uno de sus dirigentes, Manuel Zegarra Russo. Así lo refieren los
documentos oficiales y los sobres membretados de la universidad. Estos intentos
de perennización fueron rechazados, sin prosperar la “apristización”
universitaria.
En
el gobierno distrital aprista de El Tambo (2003-2006) se quiso imponer que la
avenida donde se encuentra la Ciudad Universitaria de la UNCP, lleve el nombre
de Ramiro Prialé Prialé, pretensión rechazada por los estudiantes y pobladores
en general, sobre todo, del valiente asentamiento humano La Victoria,
conllevando a la abolición de la ordenanza.
Asimismo,
se especula fuertemente que la Facultad de Medicina de la UNCP ya tendría
nombre de uno de sus “fundadores” de militancia aprista. Ésta sería la razón
por la que se rechazó o no se le dio el empuje necesario, al pedido de que la
misma lleve el nombre del primer mártir de la medicina de la UNCP, Manuel Lagos
Arrieta, ante el Consejo de Facultad para su aprobación.
Los comandos paramilitares del Apra
El Apra optó,
en las universidades, hacerse de un equipo de seguridad y a la vez de
represión, a todo lo que no fuera aprista, le contrarreste poder, lo cuestione
o desenmascare, creando así el Cuerpo de Inteligencia del cual hace denuncia un
diario nacional. Esta experiencia, más adelante, le permitió organizar comandos
armados que llevaron a la muerte a estudiantes universitarios considerados
enemigos políticos. Luego realizaron una actividad criminal amparados en el
anonimato hasta el asesinato de Rodrigo Franco Montes de Peralta, quien fuera
asesinado por elementos subversivos o por el mismo Agustín Mantilla, según
declaraciones de la viuda Cecilia
Martínez del Solar y de su hijo.
Acerca del
Comando Universitario, el Ph.D. Rodolfo Cerrón Palomino en carta enviada a su
hermano Jaime, el 5 de enero de 1962, comenta: “Hablaron los diferentes delegados del Comando Universitario de todo el
país. El de Huancayo lo hizo en buena forma. Por lo demás demasiado fanatismo.
Es asombroso ver tanta mente fabricada, tantas conciencias estereotipadas. Nada
menos que el Fanatismo hizo su trono allí. Por lo demás este es el mal que
aqueja nuestro tiempo y por sobre todo a nuestro Perú. Esto no solo ocurre con
el Apra, con toda escuela, con toda secta y que como toda multitud organizada
es demasiada religiosa ya que se muestran intolerables y que aceptan principios
sin discusión por lo mismo que carecen de espíritu crítico y de juicios que
pongan en duda ciertos postulados y que la incertidumbre no asome a esa mente
colectiva. Digo religioso porque el vocablo religión es lato. Y no solo se es
religioso al adorar estatuillas o seres abstractos, sino también se es al
adorar hombres o ideas. En mi caso por ejemplo: he apagado las velas y he
destruido ciertas imágenes, asimismo he negado la existencia de dioses, pero he
vuelto a encender las velas y he empezado a adorar a Vallejo y a otros Hombres”
(306).
Castilla
recuerda en su libro Decadencia de la Universidad Peruana lo sucedido a Edmundo
Guillén quien le manifestó que durante los tres períodos rectorales de Luis
Alberto Sánchez, en su condición de profesor joven de la universidad, fue
invitado al local del Partido Aprista a tomar café. Como no concurrió a las
tres invitaciones, en igual número de ocasiones fue separado de sus cátedras.
Además recordaba que dicho rector se desplazaba al interior de la universidad
acompañado por dos perros de presa conducidos por el “comandante” Pacheco
velando por la “democracia” en la UNMSM (325). El periodista César Hildebrant
manifestaba que le constaba que Luis Alberto Sánchez se había mantenido en el
rectorado a punta de cadenazos, manoplas y cachiporras y que esa siempre fue la
característica del aprismo. Al respecto, Nelson Manrique agrega: “La utilización de la violencia contra los
opositores del Apra era usual también en las universidades. Defensistas como
Arturo Búfalo Pacheco, en Lima, y Abel Bonett, en Huancayo, alcanzaron una
triste fama por sus fechorías” (404).
Finalmente, en
el primer gobierno de Alan García Pérez, el comando paramilitar se hizo de un
nombre emblemático: Comando Rodrigo Franco, responsable de la muerte de
dirigentes sindicales, alumnos y profesores universitarios a nivel nacional. Un
aparato terrorista, cada vez más sofisticado, selectivo y agresivo, cuya misión
fundamental era conservar la hegemonía aprista en la universidad y la lucha
contra los que consideraban “comunistas”. Muchas de las víctimas fueron de
nuestra universidad. Acerca de lo mencionado, Ricardo Uceda manifiesta: “En Huancayo, Abdón Vílchez, diputado y
cacique regional del partido, decidió organizar su equipo de defensa propia, y
le pidió a Mantilla entrenarlo. Vílchez tenía un guardaespaldas místico y
feroz, el policía Jorge Huamán Alacute, apodado Fokker, quien adiestraba
rudamente a tres de sus hijos – Daniel, Martín, Nidia – para que el día menos
pensado pudieran enfrentarse con los terroristas. Con ellos entrenaba Alfa, otro
guardaespaldas de los Vílchez, y Enrique Melgar” (374).
Más adelante,
un comando paramilitar hace su aparición, paralelo al Comando Rodrigo Franco,
es el Grupo Escorpio. Este grupo paramilitar tenía la misión de ejecutar
acciones en Lima y en provincias del interior del país, sobre todo en las
universidades, a todo aquello que se les ocurría relacionar con la subversión.
Fue creado durante el régimen aprista en el año 1988 y “desde el nacimiento del equipo, el SIE les encargó este tipo de
análisis, inicialmente en Lima y después en el interior del país… Cuando
terminaron con el departamento de Lima iniciaron los viajes a provincias, a
zonas consideradas estratégicas. Fueron a Huancayo, en la sierra central,
teatro de un enfrentamiento encarnizado entre universitarios apristas y
senderistas” (374). Las acciones de este comando paramilitar se extendieron
con aprobación de los gobiernos sucesivos. Uceda aclara al respecto: “Decenas de personas desaparecieron en
Huancayo durante el comando del general Luis Pérez Documet, treinta de ellas
estudiantes de una Universidad estatal” (374).
La gran parte
de sus miembros pasaron a constituir el Grupo Colina, es decir, una continuidad
dentro del sistema, de Alan García a Alberto Fujimori. Dos de los sicarios de
este grupo eran los suboficiales Ángel Sauñi Pomaya y Fernando Lecca Esquén,
quienes fueron llamados a declarar en el juicio seguido al expresidente Alberto
Fujimori por delitos sobre los Derechos Humanos, reafirmando esta sospecha.
Ésto se
confirma cuando Sauñi indica: “Antes de
integrar el Grupo Colina, en 1989 participó como agente operativo de
inteligencia en el Destacamento Escorpio, junto a Jesús Sosa Saavedra”… “Se
definió como uno de los fundadores del Grupo Escorpio en 1989… Escorpio se
dedicó a la búsqueda de información para la lucha antisubversiva a nivel
nacional y fue la génesis del destacamento Colina, en la medida en que sus
integrantes pasaron después a este nuevo grupo” (375,376)… Continúa: “En cuanto a la conformación del Grupo Colina, el testigo refirió que
en dicho destacamento fueron incluidos muchos integrantes del denominado Grupo
Escorpio, el cual operaba a órdenes del mayor (r) Santiago Martín Rivas”
(379). Fernando Lecca Esquén “confirmó
que el año 1989 integró el Grupo Escorpio, en donde conoció al entonces capitán
Santiago Martín Rivas, y que se incorporó el año 1991 al Grupo Colina”
(377)… “Finalmente reconoció la
existencia de un grupo anterior al Grupo Colina, el Grupo Escorpio entre los
años 1989 y 1990” (378).
No se reporta
otro comando paramilitar que los descritos anteriormente y en cuyo período
(Escorpio de 1988 a
1990 y Colina de 1990 a
1996), asesinaron a estudiantes y profesores de la UNCP.
Para cimentar
más aún el carácter fascista del Apra, un informe secreto del embajador
norteamericano James Curtis Struble, del 4 de diciembre del 2006, revelaba: “El partido de García, el Apra, es además
bien conocido como la más eficaz maquinaria política del Perú, que se
complementa con escuadrones que están dispuestos a cometer varias clases de
trabajo sucio por orden de sus líderes” (443).
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