Jaime Cerrón Palomino (1937-1990), nació en el distrito de Santiago León de Chongos Bajo, provincia de Chupaca, del departamento de Junín, un 24 de Junio de 1937, en el seno de una familia campesina, católica y de ideología aprista. Primogénito de Don Arturo Cerrón Gutarra y Doña Amalia Palomino Balbín. Mayor de sus hermanos Rodolfo, Dina, Godofredo, Eumelia y Ramiro. Los estudios de educación primaria los realizó en la escuela de su tierra natal y prosiguió estudios de educación secundaria en el Colegio Salesiano Santa Rosa de Huancayo del cual, cerca de finalizar el año académico, fue expulsado al haber reprobado una materia como producto del difícil proceso de adaptación del campo a la ciudad.
Migra hacia la ciudad de Huancayo donde comienza a radicar y ayudado por sus padres se matricula en el Instituto de Comercio Alejandro O. Deustua hasta obtener el título de Contador Mercantil. Paralelamente trabajó como secretario de un vocal de la Corte Superior de Justicia de Junín, el mismo que le generó un pequeño ingreso económico con lo que solventó parte de sus estudios secundarios y universitarios, hasta obtener el título de Escribano del Estado el 31 de enero de 1961.
En el año 1959 se fundó la Universidad Comunal del Perú e ingresó en 1960 a la Facultad de Ciencias Sociales y posteriormente se trasladó a la Facultad de Educación. Su vida estudiantil fue un reto no solamente de carácter académico, sino también ideológico y político. Su biografía está muy ligada al desarrollo y luchas por las cuales atravesó la universidad en sus primeros pasos hasta lograr su nacionalización y posterior democratización, motivo por el que ocupó cargos en la dirigencia estudiantil, primero como secretario general del Centro Federado de Educación, luego como secretario de organización de la Federación de Estudiantes de la UCCP y finalmente, como presidente de la Federación de Estudiantes de la UNCP.
Según el Dr. Gilberto Torpoco Túpac Yupanqui: “Jaime como estudiante llega como un hombre muy modesto en su forma de actuar, ser y hasta de vestir. Nunca negó su extracción social ni su tierra. Tenía la capacidad de convencimiento, ingresaba de aula en aula y todos los cachimbos le teníamos una enorme confianza. Nunca pasó por nuestra mente que quisiera sorprendernos o utilizarnos. Su triunfo en las elecciones para secretario general del Centro Federado fue arrasador por más de 700 votos considerando la población estudiantil de aquel entonces. Jaime era admirado y querido, y evidentemente, para sus contrincantes constituía un peligro. Esa fue su vida de estudiante”. Continúa: “Se identifica con las comunidades, ejerce la docencia ad honorem en alguna de ellas. Luego enseñaría en el Colegio Nacional José Gálvez Egúsquiza y la vespertina del Colegio Santa Isabel. Por sus cualidades llega rápidamente a la cátedra y fue admirado por sus mismos profesores y alumnos. Jaime escaló paso a paso”.
“Muchas veces me invitó a la cátedra, pero yo tenía mis fines, era llegar a conducir el Colegio Santa Isabel. Recuerdo tres momentos claves en su semblanza. Una vez en el parque Constitución me preguntó ¿qué le da seguridad y poder al hombre? y le respondí: su cultura y sus conocimientos, pero Jaime hizo una corrección oportuna y me dijo no, el poder y la seguridad al hombre le da su economía. En otra ocasión le manifesté que con respecto a nuestros estudios de Derecho en la UPLA, estaba desanimado y que al no estar reconocido lo iban a cerrar con la consiguiente pérdida de tiempo y de dinero, pero Jaime me respondió: Gilberto, sigue para adelante esta institución va a seguir su camino como la UNCP, quienes te desalientan son gente envidiosa. Finalmente una lección más, me dijo un día ¿te has dado cuenta que todos los que llegan a ser rectores son ingenieros, médicos o abogados y que ese espacio no está reservado para el maestro? Pues como profesor soy reconocido, pero a nivel de rector o vicerrector, debo tener otro título” (363).
Sus adversarios políticos le tenían mucho respeto y manifestaban al respecto: “Jaime era un buen estudiante, sobresaliente y como persona muy buena gente, a pesar de las discrepancias políticas. En las elecciones del Centro Federado le ganó arrasadoramente “hasta por gusto” a nuestro candidato aprista José Romero Gutiérrez, actual profesor del Colegio Salesiano Santa Rosa. Romero me decía que el “cholo”, como lo conocíamos, era chanconazo y los catedráticos le tenían respeto por la forma puntual y acertada que respondía… Como la Facultad de Agronomía era el bastión aprista, cuando nos encontrábamos con Jaime a manera de broma nos decía: ¿cómo está el establo de los búfalos?” (364).
Durante el ejercicio de los cargos estudiantiles se pueden destacar muchos méritos, siendo el más resaltante el haber organizado junto a Fernando Romero y Julio Seminario, la Marcha al Congreso y las demás marchas de sacrificio hacia la ciudad de Lima hasta lograr la nacionalización y posterior reorganización de la universidad.
Egresó de la Facultad de Educación de la UNCP en el año de 1965, como integrante de la primera promoción, sustentando la tesis: “La motivación en la enseñanza de la psicología a través de la enseñanza de obras”, logrando obtener el título de Profesor de Educación Secundaria Común, Especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales. Es necesario mencionar algunos aportes de su tesis: “La cruda realidad educativa nos demuestra que al término de la instrucción secundaria, nuestros alumnos, por haber sido deficientemente encaminados, no han logrado siquiera tener consciencia de la carrera que como consecuencia de sus aptitudes e inclinaciones deben seguir a nivel superior. Este hecho sucede, evidentemente, porque la carga enciclopédica de conocimientos impartidos al estudiante, a lo largo de los cinco años, en lugar de orientarlo vocacionalmente y de asegurarle una profesión, no ha hecho sino proporcionarle pormenores y minucias analíticas que si bien constituyen una plétora de datos informativos, mas por tratarse de conocimientos fragmentarios y diseminados se transforman apenas en un aprendizaje que tiene por basamento la repetición mecánica de fórmulas verbales… Acostumbrados como estamos los peruanos, a la ley del menor esfuerzo, nos hemos circunscrito a mantener una fidelidad incondicional a los caducos consejos de la escuela tradicional, sin poner de nuestra parte la energía vital de que deben estar nutridos los profesores contemporáneos; pues, sabido es que lo esencial reside en contar con hombres de iniciativa que sepan utilizar conscientemente los mil recursos que le ofrece la naturaleza. Quizá el desdén por el trabajo, al amor a la adquisición del dinero sin mayores esfuerzos y la afición a la ociosidad agradable, hayan hecho olvidar a los encargados de la conducción de la enseñanza sus legítimas obligaciones. Mas, es preciso tener en consideración que, las nuevas generaciones tienen derecho a una educación segura y bien orientada, por profesores que conozcan los criterios, las técnicas y los procedimientos más indicados por la didáctica moderna… Es un pretexto bastante difundido el afirmar que la enseñanza de la psicología encuentra como primera dificultad el hecho de tratarse de una materia “abstracta”. Esgrimiendo esta excusa, la mayoría de los docentes, no se interesó jamás por buscar procedimientos satisfactorios para llegar a sus discípulos y menos aún aprovechó la utilidad del material didáctico. Hoy ya nadie niega que en la vida todo se mueve al impulso de ciertos intereses, y precisamente por ello, en el sector educativo se ha venido recomendando a los maestros, llevar a la práctica el valiosos recurso de la motivación; pero, en una concepción marcadamente estrecha, se cree que motivar es únicamente mencionar de vez en cuando, durante la explicación de determinado asunto del programa. Alguna anécdota, suceso o pasaje generalmente sarcástico. Cierto es que, determinados profesionales exhibiendo sus dotes peculiares artísticos, han logrado en más de una ocasión hacer estallar a sus pupilos en ruidosa algarabía, relatando acontecimientos de su experiencia personal. Pero esto no es suficiente, y si lo admite la metodología como un rasgo que no puede prescindirse, en cambio, implica restringir la motivación exclusivamente a la búsqueda y presentación de ocurrencias jocosas, lo cual, a nuestro modo de ver, no aporta positivamente a la formación de una sólida personalidad… El trabajo se trata de un tipo de motivación a base de lectura de obras escogidas diligentemente. Hemos tomado la lectura de obras selectas como una guía que hace factible la motivación de nuestro curso, partiendo de la convicción de que tanto en la historia como en la literatura universal, existen libros, cuyos contenidos encierran un cúmulo de vivencias que en forma ficticia o real narran sus páginas, sobre todo las novelas “psicológicas”, que tienen hojas por donde discurren relatos emocionantes, teñidos de éxitos, fracasos, hazañas y otros aconteceres propios de la conducta humana. Las obras no pueden ser utilizadas al azar, hay necesidad de seleccionarlas y, con la cuidadosa guía del profesor serán entregadas a los alumnos para ser leídas, principalmente, aquellas que puedan causar con su tenor, el agrado de los alumnos, el placer de ser escuchados, ya que su edad adolescente y su grado de instrucción hacen que viva una etapa de predominio afectivo; de esa manera, se verán seducidos y sentirán curiosidad de terminar de leer los relatos de aventuras que en diversos capítulos nos entregan los autores, a la par que irán conquistando la habilidad de manejar libros de lectura y un léxico correcto” (432).
Inició la docencia en el Colegio Comunal Amauta de Ahuac, posteriormente en la Gran Unidad Escolar José Gálvez Egúsquiza (I.E. José Carlos Mariátegui) y en la Gran Unidad Escolar Santa Isabel de Huancayo. Ocupó el cargo de secretario general del Sindicato Regional de Profesores de Educación Secundaria Común (SIRPESCO), donde fortaleció la entidad gremial y generó las condiciones para la creación y consolidación futura del actual Sindicato Único de Trabajadores del Perú (SUTEP). A la edad de 30 años contrajo matrimonio, el 21 de enero de 1968, con Bertha Rojas López, de cuyo matrimonio nacieron sus hijos Fritz Elías, Vladimir Roy y Waldemar José.
Invitado por los estudiantes de la Facultad de Educación de la UNCP ingresa en 1969 a la docencia universitaria, en calidad de contratado, para dictar las cátedras de Introducción a la Filosofía, Corrientes Filosóficas I y II, Filosofía Contemporánea, Historia y Filosofía de la Educación Universal y Peruana, Psicología y Materialismo Histórico y Dialéctico. Es en la Facultad de Educación de la UNCP donde el entonces profesor Jaime Cerrón empieza un despegue pedagógico admirable orientado a la formación integral del educando, logrando ser admirado por sus maestros, colegas y estudiantes. Con bastante acierto, el Prof. Teodosio Vilcapoma manifiesta: “Después del trágico asesinato del Maestro Jaime Cerrón Palomino, entre las conversaciones de los docentes y otros estudiosos que muchos de ellos fueron sus alumnos se llega a la siguiente conclusión: antes del docente Jaime Cerrón, la enseñanza de la filosofía se reducía solo al dictado de la metafísica a cargo de un sacerdote. En consecuencia, fue el Maestro Jaime Cerrón el promotor de la enseñanza de la filosofía científica” (433). La humildad, honestidad, tenacidad laboral y dedicación al compromiso con la educación le merecieron un respeto notable. Pese a su recargada labor, concluyó estudios en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Privada Los Andes, de la cual también fue miembro de su primera promoción.
En el transcurso de la docencia universitaria ocupó cargos de responsabilidad académica y administrativa como director del Programa Académico de Educación, director universitario de Bienestar Estudiantil, decano de la Facultad de Pedagogía y Humanidades y vicerrector académico. Posteriormente, mediante Resolución Nº 1308-91-CU del Consejo Universitario, mereció el reconocimiento póstumo de rector de la UNCP. Su corta permanencia en el vicerrectorado académico de la UNCP, le permitió elaborar los siguientes proyectos: la creación de la Escuela de Post Grado de la UNCP; creación de la Especialidad de Educación Inicial y Primaria e impulsar la creación de la Facultad de Medicina Humana. También tenía la visión de aperturar la especialidad de Educación Técnica y de Artes y la Escuela de Aplicación de la UNCP.
En los momentos convulsos que el Perú ha vivido, donde las universidades fueron involucradas y reprimidas brutalmente, a la edad de 53 años en pleno apogeo de su intelectualidad, un 8 junio de 1990, el maestro Jaime Cerrón Palomino fue secuestrado, vilmente torturado y asesinado, por un comando paramilitar durante el primer gobierno de Alan García Pérez. Como tal, la UNCP es tristemente considerada, según los organismos de Derechos Humanos, como la universidad emblema de la masacre universitaria en Latinoamérica.
Sus luchas en la universidad
A dos meses de haberse inaugurado el primer ciclo académico, el 22 de mayo de 1961, se instaló de manera orgánica la primera Federación de Estudiantes de la Universidad Comunal (FEUC) motivo por el que se realizó la Asamblea Plenaria de la Facultad de Ciencias Sociales, donde: “Jaime Cerrón es elegido como Secretario General del Centro Federado, como Subsecretario General, Jesús Palacios Valverde; Secretario del Interior, Bernardino Matos Pacheco; Secretario del Exterior, Víctor Quintana; Secretaria de Cultura, Luz Esmeralda Flores; Secretaria de Economía, Hilda Nancy Muñoz Ríos; Secretaria de Asistencia Social, Elvira Dorregaray Calle; Secretaria de Organización, Carmen Justo; Secretario de Defensa, Julio César Alfaro; Secretario de Deporte, Antenor Zamudio Buendía; Secretaria de Asuntos Comunales, Elsa Alcántara; Secretario de Prensa y Propaganda, Armando Bendezú Barrientos, y Maximiliano Inga Castro; Secretario de Disciplina, Fidel Rivas Ñañez; Delegados ante el Consejo de Facultad: Ninoska Cerrón Palacios, María Teresa Limaylla y Elva Castro Palacios; Delegados ante el Consejo Académico: Obdulio Vásquez y Luis Miranda Chávez” (256).
El Centro Federado de la Facultad de Educación tenía en su seno una simpatía por la ideología progresista. Adolfo Alvarado Soplin fue un estudiante combativo, que con buen trabajo en la dirigencia ayudó a forjar el camino para los triunfos sucesivos de la izquierda en el gobierno estudiantil. Para el 20 de marzo de 1964, Alvarado era el secretario general del Centro Federado de Estudiantes de la Facultad de Educación (266). Producto de la agudización de las luchas moralizadoras, emprendidas fundamentalmente en la Facultad de Educación, el 7 de mayo de 1964, el rector Manuel Carranza Márquez renuncia a la universidad.
Se estableció una alianza duradera de los estudiantes contra el Apra, entre feristas, populistas y algunos sectores cristianos, naciendo la Alianza Estudiantil Universitaria (AEU), organización que gobernó el estamento estudiantil por varios años y que desarrolló una agitada lucha por la nacionalización y reorganización universitaria. La identificación de Jaime Cerrón con las luchas por la nacionalización fue tallando sus cualidades de líder y fue postulado por el FER para el secretariado general del Centro Federado de la UNCP. El 10 de septiembre de 1964 expuso ante el requerimiento de la prensa el plan de gobierno de la AEU: “Creación del ciclo doctoral, culminación de la reorganización, establecimiento de las ayudantías de cátedras, edición de una revista y creación de un Colegio Piloto de Aplicación”. A la entrevista agregó: “Confiamos que la reorganización de la UNCP será una realidad para el próximo mes de febrero, tal como se lo ha trazado el Dr. Efraín Morote Best. Me presento muy optimista, porque si perdemos seguiremos luchando siempre”. A la vez que agradeció al medio por ser la primera vez que lo entrevista un periodista (64).
La AEU solo funcionaba para contrarrestar al Apra a nivel de la representación estudiantil universitaria (presidencia de la FEUNCP), mas no para la elecciones de los centros federados, tal es así, que el 11 de septiembre de 1964 Jaime Cerrón gana las elecciones, con un amplio margen sobre sus contendores de más de 700 votos (363), derrotando a sus rivales más cercanos como el Frente Estudiantil Social Cristiano (FESC) y la aprista Unión de Estudiantes Universitarios (UEU), encabezados por Nivardo Alarcón y José Romero, respectivamente (1). El Comité Electoral Estudiantil de la Facultad de Educación estaba constituido por Julio Cárdenas Rodríguez (presidente), Gilberto Torpoco Túpac Yupanqui (secretario) y Jorge Canguahuala (vocal). “Cárdenas proclama ganador a Jaime y yo le entrego la credencial”, afirma Torpoco (363). Según el Dr. Gilberto Torpoco, ex alumno de la Facultad de Educación (1963-1967), los principales liderazgos estaban constituidos de la siguiente manera: “El líder que destaca en el movimiento democristiano es el alumno Ríos, en representación de su líder nacional Héctor Cornejo Chávez. Los populistas nunca tuvieron un liderazgo claro en la UNCP y cabe mencionar que después de Fernando Romero, Adolfo Alvarado y Jaime Cerrón, el FER tampoco tenía más líderes de fuerza” (363).
Acerca de la postulación de Jaime Cerrón por la AEU, el Diario Correo de Huancayo de siempre tendencia aprista, acota acerca de la alianza: “Están agrupados siete organismos estudiantiles. Pero la Alianza en términos generales está dominada por elementos de tendencia marxista” (63).
Ganar el Centro Federado de la Facultad de Educación era ganar poco más de la mitad de la masa estudiantil universitaria, puesto que dicha Facultad agrupaba varias especialidades. Por esta razón, dicho nivel de organización estudiantil, tenía que jugar un rol importante en las luchas por la reorganización de la universidad. A estas alturas las instituciones civiles que antes habían apoyado la nacionalización ya no se involucraban en la lucha, pero vivían expectantes de ella. La FEUNCP tenía, por tanto, una histórica misión que, por supuesto, no fue defraudada. Las autoridades universitarias habían adoptado un mecanismo para evitar las interpelaciones como el receso, la suspensión de las clases, así se haya o no se haya cumplido con el currículum. Un día después de la victoria, el 13 de septiembre de 1964, reafirmando lo mencionado, Jaime Cerrón declara a la prensa: “Lucharemos hasta lograr la reorganización integral. Tampoco permitiremos que las labores académicas sean concluidas en diciembre” (314).
La política es una actividad que necesita de alta dosis de tolerancia y diplomacia, cuando no existan problemas limítrofes cerebrales. Es la razón por la qué Alarcón (FESC), José Vásquez y Américo Bonnett (UEU), aquella noche reconocieron el triunfo de Cerrón y le manifestaron su más amplia colaboración en el proceso de reorganización universitaria. Puede percibirse este lenguaje en las manifestaciones que, luego de asumir el cargo, hiciera Cerrón: “Hizo un recuento de la situación actual de la Universidad y pidió una franca y amplia ayuda a sus opositores para resolver problemas álgidos de la UNCP, a la vez que se comprometió a continuar con la reorganización de la Casa Superior de Estudios” (314).
El día 3 de mayo de 1965, los maestros del Perú acordaron llevar adelante la tercera Huelga Nacional del Magisterio, reclamando el cumplimiento de la nueva escala de remuneraciones (Ley Nº 15215 del Estatuto y Escalafón Magisterial), que el gobierno belaundista so pretexto de orden financiero se negaba a aplicarlo (315). La lucha fue un éxito y fue necesario el condicionamiento de varios factores como el desplazamiento del Apra que había llegado a dirigir la Federación Nacional de Educadores del Perú (FENEP), los movimientos guerrilleros, la Revolución Cubana y la acción decidida de las federaciones estudiantiles universitarias. La huelga duró varios días y al respecto el Centro Federado de Educación emitió un comunicado el 15 de Mayo de 1965: “Que, a pesar de haber transcurrido 15 días de la huelga, el Supremo Gobierno no ha satisfecho las justas demandas del Magisterio Nacional, lesionando así el desenvolvimiento normal de las clases en los centros de enseñanza. Que la negativa de abonar un sueldo decoroso a los maestros del Perú, atenta gravemente no solo contra los actuales Profesores, sino contra los intereses de los futuros profesionales que han egresado de esta Facultad. Acuerda: HACER UN PARO DE 48 HORAS, EN APOYO A LA FENEP, a partir del día lunes 17, a las 8 a .m.”. Firman: Jaime Cerrón Palomino, Grimaldo Solís Mateo, Basilio Álvarez Álvaro y Heber Paitamala Pizarro (130).
La lucha no solo se circunscribió a las universidades en sus facultades de Educación, sino también en las demás como la UNI, UNMSM y la UNSCH. La universidad peleaba concatenadamente con la sociedad, se realizaban congresos de la problemática nacional, etc., había mayor compromiso y responsabilidad social en aquel entonces. La UNSCH había sido amenazada con el recorte de sus rentas, producto del accionar guerrillero en la provincia de La Mar del cual se le inculpaba y el pueblo ayacuchano encabezado por su rector, se preparaba para librar una lucha por la reposición de tal derecho que culminaron en la conformación del Frente Pro Rentas de la UNSCH. Puede deducirse este momento, de la carta enviada por Fernando Romero a Jaime Cerrón, el 17 de marzo de 1965: “Jaime: Cumplo con lo prometido al enviarte la convocatoria al Congreso. Además te envío una para la Federación de Estudiantes y otra, si pudieras remitirla brevemente para los profesores de la U de Cerro de Pasco. Ya sabes, es necesaria tu presencia y la de un grupo de profesores de línea. De todo esto, ya conversaremos oportunamente pues yo estoy allá el jueves de esta semana. Te dejé una carta con un recomendado y espero que le ayudes a sus propósitos tal como me ofreciste. Es un buen chico y de futuro político igual que su padre. Hasta pronto y éxitos en la lucha. Fraternalmente: Fernando Romero. Nota: Acá la lucha es fuerte en la UNI. También te envié comunicados. Busca gente para hacer un Frente en Ayacucho. Si necesitas alguna cosa, avísame por intermedio de mi recomendado” (309).
Los procesos de reorganización de la universidad marchaban a un ritmo lento y con pobres resultados. Además, se enfrentaba la postura estudiantil antagónica de la militancia estudiantil aprista. Un clamor estudiantil era la expulsión de las autoridades universitarias, así el 2 de junio de 1965, Jaime Cerrón, en representación del Centro Federado de Educación, solicita nuevamente la renuncia del encargado de la rectoría (123) y se declaran en huelga de hambre como apoyo a la Marcha de Sacrificio. Ante este acontecimiento el dirigente aprista Ricardo Bohórquez Hernández, emplaza a la FEUNCP el 5 de julio de 1965, mencionando: “Sr. Alvarado Ud. y sus amigos Vilca y Cerrón, no tienen nada que perder con la huelga universitaria, Uds. son egresados y se han matriculado nuevamente nadie sabe con qué motivo” (6). Bohórquez siguiendo una directiva aprista desconocía que los egresados y graduados también eran parte de la universidad, además que los dirigentes se habían matriculado para una segunda carrera, defendía el statu quo y se declaraba en contra de la Marcha de Sacrifico iniciada, mencionando: “Los caminantes han sido solo cuarenta” y acota que no fueron recibidos por el presidente Belaúnde ni por el Ministro de Educación. Tal falacia fue demostrada en capítulo anterior por la prensa nacional y local.
Tomando como referente la composición y consecutivas victorias de la AEU en la UNCP, que no era otra victoria que la del FER, los diarios nacionales revelaban que en el país se había registrado una intensa lucha política al interior de los claustros universitarios, a tal punto que la conclusión, según la coalición Acción Popular – Democracia Cristiana, era que “los apristas son los responsables”, y por el contrario, según la coalición APRA-UNO, los populistas y democristianos habían fortalecido al comunismo (Expreso, 12 de julio de 1965). Agregaba a ésto, el diputado populista Juan Zea González, manifestando en aquel entonces: “Lo real es que los comunistas han logrado ganar fuerza, por el sentido antiaprista de los estudiantes cansados de sus claudicaciones y lo errado de su doctrina”.
La victoria de la izquierda era consecuencia del apoyo de los sectores cristianos, según el aprismo. Según los aludidos era consecuencia de las claudicaciones y el fracaso de la doctrina aprista. Diario Expreso de Lima 12 de julio de 1965. Archivo personal.
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Jaime Cerrón Palomino ganó las elecciones para la presidencia de la FEUNCP en representación del FER, el 29 de noviembre de 1965, con un total de 1317 votos, estimado en un 51% de los sufragantes (31,32). El Consejo Universitario anticipadamente mencionó que no iba a reconocer los resultados y se mantenía en esa posición, pese a ello Cerrón fue reconocido como tal por la masa universitaria (33). Pero, ¿cuál era el móvil principal que inducía a las autoridades universitarias a desconocer los resultados? Controlar sin fiscalización el ingreso en el Concurso de Admisión 1966. Necesitaban masa estudiantil servil para que estos fenómenos no se repitiesen, es decir, para garantizar el triunfo del Apra. Frente a la negativa de las autoridades de reconocer al Tercio Estudiantil, la FEUNCP emite el siguiente comunicado del 14 de marzo de 1966: “La FEUNCP deplora el proceder de las autoridades universitarias y denuncia el propósito de FRAUDE que desde ya se vislumbra. Por consiguiente, no habiéndose reconocido al TERCIO ESTUDIANTIL deja expresa su constancia que DESCONOCERÁ LOS RESULTADOS DE LOS EXÁMENES DE ADMISIÓN”.
El día 15 de marzo de 1966, Jaime Cerrón denuncia un fraude en el ingreso a la universidad, debido a que el Tercio Estudiantil no había sido considerado como ente fiscalizador en dicho proceso (67). Las protestas no se hicieron esperar por ambas partes, el estudiantado y los postulantes, y para tratar de justificar la ausencia del Tercio Estudiantil el rector envió una carta a la prensa, el 17 de marzo de 1966: “El sábado 12 del presente, el señor Jaime Cerrón - anunciándose mediante oficio Nº 8, como Presidente de la FEUNCP - solicitó audiencia a este Rectorado para tratar asuntos relacionados con su reconocimiento oficial como tal, y al examen de admisión. El Rector no pudo ni podrá recibir al señor Jaime Cerrón como Presidente de la FEUNCP, ya que con esta actitud estría contraviniendo el acuerdo del Consejo Universitario de fecha 29 de noviembre de 1965, pero sí puede dar audiencia al alumno Jaime Cerrón como lo hace con cualquier alumno de la Universidad que le solicita una entrevista” (258).
Pese a los esfuerzos del Apra, las elecciones estudiantiles se realizaron a mediados de 1966 donde nuevamente triunfa la AEU con Javier Véliz Ramos. Ante esta derrota la derecha nacional mediante sus voceros, fiel a los servicios de la oligarquía, titulaba: “Rojos seguirán dominando junta. Comicios en Universidad Huanca en 1966” , en la cual sigue manteniendo la teoría que las elecciones estudiantiles eran ilegales y que el rector Nilo Arroba Niño había proclamado censuras contra dichos dirigentes (8). Los esfuerzos para desprestigiar a la dirigencia de la FEUNCP y el no reconocimiento a sus dos presidentes contiguos eran contradictorios a la simpatía estudiantil universitaria a nivel nacional del que gozaban. Testimonia este argumento una carta de su hermano Rodolfo desde Lima, el 22 de marzo de 1966: “Profunda satisfacción me causó al saber que eras bien admirado por los alumnos de esa Universidad. Alguien me sopló que como orador eres formidable. Sorpresas como ésta, verdaderamente, llenan de orgullo. Asimismo por la prensa me he enterado de los líos que vienes protagonizando con el rector de ésa. Algunos compañeros me preguntaban si el tal Cerrón Palomino era algo mío; yo, inflado, respondía que ¡claro!” (307).
Sus luchas en el magisterio
Jaime Cerrón se consolidó como líder magisterial: “Luchó con atrevido énfasis en busca de las reivindicaciones económicas, culturales y políticas del magisterio. Estaba adscrito al Sindicato Regional de Profesores de Educación Secundaria Común (SIRPESCO) III Región, que agrupaba a los profesores de los departamentos de Ayacucho, Huancavelica, Junín, Pasco y Huánuco. Cerrón se convierte en secretario general del SIRPESCO III Región, elegido en el III Congreso Regional, llevado a cabo del 1 al 5 de julio de 1969 en Huancayo. En medio de una pugna interina en el seno del magisterio entre los sectores apristas e izquierdistas, Jaime Cerrón Palomino salió elegido por mayoría, representando al sector clasista del magisterio. Jaime Cerrón participa de esta agrupación sindical al lado de Julio Pedro Armacanqui Flores y como dirigente magisterial buscó la unidad del magisterio orientando esta posición al interior de las bases, esta tendencia coadyuvó posteriormente al surgimiento del SUTEP. Jaime Cerrón se situó en la tendencia de izquierda y consecuentemente tuvo como enemigo principal en el plano sindical al Apra” (335).
Anteriormente el magisterio estaba organizado por sindicatos de profesores de educación primaria, secundaria, educación física, educación técnica, etc., lo cual conllevó al fracaso de una huelga nacional en 1971. Es necesario mencionar que los SIRPESCO fueron los sindicatos más activos y los reales precursores de la fundación del SUTEP llevada a cabo en la ciudad del Cuzco en julio de 1972, donde lograron comprometer a todos los sindicatos a unirse en uno solo, eligiendo como primer secretario general nacional a Horacio Zeballos Gámez.
Más adelante, por razones que solamente nos podría decir Jaime Cerrón, al cabo de algunos meses, renunció al secretariado general del SIRPESCO III Región, fecha a partir de la cual no se le ve más en las dirigencias gremiales o sindicales. El profesor Paitamala le sucede en el cargo y según Gálvez, traiciona la huelga en 1971 (363).
Ingresa en 1969 a la docencia universitaria en la Facultad de Educación. El profesor Miguel Vega de la Peña, aquel entonces delegado de la especialidad de Historia, recuerda: “Yo lo llevé a la universidad a Jaime Cerrón. Era una tarde que fui a buscarlo al Colegio Santa Isabel donde dictaba clases y le manifesté que era el encargado de llevarlo a pedido del estudiantado universitario. En un principio Jaime se resistió y su principal argumento era que los apristas estaban en el poder, con quienes había lidiado en su etapa de estudiante. Le dije que contaba con el apoyo estudiantil, ciertamente Jaime era muy querido y admirado, así que lo llevé en mi auto volkswagen y lo presenté ante el decano Mauricio Arriola, quien al verlo pretextó que Jaime recién había egresado pero, que si el estudiantado lo reclamaba podría empezar las clases en el acto. Casi de improviso Jaime se presentó al aula y fue aplaudido” (324). Paralelamente Jaime Cerrón enseñaba en el Programa de Educación Física en Altura de la Universidad La Cantuta con sede en la comunidad campesina de Muquiyauyo.
Uno de los catedráticos que apoya la permanencia de Jaime Cerrón fue el Dr. Waldemar Espinoza quien había llegado a la UNCP en 1962, a la edad de 26 años y era discípulo de Raúl Porras Barrenechea, de quien había sido su ayudante de cátedra en la UNMSM. Espinoza Soriano poseía profundos conocimientos de historia y una memoria fantástica y de haber permanecido como docente en la UNCP, hubiera sido rector en varias ocasiones.
Al respecto de la cátedra de Jaime Cerrón, refieren sus exalumnos: “Al ejercer la cátedra logra un dominio magnífico de la docencia y es así como logra trasmitir a sus cientos de discípulos los conocimientos que adquiría continuamente, con sencillez y claridad admirable. No fue un profesor “común y corriente”, sino un verdadero Maestro porque inculcaba un análisis crítico de cuanto tema trataba. Era sencillo y justo. Admiraban en él su asombrosa memoria para recordar hechos y personajes y su sensibilidad social que lo identificó plenamente con el pueblo. Sus obras así lo demuestran y lamentablemente deja trabajos de investigación inconclusos, los mismos que hubieran esclarecido puntos oscuros en nuestra historia” (323).
Una exalumna de la Facultad de Ciencias Sociales, refiere: “La particularidad de su método, es que trasmitía los saberes en forma sencilla y didáctica, sin sesgos y/o orientaciones, permitiendo que los estudiantes discernieran libre y conscientemente, su interés no era manipularlos, su única ideología era decir la verdad, despertando en nosotros admiración. Efectivamente rememorando sus conferencias magistrales no fueron utilizadas para convencer adeptos, sus temas eran estrictamente académicos, nunca en mi condición de alumna pude observar ninguna actitud que impulse a decidir por tal o cual tendencia ideológica y/o política… Entonces, una de las justificaciones para su desaparición queda desvirtuada” (435).
Para Jaime, según recuerdan sus alumnos, era necesario recordar constantemente que finalmente al hombre no se le medía por sus conocimientos o su poder económico, sino por su capacidad de transformar la sociedad y también es justo recordar que organizó el Primer Seminario Nacional de Filosofía en la UNCP, el mes de septiembre de 1987, al cual se invitaron a destacados ponentes de las diferentes universidades del país.
Refieren algunos de sus biógrafos: “Como vicerrector académico estaba empeñado en la creación de la Escuela de Post Grado, con el objeto de profundizar la investigación científica, tecnológica y humanística. Jaime Cerrón no saboreó el resultado de su gestión por su desaparición temprana. De igual manera se había proyectado la creación de la Facultad de Medicina y para la Facultad de Pedagogía y Humanidades los niveles de: Inicial, Primaria, Técnica y Artes. Es importante destacar, las condiciones políticas y sociales en el que el profesor Jaime Cerrón asume el cargo de Vicerrector Académico de la UNCP. En la universidad y en el país existía un avance de la subversión, en la universidad se ponían de manifiesto todos los intereses debido al cambio en la elección de autoridades, desde los más nobles a los más bajos. Los estudiantes dado su desarrollo interno y la del país se habían radicalizado, y se ubicaban en la tendencia de izquierda ilegal, sus esfuerzos se orientaban a la captación ideológica de adeptos a su tendencia, a desarrollar campañas en contra de la corrupción, robos, ineficiencia en el trabajo, ineficiencia académica, etc. Por su parte los docentes no perfilaban una conducta colectiva, sino más bien individual, unos se cobijaban bajo el amparo de los estudiantes, para lo cual tenían que hablar el lenguaje de los alumnos. Otros se sentían indiferentes, otros se refugiaban en las autoridades, otros no necesitaban de ninguna protección o guardarse en nada ni en nadie, dada su solvencia académica, otros aprovechaban los cargos dirigenciales para ocultar y tapar sus limitaciones académicas bajo el argumento de la “tacha política”. Estos últimos años sacaron inclusive volantes insinuando que la subversión había tomado el poder del gobierno universitario. Los trabajadores no docentes también optaron por igual conducta que los docentes, en este caso fue escandaloso, el enfrentamiento entre estudiantes y trabajadores; los estudiantes sorprendieron a algunos trabajadores que habían sustraído piezas de carros para luego empeñarlos a cuenta de licor en “La Jarrita”. Robos en los centros de producción, administración deficiente, etc. Los dirigentes de los trabajadores entonces sacaron volantes señalando que los estudiantes y fundamentalmente su tendencia habían tomado el gobierno de la universidad, y que bajo este amparo se estaban dedicando a hacer lo que estaban haciendo. Estos volantes, y los rumores mal intencionados, vieron coronados sus frutos con el secuestro y asesinato del Profesor Jaime Cerrón Palomino. Pesará sobre sus conciencias por siempre esta malévola calumnia que realizaron” (335).
Sus obras
Sus obras más importantes en el campo de la filosofía, la política, la historia y la educación han quedado resumidas en los libros:
- La Filosofía Materialista Dialéctica de Marx y Engels.
- Corrientes Filosóficas I (De la Filosofía Oriental a la Helenística).
- Corrientes Filosóficas II (De Bacon a Hegel).
- Leyes del Desarrollo Social.
- Filosofía Moderna y Contemporánea (Positivismo y Pragmatismo).
- Historia de las Ideas en el Perú Contemporáneo.
- Historia y Filosofía de la Educación en el Perú.
- Historia y Filosofía de la Educación Universal.
- Filosofía de las Sociedades Capitalistas.
Su pueblo
La identificación con la comunidad que lo vio nacer, Santiago León de Chongos Bajo, era constante. Lo enaltecía servirla como podría haberlo deprimido no hacerlo. Ésto podemos inferir a partir de una carta enviada a su hermano Rodolfo: “Uno de los motivos que me impiden visitar el pueblo es el no haber hecho nada este año por él. Anteriormente por lo menos, escribía algunas disparatadas en hojas mimeografiadas, hoy las ocupaciones han aplazado mis intenciones. Sin embargo, la semana pasada entregué un artículo a Carlos Hidalgo, referente a la fiesta patronal. Seguramente plagado de errores. En algunas oportunidades te dije que mis relaciones con él eran francamente hipócritas, y como lo suponía, no lo insertó en el momento conveniente. No le exigiré. Nunca me gustó exigir a nadie. Hoy tengo un sentido más libertario en mis actitudes para con otros. Pero mi ausencia de las festividades no será total. Iré de todos modos el 29 de julio, a felicitar a papá, a quien considero especial. Nunca quiso que sus hijos quedaran rezagados, siempre buscó horizontes grandes, más, al mismo tiempo jamás mostró humillaciones de ningún género. Me considero por tal motivo uno de sus sucesores y aun cuando vivir en el ostracismo pueda resultar patológico, creo yo que algunas almas prefieren tomar ese camino” (305).
Jaime Cerrón fue director de la revista Toril, de carácter sociológico y antropológico acerca de las comunidades. Su hermano Rodolfo dirigió otra en el mismo pueblo de Santiago León de Chongos Bajo denominada Horizontes, ambos de caracteres semejantes, comprometidos con la educación popular, así describe una carta sin fecha dirigida por Rodolfo a su hermano: “Olvidaba agradecerte por el ejemplar de Toril, que, de paso sea dicho, me admira la manera cómo pudiste conducir la redacción de dicha revista, estando como estabas. Hay mucha efervescencia en sus páginas; lo triste es que, si no me equivoco, veo tu pluma rectora en cada página: eso de que sin ti nada podrán hacer es lo que da pena; lo propio pasaba con Horizontes” (308).
Su martirologio
“Aquel aciago 8 de junio, muy temprano ambos se despidieron de sus seres queridos, sin saber que sería el último de sus vidas, vieron tal vez, un sol pálido, como cuando cae la tarde y señala un ocaso doloroso” (322). Las décadas de 1980 y 1990, la región del Perú se caracterizó por una población sitiada entre dos fuegos: la subversión y las fuerzas militares del Estado. La UNCP fue un blanco permanente de ambos flancos y muchos de sus miembros fueron asesinados.
El día miércoles 8 de junio de 1990, cuando el Prof. Jaime Cerrón Palomino se dirigía a sus labores habituales de vicerrector académico de la universidad, conducido por el chofer Armando Tapia Gutiérrez, a las 7:30 de la mañana fueron interceptados a media cuadra de su domicilio por elementos de apariencia militar que actuaban dos a pie y el resto en una camioneta. Los que iban en la camioneta interceptaron su vehículo para impedir que avance por la Av. Catalina Huanca (altura del actual parque Mártires del Periodismo). Los que iban a pie se acercaron a la camioneta de propiedad de la UNCP en la que estaba el mencionado funcionario, a quien lo encañonaron obligándolo a bajar con las manos en alto lo mismo que al chofer, introduciéndolos violentamente al vehículo de los secuestradores y desapareciendo a gran velocidad con rumbo desconocido.
Los familiares acudieron a la dependencia de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP) para dar cuenta del secuestro sufrido. El personal de dicha dependencia lejos de salir a buscar a los secuestrados, procedió a allanar su domicilio por espacio de tres horas, requisando libros de Filosofía, de los cursos que el vicerrector dictaba en la UNCP, a la vez solicitando un cilindro de petróleo y gasolina para salir a buscar el paradero de los secuestrados. Ante la indiferencia del personal de la PIP, los familiares, docentes, estudiantes, dirigentes sindicales y la comunidad huancaína procedieron a la búsqueda por los cuarteles y lugares donde había prisiones. Al no encontrar ninguna huella, una comisión se dirigió a los departamentos de Cerro de Pasco, Ayacucho y Lima. En este último lugar el representante legal de la UNCP sentó denuncia de lo ocurrido ante la Fiscalía de la Nación.
El suceso criminal repercutió en la opinión pública nacional e internacional. Así, por ejemplo, el diario La República de Lima en su edición del 24 de junio de 1990 pone como titular: “Equivocadamente las fuerzas del orden, creen que están eliminando el foco ideológico de la subversión” y describen las características del vicerrector de la siguiente manera: “Cerrón era un brillante profesor de Filosofía y Ciencias Sociales, tranquilo, con ideas progresistas, pero avocado por entero a su carrera académica. Era un académico por excelencia comentó el rector de dicho claustro universitario Dr. Rodolfo Vizcardo Arce". Más adelante dice el diario: “Lo cierto es que para la policía Cerrón era un presunto subversivo. Esto se puede colegir tomando en cuenta que el catedrático ya había sido detenido anteriormente por la DIRCOTE. Fue en febrero de 1989 cuando la policía irrumpió en su domicilio. Entonces Cerrón se encontraba reunido con dos de sus alumnos a quienes prestaba asesoramiento de tesis. Lo detuvieron a él, a los dos estudiantes y a uno de sus hijos por tres días”.
La desaparición y secuestro de Jaime Cerrón Palomino fue muy sentida por la colectividad huancaína y especialmente por los universitarios, sus alumnos. Es por eso que se organizó una gran movilización para el día 18 junio de 1990. En la desesperación por impedir la movilización, el gobierno de Alan García Pérez, a fin de evitar la marcha de protesta y la movilización de todo el pueblo de Huancayo, al parecer informó a un reportero el hallazgo de dos cadáveres en la localidad de Sincos (Jauja). A las 10 p.m. del 17 de junio, la familia del profesor Cerrón es citada a las oficinas del Diario Correo de Huancayo para mostrarles las fotos del cuerpo del vicerrector ya asesinado y arrojado en un paraje denominado Tierra Blanca en la localidad de Sincos, distrito de la provincia de Jauja. Lo que al parecer indica que el gobierno debía evitar la protesta por la reaparición con vida de los secuestrados.
El mismo diario Correo en su edición subsiguiente del 19 de junio vuelve a publicar nuevas fotos bajo el titular: “PRIMICIA DE CORREO DIO LA VUELTA AL MUNDO” y en caracteres más visibles informa su titular de primera plana: “VICERRECTOR MURIÓ ACRIBILLADO” cuya información se anuncia a las páginas 5, 6 y 7. Analizando las fotografías publicadas por el diario Correo, aparece el vicerrector con los pies cercenados al parecer por sierra eléctrica o guillotina y con impactos de nueve balazos, dos de los cuales estaban dirigidos a la cabeza como remate del crimen.
La multitudinaria concurrencia que iba a actuar en la marcha de protesta se trasladó a la localidad de Sincos para recoger el cuerpo de la víctima. Se realizó la necropsia de ley en el Hospital Domingo Olavegoya de Jauja y finalmente los cuerpos fueron llevados procesionalmente a la ciudad de Huancayo, siendo velados en el recinto del Palacio Municipal en medio de gran concurrencia de la ciudadanía que protestaba airadamente por el crimen cometido. También hubo gran concurrencia de la prensa. Cuando los periodistas interrogaron sobre quién podría ser el autor de tan execrable crimen, la respuesta unámine del pueblo de Huancayo no podía ser otra que el gobierno del señor Alan García. Por haber sostenido esta afirmación la familia del vicerrector comenzó a ser víctima de amenazas por parte de las fuerzas represoras, siendo así que el Diario Correo de Huancayo pone como noticia destacada: “AMENAZAN A VIUDA DE VICERRECTOR” con un subtítulo que señala: “PARA ACALLAR EL ESCLARECIMIENTO DEL CRIMEN”.
El maestro Jaime Cerrón se enterró sin discursos al lado de su féretro, era un pedido que le hizo a su esposa presagiando su muerte. Dijo que no quería ninguna alocución de tal o cual partido político, creía que no era justo que alguien se abandere de los nobles esfuerzos a la educación que él había dedicado su vida. Finalmente, la UNCP denunció el crimen ante el Ministerio Público para las investigaciones correspondientes y sanción a los criminales. Dicha denuncia no prosperó por la presión de las autoridades militares encontrándose en la actualidad en estado de impunidad absoluta.
La extorsión
Una de las características de los crímenes realizados por militares, paramilitares y grupos terroristas, constituye la extorsión. La familia recibió una llamada en horas de la tarde del día 11 de junio de 1990, la esposa del vicerrector respondió la misma y le dijeron que su esposo estaba en manos de ellos, pero no quisieron identificarse ni dar alguna prueba real de tal afirmación, insistieron que no se diga nada a la policía y que se les entregara en la Empresa de Transportes Jara la suma de 20 millones de intis. La suma era astronómica equivalía al sueldo de rector de un año y un poco más. Con el apoyo de los docentes de la Facultad de Pedagogía y Humanidades, la APAFA del Colegio Nacional Rosario y algunos ahorros, la familia logró reunir la cantidad de 18 millones de intis los mismos que fueron entregados el 12 de junio de 1990 al señor José Lucén Torres en la dirección indicada. Lucén manifestó verbalmente que era para el señor Castro quien era militar en Ayacucho y primo del señor Santiago Jara y firmó un recibo dando fe de lo recibido. Posiblemente el profesor ya estaba muerto en esa fecha. Es posible que Lucén sólo haya sido un intermediario y el haber solicitado el recibo le costó una serie de amenazas y agresiones físicas a la esposa del vicerrector en varias ocasiones, por elementos de porte militar. Años más tarde el caso fue denunciado con motivo de la CVR, sin embargo, la fiscalía y la policía nunca han tenido el interés de capturar a los autores de este asesinato, ni de citar a Lucén Torres.
Asamblea Histórica de la UNCP
En la Asamblea Universitaria de la UNCP del 27 de septiembre de 1990, declarada histórica por su presidente y rector Mg. Rodolfo Vizcardo Arce, se acordó por consenso denominar a la UNCP Jaime Cerrón Palomino, además se crearon la Escuela de Post Grado, la Facultad de Medicina, Especialidad de Educación Inicial y Primaria, ampliación de la Facultad de Ingeniería Eléctrica a Electrónica y Sistemas, y la Facultad de Periodismo quedando adscrita a la Facultad de Antropología para su posterior regularización (321). Dan fe de lo mencionado los diarios locales de la región: “También se aprobó gestionar la dación de ley para que la UNCP se denomine Jaime Cerrón Palomino” (321), “… luego de tres meses del execrable asesinato del vicerrector académico Jaime Cerrón Palomino, cuya memoria decidieron honrar póstumamente agregando su nombre al de la UNCP, según recordaron docentes y alumnos de la Facultad de Pedagogía” (418).
La Asamblea Histórica tuvo el desarrollo siguiente, según el libro de actas de la Asamblea Universitaria:
“Dr. Mosombite: Dijo que el 26 de abril, fecha de la Asamblea anterior el Profesor Jaime Cerrón P. había sido elegido Vicerrector Académico; y pidió; frente a su desaparición rendirle un homenaje con un minuto de silencio”.
Estudiante Soto: “Dijo que la Universidad había sufrido un duro golpe con la muerte del Profesor Cerrón y que en su memoria no solo cabe un minuto de silencio, sino que pide que la Universidad lleve su nombre”.
Ing. Ayala: “Pidió que ese minuto de silencio se haga extensivo al TAP. Armando Tapia y a todos los caídos por la represión”. A continuación los asambleístas se pusieron de pie y rindieron homenaje con un minuto de silencio.
Rector: “Dijo que había un pedido de cambio de nombre de la Universidad Nacional del Centro del Perú, por el del Profesor Jaime Cerrón Palomino. Cedió la palabra al Dr. Juan Bullón”
Dr. Bullón: “Hizo una exposición sobre la labor académica y resaltó cualidades del Profesor Cerrón; recordó pasajes de su vida y su condición de luchador social, y que todos lo recordábamos como ejemplo de profesional y calidad humana; manifestó que la idea del Tercio Estudiantil, sea aceptada por la Asamblea para perennizar el nombre del Profesor Cerrón”.
Rector: “Dijo que casi todas las Universidades del país, llevan un nombre, pero no sucede con la del Centro, era el momento de ponerle un nombre de la persona, que se dedicó a la docencia universitaria con cualidades que pocos tenemos. Dijo que parecía que no ha escuchado opiniones contrarias al planteamiento de cambio de nombre”.
Estudiante Soto: “esto no solo es iniciativa del Tercio, sino de varias organizaciones populares, asentamientos humanos, etc., que solicitan el cambio de nombre de la UNCP por el del Profesor Jaime Cerrón Palomino”. Después hizo entrega de varios memoriales con numerosas firmas dando cuenta de su participación.
Ing. Calderón. “Dijo que la Facultad de Agronomía apoya el cambio de nombre”. Una vez terminada las fundamentaciones y teniendo en cuenta el pedido del Tercio Estudiantil y los memoriales presentados, la Asamblea Universitaria acordó por consenso: “Cambiar el nombre de la Universidad Nacional del Centro del Perú por el de Universidad Nacional Jaime Cerrón Palomino”.
La traición de Fernando Chaud Gutiérrez
Fernando Chaud era el secretario general de la UNCP, cargo que venía ejerciendo desde el rectorado anterior, y llevó el libro de actas en la Asamblea Universitaria, pero traicionó a la voluntad que emanó de la misma al desestimar sistemáticamente en dicho documento lo mencionado por el rector Vizcardo Arce de declarar el carácter histórico de la Asamblea Universitaria, por la trascendencia que tuvo al haberse creado en tan poco tiempo nuevas facultades, la Escuela de Post Grado y haberse denominado a la UNCP Jaime Cerrón Palomino. Sobre este último pedido, el tercio estudiantil de la Asamblea Universitaria solicitó se le agregue a la UNCP el nombre de Jaime Cerrón Palomino y no que se genere un nuevo nombre como menciona el libro de actas elaborado por Chaud. Frente a esta desleal actitud, cabe la pregunta, ¿Porqué Chaud obvió testimoniar en el libro de actas de la UNCP el carácter histórico de la Asamblea Universitaria en contraposición a los diarios locales y nacionales que sí recogieron el testimonio verídico?, ¿qué móviles lo llevaron a tergiversar la propuesta del nombre de la universidad? El Dr. Torpoco considera que lo acontecido con el nombre de la universidad es un claro ejemplo de mezquindad, no solamente política, sino también académica (363).
A Jaime Cerrón Palomino, Maestro y Río Dialéctico
Por Alejandro Espejo Camayo
“La muerte no es verdad, cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”. José Martí.
Era un hombre de mediana edad. Era sembrador consciente. Era un navegante de proceloso mar, que se embarcó al infinito cuando las olas de su fervor rompieron su barca.
Su Gólgota fue la pedagogía científica; su norte la peruanización del Perú. La rosa de los vientos lo condujo al puesto certero del humanismo social.
Como los grandes guías del espíritu, el suyo fue de afirmación racional, constructiva hasta la médula, imbuido de halo ético de la libertad a prueba de afrentas y de riesgos. Por eso cuando muchos fanáticos ya empezaban a olvidar objetivos, el maestro recusaba todos los fanatismos, de levita o de uniforme. Por eso, quienes en altos cargos visten libreras del nuevo fanatismo liberal y salvaje, miran con temor y rencor a este hombre que tramonta, altivo y certero, los linderos del nuevo siglo.
Y es que más allá de las simas, del lodo y de la sangre aberrante, luego de su martirologio, por designios de la genética de lo viviente, su ejemplo de luz social, pervive, como los de otros maestros sencillos y honestos. Mientras que la usura y egoísmo de los que buscan perlas entre las huellas de los lobos sólo hallarán desolación, tras pírrica victoria de sombras.
De su memoria de educador y pensador brotarán algunas gotas rojas, como su sangre derramada estoicamente por las causas del porvenir, de la nueva floración.
Jaime, nuestro adiós no es el de los pañuelos plañideros. Es el Hasta Siempre Victorioso de los puños en alto, de las orillas completas del río dialéctico. Tú nos enseñaste que nada es eterno; pero que la eternidad está en los momentos intensos, que jamás borrarán de la voluntad colectiva. Y esa energía inmarcesible seguirá guiando cual bandera legendaria; aun cuando nuestras cenizas apenas sean leve gemido en el longevo temporal de la Historia.
El mensaje será canción matinal que asciende en voces juveniles. Y cuando cruja el piso de lo cotidiano, aburrido de esperas y falsas esperanzas, los espectros reunidos en victoriosa danza anunciarán el final del caos y la noche. Los fuegos fatuos tornarán fuego prometeico y ya no habrá rebaños temblorosos bajo la tormenta.
Volverán a tañer las campanas, como el día que te despedimos. Cuando el universo sea más diáfano, cuando el cántico de los niños y el vuelo de las avecillas dibujen el mismo color, ese color antiguo y venidero, que es el sueño de la humanidad.
Homenaje de la FEUNCP
La Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional del Centro del Perú (1991): “A lo largo de la Historia del Perú y en particular dentro de esta última década, han sucedido muchas muertes dolorosas para el pueblo, tal es así del amigo y Maestro que siempre supo orientar al pueblo, a los intelectuales por una línea progresista científica. Jaime, hombre sencillo, humilde y de procedencia campesina, nunca tuvo condecoraciones, fue la sencilla encarnación de la modestia. Quienes lo conocemos de cerca y recibimos su afecto, sus lecciones de humanidad y ciencia, comprobamos que cada día su ausencia es de las más lamentable y profundas, sin embargo, ha dejado semillas que continúan y surgen con mayor convicción y firmeza, el ejemplo y la enseñanza de este gran Maestro. Jaime Cerrón Palomino, Mártir de la Educación Científica, has desaparecido físicamente, pero nos acompañas como nuestra propia historia, no te vemos, pero estás presente, para decirnos y mostrarnos que el porvenir de nuestro pueblo está tan cerca como la aurora del nuevo mundo. Ahí es cuando serás recordado como el más sencillo y modesto de nuestros intelectuales del pueblo, amigo y Maestro para quienes hemos recibido tus sabias enseñanzas. Un ocho de junio, fuiste secuestrado, torturado y asesinado, Maestro defensor de la ciencia, de nuestro heroico pueblo, que por buscar el Perú Nuevo, te diste íntegro como intelectual hasta ofrendar tu vida. Tus asesinos pensaron que al matarte terminaba la ciencia y la lucha del pueblo. Respondemos a los asesinos, que tu ejemplo y tus enseñanzas germinan y aún brotan a lo largo y ancho de nuestro Perú Profundo. Para aquellos que acallaron tu vida, a un año de tu desaparición, decimos que existen ya, mil Maestros como mil Jaimes” (324).
Al Maestro Don Jaime
Por Octavio Vila Aguirre.
Permíteme que te escriba estas líneas Jaime y sabes que al tutearte no lo hago irreverentemente, sino con la familiaridad amical que nos une. Lo hago no para conjugar el verbo alabar, al estilo de falsificada pequeña burguesía intelectualoide, que suele alimentarse de sobredosis de vanidad, sino por tres razones: para protestar tu muerte repugnante; para homenajear en ti con palmas populares a los docentes que son grano y no paja magisterial y para evitar que te consuma el olvido.
Te conocí accidentalmente en el entierro del hijo de un caro amigo tuyo y mío, no reflejabas la imagen que mis neuronas alienadas reclamaban de ti; te vi pueblo profesor, pueblo catedrático, pueblo maestro. Tu presencia daba lecciones por sí a los presentes y a mí. Aprendí entonces definitivamente que los trapos elegantes, solamente cubren miserias interiores.
Los quehaceres culturales y la cátedra universitaria nos unieron cada vez más. A veces no entendí tus exabruptos en el campus o en el cargo; pero la praxis constante, ahora me hace ver que para sobrevivir en el zoológico hay que hacer eso que renegué. Sufrí con amargura tus menopausias mentales que dulcemente me invitaban a la reflexión terca en pos de la autodisciplina. Eso que te digo son reproches agradecidos. Cuánto me hubiera gustado ser alumno de tus clases filosóficas; pero tan sólo me bastó ser tu discente informal de visitas no programadas en tu casa y en las cantinas, para aprender lecciones de vida universitaria que socráticamente degusté. Tus diálogos nutridos de ciencia alimentaron mi telencéfalo y comprendí que eras un MAESTRO en el sentido lato revolucionario del término.
La procesión de tus pasos guiados por la lectura atenta y correcta de la realidad te condujo a acicatear cincelando el viejo edificio social que nos cobija aún. Y te convertiste en protesta y peón de tiempos socialistas que espantaron y disgustaron a muchos. Cuántos enemigos gratuitos nos ganamos por predicar la verdad.
Tus palabras fueron semillas que cayeron en los surcos cerebrales de muchas generaciones; algunas cayeron en medio de espinas y piedras, ahogándose; otras en terrenos infértiles, muriendo y poco y muy pocos, en tierra fértil, germinando hermosas plantas cuyos frutos rojos alimentan al pueblo. Quienes son sólo piedras y espina intelectual, nunca te entendieron; al contrario, aborrecían tu presencia. Delante de tí una sonrisa y un saludo improvisaban y en tu ausencia, para ellos solamente eras el “Cholo Cerrón”. Ellos son los Pilatos y Caifaces de tu pasión y vida.
Que hayas tenido pecados sociales, seguramente los tuviste; pero todo queda inmaculado con tu heroica inmolación.
Tú no estás muerto Jaime, no lo estarás mientras tus semillas de lecciones sigan germinando. Tus ideas, tu pensamiento, tu accionar disciplinado, tu praxis consecuente, siguen en agonía iluminando.
Ellos los que morbosamente jugaron con tu cuerpo, creen haberte matado. Y no es así. La fuerza que es el derecho de las bestias es impotente a una eyaculación revolucionaria. Tu conciencia, es la tiza blanca que escribe hirientemente sobre la negra inconsciencia de tus verdugos.
En este país, de lirismos incívicos, de hermosas playas, de cerros nevados, de ricas montañas, de limosneros sentados sobre tanta podredumbre podrida. Aquí mismo se maltrata, se tortura cruelmente a hombres buenos como tú. Y es que Jaime ser maestro es una forma muy peligrosa de vivir, con injusticias por todas partes. Tú que te convertiste en Cantuta floreciente y que fuiste arrancado violentamente del vigoroso tallo de la transformación al igual que muchos, habrás comprendido, caro amigo, que: ¡SER MAESTRO EN EL PERU, ES UNA FORMA MUY HERMOSA DE MORIR!
Gratitud a un gran maestro isabelino
“Pese al medio año transcurrido, aún está fresca la muerte del profesor Cerrón Palomino, con su partida dejó un irreparable vacío. No obstante ello, está más presente que los vivos; escribir sobre él provoca una emoción indescriptible y dolor a la vez. Era un gran docente, de noble corazón, voz firme, serena; brillante, exacta muy intelectual de decir las cosas con veracidad de aquella, que se forja en muchísimos años, en el que tuvo que alimentarse, nutrirse a través de la investigación científica. Hombre de noble calidad humana y acucioso academicista; profundo conocedor de la siempre desprestigiada profesión; ser maestro en el Perú.
De fina sensibilidad, cualidad que lo acompañó toda su vida, recto a carta cabal, con una humildad que lo engrandecía, bondad inigualable, equidad que nunca doblegó. El Maestro Jaime, era ante todo, estudioso, muy estudioso; merced a ello tuvo preponderancia en la vida universitaria. Sin dejar de ser profesor y sin perder su personalidad se orientó a escribir importante obras que ávidamente leían los muchísimos universitarios que hoy raudamente avanzan para ser profesionales.
Sus exposiciones eran brillantes y esclarecedoras era admirable escuchar su voz estentórea, y ver su rostro imperturbable ante la crítica del oponente y, ni que decir como armaba y desarmaba una polémica. Acucioso investigador que le robó muchas horas al calor familiar para compenetrarse con sus más fieles compañeros: los libros. Puntual como ninguno; implacable contra la desidia y la impertinencia de sus pupilos, tenía una cierta ironía y una simpatía íntima; no era un hombre cariñoso, aparentemente. Se le puede calificar con justísimo razón; un espíritu abierto y renovado de la cultura nacional.
Nuestro pueblo debe reconocer del ex maestro isabelino, a uno de sus más grandes lúcidos y grandes pilares. Su señera no se apagará, sino que blanquecina arderá en el horizonte presintiendo como las más grandes luminarias, que su gran ideal de ser MAESTRO DE CORAZÓN no será claudicada por los cientos de profesores que él formara. Tarea muy difícil y de permanente esfuerzo, por cierto para los servidores del pueblo; pero también, por ello mismos, una tarea digna de los hombres que no venden su dignidad ni responsabilidad ante la historia.
¿Cómo no recordarlo hoy?, sentado a su mesa humilde inundada de libros en el que pasaba horas y horas, con el propósito de ser eterno estudiante para ser buen maestro. Sus alumnos entrábamos sedientos de aplacar nuestra sed, en el torrente lúcido de conocimientos que inundaba, anhelábamos escuchar su voz vibrante con el que daba a conocer la verdad de las cosas.
Ha ingresado el MAESTRO JAIME CERRÓN PALOMINO por la puerta grande, al centro glorioso de los nuestros que amaron al pueblo y la verdad. Su vida y sus actos corroboraron la opinión que, cuanto más alto vuela un ser, más sencillo y llano es. Hizo eco de que el hombre por más estudioso que fuera siempre morirá conociendo sólo un mínimo de lo que es el todo, por ello estudiaba infatigablemente, sus alumnos decíamos: “como el maestro ninguno” y así será. Hoy, como Heraud, le decimos: “Qué importa el morir, porque también se muere para vivir”
EL IDEAL QUE ABRAZÓ EL PROFESOR JAIME CERRON, NO SE APAGARÁ, HOY MÁS QUE NUNCA SEGUIREMOS TUS HUELLAS… MAESTRO CERRÓN… ¡GLORIA ETERNA!”
Jaime Cerrón siempre inmarcesible
Por Raúl Aliaga Saltachín
“Hoy, 8 de junio se cumple 18 años del aniversario de la ausencia de Jaime Cerrón Palomino, con sus llagas abiertas a su diestra, pienso que no es la muerte la que hiere, es la vida que lastima, cada día repitiendo monótonamente el mismo atardecer del espíritu, de los insensibles que ignoran cumplir la Ley Nº 28592, de la Integridad de Reparaciones, con quienes fueron asesinados, al extremo de quitar su presencia en la Galería de Personajes, donde precisamente, fue su director de Bienestar Estudiantil y vicerrector académico en 1990.
En sus años de Magisterio Universitario, siempre concilió dos vertientes fundamentales: la crítica, la profesional o universitaria, que tiende a la erudición, y a la autocrítica: ágil, libre y juvenil, que oreaba con su rasgo característico de claridad en todas sus clases; paradójicamente, despertaba resquemores, detractores -siempre existen- que holgadamente los superaba con su estilo didáctico y dialéctico, premunido siempre al principio de un verdadero MAESTRO, claro como un alcohol rectificado, humanizado con sus alumnos, como un inhalar de plena oxigenación. Fecundo en sus aspiraciones y recensiones.
En este país adorador atávico de todo lo que se muere. Si no mueren tus virtudes no existen. Percibimos en Jaime, como nuevo QUIJOTE ANDINO por su recuerdo imperecedero de acción sembradora, está dando frutos póstumos, pero además de Quijote, posee las virtudes –con distancias claro- del crucificado, acribillado y torturado con las heridas abiertas. Sigue luchando, al igual que el pueblo para que el sol alumbre, para que haya patria para el sueño del hombre andino.
Las palabras, muchas veces no pueden fotografiar verbalmente la estructura humana de JAIME CERRÓN PALOMINO, que hacen decir, a su hijo Vladimir Roy, en el homenaje de los alumnos de la UNCP, que sus enseñanzas lo enfatiza a plenitud, después de su muerte o a su otro hijo Waldemar José; vivo o muerto la enseñanza de un gran MAESTRO es el mismo. Ellos deben sentirse orgullosos dentro del regazo de su inmenso recuerdo, que el poeta Miguel Hernández, denomina “Un claro caballero de rocío”, que seguramente, cincelaron el agónico orgullo y el deber de ser hombres de bien, tratando de proscribir y prescribir el resentimiento y el odio por inservible y perjudicial. Media, las remiscencias de cariño diáfano de su padre, para no naufragar en los avatares de la vida y seguir siendo porvenir. Reserva de nuevos amaneceres.
La señora Bertha Rojas López, doctora en Ciencias de la Educación, no es su viuda, es la compañera abnegada del viviente Jaime, con sus hijos Fritz Elías, Vladimir y José, próximamente editarán nueve tomos de sus obras escritas y todo relacionado a él, su vida misma. Su ausencia física indudablemente dejó un inmenso vacío, una especie de crepúsculo, de un señero ejemplo que deja, es un mensaje de nuevos amaneceres, son invulnerables al tiempo como son invulnerables a las verdades, porque lo esencial siempre permanece, avanzan más allá de la muerte, florece cual auroras secretas. Tus amigos te recordamos siempre Jaime” (380).
Ante la tumba del maestro
El Errante (seudónimo)
Hemos venido con nuestras armas
Banderolas que ondean, palmas que retumban;
Nuestro corazón ardiente, la mente lúcida
Y nuestras consignas que dicen:
¡Maestro Jaime Cerrón Palomino!
¡Presente!
Estamos aquí, ante tu altar de gloria,
Lo más graneado de tus discípulos,
Familiares que no te olvidan,
Y tus amigos que rinden homenaje y corean
A grandes voces: ¡la sangre derramada
El pueblo nunca olvida!
Entonces empiezan floridos y lúcidos discursos,
Los oradores coinciden que fuiste un filósofo,
Comprometido con los intereses del pueblo;
Que tus nobles ideales fueron: justicia y libertad
Y eso… en nuestra sociedad… es pecado
¡Cuando un hombre del pueblo muere, nunca muere!
¡Siempre vivirá en nuestros corazones!
Los que rumiaron callarte, desaparecerte
Sin proponérselo te hicieron una honra
Darte viva y vida eterna en la mansión de los
Héroes y cavar sus propias sepulturas
Y a la sazón el Huaytapallana y tu valle
Mantaro se remecieron,
El sol se oscureció
Tus verdugos se amedrentaron
El pueblo ha clamado
¡Maestro Jaime Cerrón Palomino!
¡Presente en la mansión de los héroes!
Recordando al Cholo Jaime Cerrón Palomino
Por Gilberto Pablo Torpoco Túpac Yupanqui
Al escribir estas líneas, llegan a mi memoria innumerables recuerdos del Gran Maestro y mejor amigo, Jaime Cerrón Palomino, a quien, cariñosamente llamábamos el Cholo Cerrón. Era el año 1963, cuando tuve la oportunidad de entablar amistad con dicha persona: era un hombre honesto y sencillo, pero de carácter firme y decisiones radicales. Sin embargo, es en el año 1964 cuando conocí, sus dotes de líder y de orador punzante; su formación marxista y sus principios sólidos de izquierda, lo convirtieron en uno de los principales dirigentes de la oposición, al gobierno que encabezaba el rector de aquel entonces de la UNCP el CPC Nilo Arroba Niño. Cuando se presentó como candidato a la Secretaría General del Centro Federado de la Facultad de Educación, sus enemigos gratuitos, quisieron hacer escarnio de su adusto rostro y sencilla vestimenta y gritaban a cuatro vientos, que no darían su voto por él. Fue entonces que una mañana, cuando se hallaba repleta de estudiantes nuestra Aula Magna, hizo su ingreso y con voz estentórea nos dijo lo siguiente: “colegas, por ahí andan vociferando que no darán su voto por este cholo feo, por eso quiero dejar en claro, que yo no me presento a un concurso de belleza, porque de ser así, habría perdido por walk over”. Dicho esto, el estudiantado presente aplaudió sonoramente y posteriormente su triunfo fue arrollador. En la fotografía que acompañamos al presente artículo, Jaime Cerrón Palomino, aparece recibiendo su credencial que lo reconoce como secretario general del Centro Federado de la Facultad de Educación de la UNCP, de manos de quien escribe estas notas, lo acompañan entre otros: Adolfo Alvarado, Jorge Cangahuala, Heber Paitamala Pizarro y muchos más. Por aquel entonces también había hecho su ingreso a la Facultad una bella dama llamada Luisa Sobrerilla Daniela, a quien afectuosamente la conocíamos como Lucha, la misma que fue elegida Reina del Chachimbo y no faltó alguien, que le había escuchado decir, que no permitiría que la coronaría, el Cholo Cerrón, esto no fue así, porque contra todo vaticinio no solamente la coronó, sino que, le dio un beso. Con el correr de los años, Jaime Cerrón llegó a ser su profesor de filosofía y a decir de ella misma, sintió cariño, admiración y respeto por este hombre, que a fuerza de estudio y trabajo había ganado una cátedra en la Facultad de Educación. Con los años se acrecentó esa amistad al compartir las aulas en la Facultad de Derecho de la Universidad Peruana Los Andes, donde ya, encontrados en años recordábamos nuestras vehemencias juveniles, vividas en la antigua casona de la calle Cuzco.
Jaime Cerrón Palomino, era un hombre frío, objetivo y sereno, para dar un paso adelante, por eso, nunca dudó y apostó por el futuro de la UNCP de la que llegó a ser vicerrector académico. De igual manera, cuando nos hallábamos estudiando en los primeros ciclos de la Facultad de Derecho, surgieron voces disonantes, manifestando que este centro superior de estudios, constituía una estafa y carecía de porvenir, entonces él me manifestó, que todas las instituciones en los primeros años, tienen una serie de dificultades y muchos obstáculos para su desarrollo, pero luego, se afianzan y consolidan; pues no se equivocó, toda vez que la Universidad Peruana Los Andes ha cumplido sus Bodas de Plata y son miles los profesionales egresados de sus aulas. Así mismo el Cholo Cerrón, utilizaba mucho la sátira en sus intervenciones, cierta vez me contó, que en una reunión de catedráticos del Programa de Educación Física en Altura de la Universidad Enrique Guzmán y Valle La Cantuta, que funcionaba en el distrito de Muquiyauyo, un docente dijo que tenía una biblioteca con más de mil libros, entonces él replicó, que tenía un solo libro, pero que lo había leído. Otra faceta de su vida poco conocida fue su profundo cariño por su tierra natal, Santiago León de Chongos Bajo, bailó un huaylash, zapateando y guapeando al estilo de su tierra, según su propia confesión. Muchas cosas más quisiéramos escribir del amigo, al que se le cortó brutalmente sus aspiraciones, de ser hombre de leyes, llegar al rectorado de la UNCP y sobre todo contemplar a sus hijos, convertidos en brillantes profesionales al lado de su noble y generosa esposa Bertha Rojas. Desde algún punto del cosmos, el Cholo Cerrón nos contempla, esperando que sigamos luchando por un mundo mejor, en el que reine la paz y justicia social. Honor y Gloria al Maestro.
Yo sí…, así lo conocí al maestro JCP
Por Alberto Millán Tupiño
Alguna vez ¿te imaginaste el proceso en que el acero se vuelve acero? Posible que no. Pero en el devenir de las horas y de las cosas se hacen reales y los puedes palpar y vivir. Te das cuenta que todo lo existente en la naturaleza, en la sociedad y el pensamiento tiene proceso de inicio y el final. Saber la verdad de la verdad es difícil. ¿Cómo saber mi final?, ¿cómo saber cuál es el final del amigo, del hermano y no sé de quién más?
Corría la década del sesenta, por la unidad de la necesidad y la casualidad, llegué a las aulas, ahora olvidadas de la Universidad Nacional del Centro del Perú, ubicada en la calle Cuzco, era, por supuesto, un chiquillo de entre 9 a 11 años.
La necesidad era ganarme una propina, un regalo de alguna vestimenta, o un par de zapatos. Acompañaba a un ser mayor por costumbre de vivir juntos en familia. Recuerdo con amor a mi ser querido que más caló en mi proceso de desarrollo intelectual, en la práctica vivir la vida de la universidad. Ese ser querido, era un hombre crespo, alto, con nariz de inca, y que todos lo llamaban el Negro Tupiño, aprista hasta sus huesos, quizás o posiblemente más que los de hoy.
Mi tío Negro Tupiño, me lleva para ayudarle en los quehaceres de las aulas universitarias, puesto que tenía la responsabilidad dentro de ella. Él era el portero para unos y para otros el guardián. La necesidad hace surgir la posibilidad y me pone de barrendero de las aulas de la Universidad del Centro del Perú, como Cantinflas un barrendero más; uno de jovenzuelo busca acomodarse a las circunstancias que se le presentan, porque ese tío me llevaba al cine, me invitaba pollos a la brasa, (de esos años servido en canastitas), que eran tan deliciosos y sobre todo los primeros de Huancayo.
En las aulas universitarias de esos años, las alumnas, ellas señoritas, iban muy bien vestidas, con sus peinados bombé, es decir de gala; los varones en su mayoría con sus ternos o ropas especiales, no eran como los de hoy.
Los comicios para ser elegidos como representantes a un cargo o lista de estudiantes al Centro Federado u otra organización universitaria, eran con debates candentes en la famosa aula 03 del local de la calle Cuzco. Las concentraciones de los alumnos de los diferentes locales que tenía la universidad se daban. Venían los agrarios, mecánicos- eléctricos y los otros. Se concentraban en el patio de la universidad de la calle Cuzco, cada cual con sus banderolas, así se daban las luchas estudiantiles. El correr de los años hizo que las luchas avancen y se hagan más antagónicas y las tendencias cada vez más confrontacionales.
La pasión por escuchar a los dirigentes de los grupos estudiantiles iba creciendo en mí, el interés se hacía cada vez más intenso. Escuchando hablar y mirando a los estudiantes dirigentes pasé buen tiempo de mi vida. Los estudiantes defendían con pasión, con verdad y con mentiras sus ideales.
Entre estos avatares de la vida, un día feliz para mí escuché un discurso que me hizo pensar de verdad. Ahí fijé bien la mirada y conocí por primera vez a un joven, a lo lejos se podía reconocer su extracción campesina. Era mestizo real, pero con ideales grandiosos y pensamiento claro en defensa de sus compañeros de la universidad y del pueblo. Estaba en contra de las cosas negativas, de las aberraciones que se daban en la universidad.
Este dirigente poco a poco se hacía más conocido, sus iniciales eran JCP, miren que coincide con las siglas muy manoseadas en nuestra sociedad en estos dos últimos siglos que vive el país; pero no, no es, lo que pensaron inicialmente, la verdad que el joven con esas virtudes, que de jovenzuelo conocí, era el maestro Jaime Cerrón Palomino.
Este joven estudiante de la Facultad de Educación, de la especialidad de Filosofía, más tarde volcaría, ideales, valores, defensa, práctica, realidad. El maestro que dio todo por los jóvenes de su época de estudiante, por la juventud después de egresado. Después de graduado fue a servir en los colegios comunales de las zonas rurales. Ahí dejó su sapiencia a jóvenes, adultos y viejos a donde llegaba, a los jóvenes universitarios cuando regresa a la universidad como catedrático de la Universidad Nacional del Centro del Perú.
No es que me acomode al decir todo ésto, por tener la oportunidad, no es así, miremos entonces como caló en mí las polémicas de la famosa aula 03 de la calle Cuzco, entre JCP representante de los menos, del pueblo, de la verdad; el modo de pensar de acuerdo a mi edad y del momento.
Los opositores a él, los apristas motejaban a sus contrincantes, es decir a JCP, como rábanos, pues su representante era RBH, un negrito de brea, alto, con pañuelo al cuello, llegado de la costa y que estudiaba en la Universidad Nacional del Centro del Perú, decían que se había ido becado a Costa Rica.
La lucha era encarnizada con ideas, posturas de cada uno, arengas de sus compañeros estudiantes, defendiendo cada uno a sus líderes de la mejor manera, era una lucha titánica de posiciones entre el pensamiento de avanzada, que los apristas indicaban que era el comunismo, mientras que los otros indicaban directamente de apristas y cosas que hasta ahora lo miramos cada vez más claro, en verdad nos lleva al desbarrancadero de la historia y del desarrollo de la política en forma por demás falsa y mentirosa en el Perú.
La defensa de sus posiciones, el duelo entre la dialéctica y la metafísica, de esos años en la Universidad Nacional del Centro del Perú, era entre JAIME CERRÓN PALOMINO y RICARDO BOHÓRQUEZ HERNÁNDEZ.
Algunas ocasiones los líderes salían en hombros de sus seguidores, otras con insultos, con gresca y todo lo que la juventud con verdad o equivocación defiende a cada cual y sus pensamientos. El tiempo permite ver límpido y claro como el agua al final de su recorrido, como el cielo azul sin nubarrones negros.
Los hombres salidos del pueblo sirven al pueblo con pasión y amor inconmensurable, alcanzándoles grandeza y felicidad poco a poco, demostrando que ese es el final de la humanidad, Jaime Cerrón Palomino, cumplió su misión de servir a su pueblo con amor, dignidad y valentía.
Recuerdo como eran los años esos, y verdaderamente ahora de mayor y quizás de viejo me doy cuenta cuál ha sido el recorrido de cada uno de estos líderes juveniles de mi época de mozuelo. Miro en la historia y la práctica cómo acabaron y por qué acabaron, miro cuál es el peso de cada uno; el peso de una montaña, que el viejo, joven y niño tienen que cambiar de lugar en la que anteriormente se encontraba o el peso de la pluma que el viento se lo lleva sin retorno.
Pasaron así los años en esta patria, cada vez más cargada de contradicciones, con más mentiras, con más servicios al que tiene el poder del dinero, al que miente se premia, al que roba se elige dos veces para que nos gobierne. Para muchos la mentira es su arte porque en sus labios su sueño se hace realidad, todos mienten, ya no hay vergüenza.
Dicen que fueron elegidos por el pueblo y por eso seguirán gobernando aunque el pueblo está muriendo, pero nosotros los que elegimos tenemos la culpa porque nos hace falta, educación política. Aceptamos que sigan así las cosas, el pueblo rápido se olvida por las cosas que pasó.
Los jóvenes de estos tiempos desconocen la verdadera historia, por eso no pueden tomar conciencia, ni ponerse al servicio de los pueblos que nos necesitan. Los jóvenes se dejan atrapar por los vendedores de ilusión, ya no tienen creatividad, ni imaginación para cambiar las formas de vida.
Qué difícil estamos haciendo la vida futura de nuestros hijos y de sus hijos de nuestros hijos, entonces, pará, pará, tenemos que hacer para estas cosas, como dirían nuestros hermanos bembones.
Nuevamente lo miro a Jaime Cerrón Palomino, en el Colegio de Aplicación de la Universidad Nacional del Centro del Perú, aunque ustedes no lo crean, la UNCP, tenía su escuela y colegio, pregunten quiénes lo hicieron desaparecer.
El encuentro con Jaime Cerrón Palomino lo recuerdo como si fuera hoy. Su mirada serena que invitaba a su interlocutor, caminar rápido, con mirada en el presente, pero pensando en el futuro, rápido; como esa vez fugaz, así de vez en cuando los encuentros en las calles de Huancayo eran rápidos, pero impregnados de trascendencia.
Concibo que el tiempo es el mayor tirano frente a los hombres, ya que no perdona, pasan y pasan los años; llega 1974, muchos cachimbos, después de todos los exámenes médicos de rigor, llegamos a la Universidad Nacional del Centro del Perú. La alegría es desbordante, con nuevos compañeros, no sé de dónde y con qué pensamientos. Todos cautos los primeros días, van desfilando a los salones los docentes universitarios.
Llegué a las aulas que antes había cuidado y barrido, principalmente la famosa aula 03 donde se daba las inolvidables polémicas de JCP y RBH. Sorpresa mayúscula, ingresa un señor con terno sin corbata, con la mirada serena que invita a todos, con un pensamiento que vuela al futuro, con su hablar claro, categórico y muchas cosas más, era JCP, JAIME CERRÓN PALOMINO. Era el joven de las polémicas que en mi niñez escuché, el defensor de la Universidad Nacional del Centro del Perú, el defensor de las cosas justas, el que quería cambiar el mundo, él va a ser mi maestro; cátedra Materialismo Dialéctico I.
El desarrollo de su clase fue claro y la explicación lo hizo respetando la idea de los presentes. Por su calidad de persona, por sus ideas claras y sin rodeos, exigente con los alumnos, guiador en los inconvenientes universitarios, en el aula cumplidor de su tarea, en sus momentos escasos libres dialogador en el patio de esa UNCP vieja de la calle Cuzco, atento ante el llamado de alguien que desea conversar, preguntar, consultar, solícito a entregar su bibliografía pulcra de su propiedad, analizador conspicuo de cada libro, la verdad, UN VERDADERO MAESTRO.
Así, pasaron las otras asignaturas, nadie faltaba a sus clases, tonto, pobre del que faltaba porque lo que se perdía, Materialismo Dialéctico II, Clásicos Marxistas, Seminario de José Carlos Mariátegui, y otros más; qué clases, la verdad, verdaderas cátedras, otras posturas, otras formas de pensar y hacer pensar, otras actitudes, otras asimilaciones, otras formas de actuar y practicar, a ello te llevaba el Maestro Jaime Cerrón Palomino.
Pasaron los años, la verdad habíamos cambiado, habíamos envejecido, pero académicamente habíamos crecido, estábamos listos para salir a la lucha, a la brega de educador, de líder social, cuántos seguimos o fracasamos en ello, cuántos son los que traicionaron a las lecciones, a la confianza alcanzada por el maestro, los miro a muchos colegas, la verdad que se cumple, en la práctica se conoce a los hombres.
Un maestro exigente en el análisis de los libros, posiciones ideopolíticas, en la acción práctica, es decir, en los hechos; para entender ello un pasaje jocoso y de lección, en una oportunidad, estábamos en una exposición grupal, sobre el tema agrario del país, por allí teníamos un libro de una tendencia nada acorde con la realidad y un poco revisionista, le alcanzamos a uno de los amigos para que pueda revisarlo y sacar sus conclusiones para su exposición, pero éste pegado a la letra lo dijo igual a lo que decía el libro a pesar que le habíamos indicado de que debía darle un vuelco total sobre el tema.
Jaime Cerrón Palomino fue directo y en forma por demás exigente le dijo: para qué estamos en este curso o asignatura, para qué estamos ya para salir de la universidad, si no vamos a ser capaz de analizar, criticar, contraponer las ideas del autor que está completamente fuera de la realidad, cómo era posible que con todo lo aprendido de las leyes, categorías y otras cosas más, lleguemos a expresar igual lo que dice un autor, entonces no hemos avanzado nada, por lo tanto la calificación también es de acuerdo a lo que hicieron y desarrollaron, desaprobado, se le dará otra oportunidad.
Otra cualidad del maestro fue que comprendía las vicisitudes que pasan los estudiantes, la carga familiar contraída con anticipación, la solidaridad de los amigos. En esta oportunidad Jaime Cerrón Palomino, se pintó de cuerpo entero para mostrarnos la calidad de persona que era; se pintó de cuerpo entero sobre la forma de ver la educación, formación, comprensión al nuevo maestro que se formaba y que debía de enseñarle en los hechos y la práctica.
Estábamos ya de vagos, algunos del grupo porque asistíamos a la UNCP, solamente para algunas asignaturas que faltaban, ya que en esas épocas podías adelantar de acuerdo a los créditos y promedios ponderados que tenías, algunos terminamos la U en cuatro años y meses; pero el problema en este caso u ocasión, era que uno de los seis compañeros ya había tirado la toalla.
El estudiante se sentía desaprobado, fracasado, porque el curso que le faltaba era con Jaime Cerrón Palomino, en el décimo ciclo, entonces tanto que durante los cinco años nos había formado, enseñado, y nos estaba constantemente mirando de nuestras acciones y estaba muy informado de lo que hacíamos y reconocía a cada estudiante de la Facultad.
Este amigo nos dijo que debía esperar el ciclo par para llevar nuevamente la asignatura, porque con JCP no se jugaba. Faltaba un mes para culminar el ciclo, pero habíamos acordado sortearnos para hacer la tesis entre dos en tres grupos y sustentar el mismo día, luego hacer una fiesta grande entre los seis, pero este compañero hacía que fallaran todos los planes; entonces acordamos hacerle un cuento.
Al Gordo, le invitamos para una jarana, porque para esas cosas era infaltable. Efectivamente llegó el día, la hora y el Gordo. El plan era llevarlo a la fuerza ante el Maestro Jaime Cerrón Palomino, para poder hablar la situación académica de este compañero.
Al Gordo le conversamos, le hicimos chistes, chascarros, llegado el momento lo cogimos los cinco y asido a nosotros lo llevamos al aula donde se encontraba JCP, tocamos la puerta, nos abrió y le dijimos que queríamos hablar con él. Asintió y dijo que dentro de unos minutos salía; afuera. El Gordo se moría de cólera y vergüenza; botaba chispas y nos increpaba de todos.
Salió el maestro y nos dijo ¿qué pasa? Le contamos lo que nos pasaba y que el Gordo nos fallaba a uno de los cinco ya que sortearíamos para hacer a tesis. Jaime Cerrón Palomino escuchó atento, al terminar nos halagó a los cinco; porque lo que hacíamos era solidaridad, compañerismo y desprendimiento.
Al Gordo le dio una increpada severa, ofrecimos hacer sus trabajos, hacerle estudiar juntamente con nosotros los temas que le dejaría el maestro y que le tomara los exámenes que necesitaba para aprobar la asignatura. Así fue. JCP le dijo al Gordo que desde mañana no faltaría y que ese era el acuerdo. Todos teníamos la responsabilidad de estudiar con él, para los exámenes.
Al final el Gordo aprobó la asignatura, todos felices, más aún el Maestro JCP, siempre se acordaba de este pasaje que él lo comprendió al instante, y la oportunidad ya no fue casualidad, sino realidad.
Estaba al tanto de nuestro grupo de alumnos o amigos, preguntando siempre, cuando la tesis, cuando la sustentación, cuando aquí en la UNCP de maestros, constantemente preguntaba cuando nos cruzábamos en la calle, entablábamos conversaciones rápidas, pero sustanciosas porque estabas conversando con un maestro.
Al final llegó la tesis de los cuatro, el mismo día en horas seguidas, todo organizado para la jarana, se hizo difícil ello, algunos jurados no llegaban, otros querían retirarse, una odisea en la Ciudad Universitaria, nuestro local (el pueblo joven, el gallinero), al final entramos a la sustentación dos a dos.
Salieron los dos primeros, el Gordo y el Flaco aprobados, nos tocaba a los dos que quedábamos, sudamos la gota gorda porque el tema era Movimientos Obreros de Morococha, un jurado exquisito y exigente con JCP, De La Barra, Pilar Espinoza, Pizarro, en la defensa como asesor Luis Aguilar, las horas parece que se había detenido. La mayoría de los jurados nos llevaron en un momento a la gloria, pero luego nos dieron con palo, con sus apreciaciones, comentarios, críticas, etc.
La gente afuera en gran cantidad dudando, preguntándose el porqué de la demora, al final todos afuera, a deliberar el resultado los jurados y los demás; minutos pasados nos llamaron a ingresar nuevamente, después de indicarnos que debíamos de arreglar en la tesis, aprobados por mayoría, felicitaciones de cada uno de ellos por lo que se había trabajado y de una nueva forma de enfocar de acuerdo a lo que nos habían enseñado y de lo que habíamos obtenido en la fría Morococha con todas las de ley.
Ahora viene lo bueno, nadie de los asistentes docentes nos debe escapar, amigos, amigas, compañeros, familiares a acercarse a los docentes y llevarlos al lugar indicado, nadie debe de escapar, en el lugar escogido estaba todo listo el rico carnero al palo y las aguas de estilo, comenzaron las palabras de agradecimiento de los padres, de los alumnos, los docentes satisfechos por esta forma de organización, sustentación que habíamos realizado, y por el festejo; primera vez que teníamos a casi todos los maestros de la Facultad de Educación.
Todos felices, primera vez que teníamos al Maestro JCP a nuestro lado y con un vaso de compañía, pasaron las horas de grupo en grupo intercambiando ideas, deseándonos a los cuatro, éxitos.
El Maestro JCP se nos acerca e inicia la conversación, manifiesta que nunca se había sentido tan complacido, alegre por ver a sus alumnos, aún con discrepancias, contradicciones, pero respetuoso de sus posiciones, verlos realizados.
La verdad miré, que el acero también siente, el acero en su proceso de realización en algún momento se tuerce, se funde nuevamente, vimos llorar al maestro, ese maestro que desde niño se había forjado al lado de los que buscan justicia y libertad haciéndose humano siendo acero, lloró, lloramos juntos, lloramos de felicidad, de agradecimiento y que en vano no eran los sacrificios y enseñanzas, ahora nos esperaba la vida de la enseñanza, de la educación, de la construcción, la verdad ha llegado, la hora de ser maestros.
Cuando llegó a ser Decano de la Facultad de Educación, Director de Bienestar Estudiantil y Vicerrector de nuestra querida y respetada UNCP, él siempre ha estado a lado de los estudiantes. Cuando alguien tenía la razón, era servidor único a la causa del necesitado, del solicitante, rápidamente, sin demora, ni pérdida de tiempo resolvía el problema. Siempre decía: el día es el día, la hora es la hora y punto. Sabíamos que en el trabajo se exigía más de la cuenta, se imponía hasta altas horas de noche, a veces se amanecía, hasta cumplir con su cometido.
Quedarían chico anécdotas y experiencias que contar de lo que miré, adquirí, vivencié, palpé, practiqué, ahora que estamos en la edad de haber recorrido los difíciles caminos que la realidad nos pone, ahora bien nos pesa o nos sentimos aliviados de la tarea cumplida, comprometida con el maestro.
Al final de todo diré que los fenómenos pasan, la esencia queda como muestra, recuerdos y enseñanzas para los pueblos y la humanidad.
El caso no fue aislado
El crimen de Jaime Cerrón Palomino no fue un caso aislado, ni fue un exceso de las fuerzas armadas (FFAA), fue una política de Estado que implementó el primer gobierno aprista de Alan García Pérez, mediante sus grupos paramilitares (Escorpio y Rodrigo Franco), en complicidad con el ejército peruano (411). Podemos recordar las muertes de los docentes Herminio Parra Rivera, asesinado en su domicilio el 1 de octubre de 1988; Ernesto Barriga del Barco; Luis Aguilar Romaní, asesinado en el decanato de la Facultad de Pedagogía y Humanidades de la UNCP, el 18 de julio de 1989; Roberto Aguirre Palomino, asesinado en la UPLA el 15 de octubre de 1990; los secuestros de Víctor Raúl Lavado Olivera y Yofré López, etc., entre otros.
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